lunes, 21 de octubre de 2019

Carlos Astrada: filosofía, peronismo y política

CUADERNO DE TRABAJO N° 23 DEL CENTRO DE ESTUDIOS JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI 

Dr. Gonzalo Pedano[i]

“El hombre singular sólo existe y cobra sentido dentro de la comunidad en la que ha nacido y a cuyo destino está ligado” (Carlos Astrada, 1949).


El presente artículo aborda la relación entre peronismo y filosofía a partir del análisis del pensamiento del filósofo argentino Carlos Astrada. En especial, rescata -desde una perspectiva política- dos obras del autor: Martín Fierro y el mito de los argentinos (1948) y El mito gaucho (1948), analizando el impulso de los estudios filosóficos en nuestro país, durante los dos primeros gobiernos peronistas (1945 – 1955). En estas obras, Astrada transitó el camino de pensar a la pampa y su extensión, denunciar el olvido de nuestro ser nacional y nuestra condición de hinterland colonizado, así como el desafío plenamente asumido de desarrollar una filosofía “nacional” de los hijos de fierro expresada –en ese entonces- en el peronismo naciente del cual, marxismo mediante, posteriormente se distanció.

Filosofía con tonada cordobesa
Hernández Arregui incluye en el prólogo a la segunda edición de “La formación de la conciencia nacional” (1970), una curiosa corrección:
“Sólo se han corregido palabras suprimiendo algunas pocas frases innecesarias, precisando ciertos conceptos o verificando la posición de autores, como el caso de Carlos Astrada, a quien en la primera edición se lo presentaba como enrolado en el nacionalismo católico, equivocación que el mismo Astrada me hizo notar en su momento. En esta reedición se salva este equívoco, pues Carlos Astrada, figura importante de la Reforma Universitaria de 1918, no ha pertenecido ni pertenece a las filas católicas” (HERNÁNDEZ ARREGUI, 2004, 14).

De la corrección de este equívoco tan cierta como honesta, quedó pendiente sin embargo las “filas” donde sí puede ser ubicado Astrada. Esto es, el lugar donde efectivamente las reflexiones de Astrada pudieran ser finalmente localizadas, al menos de manera tentativa y exploratoria. El propio Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora habla básicamente de dos momentos en el desarrollo del pensamiento del filósofo cordobés y de su oposición al positivismo liberal:
“El motor del pensamiento de Astrada, después de la fase existenciaria heideggeriana, ha sido la concepción dialéctica marxista; en el marco de la misma ha tratado de reconstruir la autenticidad de la libertad existencial, como libertad social y no sólo individual” (FERRATER MORA, 1999, 257).

Esta nueva definición colabora a complejizar las posibles corrientes filosóficas donde ubicar, al menos provisoriamente, a nuestro autor: no fue nacionalista católico, no fue positivista, adoptó el existencialismo en una primera etapa para después virar hacia el marxismo. Sin embargo, nada dice sobre lo que DAVID (2004) llama su “nacionalismo culturalista”, su estrecha vinculación con el peronismo y el fuerte proceso de desarrollo y crecimiento de los estudios filosóficos que impulsó.
Agregamos sólo algunos datos biográficos para determinar su procedencia y, en especial, su abierta participación durante la Reforma Universitaria en Córdoba. Astrada nació el 26 de febrero de 1894 en dicha provincia y cursó sus estudios secundarios en el histórico colegio Montserrat de la ciudad capital, dirigido por los jesuitas, del que egresó finalmente en el año 1912. Seis años después integró activamente el núcleo ideológico impulsor de la Reforma Universitaria de 1918, junto a otros referente como Deodoro Roca, Saúl Taborda y Antonio Navarro, siendo estudiante de la carrera de Derecho.
En noviembre de 1920 se trasladó a la ciudad de La Plata donde fue nombrado Profesor de Psicología en el Colegio Nacional en ese entonces dirigido por el propio Saúl Taborda. En 1927 viajó a Alemania con una beca de estudios gracias a la cual asistió a las clases de Max Scheler, Edmund Husserl y el propio Martin Heiddegger, profundizando su formación en la filosofía de los valores, la fenomenología, el existencialismo y, en general, en toda la filosofía alemana.
Retornó a Argentina en el año 1931 y a su Córdoba natal. Concursó una cátedra en la Universidad Nacional de Córdoba y habiendo obtenido el mismo puntaje que Nimio de Anquin, Astrada fue recusado por el jurado. La polémica generada en torno a este episodio, impulsó a Astrada a cambiar de provincia, trasladándose a Rosario en 1932 donde obtuvo por concurso el cargo de Director de Cursos y Conferencias del Instituto Social de la Universidad del Litoral.
En 1935 es nombrado profesor adjunto de la Cátedra de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1937 se estableció con su familia en Buenos Aires e inició su actividad como docente de la cátedra de Ética de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata.
Según sostiene David:
“Aquel mismo año de 1939, precisamente, sucederá un hecho en apariencia nimio, al que sólo más tarde dará importancia: en una recepción conoce accidentalmente a un joven coronel llamado Juan Domingo Perón, con quien lo ligarán sutiles lazos en un futuro no muy lejano” (DAVID, 2004, 125).
Ya no volverá más a su Córdoba natal, por lo menos hasta 1955 -cuando dictó su conferencia Leopoldo Lugones y su valoración de lo argentino-, explicada esta larga ausencia –al menos en parte- por la preminencia de la escolástica neotomista en esa casa de estudios, esa corriente filosófica contra la que entabló ardorosas polémicas

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[i] Licenciado en Filosofía, Doctor en Ciencias Antropológicas, docente. Colaboración especial para el Centro de Estudios Hernández Arregui, 18-10-2019.

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