Por Juan Godoy
“(el paso de
Braden) por América Latina (…) ha dejado
huellas vejatorias por doquier. En Argentina, donde pretendió y aún pretende
neciamente desatar la guerra civil, enconando a unos sectores contra otros; en
Bolivia, donde la guerra del Chaco y la imagen de Villarroel chorrean sangre;
en Chile, donde las minas de cobre y los hogares presentan las imágenes de la
explotación, la injusticia, el atropello del dominio colonial de la Braden-Cooper;
en Colombia donde la riqueza del café ha sido desviada hacia los especuladores
de Nueva York, empobreciendo a los colombianos; en Cuba, donde se ha dañado sin
consideración la economía del azúcar, en obsequio a los comerciantes
representados por Braden”. (Carlos Montenegro)
Spruille Braden es un personaje conocido entre
nosotros por su acción como diplomático norteamericano y armador de la
oposición con los representantes del “viejo” país semi-colonial que se negaba a
morir en la emergencia de la figura del Coronel Perón y el peronismo como
movimiento nacional que marca la historia argentina hasta nuestros días. Por su
parte, Carlos Montenegro (1903-1953), es un personaje mayormente silenciado en
la historia de las ideas latinoamericanas[1].
Éste es uno de los máximos representantes de la generación que emerge de la
guerra del Chaco, y como tal del nacionalismo boliviano. Mariano Baptista
Gumucio afirma que sus ideas y acción política le valieron “la condenación de por vida –y aún más allá de la muerte- de los
gerentes de la cultura oficial boliviana, que le negaron condición de escritor
y aún de historiador, relegándolo al papel de periodista y agitador político”. (Gumucio,
1979: 20)
Por
su parte Augusto Céspedes considera que Montenegro (con su trabajo nacionalismo
y coloniaje), “descubrió al pueblo
boliviano, verdadero protagonista de la historia nacional sujeta a su impulso
incesante, siempre en pugna con la piel anti-nacional”. (Céspedes, 1975:
49) Y que su compatriota al que tempranamente se llevó la muerte, escribió en
ocasión justamente de su fallecimiento, que
el autor de “las inversiones extranjeras en América Latina” es “la inteligencia más aguda, cultivada y
multiforme que jamás haya producido Bolivia”. (Céspedes. Cit. En Gumucio, 1979:
24)
Nos interesa, en este breve
artículo, rescatar los aspectos nodales de la biografía que hace el boliviano
de Braden, para observar la figura del norteamericano más allá de su accionar
más conocido en nuestro país en el nacimiento del peronismo (que pensamos son
menos conocidos), pero también para comprender más profundamente la importancia
y magnitud de la derrota política que sufre a manos de Perón y del pueblo
argentino, al mismo tiempo abordar a Braden como una figura arquetípica los
personeros de las empresas transnacionales, y del imperialismo.
El texto de Montenegro, si bien está
fechado en 1948, resulta evidente que por los hechos que narra, luego de esa
fecha le agregó contenido hasta los años 50,[2]
y este fue incorporado por Gumucio en su reproducción. Anteriormente a esta
edición de Gumucio Montenegro había editado los 27 capítulos del esbozo
biográfico en Argentina. Carlos Piñeiro Iñíguez reseña que en 1948 Montenegro
escribe esta suerte de auto-biografía de Braden en la Revista Ahora[3]
estando exiliado en Buenos Aires. (Piñeiro, 2014)
La idea de Montenegro es recorrer la
vida de Braden, no como un anecdotario, sino como la posibilidad de buscar en
la narración y análisis de su vida, elementos que nos permitan comprender más
certeramente el personaje, su accionar y a partir de allí identificar lo
pernicioso no sólo de Braden, sino de estos sujetos para la política
latinoamericana.
De ahí que revise su vida desde su
nacimiento en Elkorn (Montana) en 1896, observando que este estado del noroeste
de Estados Unidos, está poblado de buscadores de oro y aventureros, con
características fuertes de violencia y delictivas, pasando tiempo más tarde a
un pueblo minero de Chile de características similares, así sus primeros años
de niño y juventud “en realidad, es una
escuela práctica de explotación y enriquecimiento. Nació al mundo desaforado
del ansia de oro (…) creció en el patronazgo, y la opresión de las minas de
cobre”.
La primera acción, aunque no pública ni resonante de
Braden es su posición como agente de las empresas imperialistas en nuestro
continente, “la verdadera actividad
profesional inseparable de Braden (…) es la de los negocios pingues e
inversiones lucrativas de Wall Street en América Latina”. Así, en 1921 es
que actúa por primera vez defendiendo los intereses de la Standard Oil en la
compra de tierras petroleras en Bolivia.
Supuestamente
ingeniero en minas y abogado, Braden hace su primera aparición resonante en el
marco de la Guerra del Chaco, conflicto fratricida impulsado por las petroleras
norteamericana y británica (donde los muertos se estiman entre 100 y 150 mil
paraguayos y bolivianos). Braden asiste, en calidad de delegado de los Estados
unidos a la Conferencia Panamericana de Montevideo que trataba la posibilidad
de un proceso de paz. No obstante este cargo, Braden es personero de la
norteamericana Standard Oil con fuerte presencia en Bolivia, y como tal “juega”
para que sean estos intereses los que triunfen. Incluso bloquea algunas alternativas
de paz, de modo que la Standard logre constituir un “estado libre” bajo un
fideicomiso de agentes ligados a Wall Street. Nuestro personaje era “fiel funcionario de Rockefeller y no del
país al cual representaba”. A la vez que sus funciones son de “pacificador aparente y provocador
encubierto”.
Una
vez que cumple su tarea a favor de la Standard y cuando la guerra va llegando a
su fin, se dirige a Colombia, donde se desempeña como Ministro Plenipotenciario
en Bogotá. En este país había un clima de crítica a los personajes ligados a
las empresas norteamericanas. Esto queda de manifiesto cuando el vil asesinato
de Eliécer Gaitán en las calles de la capital colombiana, y el
desencadenamiento del bogotazo, acerca del cual afirma Montenegro que la “convulsión popular como no hay memoria de
otra en Colombia, actuó resueltamente contra los delegados norteamericanos a la
asamblea interamericana que se realizaba entonces en Bogotá”.
En
Chile había aprovechado la explotación de los trabajadores del cobre, en Bolivia
realizado sus negocios en torno al petróleo en favor de la Standard Oil, en
Colombia lo hace con el café. Al igual que en los otros países “hubo transferencias de propiedades, ventas
obligadas por la amenaza de la persecución “democrática” y operaciones
dirigidas a copar esa riqueza nacional que fue, en efecto, controlada por los
intereses representados por Braden”.
Por
esos años, desde 1934 a 1936 Braden diseña un “nuevo negocio” que consiste en
la instalación en diferentes países del Caribe. “Negocio” que es “un proceso extraordinariamente simbólico de
las funciones de verdadero traga-monedas. Nadie ignora que este negocio reviste
en Estados Unidos caracteres de estafa, y ha sido perseguido por la justicia
como un fraude, habiendo sido sus explotadores enjuiciados como estafadores de
la buena fe del público”. En Colombia asimismo ensaya “las pruebas de laboratorio para sus posteriores acciones de fraude
inescrupuloso y brutalidad sanguinaria sobre algunos pueblos y gobiernos
latinoamericanos”. Instala una red de espionaje que vela por los intereses
comerciales de los monopolios de Wall Street.
En
1941 se produce la denuncia, con eco internacional, de un supuesto “putsch”
nazi en Bolivia. Lisa y llanamente un “invento” para desacreditar al nacionalismo
boliviano de la posguerra, donde “la
ortografía misma de la pieza era marcadamente inglesa”. Esa idea de un
grupo nazi en Bolivia sirve durante años a la intención de oponerse, debilitar
y cuando no derrocar a gobiernos populares en este país, y también en nuestro
continente. Cualquiera que se opone a los intereses de Wall Street es
calificado de nazi. Braden, como no podía ser de otra forma, está atrás de la
maniobra. Sostiene Montenegro que “el
infundio del putsch nazi de Bolivia es tanto como una muestra ejemplar de este
empleo de la diplomacia, el espionaje de guerra y el prestigio del Departamento
de Estado, por agentes de Wall Street y en servicio de los intereses privados”.
Específicamente en el caso boliviano hizo bajar abruptamente el precio de
los minerales “justamente” el país al que por entonces compra Estados Unidos.
Vale
recordar que Montenegro, que hacía un tiempo había estrechado lazos con jóvenes
oficiales que habían fundado RADEPA (Razón de Patria), y que en ese 1941
participa de la primera reunión que constituye el preludio de la fundación
formal (en 1942), del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), se
encuentra entre los acusados de ese falso “putsch nazi”, por el cual es
confinado en San Ignacio Velasco junto a Augusto Céspedes, Hernán Siles, entre
otros. (Piñeiro Iñìguez: 2014) Augusto Céspedes sostiene que “un “putsch nazi” de ocasión y con
propaganda gratis se ofrecía desde comienzos de 1941 a algunos gobiernos de
Latinoamérica. Rechazado en todas partes, lo aceptó el gobierno de Peñaranda”. (Céspedes
1975: 55)
Hacia
fines de 1941 nuestro personaje es nombrado como Embajador en Cuba. La idea del
norteamericano es que los asuntos de dicho país no son exclusivos de los
cubanos, así “intervino la economía del
azúcar, base de la vida cubana, presionando al país a reducir los precios de
exportación de este producto para el mercado de estados unidos”.
En
cuba, a su vez se manifiesta un rasgo del accionar de Braden central que es el
vínculo estrecho y amistad con el comunismo latinoamericano. En la isla del
caribe específicamente se relaciona con el Secretario Augusto Durán que había
actuado en el bando republicano en la guerra civil española. Afirma el pensador
boliviano que “la excelente disposición
de los líderes comunistas a hacer migas con el capitalismo y a pactar alianzas
con Wall Street, explica muy bien la asociación de Braden y Durán”. Más
adelante profundiza “los dirigentes
comunistas de varios países latinoamericanos están convertidos por él en
vulgares asalariados de las empresas norteamericanas y han abandonado a sus
ingenuos “camaradas” rojos, dedicándose a la política a estilo Braden, en que
debe fingirse una postura honorable, pero debe cobrarse mucho dinero para
realizar fechorías al servicio de los monopolios”.
Este
vínculo con los líderes comunistas nos explica y enmarca más certeramente la
próxima etapa en la vida de Braden en la Argentina y su amistad no solo con la
oligarquía argentina, sino también con el comunismo. En la Argentina se
manifiesta en el análisis de Montenegro “la
más vergonzosa, la más escandalosa, la más grosera y censurable de la diplomacia
norteamericana en América Latina”.
El
ahora representante diplomático de Estados Unidos en la Argentina hacía que la
prensa extranjera lo llamara el Virrey en la Argentina. Braden aparece como el
agente de la colonización económica y financiera bajo el disfraz de
diplomático. Lo que no calcula Braden en su arrogancia, soberbia y desfachatez
es que se cruzaría con un líder de la talla del Coronel Juan Perón (a su vez expresión
del sentir de los trabajadores de la Patria), que lo hacen morder el polvo de
la derrota. Por eso Montenegro nos dice que “Braden
fracasó como jamás ha fracasado político, diplomático, un hombre de negocio
alguno en América Latina, bajo la presión del sentimiento argentino (…) no se
entendía en las oficinas del Departamento de Estado que la conciencia popular
latinoamericana despertaba como una realidad social e histórica de nuestro
tiempo, y que los Braden y sus burdos trucos del nazismo, fascismo, comunismo,
democracia, legalidad, garantías humanas, cuatro libertades, carta del
Atlántico, etc. Eran insuficientes para sofocar esa conciencia”. El 17 de Octubre con el subsuelo de la Patria
sublevado a decir de Scalabrini Ortiz entierran sus pretensiones.
Montenegro
afirma que Braden incluso planifica como represalia un ataque sobre Buenos
Aires con una escuadra y unos bombardeos. Plan oculto pero que el mismo Braden “difundió entre sus asociados comunistas y
sus “queridos compañeros” latinoamericanos”. El norteamericano se lanza a
escribir el conocido folletín difamador con el nombre de “el libro azul”, el
pensador boliviano sostiene certeramente que “pasados los años, las sindicaciones de nazismo y fascismo sostenidas
en aquella publicación oficial norteamericana se muestran como lo que en aquel
momento eran: vulgares y ordinarias calumnias, groseros infundios, temerarias
audacias de la inescrupulosidad (de Braden)”.
El
conocido como Libro Azul lleva por título “Consultas
entre las repúblicas americanas sobre la situación de la Argentina”, tiene
como objetivo dice Norberto Galasso en su biografía sobre Perón, destruir el
prestigio del líder argentino acusándolo de nazi-fascista, de haber derrocado
democracias en nuestro continente, ayudado a los alemanes, etc. A su salida es
promocionado por la prensa norteamericana en primera plana como en el “New York
Times”, y se convierte en “bandera electoral” de la Unión Democrática. Diez
días más tarde de su aparición Perón lo refuta con el libro Azul y Blanco, “reivindicando así su carácter
reivindicativo de la soberanía ante la grosera injerencia externa”. (Galasso,
2006: 397)
No
es descabellado, y resulta probable, pensar que mucha de la información que
maneja Perón y el peronismo sobre el norteamericano en su enfrentamiento se la
debe a Carlos Montenegro, y/o que la publicación de la biografía por parte de
Montenegro sea en función (acordada o no), de la estrategia oficial de
oposición a la injerencia extranjera en virtud de erigir una Patria soberana. Recordemos
que Montenegro se exilia en Buenos Aires, y tiene vínculos con Perón y el
peronismo. Es más, Piñeiro Iñíguez (2014), sostiene que es probable que
algún/os de los discursos de Perón sean de la pluma del boliviano.
Tiempo
después nuestro personaje llega a “operar” por lo bajo al mismo Rockefeller,
sembrando sospechas sobre el personajes para ganar más poder, “con su intriga falaz, Braden mordió la mano
de quien le tenía hasta entonces a paga de la Standard Oil”.
El
último episodio que relata Montenegro en torno a Braden es su acción sobre
Bolivia. Este hecho condensa lo peor del norteamericano, sintetizando su
figura. La cuestión se vincula al cruel y deleznable derrocamiento del
Presidente nacionalista Gualberto Villarroel, gobierno en el cual Montenegro ocupa
el cargo de Ministro de Agricultura (y luego la Embajada de México)[4],
sobre el cual Braden manifestó sentirse “complacido
y orgulloso”. Los acontecimientos radican en la ligazón del norteamericano
con el jefe del comunismo boliviano, se trata de “la intervención de Wall Street a través de Braden, y de Braden a
través de los líderes comunistas que tenía bajo subsidio financiero”.
El derrocamiento es un acto de
manifestación de la barbarie de la rosca minera, y el intervencionismo
extranjero (en vinculaciones con la izquierda boliviana). Así, recordamos que
Villarroel fue colgado de un farol en la plaza pública. Montenegro afirma que
quienes le dieron muerte y lo colgaron del farol eran extranjeros que
fácilmente se escaparon entre la muchedumbre, mientras que “Braden debió evocar su ya lejana infancia en el salvaje rincón de
Montana al ver un hombre colgado de una cuerda, como aparecía el presidente
boliviano, en una imagen sangrante, evocadora de los asesinatos en los
paraderos de bandidos del Far West”.
La figura de Braden resulta un
arquetipo de los representantes del capital extranjero y del imperialismo en
América Latina, con su arrogancia, soberbia y atropello de nuestra soberanía.
Personajes que se esconden detrás de la máscara de los “buenos modales”, de la
“defensa de la democracia”, la “lucha contra los dictadores”, “por la
justicia”, etc. Pero en realidad eso es parte de lo que Scalabrini Ortiz llama
la política invisible que oculta el verdadero rostro del imperialismo que
pretende subordinarnos a sus designios e intereses. No obstante Braden es
derrotado políticamente por Perón y por la conciencia nacional de nuestro
pueblo. En este sentido Perón y el pueblo trabajador tuvieron claro que “sin liberación no habrá ni justicia social,
ni independencia económica, sin soberanía nacional, factores indispensables de
la grandeza nacional, y no saldremos nunca de nuestra triste condición de
“subdesarrollados”, en tanto seamos tributarios de la explotación
imperialista”. (Perón, 1968: 12)
Bibliografía
Galasso, Norberto. (2006). Perón: formación, ascenso y caída (1893-1955). Buenos Aires:
Colihue.
Solíz Rada, Andrés. (2013). La luz en el túnel. Las lides ideológicas de la izquierda nacional boliviana. Buenos Aires: Publicaciones del Sur.
Solíz Rada, Andrés. (2013). La luz en el túnel. Las lides ideológicas de la izquierda nacional boliviana. Buenos Aires: Publicaciones del Sur.
Godoy, Juan.
(2018) VOLVER ALAS FUENTES
Gumucio, Mariano Baptista. (1979). Montenegro: el desconocido. La Paz:
Última Hora.
Monenegro, Carlos. (“1948”). Spruille Braden. Reproducido en
Gumucio, Mariano Baptista. (1979). Montenegro:
el desconocido. La Paz: La última Hora.
Montenegro, Carlos. (1962). Las inversiones extranjeras en América Latina. Buenos Aires:
Coyoacán.
Perón, Juan Domingo. (1968). La hora de los pueblos. Madrid: Norte.
Piñeiro
Iñíguez, Carlos. (2004). Desde el corazón
de América. El pensamiento boliviano en el siglo XX. La Paz: Plural.
[1]
Tratamos la figura de
Montenegro en un apartado de Godoy, Juan. (2018). Volver a las fuentes. Buenos Aires: Punto de Encuentro. También se
aborda la figura del boliviano en Piñeiro Iñíguez, Carlos. (2004). Desde el corazón de América. El pensamiento
boliviano en el siglo XX. La Paz: Plural. Resaltamos también dos trabajos
de pensadores bolivianos como Solíz Rada, Andrés. (2013). La luz en el túnel. Las lides ideológicas de la izquierda nacional
boliviana. Buenos Aires: Publicaciones del Sur; y Gumucio, Mariano
Baptista. (1979). Montenegro: el
desconocido. La Paz: La última hora.
Por último, resaltamos que Jorge Abelardo Ramos editó con el sello Coyoacán:
Montenegro, Carlos. (1962). Las
inversiones extranjeras en América Latina. Buenos Aires: Coyoacán.
[2]
Todas las citas las
tomamos de la reproducción que hace Mariano Baptista Gumucio en su compilación
de textos de Montenegro, donde está el esbozo biográfico de Braden: Gumucio,
Mariano Baptista. (1979). Montenegro: el
desconocido. La Paz: La última hora.
[3]
Si bien Braden fallece en 1978, los apuntes biográficos de Montenegro sobre el
mismo terminan a principios de la década del 50, por la temprana muerte del
boliviano en 1953.
[4]
Carlos Piñeiro Iñìguez
(2014), sostiene que el departamento de estado (y el comunismo boliviano),
presionan al gobierno de Villarroel para que se desplace a Montenegro y a
Céspedes, lo que logran, y Montenegro pasa a revistar en la embajada mexicana.