Guión: Veronica RANDI
Dirección: Geronimo QUEVEDO
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A continuación algunos datos históricos que contribuyen a la interpretación del tema.-
FORJA y la Universidad
Aritz Recalde, marzo 2015
(Cap V, 2.4 de "Intelectuales, peronismo y universidad")
“La Enseñanza Superior cumple entre nosotros la función
de resolver el problema económico de los hijos de la minorías y parte de las
clases medias y extraer, accidentalmente, algunos elementos calificados del
seno del pueblo para incorporarlos. Carece de finalidades sociales más amplias
y lógicamente, carece de finalidad nacional.”
(Jauretche, 2004: 132)
Las Agrupaciones forjistas
Según
Ciria y Sanguinetti: “FORJA estuvo
integrada, en su mayoría, por universitarios jóvenes.” (Ciria y Sanguinetti,
1983, T 1: 84) Sus activistas militaron la reforma y además fueron acérrimos
críticos del funcionamiento de la institución décadas posteriores a 1918. FORJA
fue una de las expresiones políticas y culturales argentinas que con mayor
claridad se referenció con la reforma universitaria del año 1918. (Hernández
Arregui, 2004: 224) En este sentido, en el Cuaderno 2 de FORJA Gabriel Del Mazo
estableció que:
“Así como el sufragio universal fue el instrumento
primero para la movilización política y el alumbramiento civil de la conciencia
nacional, Yrigoyen auspició desde el gobierno el gran movimiento, hoy
continental, de la Reforma Universitaria, que surgía aquí por obra de la
juventud con esa incorporación del pueblo a la vida nacional.” (Cuadernos de FORJA, 2012: 88)
Varios
de sus miembros, tales como Manzi, Jauretche, Dellepiane[1]
o Del Mazo desarrollaron una activa militancia en los espacios juveniles
universitarios. Incluso, Jauretche y Manzi se conocieron en la Facultad de
Derecho de la UBA. (Galasso, 2009 T II: 318) En esta época de activismo
universitario, Jauretche tomó contacto con Gabriel del Mazo. (Galasso, 2003:
110 y 126) En los tres casos, su militancia universitaria se alistó a favor del
reformismo. Su paso por la Universidad no estuvo exento de altercados políticos
y la intervención de la Facultad del año 1930 expulsó a más de setenta alumnos,
entre los que se encontraban Manzi y Jauretche. (Ciria y Sanguineti, 1983: 79)
El
investigador Juan Godoy (2014) realizó un relevamiento de volantes y documentos
históricos de la etapa y mencionó que la Agrupación Organización Universitaria
Forjista (OUF) abrió espacios en:
-UNLP:
sus dirigentes más reconocidos eran Miguel López Francés, Francisco Capelli y
René Orsi
-UBA:
entre sus activistas se destacan Carlos Maya y Mario Pascale, que logran
conducir el Centro de Estudiantes de Derecho y Ciencias Sociales; Tomás Luzzani
militó en Medicina y en Farmacia lo hizo Víctor Casabona
-Universidad
de Tucumán: condujo el espacio Celestino Gelsi
-Universidad
Nacional de Mendoza: participó el forjista Matos Hoyos
FORJA
impulsó la Unión Federalista Revolucionaria Argentina (UFRA) en la Universidad
Nacional de Córdoba, conducida por José Cafasso. (Godoy, 2014) Es bueno
destacar que el Abogado marplatense Francisco Capelli,[2]
alcanzó el cargo de Presidente de la Federación Universitaria Argentina en el
año 1939. (Godoy, 2014; Galasso, 2008: 256; García y Ríos, 2008: 2)
La complicidad universitaria
con el régimen
En
la opinión de los forjistas, la Universidad formó parte del sistema de poder y
consideraron que no se podían analizar sus funciones a partir de la mera
realidad interna de la institución. Para FORJA el problema universitario no
constituye: “Una parcialidad que pueda
enfocarse puramente como cuestión pedagógica, sino como elemento histórico, sin
duda sustancial, en la elaboración del destino argentino.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59) Ponían
en duda el funcionamiento de la institución ya que la consideraban distante del
“destino argentino.” La opinión traía
implícita una crítica a la concepción tradicional de la Universidad de la
época, que reivindicaba la autonomía de la institución en relación a las
políticas del Estado y a las luchas populares del contexto. Por el contrario,
desde el Manifiesto FORJA consideraba que la Universidad tenía que avanzar en
su “identificación con el país y su integración
con el pueblo.” El Manifiesto destacó que la Universidad había mantenido un
silencio cómplice con el contexto represivo inaugurado en el año 1930. En sus
palabras:
“Demasiado sabemos en qué medida es esta Universidad,
madre de las corrupciones, adoctrinamientos y complicidades que han llevado al
país a la situación presente de colonialismo económico y cultural. (…) En la
deliberada desviación de la inteligencia argentina y en la frustración de sus
mejores intentos, la Universidad ha tenido parte principal. Se ha desenvuelto
de espaldas al país, ajena a su drama y a la gestación de su destino. Costeada
y mantenida por el esfuerzo de todos los argentinos, movió a las sucesivas
promociones a buscar en el título profesional la satisfacción -cada día más
problemática- de la propia comodidad.” (A
3er M, N° 4, Documentos, p. 60)
La
crítica forjista incluyó una denuncia a:
-supuestos
de “corrupción” interna en la institución
-la
“complicidad” con los intereses corporativos
económicos y políticos
-una
falta de interés manifiesta por los temas de agenda popular
-la
ausencia de una libertad cultural interna que bloqueó las divergencias
ideológicas “frustrando” los
potenciales intentos de cambio.
El
resultante de esa tarea era un profesional liberal. En su concepción ideológica
los forjistas cuestionan que la matriz de pensamiento universitario apoyó el
libre comercio, el modelo agroexportador y un europeísmo cultural. Además,
consideraron que la Universidad agudizaba el egoísmo y el interés individual de
los alumnos y de los egresados y los distanciaba de un posible compromiso
social y colectivo. En la crítica forjista se hace manifiesta una ética del
intelectual comprometido que denuncia una Universidad que consideró,
despectivamente, como liberal y como extranjerizante. En su relato hay un
cuestionamiento a la falta de relación entre la institución y la agenda
pública, en una Universidad que es “Costeada
y mantenida por el esfuerzo de todos los argentinos.”
FORJA, la Universidad y la Revolución de 1943
El
Manifiesto que publicó A 3er M es del
año 1943 y dejó exteriorizado el apoyo dado por FORJA a la Revolución. Una de
las causales principales de las expectativas que generó el proceso tuvo que ver
con el hecho de que sus miembros denunciaron el fraude político de la década
anterior. El proyecto de país de la Década Infame que venía a terminar la Revolución,
se caracterizó por desplazar la economía de propiedad nacional hacia el
extranjero y profundizar la desigualdad social. En sus palabras, se trató de: “La expresión contemporánea del régimen
antinacional, y por consecuencia antipopular, fundado hace más de medio Siglo
para impedir la libre y espontánea formación de la personalidad argentina.”
(A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59)
Si
bien los forjistas apoyaron buena parte de las acciones de la Revolución,
vieron críticamente la intervención de las Universidades. A partir del año 1943,
varios nacionalistas ingresaron a la Universidad en carácter de interventores
como fueron los casos de Héctor Llambías (Filosofía y Letras de Mendoza), Tomás
Casares (UBA) o Jordán Bruno Genta (Litoral). Gustavo Martínez Zuviría (Hugo
Wast) se desempeñó como Ministro de Justicia e Instrucción Pública y ese cargo
lo ocupó a su salida, Alberto Baldrich, quien también ocupó un lugar en la
gobernación de Bidegain de 1973. (Urriza, 2004: 62)
Los
activistas de FORJA no renegaron de la participación juvenil en la Universidad
que fue iniciada con la reforma de 1918. Ratificando sus convicciones en las
potencialidades de los jóvenes para refundar la Universidad, el Manifiesto de
FORJA fue terminante y sostuvo que:
“Temer al estudiante, es temer al país
(…) toda tentativa de eliminación del
estudiante en la dirección de la Universidad, favorecería la contrarrevolución
que viene sustentando, desde los más antiguo de nuestra historia, la fuerza de
oposición al pueblo, que son, en el gobierno de la Universidad como en el país,
los dóciles mandatarios del interés extranjero.” (A 3er M, N° 4, Documentos, pp. 67 y 65)
En
algunas situaciones, la intervención universitaria de 1943 suprimió la
actividad política de las Agrupaciones enfrentadas a la Revolución. Esta
cuestión separó a los forjistas del gobierno de 1943 al punto de que Jaurteche,
Oscar Mena y el delegado estudiantil Mario Pascale, fueron encarcelados durante
el gobierno del General Ramírez. El origen de la discordia es que publicaron el
texto “La falsa opción de los dos colonialismo”, donde cuestionaron la gestión represiva
del interventor Jordán Bruno Genta.[3]
(Hernández Arregui, 2004: 292-295)
Universidad y Estado
Para
FORJA el hecho de que la Universidad era financiada por el conjunto de la
sociedad, implicaba derechos y conllevaba obligaciones. Si el “esfuerzo” de los
argentinos era poco retribuido por la Universidad cogobernada, era necesario
buscar nuevos instrumentos de planificación pública y social de la institución.
Al hacer hincapié en esta condición originaria de financiamiento, se favorecía
un relato tendiente a la intervención del Estado representando a la voluntad
popular en la Universidad. Los forjistas no fueron los primeros, ni los
últimos, en exigir una mayor intervención del Estado y del resto de la sociedad
en la planificación universitaria. El tema que va a aparecer con una
centralidad evidente en A 3er M, se
discutió acaloradamente en el año 1946 y va a formar parte de la nueva
organización institucional promovida con las leyes de 1947 y de 1954.
Eduardo Wilde y la autonomía universitaria
Con
anterioridad al postulado de los forjistas, uno de los más lucidos expositores de
la doctrina que promueve la intervención del Estado en la planificación
universitaria, fue el Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno
de Julio A. Roca, Eduardo Wilde.[4]
El Ministro exteriorizó sus opiniones en el marco del debate de la Ley
universitaria sancionada en 1885.[5]
Wilde
mencionó que existe una tendencia generalizada a que las “corporaciones” (Universidades) ejecuten sus actos en base a los
intereses de sus propios miembros, desconociendo las funciones y los objetivos
establecidos en su creación. Sostuvo que las “corporaciones son muy irresponsables” y que actúan bajo la
sujeción de intereses particulares. (Debate Parlamentario, 1959: 102) Sobre
este presupuesto promovió una mayor regulación del Estado con la finalidad de que
permita direccionar las acciones y los recursos universitarios. Uno de los
aspectos al que aludió, fue el de la modalidad de designación de los docentes. Wilde
era contrario al sistema de Concursos y mencionó que dicha fórmula no era
garantía alguna de excelencia académica. Por el contrario, sostiene que “la garantía que se busca en el concurso es
una garantía falaz” que da lugar a que lleguen “nunca los más competentes, repito: son siempre los más audaces.”
(Debate Parlamentario, 1959: 103) Para sostener su argumento frente a los otros
legisladores, indicó dos aspectos:
A.
Estableció que originariamente la UBA copió el modelo de Francia y que desde
1852 ese país derogó los Concursos para nombrar profesores titulares. Sostuvo
que durante Napoleón existió la formalidad de los concursos,[6] pero que en la realidad el Emperador: “Hacía ver a los miembros del Jurado para
que nombraran al candidato que él quería, es decir, Napoleón tenía
indirectamente el nombramiento de los catedráticos.” (Debate parlamentario,
1959: 122)
B.
Por otro lado, sostuvo que la “generalidad
de los jueces (jurados) es
incompetente”, ya que nació de un compromiso previo de los miembros del
jurado con el aspirante y “se presenta
con grandes formas, con gran aparato, una cosa que con unas palabras se
destruye, diciendo que ese nombramiento no es el de un jurado independiente,
que reúna las condiciones necesarias de competencia, sino un nombramiento
debido a un caucus, a un complot.” (Debate Parlamentario, 1959: 110 y 130)
Las
tendencias corporativas propias de la Universidad, contrastaban con un hecho
fundamental que habían mencionado los forjistas, que era la dependencia
presupuestaria de la institución. Sostuvo Wilde: “Nuestras Universidades no pueden vivir por sí solas: es un hecho. Viven
del poder público. (…) No tienen fondos propios. Por consiguiente, no se puede
todavía invocar su independencia.” (Debate Parlamentario 1959: 182) Queda
claro para el autor, que no hay autonomía universitaria posible con el resto
del Estado, sin antes alcanzar financiamiento propio.
Para
Wilde la Universidad era corporativa y tomaba sus decisiones atendiendo el
interés de sus propios miembros. ¿Cómo solucionar este problema? El autor
propone reorganizar las potestades de control del Estado, sobre el funcionamiento
de las Universidades.[7]
El Poder Ejecutivo nacional tenía que intervenir en la designación de los docentes[8]
atendiendo el hecho de que cumplía un mandato popular “que tiene la vista de la República sobre él.” (Debate Parlamentario, 1959: 129) En su
argumento, el Poder Ejecutivo y a diferencia de los universitarios, alcanzaba
su cargo por elección popular y rendía cuentas de sus acciones, cuestión que lo
conducía a ser más prudente al momento de sus actos.
En
el terreno financiero, el Estado nacional tenía que vigilar y poner límites[9]
a las Facultades: “Controlándolas en sus
ambiciones legítimas, pero quizás también exageradas.” (Debate
Parlamentario, 1959: 184) Wilde sostiene que el Estado nacional tiene el
monopolio de la emisión de títulos, cuestión que sumada a la erogación
financiera, consolidan una dependencia estrecha de la Universidad con el
Congreso y con el Poder Ejecutivo.
Los
forjistas compartían con Wilde la preocupación acerca de la separación que se
producía entre el conjunto de la sociedad y la Universidad. En sintonía con el ex
Ministro, van a insistir en que la institución educativa tenía que inscribirse
en un colectivo nacional o, como sostuvo años después Jauretche, había que: “Aproximar más la Universidad al país.”
(Jauretche, 2004: 139) El “país concreto”
como lo llamó Jauretche, se expresaba en programas de articulación política que
se proyectaban hacia el seno del Estado. Es por ello que sostuvo que uno de los
problemas fundamentales de la reforma del 1918, fue el hecho de: “Divorciarse de su base de sustentación
original. Que era la presencia del pueblo en el Estado.” (Jauretche, 2004:
132)
La Universidad y la
extranjerización de la economía
El
contexto de surgimiento del Manifiesto, se caracterizó por la aparición de oligopolios
económicos que se disputaban la apropiación de las principales actividades productivas
del país. FORJA se refirió especialmente al proceso de la extranjerización del Comercio
exterior, del transporte, del petróleo o de la industria.
El
Manifiesto mencionó que muchos de los docentes y funcionarios de la UBA promovieron
el desenvolvimiento de los oligopolios extranjeros. Una de las causas de esa
actitud, fue el hecho de que se beneficiaron con sus ganancias y obtuvieron
considerables prebendas. En sus palabras, la Universidad:
“Se encargó de preparar los expertos de
entrega, elaborando una mentalidad dócil a las desviaciones jurídicas en que se
sustenta la modalidad depredatoria de las leyes y contratos que enajenaron la
soberanía económica de la Nación, poniendo a disposición de monopolios y trust a
los alumnos que se destacaban en aptitudes técnicas para que fueran utilizados
en contra del pueblo argentino, y haciendo de su cátedra el puntal doctrinario
de todas las tesis del entreguismo.” (A
3er M, N° 4, Documentos, p. 61)
Como
resultado de sus prácticas: “Universidad,
Empresas y Política, se complementaban en una misma obra antinacional.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 60)
La
Universidad, por consiguiente, cumplía las siguientes funciones:
-capacitar
técnicamente a los intelectuales de la clase dominante, seleccionando los más
aptos para cumplir tareas en las empresas
-difundir
la ideología y los valores de la clase dominante
-educar
a un sector de la clase política
La Universidad y la “importación”
cultural
Los
miembros de FORJA cuestionaron la dinámica de funcionamiento de la UBA, por
considerar que la institución era incapaz de resolver las demandas nacionales. En
su punto de vista, la Universidad no formuló un pensamiento propio y original y
derivó en una institución importadora de técnicas carentes de soluciones:
“La enseñanza magistral, prestada de paso y
sin vocación alguna, convirtió a la Universidad en un enseñadero sin alma,
informada por doctrinas de encargo o de técnicas cuya aplicación no se
condicionaba a ninguna finalidad social (…) sus escasos intentos de otros tipos
de enseñanza, no pasaron nunca del trasplante de técnicas experimentales
carentes de soluciones auténticas en las cuales los problemas del país fueran
causa a estudiar y solución a proponer.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 61)
Esta
idea será retomada con los años por Arturo Jauretche quien manifestó: “La incapacidad para ver el mundo desde
nosotros mismos ha sido sistemáticamente cultivada en nuestro país.” (Jaurteche
2004: 108) En más de una oportunidad el autor se referirá al tema universitario,
insistiendo que la técnica puede ser universal, pero su aplicación es siempre
nacional. En su defecto, existió el peligro de confundir:
“Civilización con cultura” o “instrucción con
educación” y resultante de ello, se creyó erróneamente que “aprender la técnica
y practicarla era civilizarse, culturizarse, considerando los tres términos
como inseparables, lo que es incierto, como lo demostró Japón, que hizo suya la
técnica de la civilización europea asimilándola a sus formas culturales.
(También el Paraguay de los López lo intentó, y se lo “civilizó” a la fuerza
para impedirlo).” (Jaurteche, 2004: 101)
FORJA y la reforma
universitaria
“Enarbolamos la bandera de la Reforma Universitaria, cuyo
símbolo, hoy como en el 18, es el de una Universidad instrumento de cultura y
libertad para que nuestros pueblos se capaciten con el objeto de comprender la
gran lucha ani-imperialista para emancipar a Latinoamérica de sus opresores.” (Organización Universitaria de FORJA, Mayo de 1942)
Para
los miembros de FORJA, el deficiente funcionamiento de la institución educativa
se debió a la incapacidad de actualizar los postulados originarios del
reformismo. El artículo sostiene que la reforma universitaria había contribuido
a acercar la “preocupación política al
estudiante”, unificando el proceso de cambio interno de la institución con
los objetivos del “movimiento popular del
radicalismo.” Destacan que el movimiento había realizado aportes en la renovación
de la cultura universitaria, promoviendo una perspectiva latinoamericana frente
a la fuerte tradición académica de raíz europeísta. En sus palabras la reforma aportó:
“El sentido de la comunidad de los
americanos de un mismo origen, y cualquiera acción futura destinada a
restablecer el equilibrio de esa comunidad frente a las falsificaciones
imperialistas, tendrá que volver a su punto de partida.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 63)
Tal
cual adelantamos y pese a la importancia que tenían ambos aspectos, para FORJA la
Reforma del 18 fracasó en la posibilidad de cumplir gran parte de sus objetivos
originarios. La incapacidad de la institución para cambiar sus funciones se
vinculó con que el ímpetu renovador reformista había quedado limitado a algunos
estudiantes y profesores jóvenes y: “Su
falta de continuidad para arquitecturar las construcciones profundas que la
sacaran de lo meramente universitario y la pusieran en el rumbo de lo nacional,
determina que sus consecuencias hayan sido escasas.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 62)
Jauretche formuló una crítica acérrima a lo que consideró una
“desviación” del accionar docente y estudiantil. En su batería de sustantivos
peyorativos los incluyó en los motes de fubistas,
medio pelo, cipayos, cagatintas y
les atribuyó un comportamiento político elitista y extranjerizante. Resultado
de sus ideologías y prácticas, Jauretche les enrostró que apoyaron los Golpes
de Estado de 1930 y de 1955.
La nueva Universidad
argentina
“El humanismo no es entelequia o avalorio mental: es
aquí, que lo argentino, lo americano, en cuerpo y espíritu, no siga pereciendo
o padezca destierro de sí o de lo suyo.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 66)
El
diagnóstico de la función histórica de la Universidad que efectuaron era
negativo y es por eso que mencionaron: “Entendemos
urgente la remoción total de las actuales estructuras de la Universidad, como
medio para su identificación con el país y su integración con el pueblo.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59) Frente
al panorama mencionado anteriormente, la UBA tenía que ser refundada
modificando su misión en relación a los intereses del país y los de sus
habitantes. Se trataba para FORJA, de crear una “nueva Universidad.”
Para
FORJA la Universidad tenía que involucrarse en el debate sobre el proceso de
extranjerización de la economía. En su opinión, a la institución le cabía la
responsabilidad de ser defensora del patrimonio nacional, ya que:
“No vale invocar la autonomía de la Universidad
para salvar su dependencia de los extranjeros (…) la Universidad no es en sí un
fin, no lo es la preparación de sus alumnos, la perfección de sus profesores,
la excelencia de sus gabinetes; es sólo un medio cuya perfección se realiza
cuando la perfección de sus elementos se ha ordenado para la colectividad, cuya
síntesis es la Nación.” (A 3er M,
N 4, Documentos, pp. 65 - 66)
Los
miembros de FORJA propugnaban un modelo de hombre de ciencia estrechamente
relacionado a los problemas nacionales. Con este punto de vista tomaban
distancia de las concepciones académicas centradas en la defensa de la
autonomía de la institución: “La Universidad
debe dejar de ser una simple agrupación de escuelas, ajenas entre sí y ajenas a
la Nación.” (A 3er M, N° 4,
Documentos, p. 66) La nueva Universidad tenía que sustituir la enseñanza “verbalista”, promoviendo trabajo en
equipos y proyectos de educación experimental. Entre las acciones a
implementar, los redactores del Manifiesto impulsaron:
“Comisiones de estudio, ensayos de gabinete -que ya se
practican con todo éxito en algunas Universidades- anteproyectos, análisis,
estadísticas. Controles, investigaciones astronómicas y mineras, censos,
pericias, lucha contra las plagas, asistencia social, consejo y asesoramiento
técnico, recolección de material folklórico, preparación especial de artesanos
y obreros, enseñanza de adultos, y mejoramiento sanitario de medios en atraso,
creación de grupos artísticos y musicales, racionalización del deporte,
organización de vacaciones y turismo escolar y obrero, estudio sobre el terreno
de las formas jurídicas y su aplicación, difusión cultural, fichaje y
clasificación de bibliotecas y archivos, ordenamiento de materiales históricos,
etc. La Universidad
proyectada hacia todas las actividades – se acaba de señalar sólo algunas-,
viviendo en el medio argentino, recibiendo la influencia de su espíritu e
infundiéndole el suyo, proporcionaría por otra parte al país, con sus equipos
de estudio y trabajo, un medio de movilización de eficacia muy superior al que
puede darle una burocracia papelera y sin fe.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 68)
En
resumen, la opinión de FORJA estableció que:
-El movimiento reformista del año 1918 implicó un
proyecto universitario progresista, en tanto fomentó la participación de los
jóvenes en la política nacional y promovió los debates sobre la realidad de Latinoamérica.
-El
apoyo al Golpe de 1930 y su silencio frente a la Década Infame, demostraron que
el movimiento reformista fracasó al no alcanzar gran parte de sus objetivos
originarios. La Universidad había sido cómplice de la represión de la Dictadura
ejecutada contra el radicalismo en 1930
-La
Universidad era promotora de un proyecto académico que favoreció la
extranjerización de la economía y educó un modelo de profesional liberal e
individualista
-La
Universidad iba a ser renovada con la participación activa de los jóvenes.
Frente
a esta realidad impulsaron una “nueva Universidad” para superar las
limitaciones del modelo reformista. El desafío refundacional contempló reformas
en los contenidos de las Carreras y en los abordajes académicos. La institución
tenía que consolidar una ciencia estrechamente ligada a los problemas
argentinos, promoviendo marcos teóricos nacionales y antiimperialistas.
[1] Luis Dellepieane (1895 – 1951) se graduó en Medicina en la Universidad
de Córdoba y participó del movimiento reformista de 1918. Estuvo entre los
primeros integrantes de FORJA y se desvinculó del espacio en 1940. Desde la
UCR, se integró a la Unión Democrática y alcanzó el cargo de Diputado en 1946.
(Galasso, 2009 T III: 340)
[2] El Abogado
marplatense Francisco José Capelli (1916-1999) inició su militancia política en
el año 1936 en la Facultad de Derecho de la UNLP. Cercano a Gabriel Del Mazo,
condujo la Convergencia Juvenil Forjista, la Federación Universitaria de La
Plata y desde 1938, la Federación Universitaria Argentina. En el año 1945 fue
designado Secretario General de la Junta Nacional de FORJA. Ingresó al Peronismo
y ocupó algunas funciones durante la gestión del gobernador Mercante en la
Provincia de Buenos Aires. (García y Ríos, 2008: 2)
[3] Bruno Genta (1909-1974) era un
Filósofo de orientación católica que se desempeñó como escritor y
docente. Fue asesinado en el año 1974 por un comando paramilitar y al día de la
fecha, no se conocen los autores. (Berazza, 2005: 42, 43 y 321) Juan Gasparini
le atribuyó la autoría a Montoneros. (Gasparini, 2005: 77; Gasparini, 2006: 34)
[4] Eduardo Wilde (1844-1913) de padres argentinos, nació en Tupiza
Bolivia. Estudió en el Colegio de Concepción del Uruguay y luego obtuvo el título
de Médico de la UBA. Se desempeñó como docente de la Facultad de Medicina y en
la de Física y Ciencias Naturales de la UBA. Desarrolló una importante labor
periodística y produjo una importante obra con temas de Medicina, Sociología,
Filosofía o Derecho. (Wilde, 1960) Militó contra Bartolomé Mitre, con quién
entabló varios debates y se integró al Partido Autonomista Nacional. Alcanzó
durante la presidencia de Roca el cargo de Ministro de Justicia e Instrucción
Pública en 1882. (Hanon, 2013: 305; Galasso, 2011 T I: 579-585; Galasso, 2009 T
IV: 275-280) Fue uno de los promotores de la Ley educativa número 1420 de 1884,
cuestión que recibió una oposición frontal de la Iglesia católica y del
Vaticano. Estos sucesos derivaron en la expulsión del país de Monseñor Mattera
y la ruptura de relaciones con el Vaticano en 1885 por quince años. Fue Ministro
de Interior de Juárez Celman, cargo al cual renunció tras la revolución de 1890.
(Hanon, 2013 II: 275) Integró el Departamento de Higiene durante el segundo gobierno
de Roca. Abelardo Ramos recuperó una cita de Wilde que sostiene que: “Era necesario reformar creencias, instituir
el Socialismo, pero el Socialismo liberal, inteligente, ilustrado; reorganizar
la república; aun más: América, y hacer de toda ésta una gran Nación.”
(Ramos, 1974: 262 y 280; Hanon, 2013 T I y II)
[5] En el año 1881 por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional se formó una
Comisión para proyectar los Estatutos y el Plan de Estudios de la UBA. La
integraron Nicolás Avellaneda, Juan B. Alberdi, Vicente Quesada, D. de Peralta
y Eduardo Wilde. El proyecto de Estatuto se elevó al Congreso de La Nación,
quien no emitió pronunciamiento. Atendiendo la ausencia de normas, Nicolás Avellaneda
presentó el proyecto de Ley universitaria que regularía el funcionamiento de la
UBA y Córdoba. (Debates parlamentarios, 1959)
[6] Arturo Jauretche se refirió al manejo “político” de los Concursos. En
línea con el comentario de Wilde, el autor sostiene que detrás de la formalidad
se esconden relaciones de poder. Tras el Golpe de Estado de 1955 se intervinieron
las Universidades: “No sólo fueron
expulsados de la Universidad los profesores “flor de ceibo” [docentes etapa
1946-55] También se los prohibió
competir. No serían tan “flor de ceibo” como técnicos, por cuanto se los
excluyó de la participación en los concursos. ¿Se temía de su competencia?”
(Jauretche, 2004: 131)
[7] En el marco del debate de la Ley, Wilde resaltó que el Poder Ejecutivo
Nacional nombraba los docentes y que el Congreso nacional aprobaba los
Estatutos y los Planes de Estudio. El autor propuso que los Estatutos sean
elevados al Poder Ejecutivo (así fue redactada la Ley). La norma no mencionó la
intervención del Congreso en la aprobación de los Planes de Estudio.
[8] La Ley 1.597 de 1885 en su artículo 1.6.
sostuvo: “La Facultad respectiva votará una terna de candidatos que será pasada al
Consejo Superior, y si este la aprobase será elevada al Poder Ejecutivo quien
designará de ella el profesor que deba ocupar la Cátedra.”
[9] La Ley 1597 de 1887 en el artículo 1.3)
obligó a que los derechos universitarios tengan la “aprobación del Ministerio de Instrucción Pública.”