viernes, 10 de junio de 2011

Libre importación y proteccionismo en la sociología argentina. Crítica de Hernández Arregui a los sociólogos importados

Por Juan Esteban Godoy

“Rechazamos todo intento de revivir la sociología modernizante que actuó como ideología antipopular en el período que sigue al derrocamiento del pueblo en la Argentina, el gobierno del General Juan Domingo Perón” (De la Declaración de los docentes peronistas de la Carrera de Sociología. En Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), páginas 414-415.]

Scalabrini Ortiz iba a sostener, allá por 1940 en el prólogo a Política británica en el Río de La Plata, la siguiente idea: “Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen” (1). Así el autor de El hombre que está solo y espera, reclamaba una virginidad en el pensamiento, para poder pensar los problemas de la nación según nuestros propios intereses. Hernández Arregui, varios años después, en consonancia con dicha frase argumentaría que: “ya no tenemos padres. No queremos que nos enseñen nada, porque esa enseñanza fue siempre, en todos los casos, una enseñanza contra nosotros mismos” (2), no se refiere al pensamiento nacional en desarrollo ya hace años (recordemos que Arregui será uno de los primeros autores que haga referencia a F.O.R.J.A.) (3), sino que hace referencia a un tipo de conocimiento que realiza su construcción desligado de las necesidades de la nación y del pueblo, así solo queda como un conocimiento aparente, formal. En tanto esta forma de construcción de conocimiento, el autor de ¿Qué es el ser nacional?, va a criticar a la sociología argentina surgida al calor del golpe de Estado perpetrado contra el peronismo que se autodenominara Revolución Libertadora. Esa sociología que, recordemos, es creada por Gino Germani (quién había nacido en Roma y se había sido exiliado de la Italia fascista de Mussolini) en el año 1957, como parte de un “proceso de modernización” (en el que también aparecen otras carreras). Modernización decíamos, ésta implica un cierto orden institucional, dejar atrás el pasado. Un corte abrupto se producía, un punto de partida, el origen, pero ¿qué era entonces lo anterior al surgimiento de la sociología institucionalizada como ciencia con un método determinado?, una sombra aparecía sobre la anterior, dudas que finalmente se disiparían al establecerse una línea que divide lo que es ciencia, conocimiento científico de lo que no lo es, lo que no es conocimiento sociológico será catalogado como pensamiento social, realismo social, intuicionismo, impresionismo, ensayismo, etc.(4) Nos basta para observar la impronta de éste tipo de pensamiento en la actualidad, recorrer los diferentes programas de las universidades de nuestro país, y dar cuenta de cómo son denominadas las materias de tendencia opuesta a la que tiene posición hegemónica en las aulas. Se escuchará hablar de los profesores de la intervención de la Universidad de Buenos Aires, realizada por el historiador José Luis Romero (quién había realizado un profundo estudio de la época medieval y del surgimiento de la burguesía, pero poco había estudiado de nuestro país) (5), como las flores de Romero, en contraposición a los profesores de tendencia nacional a los que se los había denominado flor de ceibo (declarada hacía años como flor nacional, y utilizada peyorativamente primero para descalificar la producción nacional acelerada por el proceso de sustitución de importaciones). Arturo Jauretche sostiene al respecto que: “retornan a la universidad los “viejos maestros”, e ingresan los “flor de Romero” que serán semilla de “viejos maestros”, mientras el viento barre las últimas “flores de ceibo”. (6) Hernández Arregui pondrá en consideración el entramado entre el mundo académico y el proceso dictatorial surgido en contra de las mayorías populares del país, así: “Arregui pone en tela de juicio la vinculación directa que existió entre la violencia política de 1955, el proyecto de extranjerización de la economía impuesto y la función justificadora de la academia (…) las opiniones de Arregui colocan en el tapete un hecho poco difundido en la historia de la sociología en el país y es la aprobación de varios profesores y funcionarios, pública y manifiesta, al golpe militar de 1955”.(7) Recordemos que el autor de Imperialismo y cultura, va a ser destituido de las cátedras en las que se desenvolvía como profesor (había trabajado, por ejemplo, durante el peronismo en la Universidad de Buenos Aires y en La Plata). Es en este contexto desde donde criticará a la sociología, impugnará tanto el apoyo explícito de la intelligentzia de la semi-colonia, como el silencio cómplice: “esta intelligentzia (…) por la doble gravitación de la oligarquía y el imperialismo, no cree en lo nacional (…) una intelligentzia divorciada del pueblo cumplirá siempre una función antinacional al contribuir con su anemia cultural a la falta de fe en el país”. (8) Las críticas del autor de Peronismo y socialismo hacia la sociología que profesa Gino Germani, es que este último pretende poner relevancia en las diferencia raciales y nacionales de los países de Nuestra América, negar la existencia en nuestro país de negros y de la población indígena, sostener la existencia de amplios sectores de la sociedad argentina como pertenecientes a la clase media, conjuntamente con el papel modernizador de las inmigraciones, todo lo cual vendría a asemejar a nuestro país a Estados Unidos, Inglaterra y/o Alemania, alejándolo de los países surgidos luego del proceso de balcanización (con una fuerte influencia de las potencias imperiales). La denigración de todo lo autóctono en detrimento de lo extranjero. Es que: “el intelectual colonial acostumbra identificar la cultura con la cultura europea” (9) La sociología de Germani, aparece en la pluma de Arregui, como la negación del pueblo (e indefectiblemente de la nación), y de cualquier proceso de transformación de la “estructura social”, pues según el primero los únicos cambios posibles dado este marco de la sociedad argentina eran “progresivos”, una transición ordenada. No hay tampoco sociedad argentina conservadora como dice Germani, dado que se observa una agitación política y social en todo el país. Nuestro autor da cuenta de que entre las naciones del Continente Latinoamericano hay una unidad lingüística y cultural, poniendo como contradicción principal la de los sectores oprimidos y opresores, negando las diferencias raciales y nacionales. Además, y aquí también está considerando la idea germaniana de la no existencia de poblaciones indígenas, negros en la Argentina y el supuesto papel cumplido por la inmigración: “el señor Germani, como la oligarquía, y en general, como el habitante medio de Buenos Aires, confunde a voluntad o no, la ciudad puerto con el país entero (…) un viaje por el interior del país (…) lo persuadiría de la sobrevivencia activa, creadora, y hasta políticamente combativa en el orden social, de ese folclore nacional”. (10) El folclore aparece aquí como el conjunto de las tradiciones populares.
Es una ciencia, una sociología la de Germani que se pretende (por la utilización del método) una ciencia objetiva, que dejaría de lado las pasiones y la política, no nos hace falta ahondar mucho en la imposibilidad de un sujeto de hacer a un lado sus pasiones, ideas políticas, etc. a la hora de hacer ciencia. Pero no es inocente el “olvido” por parte del autor de Estructura social de la Argentina, pues así se posiciona como la ciencia, la objetividad y en tanto esto, como el mejor calificado (o el único) para hablar de la sociedad, como la verdad. No obstante las críticas que desarrollamos, nuestro autor considera y rescata el desarrollo de una conciencia nacional, de un pensamiento nacional, así sostiene que: “la conciencia de la necesidad de una filosofía autónoma, no antieuropea pero sí americana, profetiza la aparición de pensadores fidedignos. En América Hispánica ese señuelo ha empezado por la literatura, se ha continuado por la revisión de la historia y el interés, nada casual, por la sociología”. (11) Tenemos entonces trazado el camino, la literatura, el revisionismo histórico y por último la sociología, Enrique Berger considera en relación que: “lo real aparece en la conciencia como expresión, recuerdo y conocimiento”. (12) No pretendemos que aquí se transmita la idea que Hernández Arregui despreciaba todo conocimiento venido de otras tierras, de otros continentes, sino que él nos llama la atención acerca de la importación acrítica de ideas, conceptos, etc. de otras realidades ajenas a la nuestra en tiempo y/o espacio, se trata de incorporar los conocimientos en tanto aporten a nuestra cultura. Pues: “cuando la intelligentzia de un país recibe su lumbre espiritual no del “humus” colectivo, sino de los focos externos con su luz extenuada se alejan del pueblo, se opera al mismo tiempo la deformación de la historia, y el pueblo es negado o desechado”. (13) Libre-importación o proteccionismo, uno de los enfrentamientos que recorre la historia nacional desde sus comienzos. Hernández Arregui pretende una sociología creativa, no una “sociología del loro”, repetidora de fórmulas sin reflexión, sociología militante, de compromiso con las causas nacionales, populares, que apunten a la liberación de las ataduras de la nación, así: “el intelectual que no usa sus conocimientos como militancia, de hecho acepta el régimen colonial que paga la existencia de una inteligencia incolora y adicta.”(14)



Notas:
1- Scalabrini Ortiz, Raúl (2001). Política británica en el Río de la Plata. Buenos Aires: Plus Ultra, página 7.
2- Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), página 170.
3- Galasso, Norberto. (1986). J.J. Hernández Arregui: del peronismo al socialismo. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
4- Wainsztok, Carla. (2007). Gino Germani y la enseñanza de la sociología. Sociología en debate. 1. 26-31.
5- Galasso, Norberto. (1999). La historia social. Cuadernos para la Otra Historia Nº 2. Buenos Aires: Centro Cultural Enrique Santos Discépolo.
6- Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos Aires: Corregidor, página 131.
7- Recalde, A. (Marzo, 2010). Hernández Arregui y la sociología Argentina, página 12. Disponible en
http://hernandezarregui.blogspot.com/
8- Hernández Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el ser nacional?. Buenos Aires: Plus Ultra, página 160.
9- Ibídem, página 154.
10- Hernández Arregui, Juan José. (2004). Op Cit., página 158.
11- Hernández Arregui, Juan José. (1973). Op Cit., página 302.
12- Berger, Enrique. (2000). Sobre método y estética de la reflexión social: la sociología en el pensamiento de J.J. Hernández Arregui. En H. González (Comp.). Historia crítica de la sociología Argentina (pp. 293-300). Buenos Aires: Colihue, página 294.
13- Hernández Arregui, Juan José. (1973). Op. Cit., página 160.
14- Hernández Arregui, Juan José. (1973a). Peronismo y socialismo. Buenos Aires: Corregidor, página 163.

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