martes, 30 de noviembre de 2010

El kirchnerismo y la revolución cultural



Aritz Recalde, noviembre de 2010

Desde el año 2003 el país está transitando por una profunda transformación cultural, que subvierte de raíz muchos de los valores y de las concepciones hegemónicas liberales y neoliberales. El renacer de una nueva cultura es producto de la reconstrucción de la conciencia nacional, que resurge tras el letargo político producido como resultado de la derrota popular con la dictadura de 1976. La revolución cultural en marcha atraviesa gran parte del tejido social y se encarna además, en acciones de gobierno como son la ley de servicios audiovisuales, el programa científico y universitario estatal, la promoción del matrimonio igualitario o en la recuperación de la conciencia histórica a partir de la política de derechos humanos, la galería de los patriotas latinoamericanos, el contenido de los actos del bicentenario o en la sanción del feriado recordatorio de la Vuelta de Obligado. A partir de éstas y otras medidas, la revolución cultural va desandando el programa neoliberal y el contenido de sus instituciones.
El neoliberalismo que caracterizó la cultura durante los años ochenta y noventa, fue impuesto a partir de la aplicación de una seguidilla de acciones militares inauguradas en 1955 y profundizadas desde 1976. Una vez acabada la etapa militar del proyecto neoliberal, el programa se organizó en instituciones públicas y privadas que transmitieron los valores de los grupos de poder antinacionales. No era la primera vez en la historia del país y la región, en que este modelo de sociedad se implementara por el método de la violencia. El liberalismo del siglo XIX se aplicó a partir de las batallas Caseros de 1852, de Pavón en 1861 y por intermedio de la Guerra del Paraguay de 1865-70. Su imposición en el siglo XX y de manera similar al XIX, se valió de los golpes de Estado y las acciones militares de 1955, de 1966 y particularmente, de 1976. Lo que fuera el contenido y la finalidad de la infame participación en la guerra del Paraguay, tuvo en el siglo XX su consonancia en la intervención de la Argentina en Nicaragua en 1977. Tras los asesinatos ejecutados dentro del país y en América Latina durante los siglos XIX y XX, la oligarquía, los grupos concentrados y el imperialismo, aplicaron la etapa cultural y de institucionalización del orden liberal. Caído Rosas, se organizó la arquitectura liberal con la Constitución de 1853 reformada en 1860 o con el código civil de Vélez Sarfield. Los intelectuales orgánicos al proyecto porteño difundieron su visión del país por intermedio de la historia oficial de Mitre o con el Facundo de Sarmiento, que oficiaron como textos fundacionales de la oligarquía portuaria para justificar su programa agrícola dependiente. Además y complementándose, Mitre nos legó un órgano de prensa con el diario La Nación.
La finalidad de la batalla de Caseros en el siglo XX puede ser comparada con el golpe de 1955 y lo mismo ocurre con los resultados de Pavón, que se acercan estrechamente al proyecto aplicado desde 1976. El terrorismo y la guerra de policía promovidas por Mitre por intermedio de Paunero y de Arredondo o por Sarmiento, son el antecedente directo de los asesinados y los desaparecidos por parte de los comandos de tareas de Videla en el siglo XX. El liberalismo necesitó de los asesinatos para imponerse y aplicó el terror contra el pueblo, bañando de sangre el país para traer la “civilización” o en el siglo XX, para terminar con el “comunismo”. Videla tuvo y de manera similar a Mitre con Rufino Elizalde o con Velez Sarsfield, a sus intelectuales orgánicos en las personas de José Alfredo Martínez de Hoz o en Domingo Cavallo. Sin desconocer la distancia intelectual y temporal que existe entre ellos, ambos compartieron la tarea de promover los cambios institucionales, políticos y culturales para aplicar el liberalismo extranjerizante y agroexportador.
Muertos sus adversarios políticos y refundadas las instituciones, estos dirigentes se abocaron a llenarlas de contenidos. La historia oficial que justificó el terrorismo aplicado desde 1955, la escribieron figuras como José Luis Romero, Gino Germani o Jorge Luis Borges, desde sus cátedras o cargos durante los gobiernos de facto o democráticos. A casi un siglo de distancia, la “civilización” venía a poner orden frente a la barbarie, pero ya no eran Rosas y los colorados del monte, sino Perón y la CGT. La oligarquía y el imperialismo en 1976 y de manera similar al siglo XIX, también tuvieron su proyecto institucional, su ley de reforma financiera y su apertura económica.
A los asesinatos de opositores, la persecución de simpatizantes o de “barbaros”, le siguió la organización de las instituciones y la imposición cultural. Luego del exterminio de los rivales del siglo XIX, transcurrió la calma de los cementerios bajo el ciclo político que va de Roca al Centenario. La oligarquía educó a los hijos de los caudillos asesinados, intentando convencerlos de que sus padres estaban bien ejecutados. Lo mismo ocurrió en la etapa que va de Videla a De La Rua, que fue un momento en el cual el neoliberalismo triunfante se impuso desde las instituciones culturales. La teoría de los dos demonios, la desmalvinización, el fin de la historia, las relaciones carnales con EUA o la extranjerización de la cultura, fueron transmitidos como valores y verdades incuestionables por el aparato de la colonización pedagógica. Las montoneras y los caudillos denigrados por Sarmiento y por Mitre en el XIX, fueron los “subversivos y los terroristas” del siglo XX, desacreditados y difamados por la escuela liberal o por el historicismo social que ocupó las instituciones universitarias desde la época de la libertadora y a partir de la apertura democrática de 1983.
Yrigoyen y Perón, ambos a su manera y en su tiempo, enfrentaron al liberalismo, a la oligarquía, al imperialismo, a su proyecto económico, a sus leyes y a sus valores. Desde el año 2003 el país y de manera similar al proceso de mediados del siglo XX, es parte de un renacer de la conciencia histórica y de la cultura nacional. Estamos ingresando, como a mediados de los años cuarenta, en una profunda revolución cultural. La crisis del año 2001 fue una bisagra que expresó la fragmentación de los valores del liberalismo y la eclosión de una nueva cultura nacional.
Desde el 2003 se está combatiendo la conciencia pastoril y dependiente de la oligarquía terrateniente, al cuestionarle el proyecto económico de país. El gobierno está apoyando la industria y con ello, el símbolo de la dependencia nacional y de la republiquita agroexportadora, cruje frente a la aparición de un pensamiento vigoroso, que se apuntala y se proyecta en una economía sólida y prospera, que genera empleo, desarrollo y sindicatos. La nación se afirma con la industria, que es un paso fundamental e irremplazable de la soberanía política y cultural. El INVAP o Atucha II, son dos importantes símbolos del renacer y de la refundación de las grandes metas y epopeyas científicas nacionales, que son hijas directas de la industrialización.
Otro paso fundamental en la lucha contra los valores neoliberales, se está ejecutando con la política de los derechos humanos y con la reivindicación de la militancia de los años setenta. Dichas medidas ofician como un acto de revisionismo histórico que pone en tela de juicio el proyecto de la oligarquía y se la sienta en el banquillo de los responsables de la tragedia nacional. Se está terminando la justificación del terrorismo liberal difundido bajo las frases del “algo habrán hecho” o de la “teoría de los dos demonios”.
Caen los valores neoliberales y además, están siendo debilitadas sus instituciones de transmisión de la cultura. La ley de servicios audiovisuales y el apoyo del gobierno a los medios públicos y no comerciales, están construyendo una pluralidad de voces, frente a la tiranía mediática de los oligopolios comerciales. Los grupos mediáticos, los factores de poder concentrado y el aparato de prensa del extranjero, ya no están solos.
El gobierno está derribando los valores de la oligarquía y sus instituciones. La sanción de la ley de matrimonio igualitario es revolucionaria en el plano del derecho y además, lo es en el plano cultural.
A este paquete de medidas, se le suma la justicia social del subsidio universal, las jubilaciones o las paritarias, que modifican la conciencia del pueblo en lo que respecta a sus derechos. En este marco, la política de integración regional busca romper con la dependencia y el europeísmo de los sectores medios y genera los puentes hacia una refundación cultural nacional latinoamericana.
La vertiginosa transformación cultural se organiza en torno de la recuperación de la conciencia histórica y a partir de un fuerte cuestionamiento de la tradición liberal. La interpretación historiográfica de José María Rosa, Arturo Jauretche o de Norberto Galasso, desfiló en el bicentenario, ocupa la galería de los patriotas latinoamericanos y se consagró con el feriado del 20 de noviembre.

La revolución económica, política y cultural de los años cincuenta, fue la materia a partir de la cual se conformó la conciencia nacional del activismo de los años sesenta y setenta. Desde el 2003 está naciendo una nueva generación de jóvenes que es educada en un país industrial y en el contexto de una revolución cultural. A partir de aquí, el proceso iniciado afirma la conciencia histórica del pueblo argentino y anticipa el renacer de una nueva generación política liberadora, en la antesala de la consumación de la conciencia nacional.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Homenaje a Nèstor en la UNLP








Les recordamos que estàn invitados al Homenaje al Dr. Néstor Kirchner, el día 30 de noviembre de 2010, a las 19 hs., en calle 7 e/ 47 y 48.

Descubrimiento placa alusiva y charla sobre su militacia. Disertarán:
Dr. Carlos Kunkel, Abogado egresado de la UNLP, dirigente de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), en los años '70; actual Diputado Nacional.
Lic. Jorge Taiana, Sociólogo; Histórico militante del Peronismo de la Provincia de Buenos Aires; Ex Canciller de la Nación Argentina.Lic. Juan Gabriel Mariotto, Licenciado en Periodismo y Ciencias de la Comunicación; Presidente del Directorio de la Autoridad
Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, entre otros

lunes, 22 de noviembre de 2010

22-11-49 / 22-11-10: 61 años de gratuidad universitaria



LEY 26.320

DIA NACIONAL DE LA GRATUIDAD DE LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

- Sancionada: Noviembre 21 de 2007 y Promulgada de Hecho: Diciembre 12 de 2007

FUNDAMENTOS

Señor presidente:

El 22 de noviembre del año 1949, el entonces presidente de la Nación Juan Domingo Perón firmó y promulgó el Decreto 29.337, con los siguientes considerándoos:

- Que el engrandecimiento y auténtico progreso de un pueblo estriba en gran parte en el grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que lo componen;

- Que por ello debe ser primordial preocupación del Estado disponer de todos los medios a su alcance para cimentar las bases del saber, fomentando las ciencias, las artes y la técnica en todas sus manifestaciones;

- Que atendiendo al espíritu y a la letra de la nueva Constitución es función social del Estado amparar la enseñanza universitaria a fin de que los jóvenes capaces y meritorios encaucen sus actividades siguiendo los impulsos de sus naturales aptitudes, en su propio beneficio y en el de la Nación misma;

- Que como medida de buen gobierno, el Estado debe prestar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, suprimiendo todo obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legítima vocación;

- Que dentro de la Nación y de acuerdo con la Misión específica que la ley les impone, son las Universidades especialmente, las encargadas de difundir la cultura y formar la juventud;

- Que una forma racional de propender al alcance de los fines expresados es el establecimiento de la enseñanza universitaria gratuita para todos los jóvenes que anhelen instruirse para el bien del país.



Con base en estos históricos contenidos señor presidente, y teniendo en cuenta principalmente:

- Que en su parte resolutiva el mencionado Decreto 29.337 del año 1949 suspendió, con anterioridad al 20 de junio de 1949 el cobro de los aranceles universitarios vigentes hasta ese momento.

- Que los libros de historia y tratados sobre el desarrollo y la problemática universitaria argentina no han recogido este antecedente, sea por olvido, por razones ideológicas o políticas.

- Que a partir de dicha fecha, las Universidades Nacionales suprimieron un arancel lo que posibilitó que millones de argentinos hijos de trabajadores, pudieran acceder a la cultura, a la educación superior y a la formación profesional universitaria.

- Que esta medida permitió que no quedaran inteligencias perdidas por exclusión económica, dando las bases para el ascenso social como fruto digno del esfuerzo, del estudio y del trabajo a toda la población argentina, especialmente a los más humildes.

- Que esta medida es una de las Políticas de Estado de mayor importancia social, cultural, científica y económica del País, junto a otras que posibilitaron la creación de empleo, riqueza y su justa distribución, haciendo real el acceso a la educación, la salud y la vivienda para todos.

- Que el Decreto 29.337 del año 1949 ha sido olvidado, como lo han sido muchos otros hitos históricos que marcaron una clara vocación de colocar al Estado en el rumbo de asumir su misión social, de crear y redistribuir la riqueza material y espiritual de la Nación para todo el pueblo argentino.

- Que el camino que marcó ese Decreto el 22 de noviembre de 1949, a pesar de los golpes de Estado y de las dictaduras sangrientas que asolaron a nuestro país y denostaron a los hacedores de la Patria, no pudo ser revertido durante los cincuenta y siete años que han pasado desde su promulgación.

- Que la gratuidad de la enseñanza universitaria pública sigue siendo hoy una realidad, patrim

onio de toda la sociedad argentina.

Es por estas razones señor Presidente, que es nuestra misión en el Honorable Congreso de la Nación Argentina recordar dicho Decreto, que tanto beneficio significó para el pueblo y la Nación Argentina, ante lo cual le solicito a mis pares, acompañen el proyecto de ley presentado.

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:

ARTICULO 1º — Establecer el día 22 de noviembre como "Día Nacional de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria".

ARTICULO 2º — Comuníquese al Poder Ejecutivo.

DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS VEINTIUN DIAS DEL MES DE NOVIEMBRE DEL AÑO DOS MIL SIETE.

— REGISTRADA BAJO EL Nº 26.320 —

domingo, 21 de noviembre de 2010

HOMENAJE A NÉSTOR EN LA UNLP




EL CENTRO DE ESTUDIOS JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI Y LA CÁTEDRA DEL PENSAMIENTO NACIONAL DE LA UNLP LOS INVITA EL DÍA 30 DE NOVIEMBRE DE 2010, A LAS 19 HS, AL HOMENAJE EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA, "AL PRIMER GRADUADO PRESIDENTE DE LA NACIÓN", DR. NÉSTOR KIRCHNER, A REALIZARSE EN 47 E/ 7 Y 8 PSO. 1 (EDIFICIO RECTORADO).

SE COLOCARÁ UNA PLACA CON LA PRESENCIA DE AUTORIDADES, FAMILIARES, AMIGOS, COMPAÑEROS DE MILITANCIA, TRABAJADORES DOCENTES Y NO DOCENTES DE LA UNIVERSIDAD, ESTUDIANTES Y PÚBLICO EN GENERAL Y SE REALIZARÁ UNA CHARLA SOBRE SU MILITANCIA.

LOS ESPERAMOS: NÉSTOR VIVE EN EL CORAZÓN DE LOS ARGENTINOS

sábado, 20 de noviembre de 2010

El feriado de la soberanía nacional y la política exterior argentina





por Aritz Recalde

20 de noviembre de 2010

Con el opio en las venas y los ríos de sangre africana, la ambición sobre el canto de olas navega hacia la muerte. Cenizas del 38 incandescentes tejiendo cadenas en el río. Tremola en el Paraná el Pabellón celeste y blanco, batalla de la Vuelta de Obligado. Restaurador vi tu rostro en el mar del pueblo indignado, a Juan Bautista escupiendo las verdades del bronce cañón, a Mansilla y su fuego convertido en sol. Tremola en el Paraná el Pabellón celeste y blanco, batalla de la Vuelta de Obligado. (Letra de Tercera Posición, Rock Nacional y Popular)

La sanción del feriado del 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional, es una acción que corona la aplicación de la mejor política exterior de la historia del país desde su independencia a la fecha. El feriado recupera nuestra conciencia histórica, que y como estableció Juan José Hernández Arregui, es un paso infranqueable que transitan los pueblos para consolidar la conciencia nacional y la vida política independiente. El feriado de la soberanía nacional no es un hecho aislado ya que no fue casualidad que la Batalla de Obligado desfiló en el Bicentenario de la patria y que el brigadier General Juan Manuel de Rosas, tiene su imagen colgada en la galería de los patriotas latinoamericanos. En el desfile del 25 de mayo de 2010 en la 9 de Julio y en los cuadros de la Casa Rosada, están expresados los símbolos de lo mejor del revisionismo historiográfico nacional y popular, que es desarrollado por intelectuales como José María Rosa, Rodolfo Puiggrós, Fermín Chávez, Rodolfo Ortega Peña, Pacho O´Donell, Arturo Jauretche o el gran maestro Norberto Galasso.
El mejor homenaje que hace el gobierno nacional a la Batalla de Obligado de 1845, es su política exterior, que es soberana e independiente y que está fundada sobre las bases de la multilateralidad. Dicha política se organiza a partir de la promoción de la integración latinoamericana como eje vertebral de las relaciones. Este posicionamiento permite que la Argentina se relacione de igual a igual con países como Rusia, India, China, Vietnam, Estados Unidos y con el conjunto de naciones de Europa, de Asia y de África. Dichas vinculaciones se organizan a través de la cooperación y atendiendo nuestros intereses como país soberano e independiente, dejando atrás las relaciones carnales menemistas. El ingreso del país al “G 20” es emblemático de los logros del gobierno que consolidó una inserción del país en el mundo por la puerta grande. En el plano de la integración de América Latina se han dado los pasos más importantes de la historia del continente, desde la época de Bolívar y de San Martín. La maduración de la integración alcanzó logros desde la UNASUR que son prácticamente inéditos, como fue detener los golpes de Estado contra procesos nacionalistas y populares en Bolivia o Ecuador o a partir de negociar la paz entre Venezuela y Colombia. La UNASUR contiene en su seno a miembros del MERCOSUR y el ALBA y actualmente se perfila con posibilidades reales para sustituir a la OEA y morigerar la injerencia de Estados Unidos en la región.
La política multilateral e integracionista aplicada por Néstor y Cristina, tiene su antecedente directo en Juan Perón. En su gobierno se planteó la tercera posición y se iniciaron las negociaciones multilaterales con los países socialistas, manteniendo además, vínculos con Europa o con Estados Unidos. Fue Perón el fundador del principal antecedente del MERCOSUR que es el tratado del ABC entre Argentina, Brasil y Chile, cuestión que se complementó con la firma de tratados con varios países del continente. Fue Perón además, quien al ver fracasar los acuerdos con los gobiernos, propuso la formación de una asociación entre los pueblos a través de la organización de una central sindical latinoamericana (ATLAS). En su haber quedó marcado el apoyo de Argentina a la Guatemala de Arbenz, a la revolución Boliviana de 1952, la ruptura del bloqueo a Cuba en 1973 y el ingreso del país al bloque de las Naciones No Alineadas en Argel. Juan Perón había retomado muchas de las acciones y las opiniones de Hipólito Yrigoyen. Dicho dirigente dignificó la política exterior luego de décadas de sometimiento y defendió la posición neutral del país en la primera guerra, promovió la formación de un frente de países latinoamericanos y rechazó el expansionismo norteamericano. Yrigoyen revirtió la política aplicada tras la batalla de Caseros de 1852 que y salvo algún atisbo marginal como la doctrina Drago, implicó que nuestro país sea una semicolonia británica. Dicha dependencia se profundizó después del golpe de 1930 con acciones como Pacto Roca Runciman o los negociados con las empresas de transporte.
Hipólito Yrigoyen retomó aspectos de la política exterior de Juan Manuel de Rosas, cuyo objetivo fue organizar el Sistema Americano para reunir en un régimen federal al antiguo Virreinato. En este marco, se enfrentó y derrotó al imperialismo francés que protagonizó el bloqueo de 1838 y al anglo francés en 1845. La acción antiimperialista de Rosas fue reconocida por José de San Martín que se ofreció a combatir a Inglaterra y a Francia y le entregó su sable utilizado en la Independencia. Las acciones de los unitarios, la derrota de Oribe en Uruguay, el imperialismo británico y los errores y traiciones políticas de Urquiza, le impidieron culminar su obra. Lo que vino después es conocido por todos: los países del Virreinato divididos y sumergidos en la violencia en las batallas de Pavón o en la Guerra de la Triple Alianza. San Martín lo consideró su heredero al donarle el sable y actualmente Cristina lo reconoce como uno de los fundadores de la dignidad nacional.
Fuera de las acciones de Rosas, de Yrigoyen, de Perón, de Néstor y de Cristina, nuestra política exterior fue dubitativa y dependiente. La triste historia de la dependencia incluyó la participación del extranjero en la batalla de Caseros por el pedido explicito de varios argentinos. Involucró el sometimiento a Inglaterra que fuera el agresor contra el país en 1806, en 1808 o en 1845. Fuimos una semicolonia británica y francesa que llegó al Centenario reivindicando el sometimiento económico, político y cultural. Caído Perón llegaría el ingreso al FMI, la aplicación del Plan de estabilización con Arturo Frondizi, la importación de la doctrina de seguridad nacional norteamericana con Onganía y la participación desde 1976 en las acciones terroristas en Nicaragua o el Salvador. El punto máximo de la dependencia exterior, fueron las “relaciones carnales” con EUA o la venta de armas a Ecuador en el contexto de la guerra con Perú, durante la gestión de Carlos Menem.
Para revertir este proceso llegó Kirchner y recuperó la perspectiva latinoamericana de la política exterior dando por tierra con muchas de las rivalidades históricas con Brasil o con Chile. Fue Néstor quien y continuando la acción de Juan Perón con el ATLAS y el ABC, convocó a los pueblos y gobiernos a derribar el ALCA en 2005. Fueron Néstor y Cristina los que reivindicaron a los combatientes del Atlántico Sur luego de la “desmalvinización alfonsinista” y lo realizaron defendiendo nuestros derechos en los organismos internacionales y dignificando económicamente a los patriotas que jugaron la vida peleando al enemigo. Valga este homenaje a Rosas y al pueblo que a lo largo de la historia defendió nuestra soberanía como en 1806, en 1837, en Obligado, en Malvinas y en la defensa diaria e impostergable, de nuestra industria, de los recursos naturales y de los intereses del país y los trabajadores.








DE JUAN MANUEL A JUAN PERÓN TODOS UNIDOS EN LA TERCERA POSICIÓN




Tercera Posición: Rock Nacional y Popular en en día de la soberanía nacional

Para escuchar
rock nacional y popular pulsá aquí: http://www.youtube.com/watch?v=ssDaHbmC9ps

CON JUAN MANUEL POR LA PATRIA



Por FRANCISCO ROVITO


El río trae la queja
de la patria amenazada...
pero allí, en aquel recodo
que es "La Vuelta de Obligado",
están las divisas rojas
y hay cadenas soberanas
que entrelazadas son brazos
pa' defender a la Patria.

Vibra el clarín federal
y aquel grupo de valientes
va desafiando la muerte,
la muerte con gusto a nada...
y con bravura inflamada
en la historia van grabando:
¡Qué lindo es morir peleando
con Juan Manuel, por la Patria!

Es un milagro de fe,
todo aquello es un milagro.
En un paisaje de muerte
carne de patria ha quedado.
La luna alumbra esos campos
que con su sangre ha regado
aquel grupo de valientes
en "La Vuelta de Obligado".

Ya no se escucha la queja
de la patria amenazada...
sólo se oye un grito macho
que el viento toma y lo guarda
en el altar de la historia
como una reliquia gaucha,
bendiciendo a quien luchó
¡con Juan Manuel, por la Patria!

Buenos Aires, Noviembre 20 de 1969

viernes, 19 de noviembre de 2010

Por el repecho





Alfredo Zitarrosa


Ahijuna por el repecho
vienen llegando ya los ingleses
Dan gritos en una idioma
que nadie entiende
que nadie entiende.
Arriba con esos fierros
naide se dueble.
Meneándole el sable siempre
que a ellos les duele,
que a ellos les duele.
No entiendo porque
formarse todos en línea
ahora se entretienen
Gritan como descosidos
quien los entiende
quien los entiende.
Toditos duros parejos
mirando al frente
mirando al frente.
Que los parió a los gringos
que se nos vienen,
que se nos vienen.
Que los tiró a los gringos
...hijuna gran siete.

Día de la Soberanía Nacional por José María Rosa



POR JOSÉ MARÍA ROSA

El 13 de enero de 1845 en París, noche nevosa según el testimonio de uno de los presentes, François Guizot, primer ministro de Luis Felipe, rey de los franceses, reúne a cenar en el Ministerio de Relaciones Exteriores a los técnicos del Plata que se encontraban en la capital de Francia. De dicho ágape surgirá la intervención armada anglofrancesa, y su posible colaboración brasileña en los asuntos internos de las repúblicas sudamericanas. Concurren el embajador de Inglaterra Lord Cowley, sir George Ouseley, que partiría al Plata llevando la intimación a Rosas, Mr. De Lurde hasta entonces Encargado de Negocios francés en Buenos Aires, el almirante Mackau, ministro de Marina, y que conociera a Rosas en 1840 cuando fue a llevarle la paz por instrucciones de Thiers, Mr. Desages director general del Ministerio, y el vizconde de Abrantés en misión especial de Brasil para acoplarse a la proyectada expedición.
Los Antecedentes de la Intervención
Desde 1842 andábase en ese negocio. Francia había fracasado en su intento de imponerse por la fuerza de sus cañones y de su dinero “que sembró la guerra civil” a la Confederación Argentina gobernada por un hombre del carácter férreo de Rosas. Hacia 1842 la política de la `entente cordiale` de Inglaterra y Francia hizo renacer la posibilidad de una nueva intervención, esta vez combinadas las fuerzas militares de ambas naciones: no era admisible que los pequeños países surgidos de la herencia española obraran como si fueran Estados en uso pleno de su soberanía y se negaran a recibir los beneficios “libertad de comercio, tutelaje internacional, libertad de sus ríos navegables” de las "naciones comerciales". Había que hacer, en primer lugar, de la ciudad de Montevideo una factoría comercial, de propiedad común anglofrancesa, desde donde dominar la cuenca del Plata después, establecer la ley de los mares “es decir, su libre navegación” a los ríos interiores argentinos, y finalmente dividir en mayores fragmentos esa Confederación Argentina que Rosas se había empeñado en mantener incólume del naufragio del antiguo y extenso virreinato del Plata. De allí la nota conjunta que los ministros inglés y francés en Buenos Aires (Mandeville y De Purde) habían pasado a Rosas apenas producida la batalla de Arroyo Grande. Diciembre de 1842: prohibíase ayudar a Oribe a recuperar su gobierno oriental y se amenazaba con tomar las medidas consiguientes si los soldados argentinos atravesaban el Uruguay en unión con los orientales para expulsar las legiones extranjeras que mantenían a Montevideo. Pero Rosas quedó sordo a la amenazas: contestó poco más o menos que en las cosas argentinas y orientales mandaban solamente los argentinos y los orientales. Consecuente con su respuesta el ejército aliado de Oribe, atravesó el Uruguay, y en febrero de 1843 empezó el sitio de Montevideo, defendida por las legiones extranjeras y por el almirante inglés Purvis. En febrero de 1843 esperábase por momentos la intervención conjunta amenazada por la nota de Mandeville y De Lurde que Rosas había osado desafiar. Pero no llegaba. Es que 1843 no había sido un año propicio para la entente cordiale, amenazada de quebrarse por la cuestión del matrimonio de la joven reina de España.
La misión del argentino Florencio Varela
De allí el desdichado fracaso del abogado argentino Florencio Varela, enviado a Londres en agosto de 1843 por el gobierno de la Defensa de Montevideo a indicación del almirante inglés Purvis. Llevó instrucciones para convencer al canciller Aberdeen de que la "causa de la humanidad" reclamaba la inmediata presencia de la escuadra británica en el Plata. Gestionaría también la "tutela permanente" inglesa a fin de salvar al Plata en adelante de la barbarie nativa. Intervención y tutela retribuidas “lo decían las instrucciones” con la libertad absoluta de comercio y la libre navegación de los ríos. Para cumplir mejor su cometido y documentar la "causa de la civilización", la casa inglesa Lafone confeccionó en Montevideo un record de los actos de barbarie que convenía atribuir a Rosas. El periodista argentino José Rivera Indarte, ducho para esos menesteres, recibió el encargo de redactar el record abultándolo de manera que impresionara en Europa: se le pagó un penique por cadáver atribuido a Rosas. Confeccionó Las tablas de sangre, que por dificultades de impresión no estarían listas en el momento de embarcarse Varela, pero le llegarían a Londres a los fines de su misión. Aberdeen recibió a Varela. El trato no fue el esperado por el argentino. No obstante traducirle Las tablas de sangre, el inglés no pareció emocionarse con los horrores recopilados por Rivera Indarte; tampoco tomó en serio "la tutela permanente" ni las cosas que le ofrecía el ex argentino. Le contestará fríamente que Inglaterra defenderá la "causa de la humanidad" dónde y cómo lo creyera conveniente, sin menester de promotores ni alicientes, y se le importaba un ardite cuanto pudieran ofrecerle los nativos auxiliares. Inglaterra haría y tomaría lo que más le conviniese, sin otro acuerdo que "con las grandes naciones comerciales" asociadas a la empresa. Varela no entiende; nunca entendió nada de la política americana ni de la europea. No comprende ese desprecio hacia "su gobierno" tan favorable a Inglaterra, ni que se hiciera caso omiso de sus tentadoras ofertas; jamás tuvo conciencia de su posición ni sentido de las distancias. Váse de Europa “después de una gira por París, donde tuvieron mayor éxito las Tablas de sangre” mohino y decepcionado de los "poderes civilizadores". "La Inglaterra “escribe en su Diario de viaje” no conoce ni sus propios intereses".

La cena de Guizot
En 1844 las cosas mejoraron y la `entente cordiale` pudo reanudarse. Más alerta Brasil que el despistado gobierno de Montevideo, envía entonces su comisionado: el vizconde de Abrantés. Aberdeen lo recibe mejor que a Varela; al fin y al cabo Brasil era un imperio constituido y no un gobierno nominal de ocho cuadras escasas, mantenido a fuerza de subsidios y de legiones. Pero Inglaterra no quiere la participación de Brasil en la empresa a llevarse en el Plata; no le convenía fortalecer ese imperio americano ni darle entrada al Plata. Como Abrantés representaba a un emperador no podía despedirle a empujones, como lo hizo con Varela; lo hará más diplomáticamente, pero lo hará. Tras conversar con Abrantés en Londres (que también ha venido a hablarle "de la causa de la civilización", oyendo del inglés el despropósito de "que la existencia de la esclavitud en Brasil era vergüenza mayor que todos los horrores atribuidos a Rosas por sus enemigos", lo despacha a París. Allí se arreglará la intervención en definitiva y la posible participación de Brasil. Pero eso es la cena de Guizot en el ministerio la noche del 13 de enero de 1845. Muy a la francesa se discutirá la acción en la sobremesa. Y al servirse el café y el coñac, Guizot abre el debate sobre el interrogante ¿Qué propósito y qué medios dar a la intervención? Abrantés no se anima a postular "la causa de la civilización" después de lo ocurrido con Aberdeen. Las Tablas de Sangre podían ser útiles para impresionar al gran público, pero evidentemente no producían efecto en los políticos. Sin embargo, todos son partidarios de pretextar ostensiblemente la "causa de la civilización", pero agregándole las "necesidades de las naciones comerciales", la "independencia de Uruguay, Paraguay y Entre Ríos" que había que preservar de la Confederación Argentina, y la "libre navegación de los ríos" argentinos, orientales, paraguayos y entrerrianos.
En cuanto a Rosas...
Mackau, que lo ha conocido en 1840 hace su elogio: es un patriota insobornable, un político hábil, un gobernante de gran energía y un hombre muy querido por los suyos. Desde luego, es un obstáculo para los planes de la intervención y costaría llevarlo por delante; aunque contra las escuadras combinadas nada podría hacer. De Lurde, que también lo ha conocido en Buenos Aires, se desata en elogios para Rosas: su gobierno ha impuesto el orden donde antes imperaba el desorden; tal vez los argentinos se hubieran acostumbrado a obedecer a una autoridad y pudiera reemplazárselo por otro gobernante más amigo de los europeos, pero la cuestión es que Rosas no cedería a una intervención armada: "se refugiaría en la pampa y desde allí hostilizaría a los puertos". A su juicio la intervención irá a un completo fracaso; mejor era dejar las cosas como estaban y tratar con Rosas de igual a igual "sacándole los beneficios comerciales posibles". Abrantés está de acuerdo, en parte, con De Lurde. Pero no cree que la intervención iría a un completo fracaso. Combinadas Inglaterra, Francia y Brasil, su fuerza sería irresistible; a Rosas podría perseguírselo hasta el fondo de la pampa. Pero, eso sí, deberían emplearse todos los medios para obtener el triunfo. En caso de no emplearse medios eficaces (expedición marítima y fuerzas de desembarco en número aplastante), mejor era olvidarse de una intervención y "no exponerse a la irritación de un hombre como Rosas". Ouseley trae le palabra de Inglaterra. Nada de expediciones de desembarco que por dos veces habían fracasado en Buenos Aires (1806 y 1807). Lo que se buscaba era otra cosa, para lo cual el gobernante argentino carecía de fuerza para oponerse: una gran expedición naval que levantara el sitio de Montevideo, tomara posesión de los ríos, y gestionara y mantuviera la independencia del Uruguay, Entre Ríos y Paraguay. De Montevideo se haría una factoría para las grandes naciones comerciales; de común acuerdo entre las nacionales comerciales y Brasil, se fijarían los límites de los nuevos Estados del Plata. Buenos tratados de comercio, alianza y navegación los unirían con las naciones comerciales. Abrantés se desconcierta ante esa repetición de "las naciones comerciales" que parecerían excluir a Brasil, y pregunta cuál sería la participación del Imperio en la empresa. "El ejército brasileño operaría por tierra concluyendo con Oribe". Abrantés protesta, pues eso sería "recibir solo la animosidad de Rosas, pues las fuerzas de Rosas se manifestarían por tierra, si los tres aliados participaban en común, también en común deberían emplearse".

Cowley corta: Inglaterra no enviará expediciones terrestres
Mackau no quiere la participación de Brasil "que complicaría la cuestión". Ouseley añade que por una fuerte expedición naval podrían cumplirse los objetivos de la intervención: en cuanto a Rosas y su Confederación Argentina, aislados al occidente del Paraná, no podrían oponerse a lo que se hiciera a oriente de este río. Guizot resume las opiniones como final del debate. Se emplearían "solamente medios marítimos", a no ser que Brasil quisiera, usar su ejército de tierra; la acción naval sería suficientemente poderosa para hacer a los aliados dueños de los ríos, del Estado Oriental, de la Mesopotamia y del Paraguay, cuya "independencia se garantizaría". Estos Estados se unirían con sólidos lazos comerciales y de alianza con los interventores. Brasil se retira Abrantés informa esa noche a su gobierno. Ha comprendido que muy diplomáticamente no se quiere la participación brasileña. No solamente Aberdeen le ha exigido la renovación de los leoninos tratados de alianza y de tráfico de esclavatura como previos a la alianza, sino Brasil no obtendría objetivo alguno en la intervención. Todo sería para las naciones comerciales; que fijarían los límites de los nuevos Estados con el Imperio (desde luego, en perjuicio del Imperio), y serían las solas dueñas de las nuevas repúblicas. Brasil vería cortarse para siempre su clásica política de expansión hacia el sur. Además, dejarle la exclusividad de las operaciones terrestres contra Rosas era una manera de obtener el retiro del Imperio, pues Brasil no tomaría exclusivamente semejante responsabilidad. Y dando por terminada su misión se retira de París. Empieza la Intervención Gore Ouseley, portando el ultimátum previo a la intervención, viajó a Buenos Aires. Exigió el retiro de las tropas argentinas sitiadoras de Montevideo, juntamente con las orientales de Oribe y el levantamiento del bloqueo que el almirante Brown hacía de este puerto. Se descartaba su rechazo por Rosas. Poco después llegaba el barón Deffaudis con idéntico propósito en nombre de Francia. Mientras Rosas debate con los diplomáticos el derecho de toda nación, cualquiera fuere su poder o su tamaño para dirigir su política internacional sin tutela foráneas, se presentaron en Montevideo las escuadras de Inglaterra y Francia comandadas respectivamente por los almirantes Inglefield y Lainé. Pendientes aún las negociaciones en Buenos Aires, ambos almirantes se apoderaron de los buquecillos argentinos de Brown que bloqueaban Montevideo, arrojaron al agua, la bandera Argentina y colocaron al tope de ellos la del corsario Garibaldi. Ante ese hecho -ocurrido el 2 de agosto de 1845- Rosas elevó los antecedentes a la Legislatura, que lo autorizó "para resistir la intervención y salvar la integridad de la patria". Ouseley y Deffaudis recibieron pasaportes para salir de Buenos Aires. La guerra había empezado.

Obligado (20 de noviembre)
El 30 de agosto la escuadra aliada íntima rendición a Colonia, que al no ser acatada es desmoronada a cañonazos al día siguiente. Garibaldi, con los barcos argentinos, de los que ahora es dueño, participa en este acto y se destaca en el asalto que siguió. El 5 de septiembre los almirantes se apoderan de Martín García: Garibaldi, con sus propias manos -que más tarde serían esculpidas en bronce en una plaza de Buenos Aires-, arrió la bandera argentina. De allí la escuadra se divide. Los anglofranceses remontan el Paraná, mientras Garibaldi toma por el Uruguay y sus afluentes: el corsario se apodera y saquea Gualeguaychú, Salto, Concordia y otros puntos indefensos, regresando a Montevideo con un enorme botín de guerra. Mientras tanto Hontham y Trehouart navegan el Paraná en demostración de soberanía, y para abrir comunicaciones con su ejército "auxiliar" que, al mando del general Paz, obraba en Corrientes. Pero el 20 de noviembre, al doblar el recodo de Obligado, encuentran una gruesa cadena sostenida por pontones que cerraban el río, al mismo tiempo que baterías de tierra iniciaban el fuego. Es el general Mansilla, que por órdenes de Rosas ha fortificado la Vuelta de Obligado y hará pagar caro su cruce a los interventores. Al divisar los buques extranjeros ha hecho cantar el Himno Nacional a sus tropas y abierto el fuego con sus baterías costeras. Hontham y Trehouart contestan y llueven sobre la escasa guarnición Argentina los proyectiles de los grandes cañones de marina europeos. Siete horas duró el combate, el más heroico de nuestra historia (de las 10 de la mañana a las 5 de la tarde). No se venció, no se podía vencer. Simplemente, quiso darse a los interventores una serena lección de coraje criollo. Se resistió mientras hubo vidas y municiones, pero la enorme superioridad enemiga alcanzó a cortar la cadena y poner fuera de combate las baterías. Bizarro hecho de armas, lo califica Inglefield en su parte, desgraciadamente acompañado por mucha pérdida de vidas de nuestros marinos y desperfectos irreparables en los navíos. Tantas pérdidas han sido debidas "a la obstinación del enemigo", dice el bravo almirante. ¿Se ha triunfado? La escuadra, diezmada y en malas condiciones, llega a Corrientes, y de allí intenta el regreso. En el Quebracho, cerca de San Lorenzo, vuelve a esperarla Mansilla con nuevas baterías aportadas por Rosas. Otra vez un combate, otra vez "una victoria" -el paso fue forzado- con ingentes pérdidas. Desde allí los almirantes resuelven encerrarse en Montevideo; transitar el Paraná es muy peligroso y muy costoso. Se deshace el proyecto de independizar la Mesopotamia gestionado por los interventores en el tratado de Alcarás porque Urquiza ya no se sintió seguro. Se deshace la intervención. Poco después -13 de julio de 1846- Samuel Tomás Hood, con plenos poderes de Inglaterra y Francia, presenta humildemente ante Rosas el "más honorable retiro posible de la intervención conjunta". Que Rosas lo haría pagar en jugoso precio de laureles. Por eso el 20 de noviembre, aniversario del combate de Obligado, es para los argentinos el Día de la Soberanía. Algunos panegiristas de Varela han negado la imputación de Paz, por no referirse las instrucciones de Varela a la independencia de la Mesopotamia. Pero nada tenían que decir estas instrucciones del gobierno de Montevideo sobre un asunto que le era ajeno. Por otra parte, la imputación de Paz no puede asombrar a quien conozca la política de esos años: la independencia de la Mesopotamia era un viejo propósito acariciado por quienes buscaban fragmentar en mayores porciones al antiguo virreinato. Lo quisieron Inglaterra y Francia en 1845; lo quiso Brasil en 1851. No lo pudieron cumplir los primeros por la enérgica repulsa de Rosas; no lo pudo hacer el último por la oposición inglesa a crearse una republiqueta en beneficio de Brasil. En beneficio suyo -como en 1845 y 1846- era otra cosa. Urquiza no fue ajeno a ambas propósitos de desmembrar la Argentina. Volviendo a Varela. Pese a la radical expresión de la Historia de la Academia "La acusación de desmembrar la mesopotamia hecha a Varela -no tenía más falta que la de ser equivocada-. Si llega a formularse nuevamente deberá ser calificada de infundada" VII, 2º sc., p.265), lo cierto es que Varela, Carril y la mayor parte de los unitarios y aún el mismo Urquiza querían desmembrar la Mesopotamia. La prueba documental es terminante y decisiva. En realidad, poco importa lo que dijera o pretendiera Florencio Varela. La desmembración de la Mesopotamia no hubiera sido lo más lamentablemente deplorable de su triste misión. Quién tenía instrucciones para ofrecer la tutela permanente de Inglaterra en el Plata, importa poco que hubiera querido dividir administrativamente a su patria en dos o catorce porciones.

Cristina

miércoles, 17 de noviembre de 2010

MILITANCIA por Jorge Arcolia


MILITANCIA


Tenía quince años,
no fui capaz de contrariar
lo dicho por mi viejo:
"Sos muy chico ...
va a haber quilombo".
Venciendo a la lluvia
los cumpas llegaron
de a cientos, miles, millones.
La tele fue mi aliada
mostrándome su imagen,
allí estaba el mito
bajando de un avión
que no era negro.
" Le dió el cuero y las bolas"
decía un cartel
contestándole a Lanusse
y sus bravuconadas.
Verlo pisar suelo argentino
despues de su exilio largo
me hizo pensar en muchos
que estaban teniendo su revancha.
Los caídos de la plaza
bajo las bombas cobardes,
los fusilados del cincuenta y seis,
cada preso del 4161 absurdo,
el Lisandro de la Torre
y todo Mataderos resistiendo,
los que sufrieron el Conintes,
los Uturuncos mostrando el camino,
el retorno frustrado en Brasil,
Taco Ralo, un recuerdo imborrable,
los que en Timote hicieron
un acto de justicia popular,
los mártires de Trelew,
los marinos del pueblo
encarcelados por no reprimir.
Cada uno de ellos
luchó para que vuelva,
los héroes anónimos
que se jugaron el pellejo
con los caños, los miguelitos,
o con un pedazo de carbón
escribiendo en la pared
aquella pe y aquella ve
que fué todo un símbolo
que se grabó en nuestro corazón.
Este homenaje intenta compensar
mi falta de osadía de los quince
y mi lamentada ausencia
ese 17 de Noviembre de 1972.

Jorge Arcolia

domingo, 14 de noviembre de 2010

El 17 de octubre de Cristina Fernández por Aritz Recalde


Escenarios
Ecos de cariño popular
Agencia Periodística del Mercosur

El 17 de octubre de Cristina Fernández


Un reconocido académico argentino presenta un análisis del vigor político en el país. Se centra en el particular escenario abierto tras el fallecimiento de Néstor Kirchner, uno de los dos máximos dirigentes del proyecto nacional nacido en 2003.


Por Aritz Recalde Desde Buenos Aires
13112010

La masiva movilización de despedida de Néstor Carlos Kirchner lejos de ser un homenaje a la muerte, fue una clara demostración de su vitalidad política. El desfile popular que saludó los restos en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos y la inmensa procesión que cubrió las calles, reconocieron y ratificaron las acciones de un dirigente que marcó una etapa trascendente de la nueva Argentina.

La movilización pública, de manera similar al 17 de octubre del año 1945, fue una ratificación de los rasgos centrales del modelo de país. En 1945 los argentinos revalidaron el modelo industrial iniciado en el año 1943 que dejó atrás el proyecto liberal oligárquico. En la despedida del 28 de octubre de 2010, el pueblo ratificó el proyecto productivo inaugurado en 2003, que echó por tierra al neoliberalismo financiero y ello se expresó en la participación de los trabadores de la Confederación General del Trabajo (CGT) o de las cooperativas.

Aquel 17 de octubre, las masas dejaron atrás el proyecto de la oligarquía reflejado en los dirigentes empresarios y en los partidos demoliberales. La movilización de este 28 de octubre repudió a la oligarquía y lo expresó claramente al denunciar a su figura emblemática: se pronunció un fuerte repudió al vicepresidente opositor, Julio Cleto Cobos, que es el símbolo de la traición política y de la resolución 125 –medida a la cual asestó el tiro de gracia y que suponía regular las retenciones a la agro exportación para derivar esos fondos a obras y servicios públicos-.

El pueblo en el año 1945 rechazó al imperialismo norteamericano encarnado en la figura del embajador Braden. Los participantes del homenaje a Kirchner reivindicaron las críticas de Néstor al FMI y su defensa a los programas populares latinoamericanos asediados por la CIA, como fueron los casos de Bolivia y Ecuador.

El 17 de octubre los trabajadores defendieron las leyes sociales, la baja de alquileres y el conjunto de las acciones de la Secretaría de Trabajo y Previsión. La última caravana humana que despidió al ex mandatario, se conformó de miles de trabajadores sindicalizados, de organizaciones sociales o de jubilados que reconocieron la importancia de la medidas como las 800 mil viviendas construidas por el Plan Federal, los 3,5 millones de subsidios de la asignación universal, la entrega de más de 2 millones de jubilaciones o las importantes reducciones alcanzadas en los índices de la pobreza, el desempleo y la indigencia.

Como en el año 1945, una parte importante de la sociedad ratificó el camino iniciado y está dispuesto a profundizar el modelo. Entre ellos, se encuentra un fragmento considerable de la juventud que reconoció en Néstor la posibilidad de volver a creer en la política, manifestando su admiración por las acciones antiimperialistas ejecutadas contra el ALCA o por aquellas ligadas al freno que se puso a los golpes de Estado en el continente.

La juventud, e importantes sectores de clase media, se identifican en la sanción de la Ley de Servicios Audiovisuales, en la política de Derechos Humanos, en la inversión histórica en ciencia y técnica, en la democratización de la televisación del deporte nacional o en la valiosa propuesta cultural del Sistema de Medios Públicos en canales como ENCUENTRO o en programas como 678.

El respaldo popular dado a Cristina permitió romper el bloqueo y la feroz campaña mediática contra el gobierno ejecutada por los monopolios. A partir de aquí, quedó demostrado que Néstor no era “tan malo” como estableció Clarín y que Cristina tenía mejor opinión pública que aquella supuesta condición de ser una “soberbia que compra carteras”.

La manifestación consiguió mejorar la performance electoral de cara al 2011 y pone a Cristina como candidata indiscutible del espacio del oficialismo. El homenaje permitió -al menos por ahora- disciplinar a algunos sectores díscolos del kirchnerismo que venían ejecutando acciones divisorias para ocupar candidaturas. En dicho cuadro, el gobierno dispone del apoyo explícito de la CGT que liga directamente su viabilidad histórica al modelo económico y político abierto en 2003. Si el proyecto triunfa crecerá la industria y a partir de allí, aumentarían los afiliados y el poder de los sindicatos. Caso distinto es la clase política y el Partido Justicialista, cuya dirigencia, en muchos casos y no en todos, apuesta a su juego propio a sabiendas de que no depende en el corto plazo del modelo.

El desafío que tiene que franquear el oficialismo va a ser el de garantizar la unidad política de un frente de gobierno que contiene a empresarios, a trabajadores, a sindicalistas, a gobernadores, a intendentes y a sectores medios. Dicha tarea implica promover nuevas figuras capaces de articular la heterogeneidad y de conducir el Partido y la política de alianzas para las internas simultáneas y obligatorias del año entrante. El triunfo electoral del 2011 y el correcto y necesario trasvasamiento generacional del proyecto, van a depender de la solidificación de la herramienta política.

Frente al espacio oficialista la oposición mediática va a jugar una guerra a todo o nada por la no aplicación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Los grupos concentrados del campo se encuentran divididos, con buenos precios internacionales y con economía en crecimiento, cuestión que no permitiría repetir lo ocurrido en 2009. En este último año consiguieron convencer a la opinión pública de que fue la resolución 125 y no la crisis mundial o la sequía, las causantes de la recesión y de la caída de la actividad económica.

El capital financiero va a oponerse a la reforma de la legislación que impulsa el gobierno nacional por intermedio de Carlos Heller. Lo mismo va a ocurrir con el trascendente proyecto de distribuir ganancias de las grandes empresas –motorizado por la CGT-, que va a tener en los grupos concentrados un fuerte rechazo. La posibilidad de reformar la Carta Orgánica del Banco Central como viene proponiendo el oficialismo, va a correr igual suerte. En este cuadro, no deben descartarse que se repitan acciones desestabilizadoras al estilo del asesinado del militante Mariano Ferreira, del fomento de inflación o de la aplicación de operaciones psicológicas constantes desde los medios.

* El autor es sociólogo y director de posgrado de la Universidad Nacional de Lanús, Director del Centro de Estudios Hernández Arregui y columnista especial de APM.

Discépolo continúa hablándole a la patria






Para escuchar a Discepolín pulsa aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=3Nn2XXUvLgs&feature=related

viernes, 12 de noviembre de 2010

Néstor por Casullo





"Peronismo. Militancia y Crítica", 12 de Mayo del 2002

NESTOR KIRCHNER



Néstor Kirchner representa la nueva versión de un espacio tan legendario y trágico como equívoco en la Argentina: la izquierda peronista. En su rostro anguloso, en su aire desorientado como si hubiese olvidado algo en la mesa del bar, Kirchner busca resucitar esa izquierda sobre la castigada piel de un peronismo casi concluido después del saqueo ideológico, cultural y ético menemista. Convocatoria kirchnerniana por lo tanto a los espíritus errantes de una vieja ala progresista que hace mucho tiempo atrás pensaba hazañas nacionales y populares de corte mayor.
Revolotean escuálidos los fantasmas de antiguas Evitas, CGT Framinista, caños de la resistencia, Ongaro, la gloriosa JP, la tendencia, los comandos de la liberación, ahora sólo eso, voces en la casa vacía. Por eso un Néstor Kirchner patagónico, atildado en su impermeable, con algo de abogado bacán casado con la más linda del pueblo, debe lidiar con la peor (que no es ella, inteligente, dura, a veces simpática) sino recomponer, actualizar y modernizar el recuerdo de un protagonismo de la izquierda peronista que en los 70 se lleno de calles, revoluciones, fe en el general, pero también de violencia, sangre, pólvora, desatinos y muertes a raudales, y de la cual el propio justicialismo en todas sus instancias hegemónicas desde el 76 en adelante, renegó, olvidó y dijo no conocer en los careos historiográficos. De ahí que en las nuevas generaciones de jóvenes de los últimos 20 años, las crecidas entre Luder y Menem, aquel "peronismo de izquierda" no dejo datos ni rastros: las nuevas generaciones medias no alcanzan a descifrar ese rotulo como algo digno de ser pensado. Por eso, como espacio histórico dramático y fallido, lo de Kirchner tiene el signo de la nobleza, del respeto a una generación vilipendiada con el mote de puro guerrillerismo. Es fiel a una memoria fuerte del país que ningún peronista "referente" se animo a aludir en la nueva democracia, y también signo de aquellos fatalismos. Larga es la lista de enemigos internos y externos de esa izquierda nacional en el movimiento desde el 1953 hasta hoy: los "cobardes, entreguistas, traidores, claudicantes, negociadores, burócratas, mariscales de la derrota, antipueblo" y finalmente esa extraña y exitosa ecuación de modernización y renovación justicialista que desemboco en el menemismo-liberal que enamoro a todos los poderes reales en la Argentina. Lista de defecciones tan eterna y concreta que casi termino siendo, desde 1955, la historia real del peronismo. La de sus defecciones.
En esa temeraria pelea esta inscripto hoy el de Santa Cruz. Según muchos Kirchner asume la responsabilidad de una pieza semiarqueológica: los militantes peronista "setenteros", ahora cincuentones, quienes viven la biografía del movimiento del 45 como sentados en una estación abandonada y ventosa muy al sur del país por donde volver a pasar, aunque todavía no se note, ni se crea, ni se oiga, aquel verdadero tren de la historia que algún día podrá llenar de humo purificador la patria.
Sentados en el anden vacío y destartalado, como a una hora señalada, los del grupo toman mate, hacen muñequitos de madera con las navajas, parrillan corderitos en la estación sin nadie, miran de soslayo por si se acerca alguien, y achican los ojos cada tanto con las manos de visera en pos de un imaginario punto negro, lejano, que se vaya agrandando sobre las vías con su silbato anunciador. La cuestión es no dar demasiados datos de esa espera. Por eso Kirchner habla rápido, a veces medio desprolijo, o deambula confusamente entre cámaras de noticiero tratando de coincidir con la memoria de los mártires, con el subsuelo del tercer cordón ex -industrial, o con una histérica cacerolera de Belgrano R. Porque en realidad esta diciendo algo difícil, complejo, discutible, pero a lo mejor por eso profundamente cierto en cuanto a por cual sendero se sale realmente de este entuerto donde el país se desbarranca por la ladera perdida toda idea de si mismo, toda imagen nacional.
Es posible que no sea candidato, o mejor dicho que no le alcance el envión entre los sueños solapados del presidente Duhalde, las encuestas optimistas de De la Sota, la coincidencia de los poderes con Reutemann, las infinitas "re-reelecciones" de Menem, el caradurismo simpático de Rodríguez Saa. Desgarbado, lungo, de palabra directa, esta ultimo en esa lista, cuando cada tanto viene del sur para exigir elecciones ya. Para decir que va por adentro o va por afuera pero no va a entrar en ninguna trenza. Lo converso con mis amigos y el 80 % no lo ubica, lo semitienen en algún rincón de las imágenes del conciente pero no del todo. Les digo que es el fantasma de la tendencia que vuelve volando sobre los techos y sonríen como si les hablase de una película que no se va a estrenar nunca porque falta pagar el master.
Si rompe con el peronismo corre el eterno peligro de quedarse solo, ser simple izquierda, ser no "negocio". Si se queda adentro, ya nadie sabe en que paraje en realidad se queda: corre el peligro de no darse cuenta un día que él tampoco existe.
En ese maltrecho peronismo que vendió todas las almas por depósitos bancarios, Kirchner es otra cosa: insiste en dar cuenta de que esta no fue toda la historia. Que hay una ultima narración escondida en los mares del sur.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Arturo Jauretche: ¿inductivista o materialista dialéctico?


Arturo Jauretche: ¿inductivista o materialista dialéctico?


Por Alberto J. Franzoia (Sociólogo, posgraduado en psicopedagogía, presidente del Centro Cultural América Criolla y director de los Cuadernos de la Izquierda Nacional y de la Ciencia Social en El Ortiba)

Publicado en: La Tecl@ Eñe

Arturo Jauretche es uno de los mayores sociólogos que ha dado Argentina, aunque paradojalmente no se lo incluya en la bibliografía obligatoria de casi ninguna cátedra universitaria. Seguramente el mayor inconveniente que presenta la obra de Don Arturo para ingresar allí ha radicado en su rechazo a todo tipo de conocimiento formal, academicista, tributario de las usinas donde se gestan las ideas dominantes, sean conservadoras o progresistas. Sin embargo pocos sociólogos de carrera, algunos de los cuales buscan obcecadamente en la oscuridad del discurso una profundidad de la cual carecen, han logrado penetrar como él en nuestra idiosincrasia criolla. Sería muy bueno que a partir de los procesos de descolonización mental que recorren varias provincias de la Patria Grande Latinoamericana, los textos de Jauretche se conviertan en material de estudio en nuestras facultades de ciencias sociales. Su producción fundamental en ese sentido (aunque no la única) es El medio pelo en la sociedad argentina, que no casualmente pero sí con excesiva modestia subtituló: Apuntes para una sociología nacional.

Existen diversos estudios que analizan la teoría producida por Jauretche, y no sólo en el plano sociológico, sin embargo nada demasiado significativo se ha dicho con respecto al método que empleó para construirla. Esto es así porque casi todos los estudiosos del tema han ofrecido muy poca resistencia a aquello que este intelectual nacional explicita en su obra. Fue muy claro al respecto, ya que siempre y sin dudar reivindicó al inductivismo como el verdadero método de la ciencia. Por lo tanto parece que no quedara nada por decir al respecto.

Pero ocurre que la historia del conocimiento, tanto nacional como internacional, está plagada de lugares comunes, y precisamente uno de ellos se vincula con juzgar a filósofos o científicos según lo que dicen de sí mismos. Claro que entre lo que se explicita y lo que efectivamente se practica a veces media la misma diferencia que entre la intención que políticamente se persigue y las consecuencias que efectivamente se generan. Demás está decir que tanto a un político como a un investigador de la realidad debe interesarle principalmente lo segundo (la consecuencia) y no lo primero (la intencionalidad). De allí que este trabajo está dedicado no al método que Jauretche dijo utilizar, sino al que efectivamente utilizó según logramos rastrearlo a través de su nada exigua producción.


Arturo Jauretche y su defensa del método inductivo

Jauretche nunca escribió un trabajo sobre cuestiones metodológicas, sin embargo se cansó de señalar en varios de sus libros que el verdadero método de la ciencia es el inductivo. En el otro extremo de esta opción que Jauretche nos presentaba como bipolar está el método deductivo, seguido frecuentemente por esa intelligentzia argentina a la que nuestro maestro combatió durante gran parte de su vida. Claro que en su defensa incondicional del inductivismo no se refería sólo al método propio de la ciencia natural sino también al de la ciencia social, terreno en el que incursionó con una poca común eficiencia.

Para confirmar la defensa del método inductivo se publicaron en 1984 dos conferencias que Jauretche dictó durante el tramo final de su vida acerca de dicho tema; lleva por título Metodología para el estudio de la realidad nacional. En ambas conferencias se comprueba, una vez más, que él parte siempre de nuestra realidad a la hora de construir teoría y recurre a ejemplos muy concretos para demostrar la validez del método defendido:
“He citado estos ejemplos porque para iniciar un curso como éste no creo que ni los profesores ni los jóvenes estudiantes cuenten con un material orgánico. Lo tienen que hacer ellos a través de una larga casuística, caso por caso y aprendiendo a razonar, no de las teorías hacia la realidad, sino de la realidad hacia la teoría. Van a hacer el auténtico método de la ciencia que no es deductivo, sino inductivo. Van a partir del hecho hacia la teoría y no de la teoría al hecho” (1).

En las conferencias contenidas en dicho libro Jauretche vuelve sobre uno de sus temas preferidos, la dicotomía sarmientina civilización o barbarie (que como sabemos consideró la madre de todas las zonceras) como fuente de los más gruesos errores a la hora de abordar nuestra realidad. Precisamente esa concepción paradigmática para muchos intelectuales argentinos va asociada (en la práctica concreta y más allá de lo que sostengan) a la utilización de un método, el deductivo, que Jauretche juzga como adversario del conocimiento científico:
“El mesianismo impone civilizar. La ideología determina el cómo, el modo de la civilización. Ambos coinciden en excluir toda solución surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan entonces, la necesaria sustitución del espacio, del hombre y de sus propios elementos de cultura. Es decir "rehuir la concreta realidad circunstanciada” para atenerse a la abstracción conceptual. Su idea no es realizar un país sino fabricarlo, conforme a planos y planes, y son éstos los que se tienen en cuenta y no el país al que sustituyen y derogan, porque como es, es obstáculo” (2).

Los intelectuales que recurren al método deductivo han operado siempre desde una teoría que ha intentado civilizar (con una cultura “verdadera” que supuestamente es la europea y su exitosa aplicación estadounidense) a un pueblo inscripto en la barbarie (que en realidad es la otra cultura, la producida por los sectores populares en contacto directo con su realidad latinoamericana). Sin embargo Jauretche en su explícita defensa del método inductivo, que requiere partir de nuestra propia cultura y desarrollarla, se encarga de aclarar que esto no significa negar los aportes de la cultura europea (u otras) sino tomar aquello que resulte útil, porque se trata de adaptar la civilización a nuestra realidad y no ésta a la civilización:
“Hace un tiempo en una mesa redonda en la Escuela Normal de Paraná, yo hice un cargo a la Escuela Normal, después de haber hecho el elogio de lo que el país le debe a través de los maestros que hicieron la alfabetización, a veces heroicamente. El cargo se refería a esa mentalidad dogmática que caracterizó su enseñanza y la formación de sus maestros. Un profesor de la escuela me salió al encuentro diciendo que eran épocas en que había que adaptar el país a la civilización. Yo le contesté: ahí está el problema; es una letra nuestra diferencia. Adoptar y adaptar. Que nosotros adoptáramos la civilización para adecuarla a nuestra realidad es una cosa distinta a que nosotros adaptáramos el país a la civilización, lo que sirvió para desnaturalizarnos” (3).

Entre numerosos ejemplos que Jauretche cita para justificar la elección del inductivismo podemos encontrar no pocos extraídos del campo de la arquitectura, como cuando critica las características negativas del Centro Cívico de Santa Rosa (La Pampa) por haberse construido siguiendo, seguramente, las enseñanzas de alguna revista europea de arquitectura (4). Sin embargo, aún en todo lo que resulta explícito en su discurso nunca reniega del aporte de otras culturas, a condición de que sean siempre adaptados a las características y necesidades de lo propio. Siempre creyó que lo que hay que adaptar no es la cabeza (realidad) al sombrero (ideas, ideologías, teorías), sino exactamente al revés.


Inductivismo y positivismo

Todo paradigma científico, tanto en el campo de la ciencia natural como en el de la ciencia social, incluye entre sus elecciones una filosofía del quehacer científico (o epistemología) que da cuenta de cómo construir conocimiento, un método o camino (más las técnicas) seguido para producir y verificar concretamente el conocimiento construido; por último, cuando la teoría que se gestó resulta muy satisfactoria, suele convertirse en referente conceptual para los seguidores del paradigma.

La primera duda que me acechó cuando observaba las reiteradas adhesiones de Jauretche al inductivismo fue que dicho método se inscribe habitualmente como la elección que hacen los defensores del paradigma positivista. Sin embargo, a nadie que maneje cuestiones elementales de ciencia social (campo en el cual desarrolla Jauretche sus estudios) se le ocurriría pensar en Don Arturo como un cultor de dicho paradigma. ¿Por qué?

La búsqueda del por qué debe vincularse con una indagación sistemática sobre las elecciones que suelen realizar los positivistas a la hora de escoger tanto una epistemología como el conjunto de reglas que explícita o implícitamente van asociadas a un método, con el que finalmente producen e intentan comprobar la teoría.

Desde el punto de vista epistemológico es necesario recordar que los positivistas son partidarios de la neutralidad valorativa como garante de un conocimiento objetivo. Es decir que para que la teoría producida acerca de la realidad sea verdadera (se corresponda con la realidad del objeto), el investigador debe renunciar a cualquier compromiso previo con valores (ideológicos y políticos). Los periodistas que circulan por nuestros medios sostendrían que hay que ser “independientes”.

Mientras tanto en el plano metodológico, el uso del método propuesto, el inductivo, supone para este tipo de cientistas varias cuestiones:
1- Se debe partir de la observación de los hechos particulares para comenzar luego a construir una teoría que dé cuenta de ellos. La objetividad está garantizada por este proceder que deja de lado todo tipo de consideraciones teóricas o valoraciones previas.
2- Todos los factores que componen la realidad tienen la misma jerarquía y además son independientes, por lo tanto se los puede escindir del todo para un estudio específico. De allí que las distintas ciencia que abordan la realidad puedan tomar un único factor y convertirlo en su objeto de estudio aislándolo del conjunto (economía, sociología, política, historia, etc.). Es por esta particular visión que en tiempos de hegemonía neoliberal (neopositivismo) resultaba habitual encontrarse con un ministerio de economía manejado por “técnicos” que no aceptaban ninguna injerencia política.
3- El científico debe limitarse a explorar, describir y en la medida de lo posible (y deseable) explicar la realidad. Es por lo tanto un observador especializado que suministra información confiable para resolver problemas específicos.
4- Finalmente esas investigaciones que generan un conocimiento objetivo, confiable, sirven a los efectos de una mejor adaptación de los seres humanos a una sociedad que, al igual que la naturaleza, está gobernada por leyes que el hombre no puede modificar a voluntad. Esto se verifica con facilidad cuando uno escucha o lee a un economista liberal (positivista) que rinde pleitesía al “mercado”, o en políticos “realistas” que sólo toman decisiones “posibles”, por lo que en siglo XIX nunca hubiesen cruzado Los Andes para liberar a la Patria Grande como lo hizo San Martín.

Aclaro que estoy presentando sólo una síntesis de algunos aspectos esenciales de la concepción positivista y no pretendo agotar el tema, ya que existen variantes con menores grados de ortodoxia. Pero como tipo, o modelo paradigmático, considero que responde a aquellas decisiones a las que un defensor del inductivismo positivista no está dispuesto a renunciar. Si bien no es tema de este artículo, no puedo menos que llamar la atención sobre lo curioso que resulta comprobar que muchos de los intelectuales orgánicos de nuestra oligarquía en el siglo XIX adherían a una concepción positivista de la ciencia social, sin embargo, como bien advierte Jauretche, recurrieron a un método deductivo, como es el caso de la célebre dicotomía civilización y barbarie.

Ahora bien, si las decisiones anteriores son fundamentales para un inductivista, el abordaje sistemático de la producción jauretcheana nos conduce en otra dirección, ya que: Jauretche nunca adhirió a las decisiones paradigmáticas expuestas. Se podría sostener que es probable que no haya sido un ortodoxo del inductivismo profesado por los positivistas (desde ya no era un positivista), y que haya adoptado por lo tanto una versión muy personal del método defendido, pero como argumento resulta bastante débil ya que por momentos su práctica investigativa se convierte en la negación del inductivismo. Me inclino por considerar, a riesgo de incomodar a no pocos de mis amigos y colegas peronistas, que Jauretche practicó en realidad, con o sin conciencia de ello, una metodología muy afín con el materialismo dialéctico gestado por Marx y Engels. Para demostrarlo lo primero que se necesita es definir qué decisiones están inscriptas en un paradigma como el mencionado, y luego rastrear la presencia fuerte de las mismas en su obra.

Algunas características del materialismo dialéctico

El materialismo histórico y dialéctico adoptan una epistemología que en ocasiones se ha confundido con la positivista, ya que la defensa de un conocimiento objetivo es permanente. Sin embargo no hay científico, independientemente del paradigma con el que se identifique, que renuncie a la objetividad. Los únicos planteos subjetivistas o extremadamente relativistas son propios del posmodernismo (por ejemplo Paul Feyerabend), y si bien no es este el espacio para debatirlo, debo aclarar que considero a dicha corriente como una filosofía muy valiosa en el terreno artístico pero ajena a la producción de conocimiento científico.

En realidad la defensa de la objetividad expresada desde Marx en adelante por los exponentes de este paradigma nada tiene que ver con la neutralidad valorativa defendida por los positivistas. Todo lo contrario, el compromiso con la o las clases oprimidas es permanente, ya que se las considera el verdadero sujeto del cambio social revolucionario con el que Marx y Engels se identificaban. Un científico materialista y dialéctico debe ser por lo tanto alguien que aporte conocimientos específicos para favorecer la liberación de los oprimidos, tanto clases sociales como naciones. Objetividad y compromiso no son excluyentes.

En el plano metodológico se postula la práctica (que es lo concreto) como instancia primera para iniciar el proceso de conocimiento o construcción de la teoría, lo cual puede generar confusiones también con uno de los postulados inductivistas (observación de los hechos). Sin embargo el concepto práctica supone una relación de transformaciones mutuas entre el sujeto cognoscente y la realidad, de esa relación de ida y vuelta surge la teoría. Es decir, no se corresponde con la mera observación defendida por los inductivistas. Pero, por otra parte, la teoría producida no se la concibe simplemente como un conocimiento contemplativo (pasivo), que sirva para facilitar la adaptación de los hombres a las leyes sociales; nada de eso. La teoría si es correcta ha de servir para que los hombres logren modificar colectivamente su realidad. Tanto es así que sólo la práctica transformadora (de la realidad) es el criterio necesario para validar teorías en la perspectiva del materialismo dialéctico. Por eso la liberación de los oprimidos está fuertemente vinculada a la producción de un conocimiento objetivo (que exprese lo esencial del objeto), verdadero, pero nunca imparcial. Los científicos, como cualquier otro intelectual revolucionario, deben explicitar su compromiso social y hacerse cargo de él. Pero como esa teoría transformadora a su vez es modificada siempre por el contacto con nuevas prácticas humanas, la relación entre ambas es de influencias mutuas, una relación por lo tanto dialéctica. Como se observa la dialéctica es un concepto clave.

Por otra parte este paradigma no es materialista sólo porque el punto de partida para la construcción de conocimientos útiles sea siempre la práctica, sino porque entre todos los factores que operan en la realidad de una sociedad (que no son independientes y aislables para el estudio) hay uno que nunca es único pero sí es el principal: el factor material o estructura socio-económica. La relación que los demás factores (políticos, jurídicos e ideológicos), denominados superestructura, tienen con la estructura económica, es también dialéctica, ya que éstos vuelven sobre la estructura que facilitó su gestación modificándola. Estructura económico-social y superestructura son dos instancias que se relacionan en un ida y vuelta permanente, pero el hilo conductor del estudio de dicha relación es el factor (material) que los fundadores y principales continuadores del materialismo dialéctico siempre visualizaron como esencial (determinante, aunque sólo en última instancia):
“Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta --las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores…” (4).


Jauretche y su uso del materialismo dialéctico

Jauretche nunca explicitó una adhesión al método creado por Marx y Engels, pero siguiendo con el tipo de abordaje que he propuesto eso no es lo importante, ya que recurriré a su obra para demostrar cuanto hay del mismo en ella.

Lo primero que se debe considerar es con qué tipo de filosofía científica se identifica, y en esta cuestión sí es muy explícito. Jamás adhirió al postulado inductivo-positivista según el cual la construcción de un conocimiento verdadero debe estar asociada a la neutralidad valorativa (imparcialidad o supuesta independencia). Por el contrario en todas sus producciones (desde los Cuadernos de Forja en los años treinta) Jauretche se define como un hombre del campo nacional y popular, enfrentado con la clase alta u oligarquía y con su aliado externo el imperialismo; desde ese lugar construye conocimiento. Sin embargo esta clara identificación no implica en la concepción jauretchiana una renuncia a construir conocimiento verdadero (es decir lo más objetivo posible). Toda su obra apunta a demostrar el carácter falso de las ideas dominantes que hemos aprendido desde la escuela primaria, y para hacerlo le opuso un conocimiento en construcción al cual mucho aportó él mismo junto con otros intelectuales del campo nacional y popular a los que suele citar, como Scalabrini Ortiz, Abelardo Ramos, José María Rosa, el uruguayo Alberto Methol Ferré, o tantos otros. El manual de zonceras argentinas, es al respecto uno de sus mayores aportes. Indaga en él los razonamientos lógicos que por partir de premisas falsas terminan construyendo por la vía deductiva un conocimiento falso, que ha servido para postrar a nuestra Patria ante intereses ajenos a ella. Dice Jorge Abelardo Ramos:

“Satirizó con inigualable poder disolvente a la petrificada y apolínea literatura de la factoría, a ese gélido mundo procedente de Paul Groussac y Enrique Rodríguez Larreta que había venido a parar a Borges. A la literatura cortesana, inclinada ante la supremacía terrateniente y enferma de anglofilia, opuso Jauretche la risa de Rabelais (o de Mansilla). Diría que en su estilo verbal y escrito hasta había algo del desenfado de Sarmiento en este adversario del autor de Facundo. Realizó la tarea de demolición político-estética que era imperioso hacer ante la cultura aristocrática y logró conmover en sus gustos a las clases medias que en esa esfera, como en todas las demás, copiaban a la oligarquía” (5).


Pasando ahora al terreno estrictamente metodológico, más allá de explicitar en forma permanente su adhesión al inductivismo, nos encontramos con que no responde positivamente a ninguno de los ítems que señalamos en el punto Inductivismo y positivismo:
1- Si bien parte de los hechos como los positivistas no tiene una actitud meramente contemplativa de la realidad, por el contrario es un actor que pretende transformar y es a su vez transformado por la realidad.
2- No le asigna el mismo peso a todos los factores que operan en la realidad argentina, ya que como se comprueba en su obra más acabada al respecto (El medio pelo) centra su estudio en la estructura económico-social. Tanta importancia le adjudica a la misma que en un libro que no casualmente se subtitula “Apuntes para una sociología nacional”, sigue su desarrollo desde los tiempos de la colonia hasta mediados de los años sesenta del siglo XX (se publicó en 1966).
Detectar los datos que comprueban lo afirmado requiere tiempo de lectura porque se manifiesta a lo largo de las 389 páginas del Medio Pelo.
3- Decía anteriormente que nunca creyó que un estudioso de la realidad deba limitarse a observar o contemplar desde su condición de intelectual. Fue un explícito defensor de una intelectualidad comprometida con el campo nacional y popular. Él lo hizo primero desde el radicalismo yrigoyenista y luego desde el peronismo, aunque como informó Ernesto Goldar, en 1973 terminó votando a la izquierda nacional a través del Frente de Izquierda Popular.
4- El objetivo de construir un conocimiento verdadero sobre nuestra realidad nada tenía que ver con lograr una mejor adaptación al statu quo (las supuestas leyes sociales), por el contrario apuntaba a utilizarlo para transformar colectivamente esa realidad, siendo el frente nacional (de clases y sectores sociales identificados con la Nación) el sujeto de la misma. Sus estudios sobre el medio pelo, el modo de operar de la colonización pedagógica” (yapa que incorpora a la redición de Los profetas del odio), y las zonceras tienen la clara intencionalidad de colaborar en el desarrollo de una conciencia nacional para la liberación de la Patria.

Por esas cuestiones que considero centrales afirmo que Jauretche nunca fue un inductivista, pero además se puede observar en su obra una clara recurrencia al materialismo dialéctico como método. En parte esto se infiere de lo que sostengo en las consideraciones anteriores, pero avancemos aún más sobre las mismas.

En El medio pelo aborda el surgimiento y desarrollo de las principales clases y sectores sociales argentinos partiendo de la función que cada uno desempeña en la producción y circulación de bienes materiales. Todo el recorrido que hace desde la colonia hasta ya avanzado el siglo XX sobre esta cuestión es lo que le permitirá, sobre el final de su texto, explicar qué cosa es el medio pelo. Y si bien nos dice que es un falso status (posición social), producto de una falsa conciencia, Jauretche creyó imprescindible abordar nuestra historia socio-económica para explicar un fenómeno superestructural como es la falsa conciencia e ironizando al mismo tiempo sobre cierta concepción de la ciencia a la que no adscribía:

“El sociólogo apreciará los hechos que refiero, valorándolos según el juicio que surja de su particular inclinación interpretativa. Yo sólo pretendo señalarlos y es su tarea determinar causas, lo que no excluye que ocasionalmente me aventure hasta las mismas, cuando lo imponga la descripción de los grupos identificados. Esencialmente aspiro a señalar la gravitación en nuestra historia de las pautas de conducta vigentes en los grupos sociales que la han influido, y solo subsidiariamente referirme a las causas originarias de las mismas.Con lo ya dicho, —la naturaleza de testimonio de este trabajo— excuso la ausencia de informaciones estadísticas y de investigaciones de laboratorio que pudieran darle, con la abundancia de citas y cuadritos, el empaque científico de lo matemático y al autor la catadura de la sabiduría. Las pocas pilchas que lo visten son las imprescindibles para justificar la presentación del testimonio” (6)

El mismo Jauretche recurre al concepto superestructura (concepto central de la concepción materialista de la historia) para dar cuenta de todas aquellas manifestaciones sociales que se inscriben en el plano no material (ideas, cultura entendida como la suma de bienes simbólicos producidos). Por eso cuando aborda a los intelectuales que producen y difunden las ideas dominantes (que son las de la oligarquía y el imperialismo) nunca ubica a éstas en un plano de autonomía sino como productos surgidos en íntimo vínculo con la realidad material: la Argentina oligárquica y semicolonial. Esos intelectuales a su vez pueden ser expresiones de diversas ideologías (liberales de derecha o de izquierda, o inclusive nacionalistas reaccionarios), pero todos funcionales a un mismo modelo de país, tal como lo demuestra en Los Profetas del odio (publicado en 1957) cuando aborda a referentes como Ezequiel Martínez Estrada, Jorge Luis Borges y Julio Irazusta (7).

Cuando en el Manual de zonceras argentinas (1968) examina las ideas dominantes que esos intelectuales gestan y difunden ocurre exactamente lo mismo:
“Las zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia —y en dosis para adultos— con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido. Hay zonceras políticas, históricas, geográficas, económicas, culturales, la mar en coche. Algunas son recientes, pero las más tienen raíz lejana y generalmente un prócer que las respalda. A medida que usted vaya leyendo algunas, se irá sorprendiendo, como yo oportunamente, de haberlas oído, y hasta repetido innumerables veces, sin reflexionar sobre ellas y, lo que es peor, pensando desde ellas. Basta detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte obvia, pero ocurre que lo obvio pasé con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo” (8)).

El contenido de la superestructura cultural nunca es independiente de la Argentina material y no se entiende sin ella. Pero a su vez, esos intelectuales de los profetas, y esas ideas de las zonceras vuelven permanentemente sobre la estructura económica y social de el medio pelo garantizando su reproducción histórica.


Conclusión:

Si bien este es un trabajo de considerable extensión (aunque como ensayo resulta sintético), no puedo abusar del lector introduciendo en el mismo la cantidad necesaria de documentos para suministrar mayores pruebas de lo que sostengo. Sin embargo hay tres textos, de los más logrados de Jauretche, que resultan muy pertinentes al respecto, por eso recomiendo su lectura para quienes no lo hayan hecho, o una relectura orientada por lo sostenido en este ensayo para localizar pruebas en el caso de tratarse de lectores habituados a la obra de Don Arturo. Los tres libros han sido mencionados en estas líneas, me refiero a El medio pelo en la sociedad argentina, Los profetas del odio y El manual de zonceras argentinas. En ellos Jauretche deja clara evidencia de su concepción materialista y a la vez dialéctica a la hora de abordar los problemas de nuestra sociedad, pero para comprobarlo hay que leer los tres trabajos.

Sus excelentes análisis sobre los intelectuales que producen y difunden las ideas dominantes (profetas del odio), los medios e instituciones que utilizan (consideradas en la yapa de los profetas que es publicada recién en la reedición de 1967), el contenido de dichas ideas (o zonceras) y la clara vinculación entre estas cuestiones y la estructura socio-económica que se gestó en Argentina desde los tiempos de la colonia (de la cual da cuenta el medio pelo), son perfectamente detectables en estas tres obras. Dialéctica pura entre la estructura económico-social y la superestructura cultural. El resto de su obra (abordando cuestiones como la década infame y el surgimiento de Forja, ejército y política, el revisionismo histórico o su denuncia sobre el retorno del coloniaje con el Plan Prebisch) apunta en una dirección que completa y enriquece esa triada medular.

Jauretche nunca aisló factores de la realidad como suelen hacerlo los inductivistas. Sí puso el acento en alguno de ellos, pero dejando siempre constancia de que el factor acentuado en un determinado texto tenía fuertes vinculaciones con otros factores que muchas veces ya había tratado en libros anteriores o que trataría en futuros trabajos. En esta línea de pensamiento no podía ser otra cosa que un adversario de la independencia del factor económico propuesta por los liberales, pero nunca de considerarlo el factor central:
“La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima. El cuento de la división internacional del trabajo, con el de la libertad de comercio, que es su ejecución, es pues una de las tantas formulaciones doctrinarias, destinadas a impedir que organicemos sobre los hechos nuestra propia doctrina económica”(9).

Finalmente reiteraré para cerrar este análisis sobre el método que realmente utilizó Jauretche, que renunció explícitamente y en cada una de sus obras a la neutralidad valorativa tan reivindicada por todo aquel que se precie de ser un verdadero exponente del inductivismo. Es necesario recordarlo siempre, Jauretche cumplió con plena conciencia su función como intelectual del campo nacional y popular (nunca dejó de lado esa postura a la hora de abordar los hechos), con el manifiesto objetivo de modificar la condición semicolonial de su tierra. Claro que en realidad Don Arturo tampoco creyó que sus adversarios cientificistas fuesen tan neutrales (o independientes) como ellos suelen declaran; sí individuos que promovieron la tristeza (por necesidades ideológicas y políticas) para facilitar la opresión ejercida por la oligarquía y el imperialismo:

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza” (10).

La Plata, noviembre de 2010


Bibliografía:

(1) Arturo Jauretche: Metodología para el estudio de la realidad nacional, Editorial Fundación Ross, Rosario, 1984.
(2) Arturo Jauretche: obra citada
(3) Arturo Jauretche: obra citada
(4) Federico Engels; Carta a Bloch, fuente en Internet: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/cartas/oe3/mrxoe329.htm
(5) Jorge Abelardo Ramos: Réquiem para un luchador, diario La Opinión, 30 de mayo de 1974
(6) Arturo Jauretche: El medio pelo en la sociedad argentina, Peña Lillo Editor, 1966
(7) Arturo Jauretche: Los profetas del odio, Peña Lillo Editor,1957
(8) Arturo Jauretche: Manual de zonceras argentinas, Peña Lillo Editor, 1968
(9) Arturo Jauretche: Frases:
http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/arturo-jauretche.html
(10) Arturo Jauretche: Frases:
http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/arturo-jauretche.html

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