martes, 9 de noviembre de 2010

Ernesto Guevara como patriota latinoamericano y teórico de la Revolución



Ernesto Guevara como patriota latinoamericano y teórico de la Revolución

Por: Maximiliano Molocznik


La obra intelectual y revolucionaria de Ernesto Guevara (1928-1967) si bien no se circunscribe a su estancia en Cuba, indudablemente está unida orgánicamente a la Revolución Cubana y a su raigambre internacionalista de la cual él ha sido su paradigma.
Norberto Galasso lo ha definido como un verdadero patriota latinoamericano y ha destrozado la fábula de su supuesto antiperonismo con una claridad meridiana “Resulta interesante, entonces, reflexionar desde cuando el Che se considera “patriota latinoamericano”, en que época se convierte al socialismo y cómo ensambla ambas cuestiones. Años atrás corrió la versión de que el Che había militado en el Partido Comunista de la Argentina. Es decir, se habría definido “marxista”, por así decir (Marx nos perdone por suponer que el partido de Victorio Codovilla difundía marxismo) y por consiguiente, resultaba declaradamente antiperonista, lo cual entroncaba con su salida de Argentina mientras gobernaba Perón (segundo viaje, 1953). Sin embargo, a medida que diversos biógrafos ahondaron en su vida se comprobó que esta tesis era falsa. El 14 de Julio de 1960, el Che declara: “Puedo decir con toda conciencia que jamás he estado vinculado al Partido Comunista, ni con los movimientos comunistas”. También resulta falsa la versión del antiperonismo del Che, como asimismo su abandono de la Argentina por razones políticas. No existe ninguna declaración, ni recuerdo, ni adhesión donde conste una definición de este tipo. Ahora, uno de sus biógrafos, Paco Ignacio Taibo II, reproduce la siguiente declaración del Che: “No tuve ninguna preocupación social en mi adolescencia y no tuve ninguna participación en las luchas políticas y estudiantiles de la Argentina”. Ni siquiera votó en las elecciones del 24 de Febrero de 1946 por faltarle unos meses de edad para alcanzar el derecho al sufragio”.
En toda su vida y su obra, Guevara se orientó a un intento permanente de acercarse con humildad y sin petulancia a los pueblos oprimidos de su América y del mundo. Veamos como lo explica él mismo: “Yo fui muchacho intelectualillo cuando estudiaba, aspirante a intelectualón cuando, ya médico, elegí una especialidad. Pero sólo aprendí a hablar en la Sierra. Allí adquirí un lenguaje elemental y directo, que no cubre nada, ni oculta nada, que no sirve para disfrazar sino para entenderse”. En otra oportunidad sostiene: “Debemos, entonces, empezar a borrar nuestros viejos conceptos y empezar a acercarnos cada vez más y cada vez más críticamente al pueblo. A mí me gusta mucho conversar con los obreros y los campesinos y voy los domingos a tal lado para ver tal cosa…Todo el mundo lo ha hecho. Pero lo ha hecho practicando la caridad y lo que nosotros tenemos que practicar hoy es la solidaridad. No debemos acercarnos al pueblo a decir: “Aquí estamos, venimos a darte la caridad de nuestra presencia, a enseñarte nuestra ciencia, a demostrarte tus errores, tu incultura, tu falta de conocimientos elementales, debemos ir con afán investigativo y con espíritu humilde, a aprender en la gran fuente de sabiduría que es el pueblo”.
Sería imposible -no es el objetivo de este artículo- reseñar la vida del Che, que cuenta por otra parte con excelentes biógrafos que han hecho brillantes trabajos de reconstrucción histórica.
Aquí nos conformaremos sólo con mencionar un aspecto que ha pasado curiosamente desapercibido para muchos de ellos: El Che además de ser un heroico revolucionario fue también un eximio teórico.
El Che atisbó y criticó el escolasticismo que ha frenado el desarrollo de la teoría marxista y las insuficiencias, en la construcción del socialismo, de aquellos que subestimaran la formación ético-ideológica. Hoy, después del derrumbe del llamado "socialismo real", encuentran su verificación desgraciadamente algo tarde aquellas insuficiencias.
Por eso, Armando Hart dice que al Che debe considerárselo como uno de los mayores precursores de la necesidad de cambios revolucionarios en el socialismo. Él vio desde el principio de la década del sesenta los problemas del socialismo como nadie los vio entonces.
Él se enfrentaba tanto a la hiperbolización de los estímulos materiales en la construcción de la sociedad socialista como a la burocratización. Un burócrata -define el Che- es “quien cierra la puerta de su oficina para que no entren los obreros y para que no se le escape el aire acondicionado”. Estaba, entonces, en defensa del marxismo, dado su convencimiento de las nefastas consecuencias que traerían ambas desviaciones.
La labor intelectual del Che se desplegó en muchos planos, desde las cuestiones referidas a la ética, la cultura, la gestación de un hombre nuevo , los problemas de la construcción del socialismo y el comunismo , la dictadura del proletariado , el papel del estado e innumerables cuestiones de carácter filosófico como la enajenación, la concepción materialista de la historia, etc.
En esta breve semblanza de su pensamiento teórico pondremos especial énfasis en su pensamiento económico, un aspecto muy rico de su producción y no tan estudiado. Este pensamiento fue borrado de la academia cubana a partir de 1970 al insertarse el país de lleno en la CAME (sovietización).
El Che distinguía claramente entre los partidarios del cálculo económico de origen soviético y sus propias ideas plasmadas en el Sistema Presupuestario de Financiamiento.
Este sistema fue el modo en que se organizó y funcionó la economía estatal cubana en el sector industrial en una fase temprana de la Revolución socialista Este sería uno de los pilares de su concepción del socialismo económico.
Es importante mencionar los cargos económicos detentados por el Che en su estancia en Cuba y desde dónde intentó aplicar sus ideas: 1. fue nombrado el 7 de Octubre de 1959, Jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional para la Reforma Agraria. 2. El 26 de Noviembre de 1959 fue designado Presidente del Banco Nacional de Cuba. 3. El 23 de febrero de 1961 fue designado Ministro de Industrias.
Tanto desde estos cargos públicos como desde la producción teórica, el Che defendió la idea de que la racionalidad del modelo económico debería estar dada por la racionalidad social del modelo en general.
Por ende, su modelo rompe con la falsa dicotomía determinista-voluntarista en la que se encontraba empantanada la discusión, en los primeros momentos de la revolución, sobre la transición al socialismo.
Al caracterizar al marxismo como un movimiento y considerar la idiosincrasia como una condición subjetiva de la economía, El Che arremete contra el cálculo económico al considerar que este imita al fetichismo del capitalismo, impide prácticas desalienantes y no refuerza la nueva moral.
Con una increíble lucidez plantea -en los años 60, no después de la caída del muro de Berlín- los contrasentidos de una economía soviética que, desde una fachada socialista, estaba retornando al capitalismo. En un prólogo de un libro (inédito) de Economía Política que Guevara escribía antes de morir decía “Se sabe desde viejo que es el ser social el que determina la conciencia y se conoce el papel de la superestructura; ahora asistimos a un fenómeno interesante, que no pretendemos haber descubierto pero sobre cuya importancia tratamos de profundizar: la interrelación de la estructura y la superestructura. Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la U.R.S.S que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura: se está regresando al capitalismo”.
Sus críticas a la NEP de Lenin (si bien las justifica por el contexto histórico) apuntaban a mostrar cómo el incentivo material se había impuesto en el conjunto de las relaciones sociales. Eso es lo que él no quería que le sucediera a la economía cubana.
Otro rasgo de originalidad le permite distinguir el uso que se le pueden dar a las adquisiciones técnico-económicas del capitalismo para controlar y organizar la producción, del uso ideológico de las categorías de la economía política capitalista. Defiende con firmeza la idea de una planificación centralizada y sostiene la idea medular de que la economía cubana debiera desprenderse de la Ley de Valor para avanzar en la transición hacia el socialismo.
Otro tópico importante es su apuesta, en la economía de transición, por el trabajo como un deber social y por el trabajo voluntario como factor ideológico para el desarrollo económico y moral. Considera también que todo administrador debe ser, a la vez, un cuadro revolucionario.
Su vida, pensamiento y acción constituyen una de las más importantes expresiones de orgánica unidad dialéctica y de adecuada ponderación marxista en la utilización del arma de la crítica y la crítica de las armas.
Dueño de ejemplos morales que muy pocos pueden copiar, austero frente a todas las prebendas que podría haber utilizado estando en el poder, analítico y asceta, El Che se yergue, indudablemente como un paradigma del hombre total, del hombre nuevo por el que tanto luchó.
Dijo en una carta a José Medero Mestre, publicada en Marcha, Marzo de 1965 “Anteponer la ineficiencia capitalista con la eficiencia socialista en el manejo de la fábrica, es confundir deseo con realidad. Es en la distribución donde el socialismo alcanza ventajas indudables y en la planificación centralizada donde ha podido eliminar las desventajas de orden tecnológico y organizativo con el capitalismo. Tras la ruptura de la sociedad anterior se ha pretendido establecer la sociedad nueva como un híbrido: al hombre lobo de la sociedad de lobos, se lo reemplaza con otro género, que no tiene su impulso desesperado de robar a los semejantes, ya que la explotación del hombre por el hombre ha desaparecido (…) El individualismo como tal, de una persona sola en un medio, debe desaparecer en Cuba en un proceso paralelo al desarrollo de las formas económicas nuevas, va a ir naciendo el hombre nuevo, cuya imagen no está aún acabada, no podría estarlo”.
Cómo a tantos otros revolucionarios las clases dominantes han llevado a cabo con él un siniestro plan que consistió primero en desaparecerlo físicamente y segundo, tratar de “incorporarlo” a través del marketing de las industrias culturales del sistema, para presentárselo a los jóvenes de hoy como un “romántico”, un “idealista” o simplemente una foto en una remera.
Esta mitificación permite una versión “light” del Che al que se lo muestra siempre derrotado y al que se puede admirar, pero no seguir. Dependerá del estudio y del compromiso político que se rompa este estereotipo y que la figura de Guevara cobre el lugar que se merece como faro, teórico y práctico, de los revolucionarios latinoamericanos del siglo XXI.

Fuentes
Galasso, Norberto: El Che: Revolución Latinoamericana y Socialismo, Bs.As Ediciones del Pensamiento Nacional, 1997
Guevara, Ernesto: El socialismo y el hombre en Cuba. Obras. Casa de Las Américas. La Habana. 1970.
Guevara, Ernesto: Ideario político y filosófico del Che. Editora Política. La Habana. 1991.
Hart, Armando: Sobre el Che Guevara. En Casa de Las Américas. No.165. La Habana. Marzo-Abril de 1988.
Tablada, Carlos: El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara., Bs.As, Nuestra América, 2005.
Martínez Heredia, Fernando: Che, el socialismo y el comunismo. Casa de Las Américas. La Habana. 1989.
Vuskovic, Pedro y Elgueta, Berlamino: Che Guevara en el presente de América Latina. Casa de las Américas. La Habana.1987
O Donnell, Pacho: Che: La vida por un mundo mejor, Bs.As, De bolsillo, 2005.

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