Aritz Recalde, enero 2011
En el marco del cumplimiento de los 52 años de la revolución, la dirigencia del Partido Comunista Cubano (PCC) y los responsables de los órganos de gobierno, están impulsando la discusión del “Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social”. Dicho documento establece los aspectos centrales de un paquete de medidas que tienen la finalidad de modificar cuestiones sustanciales del modelo de desarrollo socialista. El Proyecto contempla y entre otras cuestiones, promover la actividad privada (cuenta propia y agricultura) y reducir en una primera etapa, 500 mil empleos públicos. Se supone que la cifra final del achicamiento del Estado será cercana al millón de trabajadores. Los Lineamientos fueron discutidos por las organizaciones libres del pueblo en los Comandos de Defensa de la Revolución (CDR) y por responsables de diversos ámbitos políticos, sociales y culturales del país.
El documento se redactó a partir del hecho de reconocer las serias dificultades y limitaciones del patrón de desarrollo económico socialista. Cuba se encuentra inmersa en una crisis económica estructural que lleva varias décadas y que se profundizó desde la caída del bloque soviético. Mientras Rusia era un aliado geopolítico del país, el modelo socialista cubano dispuso de relaciones comerciales y políticas de intercambio estratégicas y beneficiosas que permitieron generar un nivel de vida aceptable para toda su población. En dicha etapa que transcurre desde inicios de los sesenta a los años noventa, el país no consolidó las bases materiales para un desarrollo sustentable en el tiempo. Esta cuestión se vio agravada frente al brutal bloqueo y la guerra política y cultural aplicada por los Estados Unidos. Luego del año 1989, Cuba ingresó en el denominado “período especial”, que se caracterizó por una fuerte recesión económica y por el deterioro de la situación social, cultural y política del país.
El modelo económico se organiza a partir del control monopólico por parte del Estado de los recursos naturales y de las fuerzas productivas. El sistema funciona con bajos niveles de eficiencia productiva, tanto en la industria, los servicios, como en el agro. Un rasgo característico es la falta de incentivos para el aumento de la producción y una incapacidad notable del gobierno para aumentar el rendimiento del trabajo. El monopolio estatal en la economía sobre toda la cadena de valor y las complejas regulaciones sobre las organizaciones libres del pueblo, dificultan la posibilidad de consolidar la iniciativa privada o de fomentar la innovación y favorecen una distribución de los recursos humanos que obstruye aspectos importantes de la economía. Dichas cuestiones, favorecen la aparición de hechos de corrupción en base al defalco de los recursos del Estado. Estas tensiones además, se expresan en los desplazamientos de personal altamente capacitado desde el aparato productivo, hacia los servicios turísticos de baja calificación.
Uno de los ejes centrales del patrón de desarrollo luego del año 1989 se relaciona al turismo. Durante los años noventa la elaboración tradicional de productos como el azúcar, fue dejando lugar a la llegada de turistas, la construcción de hoteles y a la reconversión económica del país. Dicha actividad generó profundos cambios sociales y culturales. Un sector considerable del país trabaja con el turismo ya que con dicha actividad, puede alcanzar un nivel de vida cercano al estándar de la clase media o media baja de Latinoamérica. Estos actores que viven del turismo reproducen muchos de los usos y las costumbres típicas del capitalismo norteamericano. Las prácticas vinculadas a las estafas, la corrupción, el consumismo o la prostitución, son una realidad frecuente para muchos cubanos y extranjeros que visitan el país.
Los trabajadores industriales y técnicos dependen del Estado por el hecho de que los medios de producción son y casi sin excepciones, gubernamentales. Dichos trabajadores obtienen una renta que oscila entre los 12 y los 50 euros[1] mensuales. Tras la caída del bloque soviético se produjo un proceso inflacionario que coexistió con la estabilidad de los sueldos, lo que generó una caída del poder adquisitivo del trabajador. El bajo poder adquisitivo coexiste con la dificultad habitacional fruto de la escasa construcción de viviendas y con la existencia de una reglamentación que establece prohibiciones para la conformación de un mercado de compra, fabricación y venta en el país. El nivel de vida y de consumo de este sector es bajo, cuestión que se compensa en parte, con la existencia de sistema educativo y de salud gratuitos. Los bajos salarios o las prohibiciones a la actividad privada, favorecen la migración de trabajadores hacia el turismo y la formación de un importante mercado negro.
Las relaciones exteriores en el marco de la ALBA, permiten a la isla avanzar en un intercambio de servicios por recursos naturales o manufacturas, como es el caso de la exportación de médicos a Venezuela.
Otro actor importante del modelo socialista, son las fuerzas de seguridad y de inteligencia de los diferentes niveles del Estado. Dicho sector dispone de un poder adquisitivo menor al generado por el turismo, pero en general, es superior al salario medio del trabajador cubano exceptuando a actividades como la de los médicos que realizan campañas internacionalistas. Las fuerzas de seguridad disponen de mayores facilidades para el acceso a la vivienda y a otros recursos, cuestión que favorece un nivel superior de aceptación y de compromiso con el régimen político.
Uno de los problemas fundamentales por los que atraviesa Cuba además del económico, es en nuestra opinión, la crisis cultural. El turismo promovió la conformación de hábitos consumistas que agudizaron los valores típicos de la etapa capitalista. El consumismo, la avidez de ganancia, la corrupción, los contenidos de la música o la vestimenta de un sector importante de la juventud cubana, son muy similares a la cultura norteamericana. Aunque no se lo diga con frecuencia en la televisión y en la prensa gráfica que monopoliza el Estado, en Cuba existe una profunda crisis de valores y de prácticas de un sector importante de la isla. El hecho de que exista un bajo compromiso político con la revolución de una porción significativa de la juventud, es una de sus expresiones. La tradición española que se refleja en el catolicismo, el idioma, la arquitectura o la literatura, coexiste con los patrones culturales de las migraciones africanas que se ven en la raza, la música o en la supervivencia de prácticas religiosas del pueblo. A la tradición española, africana y norteamericana, se le suma la influencia soviética cuya impronta se expresa en las leyes, la organización de costumbres y regulaciones o en la tecnología[2]. De la confluencia de dichas tradiciones, de la influencia americana y de la propia reconfiguración, se conforma el hombre cubano, con sus luces y sus sombras, sus aciertos y sus incapacidades. En nuestra opinión, y pese a que el documento se denomine Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, uno de los temas fundamentales que debe discutir Cuba, es la crisis cultural de un sector importante del país.
Para enfrentar la crisis económica y cultural y frente a la agresión permanente de Estados Unidos, la dirigencia aplicó distintas acciones. Algunas fueron originales y muchas otras, parecen más bien ser importadas del comunismo soviético. Entre las acciones e instituciones revolucionarias que aún perduran, se destacan las políticas educativas, de salud y resaltan los Comandos de Defensa de la Revolución y algunos aspectos del sistema de partido único que lo hacen más democrático que el modelo soviético. Ahora, muchas de las respuestas a las dificultades del país copiaron experiencias del fracasado modelo ruso. Las prohibiciones a las migraciones internas del país o al ingreso a los circuitos turísticos a los ciudadanos locales, la censura de Internet y la prensa, las prohibiciones sexuales, la inexistencia de mercado de ventas de autos o de casas, la dificultades para acceder a la iniciativa privada, el contraproducente control estatal de todas las actividades productivas (taxis, peluquerías, almacenes, etc.) o la existencia de un exacerbado sistema de control, forman parte de una tradición típicamente comunista que ya demostró su fracaso en el mundo entero.
El debate del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social es estratégico para el país y de su correcta aplicación, va a depender la conservación y el mejoramiento de los logros de la revolución o la perpetuación de las limitaciones e incapacidades del sistema. En nuestra opinión y a sabiendas de la experiencia argentina de los años noventa, no es positivo reducir puestos de trabajo en una economía en recesión. Asimismo, difícilmente puede funcionar en el corto plazo una economía privada y de cuenta propia, sin la existencia previa de un mercado interno que en Cuba no existe por los bajos salarios. Muchas de las 291 recomendaciones de los Lineamientos son importantes, el desafío va a ser la gradualidad y las formas de su aplicación.
Los retos son grandes. En el corto plazo van a tener que resolver el trasvasamiento generacional y dicha cuestión es sumamente compleja, tal cual quedó evidenciado en Argentina con la muerte de Perón el 1 de julio de 1974. Para enfrentarlos Cuba cuenta con importantes recursos humanos, geográficos e históricos. Dispone de un pueblo con un alto nivel de instrucción y con considerables niveles de organización (CDR y PCC). Su sistema educativo y pese a las dificultades actuales del nivel secundario, ha contribuido a conformar una masa de investigadores, de científicos y un universo de egresados que disponen y en general, de una concepción nacionalista y antiimperialista considerable. Su sistema de salud es gratuito y universal. Además, Cuba es uno de los países más seguros de América.
Los bajos salarios, la seguridad y el alto nivel educativo de la población, son un incentivo importante para favorecer la inversión privada y pública internacional y en especial, la de sus aliados geopolíticos como son China, la UNASUR o la ALBA. Reforzando e incentivando las iniciativas privadas de su población, hoy congeladas, las perspectivas son auspiciosas. Los cambios deben partir de la aplicación de acciones y medidas que atiendan la especificidad del ser nacional cubano y de la idiosincrasia e historia del tercer mundo, dejando en un segundo plano las medidas propias de la tradición comunista soviética.
[1] Existe dos monedas de circulación en Cuba. Una es el CUC que es convertibles a 24 pesos cubanos. El precio del CUC oscila en una cifra cercana a 1 Euro.
En el marco del cumplimiento de los 52 años de la revolución, la dirigencia del Partido Comunista Cubano (PCC) y los responsables de los órganos de gobierno, están impulsando la discusión del “Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social”. Dicho documento establece los aspectos centrales de un paquete de medidas que tienen la finalidad de modificar cuestiones sustanciales del modelo de desarrollo socialista. El Proyecto contempla y entre otras cuestiones, promover la actividad privada (cuenta propia y agricultura) y reducir en una primera etapa, 500 mil empleos públicos. Se supone que la cifra final del achicamiento del Estado será cercana al millón de trabajadores. Los Lineamientos fueron discutidos por las organizaciones libres del pueblo en los Comandos de Defensa de la Revolución (CDR) y por responsables de diversos ámbitos políticos, sociales y culturales del país.
El documento se redactó a partir del hecho de reconocer las serias dificultades y limitaciones del patrón de desarrollo económico socialista. Cuba se encuentra inmersa en una crisis económica estructural que lleva varias décadas y que se profundizó desde la caída del bloque soviético. Mientras Rusia era un aliado geopolítico del país, el modelo socialista cubano dispuso de relaciones comerciales y políticas de intercambio estratégicas y beneficiosas que permitieron generar un nivel de vida aceptable para toda su población. En dicha etapa que transcurre desde inicios de los sesenta a los años noventa, el país no consolidó las bases materiales para un desarrollo sustentable en el tiempo. Esta cuestión se vio agravada frente al brutal bloqueo y la guerra política y cultural aplicada por los Estados Unidos. Luego del año 1989, Cuba ingresó en el denominado “período especial”, que se caracterizó por una fuerte recesión económica y por el deterioro de la situación social, cultural y política del país.
El modelo económico se organiza a partir del control monopólico por parte del Estado de los recursos naturales y de las fuerzas productivas. El sistema funciona con bajos niveles de eficiencia productiva, tanto en la industria, los servicios, como en el agro. Un rasgo característico es la falta de incentivos para el aumento de la producción y una incapacidad notable del gobierno para aumentar el rendimiento del trabajo. El monopolio estatal en la economía sobre toda la cadena de valor y las complejas regulaciones sobre las organizaciones libres del pueblo, dificultan la posibilidad de consolidar la iniciativa privada o de fomentar la innovación y favorecen una distribución de los recursos humanos que obstruye aspectos importantes de la economía. Dichas cuestiones, favorecen la aparición de hechos de corrupción en base al defalco de los recursos del Estado. Estas tensiones además, se expresan en los desplazamientos de personal altamente capacitado desde el aparato productivo, hacia los servicios turísticos de baja calificación.
Uno de los ejes centrales del patrón de desarrollo luego del año 1989 se relaciona al turismo. Durante los años noventa la elaboración tradicional de productos como el azúcar, fue dejando lugar a la llegada de turistas, la construcción de hoteles y a la reconversión económica del país. Dicha actividad generó profundos cambios sociales y culturales. Un sector considerable del país trabaja con el turismo ya que con dicha actividad, puede alcanzar un nivel de vida cercano al estándar de la clase media o media baja de Latinoamérica. Estos actores que viven del turismo reproducen muchos de los usos y las costumbres típicas del capitalismo norteamericano. Las prácticas vinculadas a las estafas, la corrupción, el consumismo o la prostitución, son una realidad frecuente para muchos cubanos y extranjeros que visitan el país.
Los trabajadores industriales y técnicos dependen del Estado por el hecho de que los medios de producción son y casi sin excepciones, gubernamentales. Dichos trabajadores obtienen una renta que oscila entre los 12 y los 50 euros[1] mensuales. Tras la caída del bloque soviético se produjo un proceso inflacionario que coexistió con la estabilidad de los sueldos, lo que generó una caída del poder adquisitivo del trabajador. El bajo poder adquisitivo coexiste con la dificultad habitacional fruto de la escasa construcción de viviendas y con la existencia de una reglamentación que establece prohibiciones para la conformación de un mercado de compra, fabricación y venta en el país. El nivel de vida y de consumo de este sector es bajo, cuestión que se compensa en parte, con la existencia de sistema educativo y de salud gratuitos. Los bajos salarios o las prohibiciones a la actividad privada, favorecen la migración de trabajadores hacia el turismo y la formación de un importante mercado negro.
Las relaciones exteriores en el marco de la ALBA, permiten a la isla avanzar en un intercambio de servicios por recursos naturales o manufacturas, como es el caso de la exportación de médicos a Venezuela.
Otro actor importante del modelo socialista, son las fuerzas de seguridad y de inteligencia de los diferentes niveles del Estado. Dicho sector dispone de un poder adquisitivo menor al generado por el turismo, pero en general, es superior al salario medio del trabajador cubano exceptuando a actividades como la de los médicos que realizan campañas internacionalistas. Las fuerzas de seguridad disponen de mayores facilidades para el acceso a la vivienda y a otros recursos, cuestión que favorece un nivel superior de aceptación y de compromiso con el régimen político.
Uno de los problemas fundamentales por los que atraviesa Cuba además del económico, es en nuestra opinión, la crisis cultural. El turismo promovió la conformación de hábitos consumistas que agudizaron los valores típicos de la etapa capitalista. El consumismo, la avidez de ganancia, la corrupción, los contenidos de la música o la vestimenta de un sector importante de la juventud cubana, son muy similares a la cultura norteamericana. Aunque no se lo diga con frecuencia en la televisión y en la prensa gráfica que monopoliza el Estado, en Cuba existe una profunda crisis de valores y de prácticas de un sector importante de la isla. El hecho de que exista un bajo compromiso político con la revolución de una porción significativa de la juventud, es una de sus expresiones. La tradición española que se refleja en el catolicismo, el idioma, la arquitectura o la literatura, coexiste con los patrones culturales de las migraciones africanas que se ven en la raza, la música o en la supervivencia de prácticas religiosas del pueblo. A la tradición española, africana y norteamericana, se le suma la influencia soviética cuya impronta se expresa en las leyes, la organización de costumbres y regulaciones o en la tecnología[2]. De la confluencia de dichas tradiciones, de la influencia americana y de la propia reconfiguración, se conforma el hombre cubano, con sus luces y sus sombras, sus aciertos y sus incapacidades. En nuestra opinión, y pese a que el documento se denomine Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, uno de los temas fundamentales que debe discutir Cuba, es la crisis cultural de un sector importante del país.
Para enfrentar la crisis económica y cultural y frente a la agresión permanente de Estados Unidos, la dirigencia aplicó distintas acciones. Algunas fueron originales y muchas otras, parecen más bien ser importadas del comunismo soviético. Entre las acciones e instituciones revolucionarias que aún perduran, se destacan las políticas educativas, de salud y resaltan los Comandos de Defensa de la Revolución y algunos aspectos del sistema de partido único que lo hacen más democrático que el modelo soviético. Ahora, muchas de las respuestas a las dificultades del país copiaron experiencias del fracasado modelo ruso. Las prohibiciones a las migraciones internas del país o al ingreso a los circuitos turísticos a los ciudadanos locales, la censura de Internet y la prensa, las prohibiciones sexuales, la inexistencia de mercado de ventas de autos o de casas, la dificultades para acceder a la iniciativa privada, el contraproducente control estatal de todas las actividades productivas (taxis, peluquerías, almacenes, etc.) o la existencia de un exacerbado sistema de control, forman parte de una tradición típicamente comunista que ya demostró su fracaso en el mundo entero.
El debate del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social es estratégico para el país y de su correcta aplicación, va a depender la conservación y el mejoramiento de los logros de la revolución o la perpetuación de las limitaciones e incapacidades del sistema. En nuestra opinión y a sabiendas de la experiencia argentina de los años noventa, no es positivo reducir puestos de trabajo en una economía en recesión. Asimismo, difícilmente puede funcionar en el corto plazo una economía privada y de cuenta propia, sin la existencia previa de un mercado interno que en Cuba no existe por los bajos salarios. Muchas de las 291 recomendaciones de los Lineamientos son importantes, el desafío va a ser la gradualidad y las formas de su aplicación.
Los retos son grandes. En el corto plazo van a tener que resolver el trasvasamiento generacional y dicha cuestión es sumamente compleja, tal cual quedó evidenciado en Argentina con la muerte de Perón el 1 de julio de 1974. Para enfrentarlos Cuba cuenta con importantes recursos humanos, geográficos e históricos. Dispone de un pueblo con un alto nivel de instrucción y con considerables niveles de organización (CDR y PCC). Su sistema educativo y pese a las dificultades actuales del nivel secundario, ha contribuido a conformar una masa de investigadores, de científicos y un universo de egresados que disponen y en general, de una concepción nacionalista y antiimperialista considerable. Su sistema de salud es gratuito y universal. Además, Cuba es uno de los países más seguros de América.
Los bajos salarios, la seguridad y el alto nivel educativo de la población, son un incentivo importante para favorecer la inversión privada y pública internacional y en especial, la de sus aliados geopolíticos como son China, la UNASUR o la ALBA. Reforzando e incentivando las iniciativas privadas de su población, hoy congeladas, las perspectivas son auspiciosas. Los cambios deben partir de la aplicación de acciones y medidas que atiendan la especificidad del ser nacional cubano y de la idiosincrasia e historia del tercer mundo, dejando en un segundo plano las medidas propias de la tradición comunista soviética.
[1] Existe dos monedas de circulación en Cuba. Una es el CUC que es convertibles a 24 pesos cubanos. El precio del CUC oscila en una cifra cercana a 1 Euro.
[2] La política exterior de Cuba se refleja en su tecnología y en especial, en el parque automotor. Los autos que circulan son los de EUA de los años cuarenta a los sesenta; los rusos de los setenta y ochenta; y actualmente, parte importante de transporte es de la China.