domingo, 20 de septiembre de 2015

Documental "FORJA y LA UNIVERSIDAD"


Guión:        Veronica RANDI
Dirección:   Geronimo QUEVEDO

 Lo podés ver en línea pulsando acá

A continuación algunos datos históricos que contribuyen a la interpretación del tema.-


FORJA y la Universidad
Aritz Recalde, marzo 2015 

“La Enseñanza Superior cumple entre nosotros la función de resolver el problema económico de los hijos de la minorías y parte de las clases medias y extraer, accidentalmente, algunos elementos calificados del seno del pueblo para incorporarlos. Carece de finalidades sociales más amplias y lógicamente, carece de finalidad nacional.” (Jauretche, 2004: 132)

Las Agrupaciones forjistas
Según Ciria y Sanguinetti: “FORJA estuvo integrada, en su mayoría, por universitarios jóvenes.” (Ciria y Sanguinetti, 1983, T 1: 84) Sus activistas militaron la reforma y además fueron acérrimos críticos del funcionamiento de la institución décadas posteriores a 1918. FORJA fue una de las expresiones políticas y culturales argentinas que con mayor claridad se referenció con la reforma universitaria del año 1918. (Hernández Arregui, 2004: 224) En este sentido, en el Cuaderno 2 de FORJA Gabriel Del Mazo estableció que:

“Así como el sufragio universal fue el instrumento primero para la movilización política y el alumbramiento civil de la conciencia nacional, Yrigoyen auspició desde el gobierno el gran movimiento, hoy continental, de la Reforma Universitaria, que surgía aquí por obra de la juventud con esa incorporación del pueblo a la vida nacional.” (Cuadernos de FORJA, 2012: 88)

Varios de sus miembros, tales como Manzi, Jauretche, Dellepiane[1] o Del Mazo desarrollaron una activa militancia en los espacios juveniles universitarios. Incluso, Jauretche y Manzi se conocieron en la Facultad de Derecho de la UBA. (Galasso, 2009 T II: 318) En esta época de activismo universitario, Jauretche tomó contacto con Gabriel del Mazo. (Galasso, 2003: 110 y 126) En los tres casos, su militancia universitaria se alistó a favor del reformismo. Su paso por la Universidad no estuvo exento de altercados políticos y la intervención de la Facultad del año 1930 expulsó a más de setenta alumnos, entre los que se encontraban Manzi y Jauretche. (Ciria y Sanguineti, 1983: 79)
El investigador Juan Godoy (2014) realizó un relevamiento de volantes y documentos históricos de la etapa y mencionó que la Agrupación Organización Universitaria Forjista (OUF) abrió espacios en:
-UNLP: sus dirigentes más reconocidos eran Miguel López Francés, Francisco Capelli y René Orsi
-UBA: entre sus activistas se destacan Carlos Maya y Mario Pascale, que logran conducir el Centro de Estudiantes de Derecho y Ciencias Sociales; Tomás Luzzani militó en Medicina y en Farmacia lo hizo Víctor Casabona
-Universidad de Tucumán: condujo el espacio Celestino Gelsi
-Universidad Nacional de Mendoza: participó el forjista Matos Hoyos

FORJA impulsó la Unión Federalista Revolucionaria Argentina (UFRA) en la Universidad Nacional de Córdoba, conducida por José Cafasso. (Godoy, 2014) Es bueno destacar que el Abogado marplatense Francisco Capelli,[2] alcanzó el cargo de Presidente de la Federación Universitaria Argentina en el año 1939. (Godoy, 2014; Galasso, 2008: 256; García y Ríos, 2008: 2)

La complicidad universitaria con el régimen
En la opinión de los forjistas, la Universidad formó parte del sistema de poder y consideraron que no se podían analizar sus funciones a partir de la mera realidad interna de la institución. Para FORJA el problema universitario no constituye: “Una parcialidad que pueda enfocarse puramente como cuestión pedagógica, sino como elemento histórico, sin duda sustancial, en la elaboración del destino argentino.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59) Ponían en duda el funcionamiento de la institución ya que la consideraban distante del “destino argentino.” La opinión traía implícita una crítica a la concepción tradicional de la Universidad de la época, que reivindicaba la autonomía de la institución en relación a las políticas del Estado y a las luchas populares del contexto. Por el contrario, desde el Manifiesto FORJA consideraba que la Universidad tenía que avanzar en su “identificación con el país y su integración con el pueblo.” El Manifiesto destacó que la Universidad había mantenido un silencio cómplice con el contexto represivo inaugurado en el año 1930. En sus palabras:

Demasiado sabemos en qué medida es esta Universidad, madre de las corrupciones, adoctrinamientos y complicidades que han llevado al país a la situación presente de colonialismo económico y cultural. (…) En la deliberada desviación de la inteligencia argentina y en la frustración de sus mejores intentos, la Universidad ha tenido parte principal. Se ha desenvuelto de espaldas al país, ajena a su drama y a la gestación de su destino. Costeada y mantenida por el esfuerzo de todos los argentinos, movió a las sucesivas promociones a buscar en el título profesional la satisfacción -cada día más problemática- de la propia comodidad.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 60)

La crítica forjista incluyó una denuncia a:
-supuestos de “corrupción” interna en la institución
-la “complicidad” con los intereses corporativos económicos y políticos
-una falta de interés manifiesta por los temas de agenda popular
-la ausencia de una libertad cultural interna que bloqueó las divergencias ideológicas “frustrando” los potenciales intentos de cambio.

El resultante de esa tarea era un profesional liberal. En su concepción ideológica los forjistas cuestionan que la matriz de pensamiento universitario apoyó el libre comercio, el modelo agroexportador y un europeísmo cultural. Además, consideraron que la Universidad agudizaba el egoísmo y el interés individual de los alumnos y de los egresados y los distanciaba de un posible compromiso social y colectivo. En la crítica forjista se hace manifiesta una ética del intelectual comprometido que denuncia una Universidad que consideró, despectivamente, como liberal y como extranjerizante. En su relato hay un cuestionamiento a la falta de relación entre la institución y la agenda pública, en una Universidad que es “Costeada y mantenida por el esfuerzo de todos los argentinos.”


FORJA, la Universidad y la Revolución de 1943

El Manifiesto que publicó A 3er M es del año 1943 y dejó exteriorizado el apoyo dado por FORJA a la Revolución. Una de las causales principales de las expectativas que generó el proceso tuvo que ver con el hecho de que sus miembros denunciaron el fraude político de la década anterior. El proyecto de país de la Década Infame que venía a terminar la Revolución, se caracterizó por desplazar la economía de propiedad nacional hacia el extranjero y profundizar la desigualdad social. En sus palabras, se trató de: “La expresión contemporánea del régimen antinacional, y por consecuencia antipopular, fundado hace más de medio Siglo para impedir la libre y espontánea formación de la personalidad argentina.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59)
Si bien los forjistas apoyaron buena parte de las acciones de la Revolución, vieron críticamente la intervención de las Universidades. A partir del año 1943, varios nacionalistas ingresaron a la Universidad en carácter de interventores como fueron los casos de Héctor Llambías (Filosofía y Letras de Mendoza), Tomás Casares (UBA) o Jordán Bruno Genta (Litoral). Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast) se desempeñó como Ministro de Justicia e Instrucción Pública y ese cargo lo ocupó a su salida, Alberto Baldrich, quien también ocupó un lugar en la gobernación de Bidegain de 1973. (Urriza, 2004: 62)
Los activistas de FORJA no renegaron de la participación juvenil en la Universidad que fue iniciada con la reforma de 1918. Ratificando sus convicciones en las potencialidades de los jóvenes para refundar la Universidad, el Manifiesto de FORJA fue terminante y sostuvo que:

Temer al estudiante, es temer al país (…) toda tentativa de eliminación del estudiante en la dirección de la Universidad, favorecería la contrarrevolución que viene sustentando, desde los más antiguo de nuestra historia, la fuerza de oposición al pueblo, que son, en el gobierno de la Universidad como en el país, los dóciles mandatarios del interés extranjero.” (A 3er M, N° 4, Documentos, pp. 67 y 65)

En algunas situaciones, la intervención universitaria de 1943 suprimió la actividad política de las Agrupaciones enfrentadas a la Revolución. Esta cuestión separó a los forjistas del gobierno de 1943 al punto de que Jaurteche, Oscar Mena y el delegado estudiantil Mario Pascale, fueron encarcelados durante el gobierno del General Ramírez. El origen de la discordia es que publicaron el texto “La falsa opción de los dos colonialismo”, donde cuestionaron la gestión represiva del interventor Jordán Bruno Genta.[3] (Hernández Arregui, 2004: 292-295)

Universidad y Estado
Para FORJA el hecho de que la Universidad era financiada por el conjunto de la sociedad, implicaba derechos y conllevaba obligaciones. Si el “esfuerzo” de los argentinos era poco retribuido por la Universidad cogobernada, era necesario buscar nuevos instrumentos de planificación pública y social de la institución. Al hacer hincapié en esta condición originaria de financiamiento, se favorecía un relato tendiente a la intervención del Estado representando a la voluntad popular en la Universidad. Los forjistas no fueron los primeros, ni los últimos, en exigir una mayor intervención del Estado y del resto de la sociedad en la planificación universitaria. El tema que va a aparecer con una centralidad evidente en A 3er M, se discutió acaloradamente en el año 1946 y va a formar parte de la nueva organización institucional promovida con las leyes de 1947 y de 1954.

Eduardo Wilde y la autonomía universitaria
Con anterioridad al postulado de los forjistas, uno de los más lucidos expositores de la doctrina que promueve la intervención del Estado en la planificación universitaria, fue el Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno de Julio A. Roca, Eduardo Wilde.[4] El Ministro exteriorizó sus opiniones en el marco del debate de la Ley universitaria sancionada en 1885.[5]
Wilde mencionó que existe una tendencia generalizada a que las “corporaciones” (Universidades) ejecuten sus actos en base a los intereses de sus propios miembros, desconociendo las funciones y los objetivos establecidos en su creación. Sostuvo que las “corporaciones son muy irresponsables” y que actúan bajo la sujeción de intereses particulares. (Debate Parlamentario, 1959: 102) Sobre este presupuesto promovió una mayor regulación del Estado con la finalidad de que permita direccionar las acciones y los recursos universitarios. Uno de los aspectos al que aludió, fue el de la modalidad de designación de los docentes. Wilde era contrario al sistema de Concursos y mencionó que dicha fórmula no era garantía alguna de excelencia académica. Por el contrario, sostiene que “la garantía que se busca en el concurso es una garantía falaz” que da lugar a que lleguen “nunca los más competentes, repito: son siempre los más audaces.” (Debate Parlamentario, 1959: 103) Para sostener su argumento frente a los otros legisladores, indicó dos aspectos:
A. Estableció que originariamente la UBA copió el modelo de Francia y que desde 1852 ese país derogó los Concursos para nombrar profesores titulares. Sostuvo que durante Napoleón existió la formalidad de los concursos,[6] pero que en la realidad el Emperador: “Hacía ver a los miembros del Jurado para que nombraran al candidato que él quería, es decir, Napoleón tenía indirectamente el nombramiento de los catedráticos.” (Debate parlamentario, 1959: 122)
B. Por otro lado, sostuvo que la “generalidad de los jueces (jurados) es incompetente”, ya que nació de un compromiso previo de los miembros del jurado con el aspirante y “se presenta con grandes formas, con gran aparato, una cosa que con unas palabras se destruye, diciendo que ese nombramiento no es el de un jurado independiente, que reúna las condiciones necesarias de competencia, sino un nombramiento debido a un caucus, a un complot.” (Debate Parlamentario, 1959: 110 y 130)
Las tendencias corporativas propias de la Universidad, contrastaban con un hecho fundamental que habían mencionado los forjistas, que era la dependencia presupuestaria de la institución. Sostuvo Wilde: “Nuestras Universidades no pueden vivir por sí solas: es un hecho. Viven del poder público. (…) No tienen fondos propios. Por consiguiente, no se puede todavía invocar su independencia.” (Debate Parlamentario 1959: 182) Queda claro para el autor, que no hay autonomía universitaria posible con el resto del Estado, sin antes alcanzar financiamiento propio.
Para Wilde la Universidad era corporativa y tomaba sus decisiones atendiendo el interés de sus propios miembros. ¿Cómo solucionar este problema? El autor propone reorganizar las potestades de control del Estado, sobre el funcionamiento de las Universidades.[7] El Poder Ejecutivo nacional tenía que intervenir en la designación de los docentes[8] atendiendo el hecho de que cumplía un mandato popular “que tiene la vista de la República sobre él.”  (Debate Parlamentario, 1959: 129) En su argumento, el Poder Ejecutivo y a diferencia de los universitarios, alcanzaba su cargo por elección popular y rendía cuentas de sus acciones, cuestión que lo conducía a ser más prudente al momento de sus actos.
En el terreno financiero, el Estado nacional tenía que vigilar y poner límites[9] a las Facultades: “Controlándolas en sus ambiciones legítimas, pero quizás también exageradas.” (Debate Parlamentario, 1959: 184) Wilde sostiene que el Estado nacional tiene el monopolio de la emisión de títulos, cuestión que sumada a la erogación financiera, consolidan una dependencia estrecha de la Universidad con el Congreso y con el Poder Ejecutivo.
Los forjistas compartían con Wilde la preocupación acerca de la separación que se producía entre el conjunto de la sociedad y la Universidad. En sintonía con el ex Ministro, van a insistir en que la institución educativa tenía que inscribirse en un colectivo nacional o, como sostuvo años después Jauretche, había que: “Aproximar más la Universidad al país.” (Jauretche, 2004: 139) El “país concreto” como lo llamó Jauretche, se expresaba en programas de articulación política que se proyectaban hacia el seno del Estado. Es por ello que sostuvo que uno de los problemas fundamentales de la reforma del 1918, fue el hecho de: “Divorciarse de su base de sustentación original. Que era la presencia del pueblo en el Estado.” (Jauretche, 2004: 132)

La Universidad y la extranjerización de la economía
El contexto de surgimiento del Manifiesto, se caracterizó por la aparición de oligopolios económicos que se disputaban la apropiación de las principales actividades productivas del país. FORJA se refirió especialmente al proceso de la extranjerización del Comercio exterior, del transporte, del petróleo o de la industria.
El Manifiesto mencionó que muchos de los docentes y funcionarios de la UBA promovieron el desenvolvimiento de los oligopolios extranjeros. Una de las causas de esa actitud, fue el hecho de que se beneficiaron con sus ganancias y obtuvieron considerables prebendas. En sus palabras, la Universidad:

Se encargó de preparar los expertos de entrega, elaborando una mentalidad dócil a las desviaciones jurídicas en que se sustenta la modalidad depredatoria de las leyes y contratos que enajenaron la soberanía económica de la Nación, poniendo a disposición de monopolios y trust a los alumnos que se destacaban en aptitudes técnicas para que fueran utilizados en contra del pueblo argentino, y haciendo de su cátedra el puntal doctrinario de todas las tesis del entreguismo.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 61)

Como resultado de sus prácticas: “Universidad, Empresas y Política, se complementaban en una misma obra antinacional.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 60)

La Universidad, por consiguiente, cumplía las siguientes funciones:
-capacitar técnicamente a los intelectuales de la clase dominante, seleccionando los más aptos para cumplir tareas en las empresas
-difundir la ideología y los valores de la clase dominante
-educar a un sector de la clase política

La Universidad y la “importación” cultural
Los miembros de FORJA cuestionaron la dinámica de funcionamiento de la UBA, por considerar que la institución era incapaz de resolver las demandas nacionales. En su punto de vista, la Universidad no formuló un pensamiento propio y original y derivó en una institución importadora de técnicas carentes de soluciones:

La enseñanza magistral, prestada de paso y sin vocación alguna, convirtió a la Universidad en un enseñadero sin alma, informada por doctrinas de encargo o de técnicas cuya aplicación no se condicionaba a ninguna finalidad social (…) sus escasos intentos de otros tipos de enseñanza, no pasaron nunca del trasplante de técnicas experimentales carentes de soluciones auténticas en las cuales los problemas del país fueran causa a estudiar y solución a proponer.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 61)

Esta idea será retomada con los años por Arturo Jauretche quien manifestó: “La incapacidad para ver el mundo desde nosotros mismos ha sido sistemáticamente cultivada en nuestro país.” (Jaurteche 2004: 108) En más de una oportunidad el autor se referirá al tema universitario, insistiendo que la técnica puede ser universal, pero su aplicación es siempre nacional. En su defecto, existió el peligro de confundir:

Civilización con cultura” o “instrucción con educación” y resultante de ello, se creyó erróneamente que “aprender la técnica y practicarla era civilizarse, culturizarse, considerando los tres términos como inseparables, lo que es incierto, como lo demostró Japón, que hizo suya la técnica de la civilización europea asimilándola a sus formas culturales. (También el Paraguay de los López lo intentó, y se lo “civilizó” a la fuerza para impedirlo).” (Jaurteche, 2004: 101)

FORJA y la reforma universitaria
“Enarbolamos la bandera de la Reforma Universitaria, cuyo símbolo, hoy como en el 18, es el de una Universidad instrumento de cultura y libertad para que nuestros pueblos se capaciten con el objeto de comprender la gran lucha ani-imperialista para emancipar a Latinoamérica de sus opresores.” (Organización Universitaria de FORJA, Mayo de 1942)

Para los miembros de FORJA, el deficiente funcionamiento de la institución educativa se debió a la incapacidad de actualizar los postulados originarios del reformismo. El artículo sostiene que la reforma universitaria había contribuido a acercar la “preocupación política al estudiante”, unificando el proceso de cambio interno de la institución con los objetivos del “movimiento popular del radicalismo.” Destacan que el movimiento había realizado aportes en la renovación de la cultura universitaria, promoviendo una perspectiva latinoamericana frente a la fuerte tradición académica de raíz europeísta. En sus palabras la reforma aportó: “El sentido de la comunidad de los americanos de un mismo origen, y cualquiera acción futura destinada a restablecer el equilibrio de esa comunidad frente a las falsificaciones imperialistas, tendrá que volver a su punto de partida.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 63)
Tal cual adelantamos y pese a la importancia que tenían ambos aspectos, para FORJA la Reforma del 18 fracasó en la posibilidad de cumplir gran parte de sus objetivos originarios. La incapacidad de la institución para cambiar sus funciones se vinculó con que el ímpetu renovador reformista había quedado limitado a algunos estudiantes y profesores jóvenes y: “Su falta de continuidad para arquitecturar las construcciones profundas que la sacaran de lo meramente universitario y la pusieran en el rumbo de lo nacional, determina que sus consecuencias hayan sido escasas.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 62)  Jauretche formuló una crítica acérrima a lo que consideró una “desviación” del accionar docente y estudiantil. En su batería de sustantivos peyorativos los incluyó en los motes de fubistas, medio pelo, cipayos, cagatintas y les atribuyó un comportamiento político elitista y extranjerizante. Resultado de sus ideologías y prácticas, Jauretche les enrostró que apoyaron los Golpes de Estado de 1930 y de 1955.

La nueva Universidad argentina
“El humanismo no es entelequia o avalorio mental: es aquí, que lo argentino, lo americano, en cuerpo y espíritu, no siga pereciendo o padezca destierro de sí o de lo suyo.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 66)

El diagnóstico de la función histórica de la Universidad que efectuaron era negativo y es por eso que mencionaron: “Entendemos urgente la remoción total de las actuales estructuras de la Universidad, como medio para su identificación con el país y su integración con el pueblo.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 59) Frente al panorama mencionado anteriormente, la UBA tenía que ser refundada modificando su misión en relación a los intereses del país y los de sus habitantes. Se trataba para FORJA, de crear una “nueva Universidad.”
Para FORJA la Universidad tenía que involucrarse en el debate sobre el proceso de extranjerización de la economía. En su opinión, a la institución le cabía la responsabilidad de ser defensora del patrimonio nacional, ya que:

No vale invocar la autonomía de la Universidad para salvar su dependencia de los extranjeros (…) la Universidad no es en sí un fin, no lo es la preparación de sus alumnos, la perfección de sus profesores, la excelencia de sus gabinetes; es sólo un medio cuya perfección se realiza cuando la perfección de sus elementos se ha ordenado para la colectividad, cuya síntesis es la Nación.” (A 3er M, N 4, Documentos, pp. 65 - 66)

Los miembros de FORJA propugnaban un modelo de hombre de ciencia estrechamente relacionado a los problemas nacionales. Con este punto de vista tomaban distancia de las concepciones académicas centradas en la defensa de la autonomía de la institución: “La Universidad debe dejar de ser una simple agrupación de escuelas, ajenas entre sí y ajenas a la Nación.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 66) La nueva Universidad tenía que sustituir la enseñanza “verbalista”, promoviendo trabajo en equipos y proyectos de educación experimental. Entre las acciones a implementar, los redactores del Manifiesto impulsaron:

“Comisiones de estudio, ensayos de gabinete -que ya se practican con todo éxito en algunas Universidades- anteproyectos, análisis, estadísticas. Controles, investigaciones astronómicas y mineras, censos, pericias, lucha contra las plagas, asistencia social, consejo y asesoramiento técnico, recolección de material folklórico, preparación especial de artesanos y obreros, enseñanza de adultos, y mejoramiento sanitario de medios en atraso, creación de grupos artísticos y musicales, racionalización del deporte, organización de vacaciones y turismo escolar y obrero, estudio sobre el terreno de las formas jurídicas y su aplicación, difusión cultural, fichaje y clasificación de bibliotecas y archivos, ordenamiento de materiales históricos, etc. La Universidad proyectada hacia todas las actividades – se acaba de señalar sólo algunas-, viviendo en el medio argentino, recibiendo la influencia de su espíritu e infundiéndole el suyo, proporcionaría por otra parte al país, con sus equipos de estudio y trabajo, un medio de movilización de eficacia muy superior al que puede darle una burocracia papelera y sin fe.” (A 3er M, N° 4, Documentos, p. 68)

En resumen, la opinión de FORJA estableció que:
-El  movimiento reformista del año 1918 implicó un proyecto universitario progresista, en tanto fomentó la participación de los jóvenes en la política nacional y promovió los debates sobre la realidad de Latinoamérica.
-El apoyo al Golpe de 1930 y su silencio frente a la Década Infame, demostraron que el movimiento reformista fracasó al no alcanzar gran parte de sus objetivos originarios. La Universidad había sido cómplice de la represión de la Dictadura ejecutada contra el radicalismo en 1930
-La Universidad era promotora de un proyecto académico que favoreció la extranjerización de la economía y educó un modelo de profesional liberal e individualista
-La Universidad iba a ser renovada con la participación activa de los jóvenes.

Frente a esta realidad impulsaron una “nueva Universidad” para superar las limitaciones del modelo reformista. El desafío refundacional contempló reformas en los contenidos de las Carreras y en los abordajes académicos. La institución tenía que consolidar una ciencia estrechamente ligada a los problemas argentinos, promoviendo marcos teóricos nacionales y antiimperialistas.  




[1] Luis Dellepieane (1895 – 1951) se graduó en Medicina en la Universidad de Córdoba y participó del movimiento reformista de 1918. Estuvo entre los primeros integrantes de FORJA y se desvinculó del espacio en 1940. Desde la UCR, se integró a la Unión Democrática y alcanzó el cargo de Diputado en 1946. (Galasso, 2009 T III: 340) 
[2] El Abogado marplatense Francisco José Capelli (1916-1999) inició su militancia política en el año 1936 en la Facultad de Derecho de la UNLP. Cercano a Gabriel Del Mazo, condujo la Convergencia Juvenil Forjista, la Federación Universitaria de La Plata y desde 1938, la Federación Universitaria Argentina. En el año 1945 fue designado Secretario General de la Junta Nacional de FORJA. Ingresó al Peronismo y ocupó algunas funciones durante la gestión del gobernador Mercante en la Provincia de Buenos Aires. (García y Ríos, 2008: 2)

[3] Bruno Genta (1909-1974) era un  Filósofo de orientación católica que se desempeñó como escritor y docente. Fue asesinado en el año 1974 por un comando paramilitar y al día de la fecha, no se conocen los autores. (Berazza, 2005: 42, 43 y 321) Juan Gasparini le atribuyó la autoría a Montoneros. (Gasparini, 2005: 77; Gasparini, 2006: 34)
[4] Eduardo Wilde (1844-1913) de padres argentinos, nació en Tupiza Bolivia. Estudió en el Colegio de Concepción del Uruguay y luego obtuvo el título de Médico de la UBA. Se desempeñó como docente de la Facultad de Medicina y en la de Física y Ciencias Naturales de la UBA. Desarrolló una importante labor periodística y produjo una importante obra con temas de Medicina, Sociología, Filosofía o Derecho. (Wilde, 1960) Militó contra Bartolomé Mitre, con quién entabló varios debates y se integró al Partido Autonomista Nacional. Alcanzó durante la presidencia de Roca el cargo de Ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1882. (Hanon, 2013: 305; Galasso, 2011 T I: 579-585; Galasso, 2009 T IV: 275-280) Fue uno de los promotores de la Ley educativa número 1420 de 1884, cuestión que recibió una oposición frontal de la Iglesia católica y del Vaticano. Estos sucesos derivaron en la expulsión del país de Monseñor Mattera y la ruptura de relaciones con el Vaticano en 1885 por quince años. Fue Ministro de Interior de Juárez Celman, cargo al cual renunció tras la revolución de 1890. (Hanon, 2013 II: 275) Integró el Departamento de Higiene durante el segundo gobierno de Roca. Abelardo Ramos recuperó una cita de Wilde que sostiene que: “Era necesario reformar creencias, instituir el Socialismo, pero el Socialismo liberal, inteligente, ilustrado; reorganizar la república; aun más: América, y hacer de toda ésta una gran Nación.” (Ramos, 1974: 262 y 280; Hanon, 2013 T I y II) 
[5] En el año 1881 por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional se formó una Comisión para proyectar los Estatutos y el Plan de Estudios de la UBA. La integraron Nicolás Avellaneda, Juan B. Alberdi, Vicente Quesada, D. de Peralta y Eduardo Wilde. El proyecto de Estatuto se elevó al Congreso de La Nación, quien no emitió pronunciamiento. Atendiendo la ausencia de normas, Nicolás Avellaneda presentó el proyecto de Ley universitaria que regularía el funcionamiento de la UBA y Córdoba. (Debates parlamentarios, 1959)
[6] Arturo Jauretche se refirió al manejo “político” de los Concursos. En línea con el comentario de Wilde, el autor sostiene que detrás de la formalidad se esconden relaciones de poder. Tras el Golpe de Estado de 1955 se intervinieron las Universidades: “No sólo fueron expulsados de la Universidad los profesores “flor de ceibo” [docentes etapa 1946-55] También se los prohibió competir. No serían tan “flor de ceibo” como técnicos, por cuanto se los excluyó de la participación en los concursos. ¿Se temía de su competencia?” (Jauretche, 2004: 131)
[7] En el marco del debate de la Ley, Wilde resaltó que el Poder Ejecutivo Nacional nombraba los docentes y que el Congreso nacional aprobaba los Estatutos y los Planes de Estudio. El autor propuso que los Estatutos sean elevados al Poder Ejecutivo (así fue redactada la Ley). La norma no mencionó la intervención del Congreso en la aprobación de los Planes de Estudio.  
[8] La Ley 1.597 de 1885 en su artículo 1.6. sostuvo: “La Facultad respectiva votará una terna de candidatos que será pasada al Consejo Superior, y si este la aprobase será elevada al Poder Ejecutivo quien designará de ella el profesor que deba ocupar la Cátedra.
[9] La Ley 1597 de 1887 en el artículo 1.3) obligó a que los derechos universitarios tengan la “aprobación del Ministerio de Instrucción Pública.”

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