domingo, 19 de septiembre de 2010

Rodolfo Mondolfo: filosofía de la praxis, alienación y humanismo socialista por Maximiliano Molocznik


Rodolfo Mondolfo: filosofía de la praxis, alienación y humanismo socialista

Por: Maximiliano Molocznik

En el pensamiento marxista de nuestro país especialmente en el plano académico ocupa Mondolfo un lugar especial, desde los años cuarenta, como el más importante historiador de la filosofía.
Hombre de una vastísima trayectoria ha sido sometido a un olvido intencionado por los “filósofos oficiales” de la cultura porteña en general y de la UBA en especial, por su adhesión al marxismo.
Convencido de que la filosofía debe entenderse como problematicidad y no como sistema, dedicó toda su vida al estudio del pensamiento griego y del marxismo.
Su apuesta teórica siempre fue la filosofía de la praxis, en la cual el hombre es el sujeto real de todo proceso de conocimiento y, por ende, de práctica, como le enseñara su maestro Antonio Labriola.
Profesor desde muy joven en Padua, Turín y Bolonia alternó su trabajo académico con un fuerte compromiso político. Acosado por el fascismo debió abandonar, en 1938, sus cátedras en la Universidad de Bolonia y emigrar.
Eligió como destino la Argentina a la que llegó en mayo de 1939. Intentó sin éxito incorporarse al plantel docente de la Facultad de Filosofía y Letras, cuya trenza de catedráticos lo rechazó. Sólo el Colegio Libre de Estudios Superiores, institución creada y dirigida -hasta verse obligado al exilio- por Aníbal Ponce, le brindó un espacio de libertad donde supo dictar conferencias magistrales.
Consiguió, luego, trabajo en las universidades del interior que lo recibieron como un verdadero maestro. Enseñó Lengua Griega en la Universidad Nacional de Córdoba entre 1940 y 1947. En 1948 fue designado en la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua en la Universidad de Tucumán donde dirigió el Instituto de Filosofía.
De su etapa europea su libro más importante es:”El pensamiento antiguo-Historia de la filosofía grecorromana” (1928). De su producción teórica en la Argentina podemos destacar “El problema del conocimiento desde los presocráticos hasta Aristóteles” (1940), “Sócrates” (1941), “Moralistas griegos. La conciencia moral de Homero a Epicuro” (1941), “La filosofía política en Italia del siglo XIX”, (1942), “El genio helénico y los caracteres de sus creaciones espirituales” (1943), “Rousseau y la conciencia moderna” (1944), “El infinito en el pensamiento de la antigüedad clásica” (1956) y “Heráclito y Parménides” (1965).
Luego de finalizada la segunda guerra mundial recibió muchas propuestas de universidades y centros de estudios en Europa y los EE.UU., que fue desechando una a una, para quedarse a trabajar y a producir en nuestro país, pese al rechazo de la “corporación” porteña.
Apasionado estudioso de Demócrito, Leucipo y Heráclito, consideraba indispensable el estudio de la filosofía jónica como antídoto frente a dogmatismos y sectarismos. Tradujo al castellano la “Ciencia de la Lógica” de Hegel y produjo ensayos y diversos estudios sobre Descartes, Malebranche, Spinoza, Condillac, Tomás Hobbes, Helvetius, Ardigó, Marx, Engels, Feuerbach, Antonio Gramsci, György Lukács, Eric Fromm, Raya Dunayevskaya, y muchos otros. Pese a que no fue historicista reivindicó la figura Giordano Bruno, en tanto hombre comprometido con la transformación de la sociedad. Su impronta humanista le permitió apropiarse, en esa clave, de los manuscritos económico-filosóficos de Marx de 1844. Siempre defendió la idea del marxismo como “brújula” frente a los sectores reformistas del Partido Socialista Italiano.
Surgen de esa polémica con el PSI, según Emilio Corbiere, los tres nudos esenciales del aporte de Mondolfo al marxismo entendido acción transformadora de la realidad:
a. Filosofía de la praxis y materialismo histórico: concepción voluntarista y crítico-práctica de la historia, reconocimiento de la importancia central de la necesidad y del hecho económico en la actividad humana y afirmación de la lucha de clases como llave maestra de todos los procesos históricos.
b. Determinación de la esencia de la sociedad actual como antagonismo de burguesía-proletariado: situación histórica donde la fuerza de trabajo humano se reduce nada más que a mercancía, sujeta a las leyes económicas de la oferta y la demanda.
c. Reconocimiento del despertar espontáneo de esta deshumanización en el proletariado: conciencia de clase, que corresponde a la propaganda despertar más claramente, a la teoría socialista iluminar y a la acción práctica desarrollar, corroborar e intensificar concientemente. Pero ¿qué tiene esto de característico frente a cualquier otra conciencia de clase? poseer una inspiración humana, universalista, y tender a la emancipación no sólo de sí mismo como clase, sino de la humanidad entera más allá de toda división de clases; o es decir, no a la afirmación de un nuevo dominio en lugar del viejo, sino a la liberación universal.
Estaba convencido tanto de las limitaciones del materialismo mecanicista de los enciclopedistas como de la importancia medular del hombre como fuente de creación y transformación en el materialismo histórico y dialéctico.
En el tema del conflicto social consideraba que el mismo se transforma en antagonismo y lucha de clases y ello constituye el modo de las transformaciones históricas de la sociedad. Porque para el marxismo, decía, el conocimiento humano (y la teoría), no son solamente un puro 'reflejo' de la realidad en el cerebro humano, sino que concibe ese conocimiento (y su formulación teórica) como una crítica radical articulada dialécticamente con la praxis.
En los que creemos son sus mejores libros, “Marx y marxismo” (1960) y “El humanismo de Marx” (1964)-donde reunió sus nuevos aportes al estudio del pensamiento socialista, que había iniciado, en 1912, con su célebre obra “El materialismo histórico en Federico Engels”- polemizó con el stalinismo, condenando todas las formas de dictadura, y defendió un marxismo sin dogmas. En 1968 reaparecen sus escritos sobre la Revolución Rusa y las características del régimen soviético bajo el título “Bolchevismo y Capitalismo de Estado”.
Confrontó sus ideas con Gramsci, con quien discrepó, aunque valorando su reflexión sobre la necesidad, que es a la vez exigencia, de que el movimiento de los trabajadores desplegara su propia conciencia de una nueva humanidad y cultura.
Aún hoy, a más de treinta años de su muerte, debemos rescatar su insistencia en que los elementos clave de la filosofía de Marx son el humanismo realista e historicista y el papel de la práctica.
Para él "la dialéctica de la historia es la dialéctica de la praxis humana" y esta sólo se logra a través de un profundo cambio de la conciencia y de la vida espiritual de la sociedad y no simplemente con transformaciones económicas.
También debemos valorarlo como lo que fue: un profundo humanista, tal vez uno de los últimos exponentes renacentistas. Admirado por sus discípulos , entre ellos el gran pensador nacional Juan José Hernández Arregui, respetado por los colegas que supieron ver en él a un verdadero creador, fue un intelectual comprometido con su época y para quien los problemas de la justicia social, la libertad, la ética y la transformación de la sociedad, eran fundamentales.

Fuentes:
Corbiere, Emilio, Rodolfo Mondolfo y la Filosofía de la Praxis, en: Perfiles, BsAs, Argenpress, 2004.
Tarcus, Horacio: Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina, Buenos Aires, Emecé, 2007 (430-433).

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