Reflexiones en
torno a los Apuntes de historia militar.
Por Juan Godoy
“Tengamos un ejército apropiado a nuestras
fuerzas y de un número suficiente para enfrentarse a nuestros enemigos;
eduquemos a nuestro pueblo en el más puro amor a la Patria; preparemos
conscientemente a nuestros comandos; organicemos y preparemos apropiadamente
las fuerzas vivas de la nación; preparemos políticamente las mejores
coaliciones para entrar a la guerra y habremos elaborado el germen de la
victoria”. (Perón, Apuntes de
Historia Militar)
Los
tres mil muertos que dejan las batallas de Puente Alsina y Los Corrales, sellan
la derrota del ejército mitrista
desprestigiado en el interior provinciano por la infame Guerra contra el
Paraguay, y derrotado seis años antes en la batalla de Santa Rosa, al mismo
tiempo que culminan la guerra civil a partir de la federalización de Buenos
Aires, el puerto y el reparto de la renta de la aduana. La política nacional
prima sobre la de facción. Esta base y la destrucción de la “vieja sociedad” Argentina le dan una nueva configuración al
ejército, y le permite a Julio A. Roca ir cimentando lo que será la sanción
en su segundo gobierno de la ley que establece el servicio militar obligatorio,
conocida como Ley Ricchieri (1901), que
al mismo tiempo moderniza las Fuerzas Armadas, y dará fruto a una generación
militar que piensa en términos nacionales[1].
Esta
generación tiene su raíz en la tradición que viene de las entrañas de la
Patria, con el nacimiento anti-colonialista de nuestro ejército para rechazar
las invasiones británicas al Río de la Plata, la conformación del ejército
sanmartiniano conformado para la emancipación continental, su reaparición como
ejército nacional en los años de Juan
Manuel de Rosas, la expresión de varios caudillos populares, en la derrota
electoral del mitrismo del 68, son algunas de sus expresiones.
En
este caso, nos referimos específicamente a la generación que Carlos Piñeiro
Iñíguez denomina como “intelectuales
militares”, refiriéndose a los pensadores militares que escriben y
reflexionan sobre diversos aspectos de nuestro país. Esa generación, si bien
tiene antecedentes, aparece fuerte en la década del 20, más profundamente aún
en los 30 y comienzos de los 40, y va a tener su expresión política en el
peronismo. Son varios sus integrantes, entre los cuales podemos nombrar a
algunos de los que influencian en su formación a Perón: Juan Lucio Cernadas
(quien lo introduce en el estudio de Clausewitz, Von der Goltz y el Mariscal
Foch, que justamente son el núcleo de los Apuntes),
Bartolomé Descalzo, y José María Sarobe, o bien otros exponentes como Enrique
Mosconi, Jorge Giovaneli, Manuel Savio, Franklin Reyes, Juan I. San Martín,
Jorge Crespo, Raúl Barrera, Luis E. Vicat, Bartolomé de la Colina, Ricardo
Marambio, etc. La Primera Guerra Mundial, el libro de Von der Goltz (La nación
en armas), la crisis del 30 y la década infame, entre otras cuestiones, marcan
fuertemente a esta generación.
Juan Perón es el mejor
representante de esta generación de “intelectuales
militares”, más aún porque a partir de este
desarrollo intelectual que comienza en esta época logra constituir el gran
movimiento nacional de nuestro país y llevar a cabo una Revolución Nacional. Perón
había comenzado a estudiar en la Escuela Superior de Guerra en el año 1926,
tiempo después (como sucedía en varios casos), pasa a desempeñarse como docente
de la misma. Estudia profundamente la cuestión de la guerra, y en poco tiempo
se vuelve un especialista y referente en torno a esta temática general, como
asimismo en torno a la Primera Guerra Mundial. Es en el marco de estas clases
que diseña y escribe Apuntes de historia
militar[2], pensado
para los jóvenes oficiales, rompiendo piensa Perón el “falso concepto” que
estos no deben penetrar los estudios estratégicos, siendo que más bien debieran
comenzar con la profesión misma. Este escrito, profundiza su prestigio como
“intelectual militar”, y le granjea más difusión y lectores fuera de la Escuela
de Guerra.
Nos
queremos detener, muy brevemente, en la cuestión mencionada de “la nación en armas” (Von der Goltz),[3]
ya que a partir de ésta el ejército es “hoy
más que nunca el reflejo del pueblo que lo produce”. (Apuntes) Pero no sólo eso, sino que esta noción lleva a pensar la defensa nacional en términos integrales,
apareciendo así además de lo meramente militar, lo económico, lo moral, social,
la salud, la educación, etc. El soldado tiene que estar en buenas condiciones,
y convencido de defender lo que considera propio (el sentimiento de deber
individual y colectivo). No hay preponderancia de lo material sobre lo moral o
viceversa, eso varía a lo largo del tiempo, no siendo “un factor determinado el que asegura el éxito en la guerra, sino un
cúmulo de ellos que concurrentemente trabajan y acumulan circunstancias
favorables, elaborando lentamente la victoria”. (Apuntes)
Se
considera la necesidad de Fuerzas Armadas equipadas, al mismo tiempo que una
legislación social importante, el frente externo no puede llevar a descuidar el
interno. La paz deber ser el momento de definición y preparación para la
guerra. La defensa nacional involucra no solo a los militares sino a toda la
comunidad nacional que debe estar comprometida con la misma. Deviene así la
necesidad del control sobre los resortes de la economía y la necesidad del
impulso industrial.
Sabemos
que los Apuntes son la base del más
conocido y difundido Conducción Política,[4]
lo que resulta interesante, pues Perón trastoca ciertas lógicas para el pasaje
de la “lógica militar” a la “lógica política”, así por ejemplo mientras que en
el ámbito castrense conducir es “mandar”, en la política es “persuadir”, en lo
militar se ordena (y se cumple –obedece-), en lo político se dan explicaciones,
muestra caminos, ejemplos (y se da libertad de acción política). No obstante,
hay varios vocablos que aparecen en el libro del 32 que luego se incorporan al
ideario político peronista como doctrina, comando superior, comando
estratégico, comando táctico, organización, etc.
Nos
interesa destacar también que en los Apuntes
si bien Perón estudia profundamente ideas y experiencias ajenas, las mismas
son incorporadas según la realidad nacional. No hay rechazo a las ideas
extranjeras per se sino a su
incorporación en forma acrítica. Es decir, Perón adapta las ideas y
experiencias a la realidad local, no las incorpora como absolutos sino en lo
que pueden contribuir al desarrollo de un pensamiento propio. La doctrina (de
guerra) es “esencialmente nacional y
diferente en cada caso”. (Apuntes)
Asimismo, si la enseñanza es solo teoría es en vano, tiene que llegar a la
aplicación de esos principios. La idea sirve en tanto resolución a las
problemáticas nacionales.
En
este sentido hay dos ejes fundamentales que aparecen en el trabajo de Perón:
nutrirse la propia historia y tradiciones, y estudiar la realidad del país.
Afirma Perón: “descartadas las formas
absolutas (…), ya sea el estudio positivista de una teoría científica que
descartaba el elemento vivo de la guerra o una enseñanza vivida de la misma,
llegamos la necesidad de crear. (…) Es necesario crear apoyado en los hechos
mismos. Es necesario ir entonces a los hechos recurriendo a la historia
militar”. (Apuntes) A partir de
estos dos núcleos: el estudio de nuestro pasado y tradiciones, y del partir de
la realidad más que de la idea, se vertebra la creación de un pensamiento
original que tiene expresión plena en los años del peronismo. Resulta
emblemático en este sentido el rescate
de San Martín a quien considera que fue para su ejército: maestro y
conductor, y que armó un ejército “de la
nada”, siendo que “la aplicación de
sus recursos políticos, económicos, financieros, industriales, en el servicio
del estado mayor, representan hoy un ejemplo a imitar. Sus planes de operaciones
puede servir de modelo al ejército más moderno de nuestra época” (Apuntes)
La
experiencia militar, el estudio del arte de la guerra y de los conductores
militares no estrecha la mirada de Perón, sino que logra magistralmente articularlo
y/o transformarlo y aplicarlo políticamente. No velamos que de larga data viene
la relación entre la guerra y la política, no se pretende presentarlas
enfrentadas aquí. Vale recordar que uno de los
núcleos de los Apuntes es Clausewitz,
de quien pensaba que había hecho por el arte de la conducción más que
muchos conductores juntos (enseñando a comprender la guerra), y su conocida
frase en tanto la guerra “es la
continuación de la política por otros medios”[5].
El
camino del estudio y reflexión sobre la cuestión militar, y su interés por la
defensa nacional y la noción de nación en armas que implica su abordaje en
términos integrales lleva a Perón a pensar la necesidad del control de la
estructura económica (lo que más tarde sintetiza como “hacer que el dinero
argentino se haga argentino”), la ruptura de la dependencia, y a planificar
estratégicamente una Argentina industrial, la Argentina potencia, donde la
resolución a la cuestión nacional también viene acompañada de la búsqueda de
soluciones a la cuestión social, las dos se implican mutuamente, y tendrán como
solución la comunidad organizada, la
presencia del pueblo a partir de las entidades intermedias, y fundamentalmente
a través de tres pilares: las Fuerzas Armadas, la iglesia y el pueblo
trabajador organizado constituido este último como columna vertebral de la
“nueva” Argentina Justa, Libre y Soberana.
Publicado originalmente en Agencia
Paco Urondo
Bibliografía
AA. VV.
(1945). Curso de cultura superior
universitaria. Cátedra de defensa nacional. La Plata: UNLP.
Galasso,
Norberto. (2006). Perón. Tomo 1.
Buenos Aires: Colihue.
Jauretche,
Arturo. (2008). Ejército y política.
Buenos Aires: Corregidor.
Perón, Juan
Domingo. (2016). Apuntes de Historia
Militar. Buenos Aires: Fabro.
Perón,
Juan Domingo. (2010). Conducción
política. Buenos Aires: Punto de Encuentro.
Piñeiro
Iñíguez, Carlos. (2010). Perón: la
construcción de un ideario. Buenos Aires: Siglo XXI-editora iberoamericana.
Ramos,
Jorge Abelardo. (1968). Ejército y
Semi-colonia. Buenos Aires: Sudestada.
Scenna,
Miguel Ángel. (1980). Los militares.
Buenos Aires: Editorial de Belgrano.
Terzaga,
Alfredo. (1976). Roca. De soldado federal
a Presidente de la República. Buenos Aires: Peña Lillo. Dos volúmenes.
Vázquez,
Pablo Adrián. (2016). Prólogo a Apuntes
de Historia Militar. Buenos Aires: Fabro.
Von Der Goltz, Colmar Baron. (1927). La nación en armas. Un libro sobre
organización de ejércitos y conducción de guerra en nuestros tiempos.
Buenos Aires: Bib. del Oficial.
[1] Claro que la línea mitrista, anti-nacional, pro-extranjera y
anti-popular (tradición que incluso viene de años atrás), continúa.
[2] La primera edición data del año 1932, y dos años más tarde se re-edita como parte de
la emblemática Biblioteca del Oficial.
[3] Esta noción en articulación con nuestro país está desarrollada por
Perón claramente en el famoso discurso de inauguración de la Cátedra de Defensa
Nacional del 10 de junio de 1944.
[4] Editado en 1952, un año después de la re-edición de los Apuntes, que se vuelve a re-editar
también en la tercera presidencia de Perón.
[5] En torno a otra idea de Clausewitz que reproduce Perón en torno al
“aniquilamiento del enemigo”, J.P. Feinmann ha realizado en La sangre derramada una disparatada
relación con la historia de los 70 que la réplica de Norberto Galasso primero y
luego de Piñeiro Iñíguez en los libros citados nos ahorra tener que hacer
referencia a la misma.