Nerio Neirotti Buenos Aires, diciembre de 2015.
SEÑORA:
En pocas horas más usted no será ya la Presidenta de los Argentinos. Tomará su merecido
descanso después de ocho años de intenso trabajo al servicio de la Nación. Tal vez dure
apenas unos días y Ud. vuelva a su pasión militante.
En pocas horas tendremos en ejercicio de sus funciones a otro Presidente de los Argentinos
elegido por el voto popular en elecciones ejemplares (no quisiera imaginar de cuánto fraude
se estaría hablando a estas horas si el resultado hubiera sido al revés) y recibiendo el país
en paz y bienestar gracias a una gestión que no fue perfecta, pero de lo mejor que hemos
tenido en esta querida tierra.
Ud. y su esposo, que le antecedió en el ejercicio de la presidencia, recuperaron en nuestra
Patria el valor del trabajo, que dejó de ser mercancía transable en el mercado para volver a
ser efectivo instrumento de derecho público, y el valor de la producción antepuesta a la
timba financiera.
Ud. y su esposo pusieron de pie a los humildes de nuestro país y revirtieron la cultura del
descarte con la que se trataba a nuestros mayores, hicieron que los jóvenes no fueran sólo
el futuro sino también el presente de la Patria y los niños una responsabilidad inclaudicable
de toda la sociedad.
Ud. y su esposo recuperaron el valor de la educación, de la producción científica y
tecnológica y de la cultura; reservorios de ideas, creatividad e identidad; pilares del
crecimiento y la soberanía en la sociedad del conocimiento.
Ud. y su esposo recuperaron la dignidad nacional poniéndose de pie para frenar las
pretensiones injustas de quienes habían tomado bonos de una deuda de dudosa legitimidad
en condiciones usurarias y luego, en la peor etapa, las insolencias de los fondos buitres y la
maquinaria internacional que los ampara (amparo que jamás brindó a los acreedores de
quiebras y deudas de origen privado).
Ud. y su esposo volvieron la mirada nacional hacia la Patria Grande que quisieron construir
nuestros mayores San Martín y Bolívar.
Ud. y su esposo recuperaron la memoria y la defensa efectiva de nuestra soberanía sobre
las Islas Malvinas.
Ud. y su esposo impulsaron una política de derechos humanos que es modelo en el mundo,
haciendo efectivas las consignas de memoria, verdad y justicia.
Ud. y su esposo hicieron docencia en nuestro país en materia de defensa de la igualdad en
la diversidad.
Ud. y su esposo devolvieron al Estado el patrimonio de los argentinos y la capacidad de
controlar, ordenar y articular las relaciones sociales, políticas y económicas, quitándole ese
privilegio a las corporaciones de distinto tipo (mediáticas, financieras, militares,
eclesiásticas, etc.) que estaban acostumbradas a ser los pilares de las decisiones públicas.
Ud. y su esposo jamás se doblegaron ante los intereses privados, por eso fueron
permanente objeto de ataques desde el primero hasta el último día de gobierno. Pero
nunca actuaron solos sino que gobernaron con una sociedad cada vez más movilizada y
organizada que apoyó sus decisiones o dio origen a gran parte de las mismas.
Por no haber Ud. cedido ante los intereses corporativos, en los últimos años nos habíamos
acostumbrado a que se la sometiera a las formas más denigrantes del escrache
permanente, ya fuera subliminal o desembozado. No repetiré las palabras con las que se la
mencionó, las imágenes con que se la representó ni la tergiversación de sus mensajes. Tal
vez a mí y a muchos nos duelen, a esta altura, más que a Ud. misma, porque atentaron
contra la argentinidad.
Hubo prensa para todo, para decir lo que se quisiera, para cuestionar (sana función de los
medios de comunicación) y para proponer políticas contrarias; pero también para insultarla
y ridiculizarla al punto de perder reiteradamente el respeto por la figura presidencial. Ud.
soportó estoicamente las andanadas, con la frente alta, con fortaleza para resistir el dolor
y templanza para seguir adelante observando lo que era importante para el país.
¿Cómo se podría dudar de la libertad de prensa que gozamos durante estos años? No hace
falta siquiera detenerse a comparar con la dictadura militar sino sólo a pensar en la potente
fuerza de los medios hegemónicos victimizándose, machacando su permanente y
monocorde contrapunto opositor. Ha sido un hecho reiterado en nuestra historia que
cuando se afectan intereses poderosos para construir más democracia, hay quienes
vociferan república precisamente para avasallar la democracia.
¿Que Ud. hablaba mucho por la cadena oficial? ¿Qué los medios de comunicación oficial
tenían un discurso “oficial”? ¿Qué más cabía hacer cuando históricamente habíamos estado
acostumbrados a escuchar sólo una campana? Bueno era poder contar con dos para que
los ciudadanos pudiéramos construir nuestra opinión propia.
También Ud. y su esposo le devolvieron la independencia al Poder Judicial nombrando
jueces que no eran adictos a su gobierno. Si a alguien le cabe duda baste con recordar todas
las posiciones que se tomaron desde este poder en contra de decisiones originadas tanto
desde la Presidencia como desde el Congreso (no se trataba de otra Corte que la mismísima
que se había conformado durante el gobierno de Néstor Kirchner).
Ud. y su esposo contaron con mayorías legislativas que le dieron sustento popular a las
decisiones que se tomaron durante sus respectivos gobiernos, mayorías que fueron
elegidas en apoyo a su gestión y en defensa de los intereses de los argentinos,
especialmente de los trabajadores y de los humildes.
Ud. y su esposo devolvieron a la política su verdadero sentido de entrega y motivaron a la
juventud a vivir en compromiso y solidaridad con el otro, trascendiendo las barreras
individuales.
Ud. fue tratada de dictadora (¡ay! sólo ese insulto repetiré) siendo que gobernó con la
Constitución y las leyes, con la legalidad y la legitimidad que le confirió el voto popular y la
acción de gobierno apoyada por las mayorías. Por haber dado sustento a una democracia
cada vez más efectiva e igualitaria fueron usted y su esposo quienes realmente fortalecieron
la República.
Se retira Ud. con dignidad y señorío. Su gobierno finalizó con una convalidación de la gestión
poco habitual después de ocho años de ejercicio: la mitad menos 1,34% de los votos
positivos (el nuevo presidente fue electo por la mitad más 1,34%).
La admiro y la quiero, compartiendo sueños militantes, querida compañera.
La respeto en lo más profundo de mi argentinidad porque usted es una verdadera señora,
querida Presidenta.
Que Dios la guarde Señora, por usted y por nosotros los argentinos.
Nerio Neirotti
Buenos Aires, diciembre de 2015.
(Dado que esta carta es abierta, a aquellos que piensen algo o mucho distinto a lo que yo planteo aquí
les pido, de ser posible, un poco de paciencia y que esperen dos años antes de contestarme. Es bueno
proponerse ver el bosque en toda su amplitud y evitar que el árbol nos obstruya la mirada. La misma
paciencia intentaré yo y muchos que piensan como yo para esperar, no pasivamente, sino poniendo el
hombro por el país –desde la oposición, no quepa ninguna duda—, como argentino que piensa que
primero está la Patria más allá de las diferencias políticas, que el que tiene una posición política contraria
es un adversario y no un enemigo, y que debe ser respetado aunque alguna vez no haya sabido respetar,
porque así se construye la ciudadanía democrática).