La construcción de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas
Por Juan Godoy*
“ATLAS nació para lograr la
unidad de los pueblos latinoamericanos, luchando contra la explotación, la
miseria y el hambre que imperan en el Continente. ATLAS se basa en un auténtico
americanismo elaborado en base no a teorías ni abstracciones de gabinete, sino
de acuerdo con la realidad que viven hoy los pueblos del Continente. La entidad
quiere un americanismo ecuménico extraído del núcleo vivo de la situación
actual y para ello levanta una triple bandera de Justicia Social, Soberanía
Política e Independencia Económica”. (Declaración ATLAS)
“Allí donde se oiga un grito de
angustia, una voz que pide ayuda, allí está ATLAS porque ATLAS es carne y alma
de los pueblos de América Latina y porque está constituida por auténticos
trabajadores que saben del dolor y la miseria de nuestros pueblos ya que han
nacido de sus propias entrañas”. (Documento ATLAS)
“Consideramos que si América
Latina ha de integrarse como son los deseos de casi todos los dirigentes
populares, esto ha de comenzar a tener su base en la organización sindical que
es donde está el numen verdadero del pueblo. No olvidemos esto: el pueblo argentino
se unió también sobre la clase trabajadora. Pensamos que ese mismo experimento
que nos ha dado tanto éxito en la Argentina nos puede dar el mismo éxito en el
Continente”. (Juan
Perón)
En el
camino de la Patria Grande
El proceso de emancipación comenzado
por los patriotas del siglo XIX, a pesar de varios avances posteriores, todavía
se encuentra abierto, en tanto se logra la emancipación política, pero no la
económica, y ante la profundización en la dependencia económica con su
consecuencia en la cultura, aquella aparece también aparece disminuida: ¿qué
soberanía política se puede tener sin independencia económica? En este marco
entonces, como se ha dicho muchas veces, somos país semi-colonial, parte del
proyecto de una gran nación inconcluso. Así la emancipación política debe ser
profundizada a partir de la ruptura del orden dependiente, y es ahí donde los
trabajadores cumplen un papel central, en tanto único sector social dispuesto a
llevar los destinos de la Patria a su grandeza y emancipación definitiva.
El momento histórico que más se
avanzó sobre la ruptura de la dependencia en nuestro país fue, sin dudas, los
años de las tres gestiones de gobierno peronistas. Perón lleva a cabo una
revolución nacional y para ello se apoya fundamentalmente en los trabajadores.
Durante sus administraciones, éstos no solo obtienen un conjunto de derechos, y
el mejoramiento de sus condiciones de vida, sino que logran una presencia
política importante. Los trabajadores argentinos, varios nacidos de barriadas
humildes de nuestra patria, históricamente relegados a un plano marginal y de
subsistencia, no sólo logran mejorar sustancialmente sus condiciones de vida,
sino (y esto es sustancias) que también discuten los destinos de la nación[1].
Juan Perón tiene una conciencia
latinoamericana y piensa en la necesidad que para que Argentina siga avanzando
en su emancipación definitiva, debe retomar el proyecto de la Patria Grande:
“unidos o dominados”. La emancipación nacional es posible en el marco de la
continental. Desde sus gobiernos realiza muchas medidas en ese sentido, que no
viene a cuenta recapitular aquí, pues nuestra intención es centrarnos en la
política ligada al sindicalismo latinoamericano, el fomento y apoyo del líder
al mismo. Los trabajadores que el 17 de octubre del 45 demostraron la
maduración de la conciencia nacional y trocaron los destinos de la Patria,
también fueron cimentando una conciencia latinoamericana. Es que los pueblos se
vinculan más a la identidad latinoamericana que las clases altas, ajenadas a
Europa y/o Estados Unidos.
Situación
del sindicalismo a escala global en la posguerra
Al finalizar la segunda Guerra
Mundial Estados Unidos y la Unión Soviética emergen como potencias y la
geopolítica se expresa como el escenario de lucha. El mundo se “parte en dos”. Las
potencias comienzan a disputarse a los demás países desde los ámbitos más
diversos. De esta forma: si los norteamericanos hacen el Plan Marshall para la
reconstrucción de Europa Occidental, los soviéticos hacen lo propio con el
Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). En el plano militar, Estados Unidos
lanza la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la Unión
Soviética el Pacto de Varsovia. Se crea la Organización de Naciones Unidas (ONU),
donde algunos países con más iguales que otros en tanto un puñado tiene el
poder de veto, cristalizando la ficción de la igualdad entre las naciones. En
el aspecto económico Norteamérica lanza el Fondo Monetario Internacional (FMI),
y el Banco Mundial (BM), para lanzarse a conquistar vía el endeudamiento a los
países dependientes, y ajustar los lazos de dominación. En este marco de la
Guerra Fría, al “tener” que posicionarse los demás países del globo, en uno u
otro bando, limitaba seriamente las posibilidades de desarrollo autónomo, y se
limitaba las soberanías nacionales de los países del Tercer Mundo. No obstante,
no tardará en aparecer, y en esto el peronismo es señero (con su tercera
posición), el levantamiento de la bandera de los países del Tercer Mundo (la
conferencia de Conferencia de Bandung y el nacimiento de los Países no
alineados son hitos). (Taiana, 2014)
Por la importancia de los
trabajadores, el campo sindical era evidente que no podía quedar fuera de esta
división del mundo en dos zonas de influencia. En este sentido, el sindicalismo
mundial cristalizaba esta división. La situación se daba de la siguiente forma:
en febrero de 1945 se realiza una Conferencia Sindical Mundial en Londres,
donde participan más de cuarenta países, y tienen como finalidad crear una
internacional de organizaciones sindicales. En esta participan, entre las
principales, las centrales obreras de Gran Bretaña (TUC), soviética (CC.SS.),
francesa (CGT) y de los Estados Unidos participa el Congreso de Organizaciones
Industriales (CIO), pero no la Federación Americana del Trabajo (AFL). Al mes
siguiente se conforma la Federación Sindical Mundial (FSM), pero las
diferencias entre las centrales no tardan en hacerse presentes, y con el Plan Marshall
se terminan dividiendo. Se van de la FSM la CIO, la TUC y conjuntamente con la
AFL (que no había participado de la FSM), conforman la Confederación de Organizaciones
Sindicales Libres (CIOSL) en el año 1949. Así para los 50, aparecen dos grandes
centrales mundiales la FSM, bajo injerencia soviética, y la CIOSL, bajo la
norteamericana. En una publicación del ATLAS “Unidad para la liberación total de América Latina”, afirman al
respecto de las centrales internacionales “ningún
interés obrero las mueve. Ninguna preocupación por la suerte y condición de los
trabajadores en los pueblos oprimidos”. (ATLAS, 1953: 2)
LA CIOSL le va a otorgar mucha
importancia a su “lucha” contra el peronismo, a partir de “etiquetarlo” como
una dictadura nazi-fascista demagógica. Por eso en su primer congreso dice que
plantea la “solidaridad con los hermanos
en esos países que están embarcados en una lucha continua para frustrar las
actividades de las dictaduras”. (Cit. en Basualdo, s.f.: 6) Desde ya el
peronismo estaría (a pesar de ser electo democráticamente), entre estas últimas.
Más clara es la alusión del Comité Ejecutivo de la Federación Internacional de
Trabajadores de Transporte enrolado en la CIOSL, en un Congreso en Londres en
el año 51, donde sostienen que ““el
dictador Perón desarrolló una política sistemática que tenía como objetivo
transformar a las organizaciones sindicales
argentinas en instrumentos
gubernamentales para la esclavitud
de los trabajadores.
Su arma favorita
es la demagogia
y muchos trabajadores
argentinos cayeron en la trampa”. (Cit. en ibídem: 7) La CGT le contesta a Romualdi por intermedio de su
periódico en una nota de fines de 1951 bajo el título: “Romualdi quiere esclaviza a los trabajadores del Continente. Una
figura siniestra en América”, y dice en la misma que “los ataques de
la FAT (AFL)
y Romualdi a
la Argentina son sino los
ataques del imperialismo,
proferidos por boca de sus sirvientes. (…) Para atacar a Perón tendrán que
quemar una muralla de 16 millones de argentinos. Y con los argentinos a todos
los hombres libres de América.” (Cit. en Ibídem: 8) La preocupación norteamericana por los planes de
integración regional de Perón se ponen en evidencia. Norberto Galasso sostiene
que “en los documentos reservados del
Departamento de Estado norteamericano, del período 1952-54, se hace referencia
al peligro de la política sustentada por el gobierno peronista pues (y
cita) la tercera posición no es una
posición de neutralidad pasiva, ya que Perón busca agresivamente alinear a la
América Latina bajo su liderazgo”. (Galasso, 2006: 627)
[1] Véase un artículo anterior: Godoy, Juan. Perón y el lugar de los trabajadores (en el movimiento nacional). Revista
Zoom. Mayo de 2017. Disponible en: http://revistazoom.com.ar/peron-y-el-lugar-de-los-trabajadores/