martes, 5 de agosto de 2025

Alberto Buela, Filósofo Criollo

 

Ezequiel Norberto Gonzalez para Revista CONTRAFILO 


 

Alberto Buela, es un pensador y filósofo argentino nacido en 1946, estudio en Universidad de Buenos Aires  y se Doctoró en Filosofía en la Universidad de París IV París Sorbonne. Sus trabajos se centran, en una primera etapa, en estudios “Helenísticos”, donde se ocupa principalmente la obra de Aristóteles, siguiendo por temas como la “Metapolítica”, el “Sentido América”, “El problema de identidad”, “El Pensamiento Nacional iberoamericano”, “La idea de comunidad organizada” y “La Filosofía Argentina”.

A modo de glosa, los trabajos de Buela son de una doxografía con una orientación propia. Se encarga de estudiar a los autores relevantes y, a su vez, agrega la intención de pensar por “Nosotros mismos”, como le gusta decir; “desde” el hombre Americano:

 “La conciencia americana está constituida por la simbiosis de dos cosmovisiones diferentes: la bajomedieval arribeña y la india autóctona. Una aporta el valor de la palabra empeñada, el progreso como idea, el paso de lo peor a lo mejor o no como ideología, el sentido jerárquico de la vida y las cosas y la objetividad de los valores. La otra aporta el sentido ontológico del tiempo como maduración con las cosas, diferentes del times is money, y de la contracción al trabajo de los europeos” (Buela: 2024).[1]

Además de aclarar esa doble naturaleza que tiene el hombre americano, su tesis plantea que América debe ser entendida con un gesto: “como lo inhóspito”, aquel suelo que: “recibe a todo aquel que quiera habitarla y fecundar”.

 

También, otra de las ideas trabajadas es la “Teoría del Disenso”, donde lo que se sugiere es dejar expuesto las técnicas del poder, porque cuando se pregona el “consenso” lo que en realidad sucede es que la decisión está tomada antes que la deliberación. Donde “el otro” es una molestia, y solo se da el consenso o el diálogo como simulacro. Por ello es que propone el estudio de la “Metapolítica” como disciplina que se encarga de exponer y aclarar a qué nos enfrentamos. Por ello se estudia categorías vigentes que se nos impone, se podría decir: la lengua del enemigo. Lo que hace es proponer otro sentido, un “pensar alternativo”.

Del mismo modo realizó trabajos sobre ética, en su libro “Virtud contra Deberes”, ajusta cuentas con la historia de la ética y diagnostica que en Occidente nadie cree en nada. Y propone practicar la virtud o eso que decía Enrique VII: “uno no es noble por ser hijo de nobles sino por realizar actos nobles”.  Otro de sus temas, es “La idea política de comunidad organizada”, donde trabaja en tres grandes libros “Aportes al pensamiento nacional”, “Teoría del peronismo” y “Comunidad organizada” (Dugin-Buela) donde la presenta como sistema social a construir y como sistema de poder. Dejando en claro la importancia de las instituciones intermedias y su independencia del estado, para que no sea absorbida por el estado.

Su último trabajo se llama “Filosofía Argentina, una visión disidente” donde realiza un trabajo de rescate contra el olvido de autores nacionales, olvidados por prejuicios o por necesidad de imponer una nueva verdad oficial.

 

METAPOLÍTICA O EN DEFENSA DEL MÁS ACÁ

Alberto Buela, dice que lo primero que hay que encargarse como pensador, es saber de qué hablamos. Por eso siempre –recomienda- hay que arrancar por la etimología de las palabras, para no repetirlas vanamente. Buela analiza el significado etimológico de “Metapolítica”, donde vemos que es un término compuesto por el prefijo griego methá, que puede traducirse por “más allá de” y el sustantivo “política”, pero agrega:

“Nosotros no lo asociamos ni a Andrónico de Rodas, quien fue el que inventó el término “metafísica” para designar los libros de Aristóteles que venían después de la física, ni a nada que se le parezca. Metapolítica significa el estudio de aquello que está más allá de la política, o mejor aún, lo que está “más acá de la política” y que, de alguna manera, condiciona la acción política. Un mundo categorial que no se percibe en forma inmediata sino solo por sus efecto” (Buela. pág. 20)

 Por ello, en este más acá, la Metapolítica consiste en “el estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política” y que “a esta tarea la mejor forma de acceder es a través del ejercicio del disenso” (p. 14). Parece que ambos términos están ligados, la “Teoría del Disenso” y “la Metapolítica”, ambas son herramientas para el obrar político. Como herramientas, como una lupa, un mapa, un lápiz para un explorador. O como si fueran un martillo y una llave o pico de loro en la caja de herramientas. Buela en su libro realiza una genealogía del término, pero a nosotros nos interesa su práctica. Lo importante es cambiar las prácticas políticas establecidas. Por eso la labor del filósofo es exponer lo que está mal. Luchar contra los que nos intentan vender como único camino, como única oportunidad o posibilidad a realizar. “No hay alternativa”, es el mantra de Margaret Thatcher, que ahora repiten los verdugos de moda como máxima universal. Una imposición de “One World” (mundo único), término utilizado en su libro “Pensamiento de Ruptura”, donde sólo hay una manera de pensar, y con su policía de pensamiento se cancela a todo el que intente pensar distinto. Por eso, hay que enfrentar esta lengua del poder, “categorías que condicionan la acción política (homogeneización cultural, pensamiento único, políticamente correcto, light o débil, monoteísmo del libre mercado, consenso como método)”.

La Metapolítica no se ocupa tanto de lo que “debe ser”, sino de lo que “es”. No es una ciencia acabada, sino la búsqueda de la ciencia, en el sentido aristotélico (Buela, 2022, p. 23). Después hay una prognosis, cosa vedada para los filósofos, pero esto se hace con trabajo. Porque una cosa es lo que es y otra lo que debe ser[2]. Es ahí donde se necesita de este pensamiento alternativo, de esta propuesta, de esta crítica que es el pensamiento nacional. La crítica en argentina es pensamiento nacional, de suelo, clima, el genius loci (un desde donde, “el espíritu del lugar”), como explica Buela. Esta disciplina es bifronte pues es filosófica y política al mismo tiempo. Se piensa y se actúa. Buela reflexiona, y da en la tecla, en decir que acá hay ideas y muy buenas, pero lo que no hay es dirigentes que las encarnen. Así como Aristóteles buscaba a su Alejandro, él nos dice:

“hoy nuestros dirigentes, los de las sociedades periféricas, necesitan de la Metapolítica como el pez del agua para vivir, de lo contrario seguirán convalidando con su accionar decisiones tomadas en otro lado, en los centros de poder mundial, reñida con la defensa de nuestros intereses más propios”

 Ante la dificultad del mundo actual, los dirigentes que tenemos no están a la altura. Políticos armados por el marketing que solo hablan de agendas que no dicen nada. Que como mucho administran el conflicto, pero jamás lo solucionan:

“Y ello es así porque “nadie puede dar lo que no tiene” y nuestros dirigentes carecen de un conocimiento en profundidad de lo que acontece en el mundo. Específicamente no entienden, “no tienen inteligencia” (no pueden leer adentro) en la oscuridad del mundo (Baroja) tienen avidez de novedades pero se agotan en ellas porque no las pueden repensar o elaborar desde ellos mismos”.  (Buela, 2022).

 

Lo difícil de la Metapolítica es que no se encarga en “lo que debe ser” sino sobre la realidad política tal como se da, sobre “lo que es”, y luego sí: lo que puede ser. Es el conflicto entre potencia y acto. La Metapolítica, como mera disciplina filosófica no es solo la descripción del objeto de estudio, sino que busca una incidencia, una salida en la política, romper con la opinión, como gustaba decir Platón cuando habla del trabajo del filósofo en diferencia con los sofistas. Romper con la doxa, con el sentido común, con las mismas palabras que no se dicen nada. Es volver a los griegos, donde la ética es política y para ello hay que ejercer el disenso, dar otro sentido.

 

TEORÍA DEL DISENSO O LAS ARMAS PARA LA OFENSIVA

Si la Metapolítica es un trabajo de desmitificar, de lucha contra el sentido impuesto, el disenso exige una acción. El disenso como métodonos dice Buela, sí retomamos a Descartes, en su “Discurso del método”, él planteaba la duda como motor. Es lo que nos hace andar, y si vemos la etimología de “método”, proviene del latín que significa “camino”. Marcar el camino a seguir.

Si Marx escribió que la labor del filósofo, en la antigüedad era observar el mundo y de lo que se trata ahora es de cambiarlo, Buela agrega a la tesis 11 sobre Feuerbach, que hay comprometerse con el mundo y sus problemas.

La política es práctica, es un arte de ejecución, como dijo Perón. Por ello, donde se quiere hacer de la política una ciencia, se falla, porque en realidad es un arte, una tékhne (τέχνη), un saber hacer. Para Aristóteles, el arte es una acción a partir de la cual el hombre produce una realidad que antes no existía, por ello la política tiene más que ver con la creación, con la creatividad, que con la administración de fórmulas que no funcionan una y otra vez.

Lo que hay que hacer es esclarecer. Es ocuparse de las categorías que se presentan como neutrales (derechos humanos, progreso, homogeneización, multiculturalismo, etc) desenmascarando intereses de grupos o lobbies que intervienen en el poder. (Buela: 2022, pág. 15).

Los pasos del disenso como método, serían en una primera etapa: 1) La preferencia de nosotros mismos (el nosotros, no el yo); 2). Genius loci (desde dónde); 3). Las tradiciones nacionales de nuestros pueblos (el ethos nacional). Y en una segunda etapa: 1) La pregunta por el otro y los otros; 2) El consenso o disenso; 3) La superación del disenso: la construcción de nuestro propio discurso filosófico sin copia ni imitación (Buela, 2016, p. 39).

Según Carl Smith, lo primero que hay que definir en política es saber quién es el enemigo. Si no uno habla en neutro y repite jingles, y jamás da ni una acción directa contra nada. Solo dice palabras contra palabras. Por ello se deja claro: se pelea contra “el consenso” (esta idea llega a la política y a la ética a través del ideario de la escuela neomarxista de Frankfurt), que se usa como legitimación política, porque se caracteriza por tomar decisiones antes de la deliberación. Se empieza por el final, y hay un simulacro de puestas en común, se da una silla al otro pero solo como falsedad. Lo que resulta con eso, como dice Buela, citando a Wagner de Reyna, pensador peruano: “en todo disenso hay un enfrentamiento, una contradicción insalvable, hablar por hablar, discutir por discutir, y presentar un jovial compromiso que no compromete a nada”. Por ello otra idea que retorna en “Pensamiento de Ruptura” del hombre light que se enuncia, donde el hombre busca novedades, donde no se detiene a pensar, donde no se compromete por nada, donde no lucha por nada. Por ello hay que entender, que si no revisamos las tradiciones, desde nuestra américa, el hombre pisa el palito en cada esquina, se come todos los amagues del sistema, que repite el alfabeto del poder, que habla de derechas e izquierda, Buela nos dice que decir eso, es ya “no situarse”. La propuesta: “con esto vamos más allá incluso de la idea de estado nación, hoy en vías de agotamiento, para sumergirnos en la idea política de gran espacio, de patria grande y cultural de ecúmene”.

Hay que tomarse el trabajo de aclarar las cosas. El pensamiento popular no piensa la sociedad desde la lógica de clases, sino que su principal contradicción es pueblo vs. antipueblo u oligarquías sobre todo financieras, dice Buela. Por eso hay que disuadir los falsos Disensos, para no perder el tiempo, porque se fabrica la disidencia, por globalistas y elites (el foro mundial y el foro económico mundial, las ong, y movimientos de oposición a la globalización están controlados por las misma fuerza antes las cuales protestan la fabricación de disidencia actúa como una válvula de seguridad que protege y sostiene el nuevo orden mundial) ¿quiénes son?: “Los agentes políticos – culturales del imperialismo (fundaciones Rockefeller, Ford, Guggenheim, Goldman Sachs, Soros etc) financian a las organizaciones “aparentemente” antiglobalistas como las abortista, las feministas, los gays, las de derechos humanos para las minorías, las eugenistas, las indigenistas. En una palabra a todas las organizaciones “progresistas”, no atentan contra el nuevo orden, sino más bien contribuyen”. (Buela, pág 55)

A esta teoría del disenso Buela, deja una hoja de ruta, de ideas y propuestas para todo aquel que pregunte ¿qué hacer? “al proyecto moderno de consumo, oponemos austeridad; al de progresivo crecimiento, decrecimiento, al de universalismos mundial, es de pluriverso, al de desarrollo por acumulación de riqueza, al de desarrollo a partir de la pobreza, al del consenso, siempre de los lobbies y los poderosos, el disenso del rebelde”.

 

AMÉRICA, COMO TEORÍA DE LUGAR

¿Qué somos? ¿Desde dónde puedo hablar? En su libro “El Sentido de América” va en busca del sentido, y del hombre americano. Entiendo esta búsqueda de tierra prometida como una propuesta al mundo también, por una verdad, porque como dijo Perón en la apertura de su curso sobre filosofía peronista: “el hombre puede desafiar cualquier contingencia y cualquier mudanza, cuando se halla armado de una verdad sólida para toda la vida”. América es un interculturalismo y no multiculturalismos: “como lo proponen los antropólogos norteamericanos que privilegia a las minorías, por sobre la mayoría que luchamos para darnos forma en la construcción de las naciones estados que conforman este gran espacio”, habitado por figura o arquetipos, tallados cada uno por su genius loci, y américa son: “el gaucho, el montubio, el ladino, el coya, el huaso, el cholo, el llanero, el charro, el borinqueño ec. siendo de genuina estirpe hispánica, nos distinguen de España y Portugal. “Ni tan español ni tan indio”, diría Bolívar”. (Buela. Pág 33.)

Entonces a la pregunta ¿qué somos? somos americanos. Buela dice que en primer lugar no nos tenemos que dejar robar el nombre “americanos” por los yankees. Y también luchar contra la etiqueta de “América Latina”[3], en esta disputa sobre el bautismo, donde el autor hace una genealogía del término y dice que esta etiqueta fue puesta por los franceses, y nada tenemos que ver con el lacio, sino más bien con castilla y portugal. Por ello, ¿qué somos? “Soy americano de índole hispana”.

La definición de lo hispánico: con la esencia de los que somos y los valores que portamos (Buela, pág178):

“Lo que se hace es enfrentar la publicidad de años. Acá no es cuestión de negar los aportes culturales franceses, italianos, alemanes, eslavos, árabes, judíos, o negros en muestra américa, que son mucho y apreciadísimo. Ni tampoco negar el aporte indiano a nuestra identidad…se trata de encontrar la categoría que no defina más ajustadamente en lo que somos” (Buela, pág. 179).

 En esta búsqueda de identidad, deudor de tradiciones, pero enriquecidas, Buela hace el rescate y exaltación de “lo criollo” como primera de nuestras pautas culturales. Porque como dice, no somos ni tan europeos ni tan indios, sino que en este mestizaje, en esta doble naturaleza es que se crea la posibilidad de pensar por nosotros mismos.

Lo Criollo, es “la simbiosis de dos cosmovisiones en una tercera con rasgos propios y originales”. Como ejemplo de lo “interculturalismo” pues viven en nosotros varias culturas que se plasmaron en una ecúmene, la iberoamerican. “No dejamos a nadie afuera”, todos contribuyen a nuestras conciencias criollas, nos dice Buela. En esta búsqueda de una teoría del suelo, Buela rescata a una gran cantidad de pensadores que se ocuparon del tema, porque uno es deudor y dador, en este continente nuevo. Así existen muchas opiniones sobre nuestra América que se han ocupado, como Vasconcellos, Caturelli, Mercado Vera, Castellani, Lugones, Rojas, etc.

Entendiendo que en América se pensó, y se buscó un arquetipo que nos defina, este ser mistongo, como decía Castellani. También hay que hacer una valoración de la lengua, donde en su “Sentido Metapolítica del castellano o español” nos cuenta que el español es la cuarta lengua más hablada del mundo, donde se cita a Guillermo Humboldt, quien dice que cada idioma fomenta un esquema de pensamiento y unas estructuras elementales propias. Dime en qué idioma te expresas y te diré cómo ves el mundo, y por ello hay que dar uso, asumir el castellano como lengua antiimperialista. (Buela, pág. 232).

Para cerrar, una de las más bellas ideas que trae para proponer esta teoría de lugar, Buela trae la idea de pensar américa como “Lo Hóspisto”, como suelo que recibe al hombre que no hace pie en el naufragio. “¿Qué es América? América es, antes que nada, un espacio geográfico continuo que se ha diferenciado del resto del mundo por su capacidad de hospedar (hospitari) a todo hombre que como huésped (hospitis) viene de lo in-hóspito. De la persecución, la guerra, el hambre, la pobreza, en definitiva, de la imposibilidad de ser plenamente hombre. América es pues lo hóspito”. Un suelo que recibe, un suelo fértil que clama su propia filosofía, como todo suelo, porque como dijo Alberdi, Juan Bautista, “Nuestra filosofía ha de salir de nuestras necesidades de ahí que la filosofía americana deba ser esencialmente política y social… América será la que resuelva el problema de los destinos americanos”.

 

Se ha intentado hacer un mapeo de algunos de los conceptos, o de las ideas más importantes del autor. Este pequeño opúsculo solo intenta que el lector vaya en busca de sus libros, o rescate su intención de actualizar ideas de pensadores nacionales. Buela,  no es intelectual, ni filósofo, como a él le gusta decir. Porque él se denomina Arkegueta: “eterno principiante”. Un hombre sabio y gaucho que vive como piensa, y qué dice lo que piensa. Pensar así, es el costo de casi todos los pensadores argentinos, como escribió Miguel Ángel Virasoro: “el pensador argentino trabaja aislado y sin ninguna resonancia, un eco más o menos perdido”. (Buela, pág 280)

Si uno ve toda la obra de Buela, hace una reconstrucción de una comunidad de pensadores que le precedieron, actualizando temas y verdades, como el poeta que es pulidor de palabras, para que vuelvan a tener sentido. Trata de volver a poner en funcionamiento la máquina de pensar nacional, olvidada por novedades europeas que entran y se multiplican en todas las universidades, medios de comunicación y librerías. Como si esto fuera poco, piensa y tiene teorías propias, y sigue escribiendo y pensando la coyuntura argentina y americana. Por ello Alberto Caturelli en su “Historia de la filosofía Argentina” (1600-200), lo coloca dentro de los restauradores de la tradición, y la reflexión iberoamericana.

 

LO QUE ES Y LO QUE PUEDE SER.

Leyendo a Buela, uno sabe que no le gusta la prognosis, ya que el filósofo no hace predicciones. Pero se puede intentar usar la categoría “trabajo”, que es lo que construye futuro. En esta humilde cartografía de su obra, también mencionamos que parte de su trabajo fue colaborar como asesor en sindicatos (del griego “sin”, significa “con” y “dike” justicia: aquel que hace con justicia) y dando cursos de formación, dónde se habla de lo importante de las instituciones intermedias, que protegen y cobijan al hombre, que lo acompaña en su nacimiento, en su desarrollo, con su sistema de salud, hasta su sepelio. Que lo reúne en un sistema de labores donde el ser y el obrar se fusionan. Donde la palabra “trabajador” es una palabra sagrada, ahora que se quiere imponer la de “emprendedor”, que no es más que ser un mercader de Venecia. Como decía Platón, aprender es recordar, y hay que recordar que el hombre es lo que es, pero también lo que puede ser. Qué pertenece a un suelo, a un cielo, a una comunidad, y debe comprometerse con ella. Ver sus problemas como una bendición, porque aún falta mucho por hacer. Porque eso también es lo nuevo que trae América, lo que debe ser: “Lo nuevo que ofrece América es la condición de posibilidad que nos permite crear un mundo distinto, diferente, al mundo ya conocido”, dice Buela, como posibilidad de dar sentido, desde nosotros mismos, con nuestro trabajo.

 

[1] Cada afirmación de Buela dispara un comentario,  pero agregaremos una idea de Leopoldo Marechal, que en su “Cuadernos de Navegación” propone con el ser con relación al tiempo. Que dice que todo hombre necesita del “Tiempo de Buey” (el del trabajo) y del “tiempo de ángel” (el del ocio). El del trabajo donde se gana el pan con el sudor de la frente, donde cada hombre debe producir al menos lo que consume. Y el tiempo de la contemplación, donde el hombre ve a su familia y amigos, donde se detiene a respirar la naturaleza o ver a sus hijos jugar.

[2] Estos no recuerda al: “Enoi enoi oios essi”, “Llega a ser el que eres”, Píndaro o el “Cómo se llega a ser lo que se es” en el Ecce homo de Nietzsche.

[3] Buela cita a Arregui para desentramar este accionar de colonización mental: “Jose Hernández Arregui cuando afirma en la reedición de su trabajo ¿Qué es el ser nacional?: esta versión que el lector tiene a la vista es igual a la primera, salvo en el reemplazo del falso conceptos de América Latina, un término creado en Europa y utilizado desde entonces por EE con relación a nuestros países que disfraza una de las tantas formas de colonización mental, no solo latinoamericanos”

 

BIBLIOGRAFÍA

-Buela Alberto, “Epítome de Metapolítica”, editorial CEC, Buenos Aires, 2022

-Buela Alberto, “Epítome sobre antropología”, editorial, editorial et labore, 1993.

-Buela, Alberto, “El sentido de América” (seis ensayos en busca de nuestra identidad), Buenos Aires, editorial Theoria, 1990.

-Buela, Alberto, “Algunos aspectos de mi pensamiento”, en wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Buela.

-Buela Alberto, “America como los hospitales”, revista posmodernia

miércoles, 25 de junio de 2025

La obra pública de la gobernación bonaerense de Manuel Fresco

Aritz Recalde

 


“Al hacerme cargo del gobierno, me propuse realizar un plan de obras que no sólo contemplase necesidades inmediatas de la Provincia, sino que pudiera ser, también, un estímulo para el progreso general (…) He dado preferencia, en el plan trazado, a los problemas sociales: hospitales, comedores escolares, cárceles, reformatorios de menores, muchas salas de distintas especialidades, pabellón para tuberculosos (…) el beneficio social de este programa es de proyecciones incalculables. Después siguen las obras de carácter económico, susceptibles de crear riqueza en el plazo más o menos mediato, y por último, obras que pueden significar una mejora para los servicios administrativos. No hay en la Provincia una sola localidad donde este gobierno no haya ejercido una acción constructiva, con la estrecha colaboración, en la mayoría de los casos, con las municipalidades, animadas de un mismo espíritu de progreso efectivo”.

Manuel Fresco, 16 de febrero de 1939

 

La gestión bonaerense como parte de la obra pública nacional

Intervencionismo defensivo

La construcción de la obra pública del gobernador Manuel Fresco, formó parte  de la novedosa intervención estatal que fue iniciada en la década del treinta como una respuesta a la severa recesión económica.

Salvador Oría fue profesor titular de la UBA, Director Nacional de Vialidad en el año 1938, presidente del Instituto Autárquico de Colonización de Buenos Aires y Ministro de Obras de 1940 a 1943, entre otras importantes funciones públicas. Este pensador y político argentino se refirió al nuevo rol del Estado iniciado con el presidente Agustín Justo como un “intervencionismo defensivo”. En su libro El Estado Argentino y la nueva economía anunció el agotamiento del liberalismo clásico. En el esclarecedor trabajo describió como la organización liberal fue remplazada por el comunismo, por el fascismo, por el nazismo y por otras diversas experiencias de “economías dirigidas”. Se refirió particularmente a la gestión del presidente norteamericano Franklin Roosevelt, quién para revertir la crisis económica inyectó una importante cantidad de dinero público que fue destinado a préstamos a empresas y a la inversión en obras públicas. Ambos programas tenían la finalidad de reactivar el empleo y la actividad productiva.

Oría remarcó el hecho de que el mandatario norteamericano impulsó un enfrentamiento público contra los “cartels” y los monopolios reconociendo que existían fallas en el mercado liberal y una tendencia a que se formen grandes concentraciones.

El Estado argentino intervenía para “emancipar una nación entera de las exacciones de los capitales internacionales, a los que con tanta crudeza fustigó Roosevelt en 1933”. Entre las actividades nacionalizadas bajo esta doctrina citó el Puerto de Rosario, la empresa de gas de Buenos Aires, las usinas eléctricas de Entre Ríos, Tucumán, Mendoza y Corrientes y el Ferrocarril F.C. Córdoba (Oría 1945: 201 y 212).

El autor realizó un estudio sobre los orígenes del intervencionismo económico en la Argentina. Sostuvo que hasta el siglo XX el Estado prácticamente no protegía la producción más allá de la función que cumplían algunos impuestos al vino y al azúcar que favorecieron el desarrollo de unas pocas actividades de las provincias del norte y de Cuyo.

Oría mencionó a la actividad petrolera como una de las primeras áreas productivas amparadas a la luz de las “tendencias de nacionalismo económico”. Desde la creación de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en el año 1917, el Estado implementó una constante inversión en plantas de explotación garantizando la energía del capitalismo argentino.

En el año 1931 el Gobierno Nacional estableció el control de cambios, cuestión que fue completada con un decreto del 25 de enero de 1932 y con la Ley de Organización 12.160/35. Como parte del mismo programa, se crearon  el Banco Central (ley 12.155), el Instituto Movilizador (ley 12.157), la Junta Nacional de Granos (octubre 1933), la Junta Reguladora de la Industria Lechera (abril de 1934), la Junta Reguladora de la Industria Vitivinícola (diciembre de 1934), la Junta Nacional de Algodón (abril de 1935) y la Comisión Reguladora de la Yerba (abril de 1935).

Entre los años 1940 y 1943 esta política intervencionista se continuó con inversiones en la actividad petrolera, con créditos a la minería, con la construcción de edificios públicos, con inversiones en transportes y con la creación de una Marina Mercante Nacional, entre otras acciones.

Oría reivindicó como un hecho positivo las nuevas funciones del Banco Central promovido por Ministro de Hacienda, Federico Pinedo, en base a iniciativas anteriores y que fue terminado por Alberto Hueyo con el asesoramiento de Otto Niemeyer. Este último funcionario también había dado apoyo técnico al Brasil. El autor destacó que esta misma tendencia reguladora se desarrolló en otros países de Latinoamérica y citó las experiencias de Chile y de Perú que crearon instituciones financieras similares al Banco argentino.

 

La obra pública nacional

Durante la presidencia Agustín Justo y siguiendo la doctrina que Salvador Oría denominó “intervencionismo defensivo”, se implementó un ambicioso Plan Nacional de infraestructura.

El gasto del Gobierno Nacional aumentó del 9% del PBI en el año 1930, al 16,1% en 1943 (Aguinaga y Azaretto 1991).  

Durante los ocho años de las presidencias de Justo y de Ortiz ocupó la conducción del Ministerio de Obras Manuel Alvarado. El funcionario implementó un histórico programa de construcción de obras viales y de transporte (rutas, puentes, calles, ferrocarriles, subtes, etc.), de edificios públicos administrativos, hospitalarios, educativos y deportivos, entre otros. Se encararon grandes edificios como el Libertador que fue diagramando por el prestigioso arquitecto Carlos M. Pibernat (Longoni R. Molteni J. Galcerán V. Fonseca I. 2010) (Ramos 2001) (Oría 1945).

A las obras federales, se le sumaron las privadas y las corporativas. Yacimientos petrolíferos Fiscales (YPF) encaró importantes acciones como la ampliación de la destilería de La Plata y la construcción de la de Godoy Cruz, luego remplaza por la de Lujan de Cuyo. En el año 1935 había 34 estaciones de servicio y dos años después aumentaron a 187. La empresa movilizó mano de obra manual e intelectual y fue una gran impulsora de la construcción de barrios e infraestructura social en varios lugares de la Argentina. 

En la misma etapa hubo un desarrollo sumamente importante de Fabricaciones Militares en distintas provincias del país.  

El presidente Justo impulsó la ley 11.658/32 que creó la Dirección Nacional de Vialidad.  La norma incluyó un Fondo Nacional de Vialidad compuesto por un impuesto a la nafta, por rentas generales, por la tasa por contribución de mejoras a la tierra rural en los territorios nacionales, por multas por incumplimiento de contratos de obras de vialidad o de infracciones a la presente ley y por "bonos de obras de vialidad", entre otros. La ley especificó que parte de estos recursos podían ser destinados a financiar trabajos realizados por las provincias. 

La Ley provincial 4117/32 adhirió a la norma nacional 11.658 y además creó un impuesto al combustible consumido en el territorio. El 5 de octubre del año 1938 al cumplirse el aniversario de la ley, el Gobernador bonaerense Manuel Fresco destacó que la Dirección Nacional de Vialidad “señala un acontecimiento de trascendental importancia para el progreso del país. La sanción de esa ley, hace cabalmente seis años, representó un paso considerable en la acción vial que la Nación venía exigiendo con urgencia a todos los gobiernos (…) permitió a todos los gobiernos nacionales y provinciales coordinar iniciativas otrora desarticuladas y proyectar y constituir, de tal suerte, las grandes rutas que vinculan a los centros de producción con los de consumo, a las zonas rurales con los mercados urbanos y con los puertos de exportación, que facilitan la circulación rápida y el transporte barato de nuestras riquezas, que abren grandes e insospechadas perspectivas al comercio interno, que estimulan el desarrollo del turismo” (Conversando con el Pueblo, V 2: 63-64).

Salvador Oría sostiene que en la década que transcurre de 1932 a 1942 se proyectaron 45.000 kilómetros de caminos y se terminaron más de 30.000 solamente dentro de la red nacional y sin tener en cuenta las obras provinciales. Entre los años 1930 y 1945 el Estado construyó 5000 kilómetros de vías ferroviarias y adquirió 2600 km del F. C. Central Córdoba. Al año 1945 la red ferroviaria era de 46.119 km y los Ferrocarriles del Estado administraban 12.642 km siendo la principal empresa  (Oría 1945: 183).

La obra vial se extendió a todo el territorio nacional y se trazaron las importantes rutas trocales 2, 3, 7, 8, 12 y 14, entre otras.

Se diseñaron y ampliaron los puentes sobre el Riachuelo de la Noria y Pueyrredón.

En la Capital Federal se abrió la avenida Nueve de Julio y se ampliaron las avenidas Belgrano, Corrientes, Córdoba y Santa Fe. Se construyó la avenida General Paz, considerada como el primer gran antecedente de las autopistas argentinas. Se finalizó la línea B de subterráneo y se construyeron las líneas C, D y la E  (Aguinaga y Azaretto 1991).

Entre los años 1936 y 1940 la provincia de Buenos Aires encaró una modernización de las principales vías de acceso a la Capital Federal  (Conversando con el Pueblo, V 2).

 

 

domingo, 11 de mayo de 2025

El fin de la guerra está muy, muy lejos (Escalada)

 Entrevista a Alejandro Dugin


De Geopolítica Ru.

 

TATYANA LADYAEVA: Se estrenó la película que todos estábamos esperando. Pensé que saldría más tarde, pero ya está disponible: es un documental sobre Vladimir Putin. Todavía no he tenido tiempo de verlo completo, pero mis colegas ya han destacado las citas clave. Una frase especialmente quedó grabada en mi memoria: los rusos, a diferencia de la sociedad occidental, piensan más en lo eterno. Ya sabes, es cierto y no siempre nos damos cuenta de la diferencia. Alexander Gelyevich, ¿quizás te gustaría agregar algo propio sobre la película?

 

ALEXANDER DUGIN: Sí, esta película realmente tiene un gran significado. En él, el presidente, quizás por primera vez, compartió tan abiertamente sus pensamientos más íntimos, cosas que habitualmente quedan fuera de sus apariciones públicas. Por regla general, sus discursos y alocuciones son siempre una reacción a retos y tareas concretos: qué hacer con tal o cual problema, cómo solucionar tal o cual cuestión, quién tiene razón y quién no. Cuida el país hasta el más mínimo detalle y rara vez llega a generalizaciones filosóficas. Por eso esta película es tan valiosa. Aquí Putin habla de lo que le preocupa profundamente: qué son los rusos, qué es Rusia, qué es nuestra sociedad. Subraya que los rusos se diferencian de los occidentales en su deseo de eternidad. Éste es un pensamiento verdaderamente profundo.

Actualmente estoy trabajando en una obra de dos volúmenes dedicada al tiempo y la eternidad. La tradición cristiana, todas las religiones del mundo, la filosofía antigua: la base de todo ello está en la eternidad. El tiempo nace de la eternidad. Sin eternidad, el tiempo pierde su sentido, todo se derrumba, porque la eternidad es el marco que organiza el mundo: la vida, la muerte, las relaciones humanas, la política, la cultura. Una vez que perdemos el contacto con la eternidad, nos desmoronamos, nos sumergimos en el caos y la entropía, y no nos queda nada. Putin ha comprendido la diferencia principal entre la sociedad tradicional a la que gravita Rusia y el mundo occidental. En la Nueva Era, Occidente declaró: no existe la eternidad, sólo existe el tiempo. Pero el tiempo, separado de la eternidad, comenzó a desintegrarse. Al principio era un parámetro rígido del determinismo materialista, la imagen del mundo de Newton, luego se convirtió en evolución. Sin embargo, al haber perdido su apoyo a lo eterno, inevitablemente cayó en el caos.

Hoy en día esta diferencia es quizás la más importante: los rusos están del lado de la eternidad. Puede que no siempre seamos conscientes de ello, pero a pesar de siglos de presión materialista que han intentado borrar nuestra identidad tradicional, hemos conservado este sentimiento. Hemos conservado la creencia de que lo espiritual es superior a lo material y que lo eterno es más importante que lo temporal. Putin dio en el clavo. Ésta es la clave filosófica para entender nuestra identidad.

También dijo palabras importantes sobre la identidad: su pérdida es mortalmente peligrosa. Sin la confianza en los valores tradicionales, no habrá país, ni sociedad, ni cultura, ni continuidad generacional. Esto está inextricablemente vinculado con el concepto de eternidad. Estos aspectos filosóficos son más relevantes que nunca. Putin nos recordó quiénes somos y qué tipo de guerra estamos librando contra Occidente. No se trata simplemente de un conflicto local de intereses, como a veces intentan presentarlo, sino de un choque de dos civilizaciones: una tradicional, orientada hacia el espíritu y la eternidad, y otra antitradicional, que ha roto la conexión con sus raíces.

Hoy somos los últimos guardianes de la auténtica cultura, filosofía y herencia clásica occidental. Ocurrió que en cierto sentido intercambiamos lugares con Occidente. Nuestro origen es de la misma tradición bizantina, griega, somos cristianos y esto nos pone en igualdad de condiciones con Occidente. Pero él abandonó sus orígenes y nosotros no. Por lo tanto, aquellos en Occidente que entienden que tenemos razón deben unirse a nosotros. Rusia es el arca de la eternidad, el arca de los valores tradicionales. Putin nos recordó a nosotros y al mundo entero lo que significa ser ruso.

TATIANA LADYAEVA:  Me parece que podemos añadir aquí una idea más, que quizá no se expresó directamente en la película, pero que se ve a menudo en los discursos del presidente ruso, Vladimir Putin, y otros altos funcionarios. No se trata sólo de la eternidad y los orígenes, sino también del cuidado de la generación futura.

¿Por qué es esto importante? A menudo nos preguntamos: ¿por qué estamos llevando a cabo hoy una operación militar especial? Sí, por supuesto, se trata de la defensa del pueblo del Donbass y del cumplimiento de las tareas asignadas, nadie lo niega. Pero también hay un significado más profundo: estamos tratando de evitar una situación en la que firmemos algún documento con Zelensky ahora mismo, sin mirarlo. ¿Por qué? Porque no queremos condenar a nuestros descendientes a afrontar los mismos problemas años después, para que la historia se repita como un disco rayado.

¿De qué otra manera? Me parece que en Occidente a menudo piensan diferente: allí las decisiones se toman en el momento, bajo la presión del momento actual. ¿Implicaciones para el futuro? No parecen ser siempre una prioridad. Pero nosotros tenemos un enfoque diferente: miramos hacia adelante, pensamos en lo que dejaremos a nuestros hijos y nietos. Éste, como yo lo veo, es otro punto importante que vale la pena enfatizar aquí.

 

ALEXANDER DUGIN:  En general, tienes razón. Pero el hecho es que no podemos firmar una tregua bajo ninguna circunstancia, ni delante de nuestros descendientes, ni delante de la generación actual. Cualquier respiro que le demos al enemigo –este régimen nazi, agresivo y terrorista en Ucrania– será utilizado por ellos para reagruparse, rearmarse, curar sus heridas y atacar de nuevo. Y esto no sucederá en algún momento en el futuro, sino inmediatamente, tan pronto como sientan la fuerza dentro de sí mismos. Nos hemos encontrado con esto más de una vez.

Hay momentos en la película sobre nuestro Presidente que me inquietaron. El Presidente se mantiene abierto y amigable hacia Occidente, diciendo: “Creíamos en Occidente, confiábamos en él, queríamos la paz y no nos preparábamos para la guerra”. Pero, mientras luchamos contra Occidente, parece que no nos damos cuenta del todo de cuán monstruosa es la civilización con la que estamos tratando. La criticamos, pero en cierto modo seguimos confiando en ella, estamos dispuestos a hacer concesiones, a cumplir con nuestras obligaciones. ¿Delante de quién? Ante el diablo, que no observa ninguna ley. Esta debilidad me preocupa. ¿De qué tregua, de qué acuerdos podemos hablar sin victoria?

Trump es diferente. Él mismo se opone al sistema globalista que ha desatado una guerra contra nosotros. Pero él es Occidente, y sus palabras no son más fiables que las de otros dirigentes occidentales, aunque su paradigma conservador nos resulte cercano. Él sigue siendo un hombre de Occidente y nos han quemado muchas veces en nuestras relaciones con él. El Presidente habló de las diferencias entre nosotros y Occidente, pero debemos entender esto más profundamente: no llegaremos a un acuerdo con nadie en Occidente hasta que ganemos, seamos más fuertes y comencemos a defender nuestros intereses basados ​​en la plena soberanía. Estamos tratando con tramposos. Está escrito en sus frentes. Mienten, no siguen las reglas, tienen su propia agenda oculta. Recuerden a Brzezinski: le pregunté sobre las promesas incumplidas respecto a la OTAN, y me respondió: “Los engañamos, los jodimos”. Es obvio. Y Trump, a pesar de toda la simpatía, tiene escrito en la frente que no honrará el acuerdo.

 

TATIANA LADYAEVA: No será así, ¿verdad?

 

ALEXANDER DUGIN: Por supuesto que no. Ucrania es nuestro eslabón débil y contar con un alto el fuego rápido con condiciones aceptables para nosotros es pura ingenuidad. Más bien, vale la pena prepararse para  la escalada. Precisamente por esto no es necesario cambiar el nombre de nuestro programa: la escalada puede estallar rápidamente y adquirir un carácter agudo. Para esto es necesario estar preparado.

Trump, a pesar de toda su cercanía, no habla nuestro idioma: nuestras posiciones están demasiado alejadas. Incluso con buenas intenciones, nos ofrecerá algo que no es adecuado para nosotros. En cuanto a Zelensky y Europa, es asunto suyo, no nos concierne a nosotros. Debemos seguir nuestra lógica, apoyándonos en esos principios de civilización de los que el Presidente habló tan vívidamente en la película. Llevó al país al borde del abismo: el separatismo hacía estragos no sólo en el Cáucaso, sino en todas partes. Como héroe, como salvador, sacó a Rusia del abismo. Y ahora, 25 años después, estamos nuevamente al borde del abismo. Éste es aparentemente el destino de Rusia: estar eternamente bajo ataque, defendiendo su libertad, su idioma y su cultura.

Derrotamos a Napoleón, aplastamos a Hitler. Los payasos de hoy ni siquiera se acercan a ellos. Pero si las conversaciones fracasan y Trump, Europa y los nazis ucranianos se unen, será un desafío serio. Éste es exactamente el tipo de giro de los acontecimientos para el que debemos prepararnos. Cuanto más firmemente defendamos nuestra verdad, nuestras tierras, nuestra eternidad, mayor será la posibilidad de evitar un enfrentamiento. La fuerza es el único lenguaje que la fuerza entiende.

Trump está en sintonía con nosotros en algunos aspectos, pero no se puede confiar en Occidente, incluido él. El Presidente lo ha dicho más de una vez: nos han engañado una y otra vez. Se ha alcanzado el límite de confianza. Sólo puedes confiar en ti mismo y en tus aliados: los mismos norcoreanos que se manifestaron en la región de Kursk, o en China e Irán. Debemos atraer a todos aquellos que estén dispuestos a estar con nosotros. En Ucrania tenemos mercenarios de todo el mundo contra nosotros; Es una guerra de ideas. No hay lugar para dudas: las tareas de la operación militar especial encomendadas por el presidente deben cumplirse hasta el final.

 

TATYANA LADYAEVA:  Veamos un ejemplo sorprendente de escalada. Hablamos de las amenazas de Zelensky de atacar Moscú durante el Desfile de la Victoria. Nos enteramos de esto la semana pasada, pero lo que me sorprende es el silencio de los líderes occidentales en respuesta a declaraciones tan francas. Ya ves, cuando amenazan a Moscú o, digamos, a Putin, una cosa es decir que no les afecta directamente. Pero cuando te invitan a un evento y alguien dice: "Voy a asistir a este evento", eso ya es una amenaza para ti personalmente. Y todos guardan silencio. Esto es, ya sabes, asombroso a su manera.

 

ALEXANDER DUGIN: De hecho, la clave para entender la situación es saber con quién estamos tratando. No fue el propio Zelensky quien planeó perturbar el Desfile de la Victoria o realizar provocaciones el 9 de mayo, días que son sagrados para nosotros. No, la iniciativa no viene de él. Detrás de esto están los globalistas, principalmente los británicos, que ahora están construyendo la infraestructura para atacar nuestro territorio con sus misiles de largo alcance, Long Range Missiles. Sin la sanción de Estados Unidos esto es imposible, y esto demuestra que la escalada está ganando impulso y no se detiene ni un momento. Incluso el acuerdo sobre tierras raras y energía de Trump, a pesar de su deseo declarado de poner fin al conflicto, lo convierte en participante de esta guerra. No puede evitar comprender lo que está sucediendo, lo que significa que acepta tácitamente.

Insto a que se tomen estas amenazas con la máxima seriedad, aunque, por supuesto, esto es responsabilidad de los servicios de inteligencia. Aunque se habla de un alto el fuego y de intentos de estabilizar las relaciones con Estados Unidos –lo que de por sí sería algo bueno–, la escalada no cede. El silencio de Occidente ante las intenciones de Zelensky, ya sean un engaño o una amenaza real, dice mucho. Éste es el comportamiento terrorista de la junta nazi de Kiev, un gobierno ilegal que actúa con la aprobación de sus curadores occidentales. Y ya no está claro si su círculo se limita a Europa: en el círculo de Trump todavía puede haber fuerzas dispuestas a continuar la guerra contra nosotros. El nuevo equipo - Vance, Hegseth, Gabbard, Musk - a primera vista se esfuerza por poner fin al conflicto, pero no vemos la verdadera cocina del Pentágono y las agencias de inteligencia. Allí se desarrollan procesos complejos, allí reside el Estado profundo, ese mismo “poder profundo” que Trump prometió aplastar. Sin embargo, esta palabra desapareció de sus discursos, así como de los discursos de sus partidarios. Si antes, en los primeros meses, destruían el Estado profundo a cada paso, ahora ese tema se ha evaporado. Pero el “poder profundo” resultó ser mucho más tenaz y poderoso de lo que parecía, y está librando una guerra contra nosotros.

Hay muchos factores alarmantes y los tomaría con la máxima seriedad. La victoria aún está lejos: es necesario hablar de ello directamente. Esperar una tregua o un acuerdo rápido es ingenuo y frívolo. Tenemos muchas tierras que liberar, un enemigo formidable que combatir, y esto llevará mucho tiempo. Si Trump finalmente se pasa a ese bando, será comparable a Napoleón o Hitler. Entiendo el cansancio humano, la sed de paz, las preguntas “¿cuándo terminará esto?” Pero políticamente estamos obligados a admitir que debemos prepararnos para lo peor y ser conscientes de que el resultado no llegará pronto.

 

TATYANA LADYAEVA:  Hablemos de las elecciones en Rumania. El jefe de la Alianza para la Unificación de los Rumanos, George Simion, y el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, avanzaron a la segunda vuelta. En la primera vuelta, Simion está en cabeza, con más del 40% de los votos, mientras que Dan tiene más del 20%. ¿Quién es este Simion?

Esto es lo que aprendí: Promete traer al candidato suspendido George Georgescu de regreso a la política, posiblemente como primer ministro. Aboga por la unificación de Moldavia con Rumania, está en contra de apoyar a Ucrania y llama a su partido trumpista, apoyando la ideología de “Make America Great Again”. ¿Qué tipo de personalidad es ésta? Difícilmente prorruso, pero ¿qué podemos esperar de su posible victoria?

 

ALEXANDER DUGIN  No, él es  prorruso , es decir, no es prorruso, sino prorruso. Esto es exactamente de lo que estamos hablando.

 

 TATYANA LADYAEVA:  Qué pro-estadounidense, perdón, ¿no? Según algunos criterios.

 

ALEXANDER DUGIN:  Esta no es sólo una posición pro-estadounidense, sino trumpista, y esto está lejos de ser lo mismo. Hoy en día Occidente está dividido en dos bandos. Los primeros son partidarios de los valores occidentales tradicionales, encarnados en la idea de MAGA, “Make America Great Again”, que llevan adelante Trump y sus seguidores. Pero esta división también afectó a Europa, donde también surgieron claramente dos corrientes: una es la de volver a los valores tradicionales europeos, una especie de “Make Europe Great Again”, y no está necesariamente conectada con el trumpismo. Muchos europeos, especialmente en países con un código cultural diferente, como la Rumania ortodoxa, no aceptan el protestantismo estadounidense ni las tradiciones anglosajonas. Simion y su camarada George Georgescu, a quienes los globalistas expulsaron ilegalmente de las elecciones, son tradicionalistas ortodoxos, no protestantes. Utilizan el trumpismo como herramienta antiglobalización, pero su agenda es distintiva y soberana. Lo mismo puede decirse de la AfD en Alemania, de la Asamblea Nacional en Francia o incluso de Meloni en Italia: sus valores tradicionales son muy diferentes de los de América del Norte, aunque en Estados Unidos los católicos están sustituyendo cada vez más a los protestantes en el liderazgo.

En Europa hay dos polos opuestos: los tradicionalistas, que defienden las raíces europeas, y los globalistas: la red Soros, la Unión Europea, los antitrumpistas y los antitradicionalistas. Estos últimos son los principales patrocinadores de Zelensky y de la guerra contra nosotros, porque para ellos somos un símbolo de valores tradicionales que desprecian en todas partes: en Rusia, en Rumania, en Estados Unidos. Ahora Europa está cada vez más dividida: los eurotradicionalistas están orientados pragmáticamente hacia Trump, pero si fuéramos más fuertes y más convincentes en nuestras victorias, ellos también se volverían hacia nosotros – este era el caso antes del comienzo del Nuevo Orden Mundial.

Simion es un tradicionalista y su victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumania es un golpe para los euroglobalistas. Para él, Zelensky es un títere de los globalistas, tal como ISIS lo es para las agencias de inteligencia occidentales: una herramienta, no una figura independiente. Simion está en contra de Zelensky, en contra del globalismo y probablemente estaría abierto a un diálogo constructivo con Rusia. Si gana en la segunda vuelta (y en un recuento justo debería hacerlo), sentará un precedente. Rumania, junto con Hungría y Eslovaquia, países tradicionalistas, podría convertirse en el tercer estado en la frontera con Ucrania gobernado por opositores del establishment liberal. Esto debilitará seriamente la posición de Ucrania y de los globalistas. También en Polonia el movimiento tradicionalista está ganando fuerza: estamos en el umbral de una revolución conservadora en Europa.

Los globalistas están contraatacando: la AfD ha sido tildada de extremista y Le Pen ha sido bombardeada con acusaciones absurdas para marginarla. Pero los tradicionalistas están rompiendo su dictadura. A Simion se le puede matar, eliminar de las elecciones, encarcelar: en Europa el poder de los globalistas sigue siendo grande. Trump apoya a los eurotradicionalistas, pero su influencia en Europa aún no es absoluta. Las instituciones globalistas en Estados Unidos, aunque debilitadas, se aferran al control y sancionan cualquier ataque a los tradicionalistas.

Esto es importante para nosotros: Rumania es un país ortodoxo serio. La victoria de Simion y Georgescu, compitiendo juntos, es una señal de que las fuerzas antiglobalización están ganando no sólo en Estados Unidos, sino también en Europa. Esta es una oportunidad para nosotros, pero todavía son Occidente, los valores tradicionales rumanos. Para construir relaciones con ellos, debemos ser fuertes: no lograremos nada solo con pedidos o promesas. Simion no es nuestro hombre, pero es el enemigo de nuestros enemigos, aquellos con quienes luchamos en Ucrania. Al igual que Orban o Fico, desprecia a Zelensky. Su victoria fortalecerá nuestra posición, aunque él no es prorruso, sino un patriota rumano. Este es otro paso hacia el desmantelamiento del poder liberal-globalista en Europa, lo cual es vital para nosotros. Una Rumania neutral ya supone una gran victoria para nuestra seguridad y estrategia en Eurasia occidental.

 

TATYANA LADYAEVA:  Pero si al mismo tiempo se produce una unificación de Moldavia y Rumania, ¿será bueno para nosotros?

 

ALEXANDER DUGIN:  Esperemos. Lo principal ahora es aferrarse a la situación, porque los globalistas son lo más terrible que hay. Maia Sandu es el lado opuesto, ella es Soros, ella es la enemiga de Simion.

 

TATYANA LADYAEVA:  Sobre este tema, sólo diré que los medios de comunicación europeos ya están discutiendo activamente los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumania. Los titulares dicen algo así como esto: una victoria de un político de extrema derecha podría crear problemas para la OTAN y la UE, amenazando con desestabilizar aún más las alianzas occidentales. La retórica occidental, como de costumbre, no logra captar la amenaza que se cierne sobre el horizonte. Pero no entremos en detalles por ahora: esperemos y veamos cómo se desarrolla todo y luego comentaremos.

Ahora sobre Trump. Permítanme recordarles que hace un par de semanas insinuó que un tercer mandato sería bueno, pero luego aclaró: “Me malinterpretaron”. Sin embargo, los rumores sobre su posible regreso surgen con regularidad y los periodistas discuten sobre este tema. El propio Trump no habla directamente de este deseo, y ahora incluso afirma que no tiene ningún deseo particular al respecto. Dicen que quienes venden gorras “Trump 2028” lo hacen bajo su propio riesgo: esto no refleja sus intenciones. Y luego se habló de un sucesor. Muchos, incluidos políticos, apuestan a que Vance será el próximo presidente de Estados Unidos. Es cierto que también hay teorías conspirativas: supuestamente Vance se convertirá en presidente, sólo para dar paso a Trump, quien volverá a dirigir el país. ¿Qué opinas sobre esto? ¿Dónde está la verdad en todo esto?

ALEXANDER DUGIN:  Hay un punto fundamental aquí: los trumpistas no pueden perder las elecciones de 2028. Si los demócratas regresan al poder, significará su fin. Hoy en día en Estados Unidos se está desarrollando una guerra ideológica civil. No se trata simplemente de una rivalidad entre dos partidos con matices diferentes, como antes, sino de una lucha entre dos visiones del mundo. De un lado están los trumpistas, partidarios de los valores tradicionales, y del otro los demócratas, sus oponentes.

El conflicto ideológico en Estados Unidos está en pleno apogeo. Recuerden las elecciones de 2020: aún no está claro quién ganó, pues se revelaron muchos fraudes. Una vez que los trumpistas llegan al poder, actúan como si fueran a quedarse por mucho tiempo. Están llevando a cabo reformas ideológicas, cerrando ministerios y organizaciones de globalistas que servían al Estado Profundo. Ésta es una revolución conservadora y no puede limitarse a cuatro años. Si los trumpistas ceden el poder a los demócratas, enfrentarán represalias. Esta vez serán destruidos para que no quede ningún rastro del trumpismo. Por lo tanto, las elecciones de 2028 son una cuestión de vida o muerte.

Los trumpistas se enfrentan a una elección: victoria o muerte. Deberán aferrarse al poder en 2028, ya sea con Trump para un tercer mandato, o con Vance, o mediante la anexión de Canadá o Groenlandia, para declarar un nuevo estado y comenzar de nuevo la cuenta regresiva. Trump necesita extender el rumbo actual indefinidamente y durante ese tiempo destruir a los demócratas y globalistas como en una guerra para que nunca puedan regresar al poder.

Esto es una revolución y Trump, en mi opinión, está empezando a perder impulso. Las reformas se están estancando, él está haciendo concesiones, pero en realidad se enfrenta a una resistencia global, tanto en Estados Unidos como fuera de él. Ahora el mundo entero está en contra de Trump. Sus únicos aliados podrían haber sido Rusia, China, India, pero después del acuerdo con Zelensky, resultó ser nuestro enemigo. Trump es nuestro adversario y eso nos priva de cualquier posibilidad de cooperación. Declaró una guerra comercial contra China, India sigue siendo un aliado, pero también allí se está gestando un conflicto en Cachemira.

Trump está en una posición precaria: ha desafiado al mal, pero no ha construido una coalición con quienes podrían apoyarlo. Sus decisiones son imprudentes y de corto plazo, y necesita mantener al trumpismo en el poder después de 2028, ya sea con él mismo o con Vance. Se avecinan elecciones de mitad de período y serán difíciles. Las reformas de Trump ya han afectado la comodidad del estadounidense común. Trump está pasando ahora por un periodo difícil, una especie de marca oscura. Debe estar pensando en 2028, pero anexar Canadá o Groenlandia no es una tarea tan fácil como parece. Al igual que la operación militar en México contra los cárteles de la droga, es necesario convencer al presidente mexicano y a la comunidad mundial.

Trump tiene problemas. Extender el trumpismo más allá de 2028 es una cuestión de supervivencia, y es necesario abordarla ahora. Pero en mi opinión, carece de profundidad estratégica. Si Trump hubiera actuado estratégicamente: se hubiera retirado de la guerra con Rusia, normalizado las relaciones con China, evitado el conflicto en Medio Oriente y disuelto la OTAN, como prometió. Pero sus partidarios se preguntan: ¿dónde está todo? ¿Dónde está la paz, dónde está la exposición de los globalistas, dónde está la lista de Epstein? Ahora incluso ellos son escépticos. Trump necesita ponerse las pilas y hacer política constructiva: ya ha cometido muchos errores.

Alberto Buela, Filósofo Criollo

  Ezequiel Norberto Gonzalez para Revista CONTRAFILO     Alberto Buela, es un pensador y filósofo argentino nacido en 1946, estudio en ...