domingo, 17 de mayo de 2015

El nacionalismo popular y la expansión del sistema universitario argentino



por Aritz Recalde, mayo 2015

Desde el año 2003 a la fecha, el gobierno nacional inauguró quince Universidades públicas a lo largo y ancho de la República Argentina. La última década, conjuntamente al Plan Taquini de fines de los años sesenta, es la etapa de expansión universitaria más importante de la historia del país. Varias de las nuevas instituciones están radicadas en el Conurbano bonaerense, como es el caso de Moreno, Avellaneda, Florencio Varela (Jauretche), José C. Paz, Merlo (Oeste) o Hurlingham. Otras fueron inauguradas en diversas provincias, tales como Tierra del Fuego, San Luis (Comechingones), Río Negro, Chaco o Santa Fe (Rafaela). Para afrontar la ampliación del sistema universitario argentino, la inversión del Estado aumentó de $ 1.900 millones en el año 2003 a $ 39.000 millones en 2015. La misma se organiza sobre los principios del modelo universitario del nacionalismo popular promovido por la Revolución Justicialista que ofició como una complementación y superación del programa reformista de 1918.

Una Universidad nacional llamada “Arturo Jauretche”

Entre intelectual y argentino, voto por lo segundo. Y con todo.” Arturo Jauretche

La Universidad Nacional Arturo Jauretche es una de las quince instituciones creadas en la última década. El nombre de la institución es un hecho de política cultural de fuerte contenido ideológico e histórico, que afirma la vitalidad del nacionalismo popular universitario. Arturo Jauretche alcanzó el título de abogado y en el transcurso de su militancia, participó de la vida política universitaria. Fundó la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) que creó agrupaciones universitarias en La Plata, Buenos Aires, Mendoza y Tucumán (Organización Universitaria Forjista) y en Córdoba (Unión Federalista Revolucionaria Argentina). En el año 1939, el forjismo llegó a conducir la Federación Universitaria Argentina (FUA). Tras su graduación, Jauretche no desempeñó tareas en la Universidad, exceptuando su labor en EUDEBA en el año 1973. 
Pese a que no fue docente o funcionario universitario, en sus libros y artículos se refirió en diversas oportunidades a la Universidad. En su óptica, tenía que cumplir tres funciones fundamentales. La primera, era la de conformar una ciencia nacional capaz de resolver los problemas de los argentinos, ya que en su punto de vista: “La incapacidad para ver el mundo desde nosotros mismos ha sido sistemáticamente cultivada en nuestro país.” El segundo rol fundamental de la Universidad era permitir el ascenso social, ya que en sus palabras: La Enseñanza Superior cumple entre nosotros la función de resolver el problema económico de los hijos de las minorías y parte de las clases medias y extraer, accidentalmente, algunos elementos calificados del seno del pueblo para incorporarlos. Carece de finalidades sociales más amplias y lógicamente, carece de finalidad nacional.” Finalmente, postuló que la institución tenía que educar en valores, consolidando los principios éticos de la justicia social y de la soberanía nacional y, en consecuencia, afirmó enfáticamente que: “Es necesario una moral nacional que es lo que se llama patriotismo.”

La Universidad como medio de ascenso e igualación social

La Universidad americana desde su origen fue un instrumento para perpetuar las desigualdades étnicas (indios o negros no ingresaban), de género (las mujeres no estudiaban), nacionales (inicialmente era para españoles) y de clase. Producida la Independencia, los liberales profundizaron buena parte de estas concepciones y las instituciones siguieron siendo elitistas, negando el ingreso a los grupos de escasos recursos. Esta realidad fue modificada parcialmente por la UCR, que impulsó que estudien los sectores medios. Recién con la Revolución Justicialista, la Universidad fue postulada como un medio de igualación social. En el año 1949, el gobierno nacional suprimió los aranceles y los cursos de ingreso universitarios y se instauraron las becas. Dos años antes, la Revolución había sancionado la Ley de voto femenino que favoreció el ingreso de las mujeres a la vida política y cultural. La gratuidad indujo la participación de estudiantes latinoamericanos de países limítrofes y de la región. Desde los años cincuenta, la Universidad argentina se caracterizó por el ingreso popular y de estudiantes latinoamericanos e impulsó la igualdad de género. Actualmente, la apertura de nuevas Universidades en todo el país y, en particular en el Conurbano bonaerense, favorece dicha tendencia. Como postuló Jauretche, la Universidad argentina, a diferencia de lo que ocurre en buena parte del mundo, continúa siendo gratuita tendiendo a que la educación sea un medio de ascenso e igualación social.

Los derechos de los trabajadores docentes y técnico administrativos

La Reforma de 1918 intervino la Universidad y expulsó a buena parte de los docentes y funcionarios conservadores, quienes se desempeñaban laboralmente a la manera de una “planta permanente.” En su lugar, el reformismo postuló los concursos y los miembros de la Universidad priorizaron su condición de “científicos” antes que de “trabajadores.” Los docentes perdieron la estabilidad en sus cargos y quedaron sujetos a la competencia permanente de los concursos.
Tras décadas de luchas obreras, con el Peronismo los trabajadores alcanzaron los derechos sociales a la estabilidad laboral, la salud, el esparcimiento, la educación, la vivienda y la jubilación. En el terreno universitario, todas las instituciones recibieron un aumento considerable de presupuesto que se reflejó en infraestructura, en la mejora salarial y de las condiciones de trabajo. En el año 1946, el presupuesto universitario era de 48 millones de pesos moneda nacional y para el año 1954 había aumentado a 400 millones. Los docentes universitarios consiguieron que las leyes nacionales, les reconozcan los históricos derechos a la dedicación exclusiva en el cargo y a la Carrera Docente, que permitió articular la dimensión académica docente (formación permanente e ingreso por concurso), con la estabilidad del derecho al trabajo (permanencia en funciones y esquema de ascenso en el cargo).
Resultado de las acciones del proyecto político iniciado en el año 2003, los trabajadores docentes y técnicos administrativos gozan de los derechos conseguidos en los años cincuenta. En el año 2005, los trabajadores técnicos y administrativos firmaron el histórico Convenio Colectivo y desde 2009 los docentes universitarios obtuvieron la movilidad jubilatoria del 82 %. 

La regionalización de las carreras e investigaciones

Tal como mencionó Jauretche, para el nacionalismo popular la Universidad tiene como función fundamental la conformación de una ciencia aplicada a la resolución de nuestros problemas. Ello conlleva el desafío de conformar una matriz científica y tecnológica nacional, que refuta la tendencia liberal y reformista a reproducir las teorías y las agendas de investigación propias de EUA o de Europa. La Revolución Justicialista regionalizó la Universidad y promovió la apertura de carreras y la formulación de agendas de investigación tendientes a resolver los problemas nacionales y populares. La ciencia argentina consolidó proyectos de innovación tecnológica aplicados a la producción de autos, aviones, medicamentos o energía atómica. 
Las nuevas Universidades están aplicando las concepciones del nacionalismo universitario y las carreras que se abren no son mera copia o reproducción de tendencias occidentales (carreras tradicionales), sino que surgen a partir de la identificación de temas y problemas locales. La regionalización y nacionalización de la ciencia argentina, permite que el Estado impulse programas de becas a las carreras estratégicas y que financie líneas de investigación de áreas de vacancia. Desde el año 2003, el debate sobre la autonomía universitaria pasó a un segundo plano y actualmente las instituciones son pilares fundamentales de los programas nacionales de desarrollo, como es el caso de YPF o la Televisión Digital. Como resultado de la planificación nacional de la ciencia y de la tecnología, hoy nuestro país produce satélites, genera energía atómica, desarrolla contenidos educativos de calidad en la TV pública y nuestros investigadores acompañan los programas de desarrollo estratégico.


Si el nacionalismo popular universitario se impone definitivamente en nuestro país, la Argentina va a estar en condiciones de alcanzar la soberanía cultural y tecnológica, base de la independencia económica y de la industrialización. Sin soberanía científica y sin industrialización, la Argentina será dependiente políticamente, postergando toda posibilidad de bienestar social de nuestro pueblo.  

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