Por Dionela Guidi y Juan Godoy
El pensamiento colonial tiene como uno de sus frutos predilectos a la desmalvinización que consiste básicamente en inmovilizar esa fibra profunda del pueblo argentino de amor hacia su tierra usurpada y las acciones políticas a tomar en consecuencia. Es el ocultamiento de la cuestión colonial del territorio ocupado desde 1833. Esta mirada de ocultamiento del colonialismo prevaleció en la inmensa mayoría de los instrumentos culturales como los medios de comunicación, el sistema educativo, o bien en la discusión política. El concepto fue acuñado, aunque iniciado tiempo antes, por el politólogo francés Alain Rouquié en marzo del 83. Al fin y al cabo la desmalvinización es la adopción del “punto de vista” inglés para abordar todo lo referido a nuestra gran causa nacional-latinoamericana: Malvinas.
En el día de ayer tuvimos una manifestación
cabal y profunda de la desmalvinización de parte de la Ministra de Mujeres,
Géneros y Diversidad: Gómez Alcorta, quien protagonizó un escandaloso suceso
publicado en su cuenta de Twitter. Allí hizo referencia a la reunión que
mantuvo con el Embajador británico Mark Kent con motivo de establecer
prioridades en torno a la coordinación de agendas comunes en materia de género
y diversidad. El hecho adquiere gravedad en tanto la Ministra se sienta a “coordinar
política”, y “establecer prioridades” con quien usurpa nuestro territorio, es
parte de la nación históricamente enemiga del pueblo argentino (al menos desde
el intento colonialista de 1806-07), que invadió en forma directa 5 veces
nuestro territorio, asesinó 649 compatriotas, cometió varios crímenes de
guerra, que hoy saquea nuestros recursos en el Atlántico Sur, y pretende
quedarse con nuestra sector soberano en el Continente Blanco, por nombrar solo
algunos de los atropellos.
Gómez
Alcorta también debiera estar atenta a lo que Scalabrini Ortíz enseñó hace más
de 80 años en torno a la política visible/invisible británica que es la que
mayormente practica el Embajador (el mismo que hace poco afirmó que Ramón
Carrillo era nazi). Recordemos que el autor de “política británica en el Río de
la Plata” expresa que el cauce visible de esta política constituye un accionar “impetuoso, apasionado, muy florecido de
grande palabras y bellas declaraciones”, mientras que el invisible es el “secreto, cauteloso, de connivencias
personales y pactos musitados más que dichos”. No sabemos cabalmente si el
ministerio cruza el límite entre una y otra.
Por
si esto fuera poco la Ministra, entendemos que a partir de la enorme repulsa y
rechazo que tuvo su accionar y publicación, esbozó una defensa que no puede
menos que dejarnos azorados. Ya que expresó que reivindicamos (suponemos el
Ministerio), “la necesidad de encontrar
una solución diplomática a la controversia”.
(Sic) Ni más ni menos que la adopción de la concepción británica, en tanto hace
referencia a una “controversia” y no a la situación colonial. Insólito (o más
grave aún), resulta que hace referencia a las resoluciones de la ONU, cuando
éstas establecen claramente que se trata de una situación colonial. Citamos parte de la muy conocida (que
constituye un hito y, como afirma Archibaldo Lanús, un gran logro de nuestro
país), Resolución 2065: “Considerando que
su resolución 1514 (XV), de 14 de diciembre de 1960, se inspiró en el anhelado
propósito de poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas,
en una de las cuales se encuadra el caso de las Islas Malvinas”. Vale
mencionar que la Resolución 1514 es la “declaración
sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”. La
Resolución 2065 fue ratificada en los mismos términos y sin modificación alguna
en 1973, 1976, 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1988.
Como
podemos observar llamar controversia a una ruptura de nuestra integridad
territorial, trae aparejada la igualación de la “víctima” (de una ocupación
colonial), con el “victimario” (colonialista). Es la equiparación de una
potencia que abusa y atropella la soberanía de una nación, con quien sufre el
atropello. Para que quede claro: ¿Quién se atrevería a llamar “controversia” a
una violación o un asesinato?
Recordamos
también que en la Primera Disposición Transitoria de nuestra Constitución
Nacional donde se ratifica la “legítima e
imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich
del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte
integrante del territorio nacional”, se establece que la recuperación de
dichos territorios y el ejercicio de la soberanía son “un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
Además,
la Ministra hace referencia a la continuidad de su política con la iniciada por
el gobierno de Mauricio Macri, mencionando la agenda de la gestión anterior.
Recordemos que el gobierno de la Alianza Cambiemos fue profundamente
entreguista, pro británico y desmalvinizador. Firmó el acuerdo Foradori-Duncan
que dejó de lado el reclamo soberano y se comprometió entre otras cosas a
“mejorar” y “facilitar” la situación del usurpador en las Islas.
Esta
doctrina se enmarca en la política desmalvinizadora que encontró su expresión
más acabada en los acuerdos de Madrid y Londres en 1990 refrendados por la
Cancillería a cargo de Domingo Cavallo. Julio González afirma que trajeron
“desocupación y hambre para los argentinos”.
Por
todo lo expuesto, urge reclamar a nuestro gobierno nacional tomar cartas en el
asunto ante la seriedad de la cuestión. Entendemos que la línea expresada por
el Presidente en su discurso inaugural del 10 de diciembre de 2019 exalta la
causa Malvinas como un asunto fundamental en la agenda de gobierno. Hubo
incluso en estos meses de “nuevo gobierno” alguna política distante al respecto
de la línea de dicho Ministerio como la sanción de dos leyes: la demarcación
del límite exterior de la plataforma continental argentina (política que viene
ligada a la presentación ante la Comisión del Mar y su posterior aprobación), y
la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a Malvinas (donde hay un
representante de los VGM). Es más, en simultáneo con la reunión y las
publicaciones de la Ministra, la Cancillería prohibió el paso por nuestro
espacio aéreo de un avión con destino a Malvinas (que había solicitado,
descaradamente, tratamiento especial). Resulta imperioso una política
congruente, y como establece nuestra Doctrina una unidad de concepción en torno
a la cuestión, para lograr la unidad de acción.
Consideramos
asimismo la necesidad de establecer una política clara y profunda en virtud de
la recuperación del territorio irredento, entre las que se ubica claramente la
política de dificultar la ocupación colonialista, no se puede “colaborar” con
el usurpador, en este sentido el incremento de los costos de ocupación, como la
latinoamericanización de nuestro reclamo soberano y la búsqueda de alianzas
estratégicas son algunas de las acciones nodales a seguir.
En
este punto, la disciplina del núcleo de gobierno en torno al colonialismo
británico no tiene que tener fisuras, ni brindar concesión alguna. Quien no
cumpla con esta tarea central no debe ocupar espacios en la estructura
gubernamental. Por último, en relación a esto último, observamos que resulta
también imperioso el establecimiento de una capacitación profunda, transversal
y obligatoria en todos los niveles del Estado Nacional, Provincial, y Municipal
en nuestra gran Causa Nacional-Latinoamericana: Malvinas. Sostiene Jorge
Abelardo Ramos que la descolonización “deberá
pasar por la cultura, la argentinización del Estado, la fusión con América
Latina, la eliminación de la oligarquía europeizante y la re-educación de la
alta clase media seudo-culta, no menos europeizante”.
