martes, 16 de septiembre de 2025

El “Manuel Fresco” de Aritz Recalde

 Manuel Fresco, un gobernador con mala prensa


Así como está el “Nietzsche” de Martin Heidegger o el “Foucault” de Gilles Deleuze, libros que resignifican la importancia de estos filósofos, en este caso nos detenemos en la figura de trascendencia histórica de Manuel Fresco y la presentación que hace de ella el Dr. Aritz Recalde[2],.en un libro de reciente edición, La obra pública de la gobernación bonaerense de Manuel Fresco (Recalde 2025), Como es de esperar, la valoración de la obra de un político tiene distintas versiones y el caso de Manuel Fresco no podría ser la excepción ya que, para algunos historiadores, es parte de una época caracterizada como “la década infame”, ubicada entre 1930 y 1943. Fresco fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre el 18 de febrero de 1936 y el 7 de marzo de 1940. Lo que se difunde de él es que tenía en su despacho, según distintas versiones, los bustos o cuadros de Hitler y Mussolini, que admiraba al presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt y que guiaba sus decisiones por la Encíclica Rerum Novarum de la Iglesia católica. Tal conjunción de influencias, de ser ciertas, evidencian la complejidad del personaje a la vez que las tensiones entre ideologías que, entre otras consecuencias, desencadenarían la Crisis de los años 30 a nivel internacional y ya finalizando la década, la declaración de la Segunda Guerra Mundial.

El libro de Recalde es el último de una larga lista de libros digitales dedicados a reflexionar sobre el Pensamiento Nacional y la particular situación política de nuestro país, trayendo a la memoria a personajes claves de la política argentina del Siglo XX. Entre los pertenecientes a la compleja década del ´30 rescata la figura de Manuel Fresco, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, que en 4 años dejó el testimonio de una obra pública fundacional de la organización territorial, como una parte importante para la recuperación de la crisis geopolítica de ese convulsionado periodo de entreguerras.

Manuel Antonio Justo Pastor Pascual Fresco, tal era su nombre completo, no fue militar, se recibió de médico de la UBA en 1914, el mismo año en que se recibió de médica Alicia Moreau de Justo. El dato no es menor para evaluar los intereses políticos del futuro gobernador ya que la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires contaba con profesores señeros como José Ingenieros, José María Ramos Mejía, Bernardo Houssay, Luis Agote, Angel Roffo, Alejandro Posadas, entre otros, consagrados a hacer accesibles los logros científicos para el beneficio de la salud pública y al mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad. En esa época, de auge del higienismo, el mejoramiento de la salud pública dependía de la construcción de puertos, redes ferroviarias, caminos y puentes, así como de la instalación de cloacas, cementerios, alumbrado público, mataderos municipales, establecimiento de colonias agrarias, viviendas dignas para los trabajadores, entre otros logros. Nuevas normativas acerca del cuidado de la Salud pública imponían al Estado la necesidad de construir la infraestructura necesaria para que se pudieran cumplir las Leyes. Para tomar un caso, la Ley provincial 4017/28  “Autoriza al Poder Ejecutivo para emitir «Bonos de Obras Públicas Municipales ».«Las obras públicas a que se refiere la presente ley, serán exclusivamente las destinadas a la construcción, reparación, adquisición o habilitación del edificio municipal o edificio para las delegaciones municipales, hospitales locales, mataderos, hornos crematorios, desagües, corralones de limpieza, campos de deportes, plazas de ejercicios físicos, parques públicos, usinas de electricidad, y terrenos para obras sanitarias» (Recalde, p.164). Para evaluar el impacto de estas obras en el mejoramiento de la salud, podemos detenernos en la instalación de mataderos en todas las localidades donde se expendiera carne animal para consumo humano, ya que la costumbre de la matanza de ganado para consumo humano, en pequeñas comunidades donde no llegaba la distribución desde grandes frigoríficos, se realizaba desollando al animal sobre la tierra o sobre una chapa, entre insectos y sin ningún cuidado higiénico por parte de los trabajadores, haciendo también peligrar la salud de ellos. Bastará recordar las escenas de El matadero de Esteban Echeverría para advertir la necesidad de construir locales especiales, con amplia disponibilidad de desinfectantes, agua y azulejos, equipado con máquinas que permitían la desinfección y aislamiento de la carne de agentes contaminantes, que era revisada por veterinarios y bromatólogos antes de ser llevada a la venta, todo ello a cargo del control municipal.  En 110 localidades de la Provincia de Buenos Aires, en 4 años de gobierno, Fresco concretó un plan de obras que resultan fundacionales para el funcionamiento del territorio hasta nuestros días. El libro de Aritz Recalde sistematiza esta presentación a partir de dividirla en 4 categorías:

I- obras de vialidad;

II- obras en aeródromos;

III- obras en municipalidades;

IV- obras de telégrafos y radiodifusión

V- puertos, dragados y obras sanitarias.

Como principal fuente de información, pero no la única, nos dice Recalde, recurrió a los 8 tomos de la recopilación que publicó en 1940, la gobernación de la Provincia de Buenos Aires bajo el título Cuatro Años de Gobierno. A partir de este plan de acción integral y conjunto, la Provincia de Buenos Aires quedó cuadriculada y mapeada hasta en los lugares más recónditos. Este plan de acción respondió, a nivel provincial, a la política de Estado asumida por Agustín P. Justo para todo el país y a la que Salvador Oria, director de Vialidad Nacional en 1938, llamó “Intervencionismo defensivo” (Recalde, p.12). cuando, bajo la inspiración del presidente de Estados Unidos, Roosevelt, el Estado argentino asumió la misión de invertir en obra pública para incrementar las fuentes de trabajo en momentos de crisis del capitalismo y planificó el modelo productivo para el desarrollo integral de la sociedad. El gasto del Gobierno Nacional en obras públicas aumentó del 9% del PBI en el año 1930, al 16,1% en 1943. El presidente Justo impulsó la ley 11.658/32 que creó la Dirección Nacional de Vialidad. Durante los ocho años de las presidencias de Justo y de Ortiz ocupó la conducción del Ministerio de Obras Manuel Alvarado, señala Recalde. Como dato de este inusitado despegue económico cita Recalde el caso de YPF que en 1935 registraba 34 estaciones de servicio en todo el país y dos años después aumentaron a 187.

En 23 rubros, se detalla el amplio espectro de obras públicas destinadas no solamente a fomentar el trabajo y la economía sino a modernizar y hacer efectivas las políticas de salud, educación, turismo, deporte, urbanización, entre otros logros de modernización y mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

1– Urbanización de balnearios de Necochea, Mar del Plata y Carhué;

2– Obras de Urbanización de Lujan y La Plata;

3– Fijación de médanos;

4– Explotación de Lagunas fiscales;

5– Sistematización y urbanización de costas y playas;

6– Barrio-Parques para obreros;

7– Avenidas y calles de acceso a la Capital federal;

8– Mercado de frutos del Delta del Paraná;

9– Administración General;

10– Obras hospitalarias;

11– Obras sanitarias;

12– Servicios Generales del Ministerio de Obras Públicas;

13– Obras Hidráulicas;

14– Mejoramiento de Comunicaciones en el Delta Paraná y servicios auxiliares;

15– Obras Ferroviarias;

16– Escuelas profesionales;

17– Construcción y ampliación de obras;

18– Balnearios, stadiums, paseos y aeródromos;

19– Fomento de plantaciones forestales y la agricultura;

20– Parques;

21– Monumentos y edificios históricos;

22– Asistencia social

23– Higiene pública. (Recalde 2025 pp.30-32).

 

Los ingenieros y arquitectos de Fresco

La obra de Fresco convocó, para su realización, a científicos y profesionales universitarios encargados de planificar primero y resolver después las obras involucradas en cada rubro. Un ítem a destacar en el libro de Recalde es la mención a los hermanos Bustillo, El ingeniero José María Bustillo y el arquitecto Alejandro Bustillo, ya que, al aporte de ambos a la construcción de obras públicas y edificios, el autor dedica un señalamiento detallado, acompañado de fotos que ilustran los datos aportados. Del mismo modo detalla la obra del otro arquitecto e ingeniero emblemático de la obra de Fresco, Francisco Salamone (1897-1959), un arquitecto e ingeniero italo-argentino, que construyó unas 90 obras públicas en distintos partidos de la Provincia de Buenos Aires. Esta obra estuvo instalada mayormente en pueblos que, en pocas décadas, dejaron de ser fortines de avanzada contra “la indiada” para transformarse en prósperas poblaciones de inmigrantes, comunicadas a través del tren, los caminos, el telégrafo y la radio con las grandes urbes. Estas construcciones de cemento, desconcertantes en el entorno en que fueron instaladas, asombran aún hoy por la monumentalidad, en comunidades que, hasta hace unas décadas atrás, renegaban de su presencia, entre otros motivos, por desafiar las convenciones y hasta por irritar a las autoridades locales. Tal es el caso del portal del cementerio de Saldungaray (foto Recalde, 2025, p.58) que muestra una rueda, una esfera donde se ubica una cruz fuera del centro y donde también en un punto algo descentrado de la cruz aparece la cabeza de Jesús dando la impresión de representar a un decapitado más que a un crucificado (Lazzari, 2022). La esfera se parece a la ruleta del casino, quizás en alusión al cercano Casino de Sierra de la Ventana (Di Fazio, 2022). Si alude a la ruleta de un casino, en este caso sería una ruleta que hace trampa ya que no ubica en el centro la cruz ni la cabeza, lo que indicaría que “el juego siempre es tramposo” (Lazzari, 2022). Así vemos que resulta completamente inapropiada para un cementerio público y de simbología cristiana la idea de una ruleta descentrada, como en la Lotería de Babilonia de Borges, que, por intervención de una suerte sin reglas, puede beneficiarnos o perjudicarnos en el reparto de la vida y la muerte. Podríamos pensar que, a tono con la época e inspirado en la frase de Borges “Soy de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de la realidad”, Salamone construyó en cemento esta idea, aunque es improbable que conociera entonces el cuento de Borges porque se publicó en 1941 cuando el portal ya estaba en pie desde 1938. De todos modos, podemos conjeturar que solamente un jugador, adiestrado en la toma de riesgos, templado en el ganar y perder, podría animarse a desafiar los cánones vigentes y crear estos monstruos de cemento que todavía están ahí, provocativos, para el escándalo y desconcierto de algunos vecinos y visitantes, así como para la admiración de otros. Otro caso es el palacio municipal de Rauch (Recalde, foto p.56) que tiene en el punto más alto del edificio un reloj que supera la altura de la cúpula de la iglesia, quizás indicando con este detalle que quien tiene la suprema misión de “dar la hora” es el Estado (La Nación, 2024). La elección de este arquitecto excéntrico y de fuerte impronta vanguardista, en lugar de otros que formaban parte de la elite de arquitectos de la “Patria contratista” de la época, muestra la audacia y libertad de criterio de Fresco al permitir el despliegue del genio creativo de Salamone, quien llevó a pueblos agrícolas de la provincia un diseño que lo distingue hoy en día como “el Gaudí de las pampas” (Lazzari, 2022). Sus construcciones son motivo de admiración y estudio por parte de la arquitectura y la ingeniería internacional y atrae la visita de profesionales de todo el mundo que viajan desde países como Japón, Alemania o Estados Unidos para tomar contacto personal con los cementerios, mataderos y edificios municipales que son verdaderas “joyas” del Modernismo, hoy en día, algunas, ubicadas en caminos laterales de tierra al quedar en desuso, como es el caso de varios mataderos. Otros arquitectos señalados por Recalde son Alberto Bogani y Francisco Marseillán con lo que completa la lista de destacados profesionales encargados de concretar los proyectos políticos en la totalidad del territorio bonaerense. 

¿Por qué dedicar esta investigación a la obra pública de Manuel Fresco?

El libro de Recalde tiene el estilo de un informe de investigación al presentar de manera documental, con bibliografía, imágenes y cuadros, los datos de la obra pública de Fresco, donde también detalla las normativas que permitieron estas construcciones. En la lectura no encontramos orientaciones para acceder a las motivaciones que lo llevaron a emprender esta compilación de datos. Afortunadamente encontramos en la web un reportaje radial publicado por la Radio de la UNLa (Recalde 1/4/2025), donde responde a la pregunta de ¿por qué dedicarse a estudiar la obra de Fresco? En principio, afirma Recalde, porque es parte de la Historia del territorio de mis padres, la Patria, donde vivo. Señala que desde hace años se dedica a la investigación de la historia de varios municipios y gobernaciones de esta provincia ya que es escaso el conocimiento que se tiene de la gobernabilidad del territorio bonaerense siendo la provincia más grande desde el punto de vista geográfico, de mayor densidad poblacional, de mayor peso económico y son sus habitantes los que deciden el resultado de las elecciones presidenciales. Para Recalde, la provincia de Buenos Aires no tiene una identidad reconocida y de su organización y gobernabilidad depende la del país. La publicación anterior a esta estuvo dedicada a la gobernación de Antonio Cafiero de la que había unos pocos estudios. Esta investigación se vio beneficiada por la instalación de la Biblioteca Cafiero en el predio de la UNLa., admite Recalde. De Manuel Fresco hay mayor disponibilidad de estudios que sobre la gobernación de Eduardo Duhalde, aun siendo contemporáneo, destaca. Confiesa Recalde que antes de dedicarse a este gobernador tuvo que dejar atrás los prejuicios y las categorías antagónicas que alimentan las diferentes “grietas” políticas. El estigma aplanador de “infamante” para esta época, obstaculiza la oportunidad de advertir los logros positivos de la gestión de Fresco y la importancia fundacional de una obra que se realizó sin contraer endeudamiento externo. Dejando de lado los parámetros de “derecha” o “izquierda”, califica esta política de “moderna”, transformadora de la vida económica y social, que dejó huellas indelebles con la presencia de instituciones y obras que llegan hasta nosotros, con mayor o menor estado de conservación, pero que siguen en pie. Admite que este libro es básicamente informativo, se abstiene aquí de categorías valorativas, para que cada uno lo interprete como le parezca, pero ello no significa que él mismo no tenga su propia idea sobre la política del gobernador Fresco. Por el contrario, destaca que, antes que el gobierno de Perón, Fresco propuso “una política obrera de masas” y ya había establecido leyes y disposiciones para proteger el derecho de los trabajadores, para instalar hospitales, escuelas y establecimientos dedicados al mejoramiento de la educación, salud y recreación de los trabajadores y sus familias. A la pregunta sobre el fraude electoral, Recalde contesta que, justamente fue la política de Fresco la que sentó las bases para que ya el fraude no fuera posible y sobre la violencia política, destaca que el mismo Fresco fue víctima de un atentado, en la presidencia de Yrigoyen, durante la campaña electoral a Diputado, el 13 de febrero de 1930, en la localidad de Lincoln. Las crónicas de la época testimonian que fueron varios los muertos y heridos, que al candidato lo enviaron en tren a Buenos Aires donde fue atendido por el doctor Enrique Finochietto que le salvó la vida (Diario La Verdad, 2023).

Un Conservador popular

Recordemos que Manuel Fresco accede al cargo de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el Partido Demócrata Nacional (PDN), colocado por los historiadores como una de las fracciones de los conservadores. Este Partido político se fundó en 1931 y se desintegró en 1957. Para diferenciarse de otros políticos conservadores, él mismo se identifica como “conservador popular” (Pigna), una difícil conjunción de términos que luego del golpe de Estado del `55 tomaría forma en la fundación del Partido Conservador Popular (PCP), en 1958 pero Fresco ya no militaba en estas filas. En un discurso recuperado por el Canal Encuentro escuchamos al médico antes que al político afirmar enfáticamente “Si queremos una Patria grande y rica, es indispensable que sus hijos sean sanos y fuertes para que puedan engrandecerla con el trabajo y defenderla con la misma pujanza con que lo hicieron nuestros mayores”. Sobre la última etapa de su vida política, los historiadores destacan que, en disconformidad con el arco conservador, crea su propio partido político denominado “UNA Patria” en 1941. Las siglas representan la frase “Unión Nacional Argentina”. Según otros registros se denomina “Partido Patria Unión Nacional Argentina”. En octubre de 1945, luego de un encuentro personal con Juan Domingo Perón, anexa su partido al frente electoral que llevará a ganar las elecciones del 24 de febrero de 1946 al peronismo, pero él mismo se retira ya de la política para dedicarse a la profesión de médico que ejerció en la localidad de Haedo hasta su muerte el 17 de noviembre de 1971.

 Para volver al libro de Aritz Recalde, podemos apreciar que, en momentos en que se promueven y ejecutan políticas de desmantelamiento y desfinanciamiento de la obra pública, en el que se insiste en la criminalización de las obras del Estado, revisar la política y los logros de Manuel Fresco desde la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, puede aparecer como un acto de resistencia al embate privatizador. También es una iniciativa importante y necesaria para proporcionar un marco de comprensión histórica en el actual estado de cosas, un recordatorio de que somos herederos y custodios del patrimonio público que disfrutamos en las plazas, parques, balnearios, de las rutas que transitamos y de los edificios que albergan las principales instituciones del Estado.

Bibliografía

Canal Encuentro, 200 historias destacadas: Manuel Fresco, 29 de marzo 2022, consultado el 23 de julio de 2025, disponible en  https://www.youtube.com/watch?v=cbrqOu1pQU0

Diario La Verdad, “Fue disuelta a balazos, en Lincoln, por elementos yrigoyenistas, una conferencia conservadora”, 10 de septiembre de 2023, consultado el 25 de julio de 2025, disponible en   https://laverdadonline.com/anoche-fue-disuelta-a-balazos-en-lincoln-por-elementos-yrigoyenistas-una-conferencia-conservadora/

Di, Fazio, Gerardo, INFOBAE  Hizo 60 obras monumentales en cuatro años: quién fue el arquitecto que cambió la cara de 25 municipios bonaerenses, 14 de mayo 2022, consultado el 19 de julio de 2025, disponible en https://www.infobae.com/sociedad/2022/05/14/hizo-60-obras-monumentales-en-cuatro-anos-quien-fue-el-arquitecto-que-cambio-la-cara-de-25-municipios-bonaerenses/

La Nación, El legado de Salamone, publicado el 4 de agosto de 2014, consultado el 19 de julio de 2025, disponible en https://www.lanacion.com.ar/turismo/el-legado-de-salamone-nid1964561/

Lazzari, Eduardo, CAPBA5 Charla Online de E Lazzari Salamone El Gaudi de las Pampas 25 08 2020, publicado el 8 de marzo de 2022, consultado el 20de julio de 2025, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=rmpA3DWThCs

Pigna, Felipe, El Historiador, Síntesis de la Historia de la Provincia de Buenos Aires, sin fecha de edición, consultado el 25 de julio de 2025, disponible en https://elhistoriador.com.ar/sintesis-de-la-historia-de-la-provincia-de-buenos-aires/lementos-yrigoyenistas-una-conferencia-conservadora/

Recalde Aritz, Historia de la Provincia de Buenos Aires: Gobernación de Manuel Fresco, reportaje radial 1/4/2025, disponible en https://uy.radiocut.fm/audiocut/historia-provincia-buenos-aires-gobernacion-manuel-fresco/

Recalde Aritz, libros publicados on line desde 2005 disponible en https://cvaritzrecalde.blogspot.com/2008/01/cv-aritz-recalde.html

Recalde, Aritz La obra pública de la gobernación bonaerense de Manuel Fresco, Remedios de Escalada, Universidad Nacional de Lanús, ISBN 978-987-8926-80-3, Libro digital, 2025. 89 pp., disponible en https://www.unla.edu.ar/documentos/departamentos/hya/la-obra-publica-de-la-gobernacion-bonaerense-de-manuel-fresco.pdf

 



[1] Cristina Ambrosini, Profesora y Licenciada en Filosofía UBA, Doctora en Filosofía UBA, Profesora regular jubilada de la UBA y la UNLA en grado y posgrado. Directora de la Especialización y Maestría en Metodología de la Investigación Científica de la UNLA, hasta mayo del 2024, actualmente miembro del Comité Académico de ambos posgrados. Autora de libros y artículos en temas de ética y epistemología.

[2] Aritz Recalde Licenciado en Sociología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, 2002, Magister en Gobierno y Desarrollo de la Universidad Nacional de San Martín, 2008, Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata, 2014.

martes, 5 de agosto de 2025

Alberto Buela, Filósofo Criollo

 

Ezequiel Norberto Gonzalez para Revista CONTRAFILO 


 

Alberto Buela, es un pensador y filósofo argentino nacido en 1946, estudio en Universidad de Buenos Aires  y se Doctoró en Filosofía en la Universidad de París IV París Sorbonne. Sus trabajos se centran, en una primera etapa, en estudios “Helenísticos”, donde se ocupa principalmente la obra de Aristóteles, siguiendo por temas como la “Metapolítica”, el “Sentido América”, “El problema de identidad”, “El Pensamiento Nacional iberoamericano”, “La idea de comunidad organizada” y “La Filosofía Argentina”.

A modo de glosa, los trabajos de Buela son de una doxografía con una orientación propia. Se encarga de estudiar a los autores relevantes y, a su vez, agrega la intención de pensar por “Nosotros mismos”, como le gusta decir; “desde” el hombre Americano:

 “La conciencia americana está constituida por la simbiosis de dos cosmovisiones diferentes: la bajomedieval arribeña y la india autóctona. Una aporta el valor de la palabra empeñada, el progreso como idea, el paso de lo peor a lo mejor o no como ideología, el sentido jerárquico de la vida y las cosas y la objetividad de los valores. La otra aporta el sentido ontológico del tiempo como maduración con las cosas, diferentes del times is money, y de la contracción al trabajo de los europeos” (Buela: 2024).[1]

Además de aclarar esa doble naturaleza que tiene el hombre americano, su tesis plantea que América debe ser entendida con un gesto: “como lo inhóspito”, aquel suelo que: “recibe a todo aquel que quiera habitarla y fecundar”.

 

También, otra de las ideas trabajadas es la “Teoría del Disenso”, donde lo que se sugiere es dejar expuesto las técnicas del poder, porque cuando se pregona el “consenso” lo que en realidad sucede es que la decisión está tomada antes que la deliberación. Donde “el otro” es una molestia, y solo se da el consenso o el diálogo como simulacro. Por ello es que propone el estudio de la “Metapolítica” como disciplina que se encarga de exponer y aclarar a qué nos enfrentamos. Por ello se estudia categorías vigentes que se nos impone, se podría decir: la lengua del enemigo. Lo que hace es proponer otro sentido, un “pensar alternativo”.

Del mismo modo realizó trabajos sobre ética, en su libro “Virtud contra Deberes”, ajusta cuentas con la historia de la ética y diagnostica que en Occidente nadie cree en nada. Y propone practicar la virtud o eso que decía Enrique VII: “uno no es noble por ser hijo de nobles sino por realizar actos nobles”.  Otro de sus temas, es “La idea política de comunidad organizada”, donde trabaja en tres grandes libros “Aportes al pensamiento nacional”, “Teoría del peronismo” y “Comunidad organizada” (Dugin-Buela) donde la presenta como sistema social a construir y como sistema de poder. Dejando en claro la importancia de las instituciones intermedias y su independencia del estado, para que no sea absorbida por el estado.

Su último trabajo se llama “Filosofía Argentina, una visión disidente” donde realiza un trabajo de rescate contra el olvido de autores nacionales, olvidados por prejuicios o por necesidad de imponer una nueva verdad oficial.

 

METAPOLÍTICA O EN DEFENSA DEL MÁS ACÁ

Alberto Buela, dice que lo primero que hay que encargarse como pensador, es saber de qué hablamos. Por eso siempre –recomienda- hay que arrancar por la etimología de las palabras, para no repetirlas vanamente. Buela analiza el significado etimológico de “Metapolítica”, donde vemos que es un término compuesto por el prefijo griego methá, que puede traducirse por “más allá de” y el sustantivo “política”, pero agrega:

“Nosotros no lo asociamos ni a Andrónico de Rodas, quien fue el que inventó el término “metafísica” para designar los libros de Aristóteles que venían después de la física, ni a nada que se le parezca. Metapolítica significa el estudio de aquello que está más allá de la política, o mejor aún, lo que está “más acá de la política” y que, de alguna manera, condiciona la acción política. Un mundo categorial que no se percibe en forma inmediata sino solo por sus efecto” (Buela. pág. 20)

 Por ello, en este más acá, la Metapolítica consiste en “el estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política” y que “a esta tarea la mejor forma de acceder es a través del ejercicio del disenso” (p. 14). Parece que ambos términos están ligados, la “Teoría del Disenso” y “la Metapolítica”, ambas son herramientas para el obrar político. Como herramientas, como una lupa, un mapa, un lápiz para un explorador. O como si fueran un martillo y una llave o pico de loro en la caja de herramientas. Buela en su libro realiza una genealogía del término, pero a nosotros nos interesa su práctica. Lo importante es cambiar las prácticas políticas establecidas. Por eso la labor del filósofo es exponer lo que está mal. Luchar contra los que nos intentan vender como único camino, como única oportunidad o posibilidad a realizar. “No hay alternativa”, es el mantra de Margaret Thatcher, que ahora repiten los verdugos de moda como máxima universal. Una imposición de “One World” (mundo único), término utilizado en su libro “Pensamiento de Ruptura”, donde sólo hay una manera de pensar, y con su policía de pensamiento se cancela a todo el que intente pensar distinto. Por eso, hay que enfrentar esta lengua del poder, “categorías que condicionan la acción política (homogeneización cultural, pensamiento único, políticamente correcto, light o débil, monoteísmo del libre mercado, consenso como método)”.

La Metapolítica no se ocupa tanto de lo que “debe ser”, sino de lo que “es”. No es una ciencia acabada, sino la búsqueda de la ciencia, en el sentido aristotélico (Buela, 2022, p. 23). Después hay una prognosis, cosa vedada para los filósofos, pero esto se hace con trabajo. Porque una cosa es lo que es y otra lo que debe ser[2]. Es ahí donde se necesita de este pensamiento alternativo, de esta propuesta, de esta crítica que es el pensamiento nacional. La crítica en argentina es pensamiento nacional, de suelo, clima, el genius loci (un desde donde, “el espíritu del lugar”), como explica Buela. Esta disciplina es bifronte pues es filosófica y política al mismo tiempo. Se piensa y se actúa. Buela reflexiona, y da en la tecla, en decir que acá hay ideas y muy buenas, pero lo que no hay es dirigentes que las encarnen. Así como Aristóteles buscaba a su Alejandro, él nos dice:

“hoy nuestros dirigentes, los de las sociedades periféricas, necesitan de la Metapolítica como el pez del agua para vivir, de lo contrario seguirán convalidando con su accionar decisiones tomadas en otro lado, en los centros de poder mundial, reñida con la defensa de nuestros intereses más propios”

 Ante la dificultad del mundo actual, los dirigentes que tenemos no están a la altura. Políticos armados por el marketing que solo hablan de agendas que no dicen nada. Que como mucho administran el conflicto, pero jamás lo solucionan:

“Y ello es así porque “nadie puede dar lo que no tiene” y nuestros dirigentes carecen de un conocimiento en profundidad de lo que acontece en el mundo. Específicamente no entienden, “no tienen inteligencia” (no pueden leer adentro) en la oscuridad del mundo (Baroja) tienen avidez de novedades pero se agotan en ellas porque no las pueden repensar o elaborar desde ellos mismos”.  (Buela, 2022).

 

Lo difícil de la Metapolítica es que no se encarga en “lo que debe ser” sino sobre la realidad política tal como se da, sobre “lo que es”, y luego sí: lo que puede ser. Es el conflicto entre potencia y acto. La Metapolítica, como mera disciplina filosófica no es solo la descripción del objeto de estudio, sino que busca una incidencia, una salida en la política, romper con la opinión, como gustaba decir Platón cuando habla del trabajo del filósofo en diferencia con los sofistas. Romper con la doxa, con el sentido común, con las mismas palabras que no se dicen nada. Es volver a los griegos, donde la ética es política y para ello hay que ejercer el disenso, dar otro sentido.

 

TEORÍA DEL DISENSO O LAS ARMAS PARA LA OFENSIVA

Si la Metapolítica es un trabajo de desmitificar, de lucha contra el sentido impuesto, el disenso exige una acción. El disenso como métodonos dice Buela, sí retomamos a Descartes, en su “Discurso del método”, él planteaba la duda como motor. Es lo que nos hace andar, y si vemos la etimología de “método”, proviene del latín que significa “camino”. Marcar el camino a seguir.

Si Marx escribió que la labor del filósofo, en la antigüedad era observar el mundo y de lo que se trata ahora es de cambiarlo, Buela agrega a la tesis 11 sobre Feuerbach, que hay comprometerse con el mundo y sus problemas.

La política es práctica, es un arte de ejecución, como dijo Perón. Por ello, donde se quiere hacer de la política una ciencia, se falla, porque en realidad es un arte, una tékhne (τέχνη), un saber hacer. Para Aristóteles, el arte es una acción a partir de la cual el hombre produce una realidad que antes no existía, por ello la política tiene más que ver con la creación, con la creatividad, que con la administración de fórmulas que no funcionan una y otra vez.

Lo que hay que hacer es esclarecer. Es ocuparse de las categorías que se presentan como neutrales (derechos humanos, progreso, homogeneización, multiculturalismo, etc) desenmascarando intereses de grupos o lobbies que intervienen en el poder. (Buela: 2022, pág. 15).

Los pasos del disenso como método, serían en una primera etapa: 1) La preferencia de nosotros mismos (el nosotros, no el yo); 2). Genius loci (desde dónde); 3). Las tradiciones nacionales de nuestros pueblos (el ethos nacional). Y en una segunda etapa: 1) La pregunta por el otro y los otros; 2) El consenso o disenso; 3) La superación del disenso: la construcción de nuestro propio discurso filosófico sin copia ni imitación (Buela, 2016, p. 39).

Según Carl Smith, lo primero que hay que definir en política es saber quién es el enemigo. Si no uno habla en neutro y repite jingles, y jamás da ni una acción directa contra nada. Solo dice palabras contra palabras. Por ello se deja claro: se pelea contra “el consenso” (esta idea llega a la política y a la ética a través del ideario de la escuela neomarxista de Frankfurt), que se usa como legitimación política, porque se caracteriza por tomar decisiones antes de la deliberación. Se empieza por el final, y hay un simulacro de puestas en común, se da una silla al otro pero solo como falsedad. Lo que resulta con eso, como dice Buela, citando a Wagner de Reyna, pensador peruano: “en todo disenso hay un enfrentamiento, una contradicción insalvable, hablar por hablar, discutir por discutir, y presentar un jovial compromiso que no compromete a nada”. Por ello otra idea que retorna en “Pensamiento de Ruptura” del hombre light que se enuncia, donde el hombre busca novedades, donde no se detiene a pensar, donde no se compromete por nada, donde no lucha por nada. Por ello hay que entender, que si no revisamos las tradiciones, desde nuestra américa, el hombre pisa el palito en cada esquina, se come todos los amagues del sistema, que repite el alfabeto del poder, que habla de derechas e izquierda, Buela nos dice que decir eso, es ya “no situarse”. La propuesta: “con esto vamos más allá incluso de la idea de estado nación, hoy en vías de agotamiento, para sumergirnos en la idea política de gran espacio, de patria grande y cultural de ecúmene”.

Hay que tomarse el trabajo de aclarar las cosas. El pensamiento popular no piensa la sociedad desde la lógica de clases, sino que su principal contradicción es pueblo vs. antipueblo u oligarquías sobre todo financieras, dice Buela. Por eso hay que disuadir los falsos Disensos, para no perder el tiempo, porque se fabrica la disidencia, por globalistas y elites (el foro mundial y el foro económico mundial, las ong, y movimientos de oposición a la globalización están controlados por las misma fuerza antes las cuales protestan la fabricación de disidencia actúa como una válvula de seguridad que protege y sostiene el nuevo orden mundial) ¿quiénes son?: “Los agentes políticos – culturales del imperialismo (fundaciones Rockefeller, Ford, Guggenheim, Goldman Sachs, Soros etc) financian a las organizaciones “aparentemente” antiglobalistas como las abortista, las feministas, los gays, las de derechos humanos para las minorías, las eugenistas, las indigenistas. En una palabra a todas las organizaciones “progresistas”, no atentan contra el nuevo orden, sino más bien contribuyen”. (Buela, pág 55)

A esta teoría del disenso Buela, deja una hoja de ruta, de ideas y propuestas para todo aquel que pregunte ¿qué hacer? “al proyecto moderno de consumo, oponemos austeridad; al de progresivo crecimiento, decrecimiento, al de universalismos mundial, es de pluriverso, al de desarrollo por acumulación de riqueza, al de desarrollo a partir de la pobreza, al del consenso, siempre de los lobbies y los poderosos, el disenso del rebelde”.

 

AMÉRICA, COMO TEORÍA DE LUGAR

¿Qué somos? ¿Desde dónde puedo hablar? En su libro “El Sentido de América” va en busca del sentido, y del hombre americano. Entiendo esta búsqueda de tierra prometida como una propuesta al mundo también, por una verdad, porque como dijo Perón en la apertura de su curso sobre filosofía peronista: “el hombre puede desafiar cualquier contingencia y cualquier mudanza, cuando se halla armado de una verdad sólida para toda la vida”. América es un interculturalismo y no multiculturalismos: “como lo proponen los antropólogos norteamericanos que privilegia a las minorías, por sobre la mayoría que luchamos para darnos forma en la construcción de las naciones estados que conforman este gran espacio”, habitado por figura o arquetipos, tallados cada uno por su genius loci, y américa son: “el gaucho, el montubio, el ladino, el coya, el huaso, el cholo, el llanero, el charro, el borinqueño ec. siendo de genuina estirpe hispánica, nos distinguen de España y Portugal. “Ni tan español ni tan indio”, diría Bolívar”. (Buela. Pág 33.)

Entonces a la pregunta ¿qué somos? somos americanos. Buela dice que en primer lugar no nos tenemos que dejar robar el nombre “americanos” por los yankees. Y también luchar contra la etiqueta de “América Latina”[3], en esta disputa sobre el bautismo, donde el autor hace una genealogía del término y dice que esta etiqueta fue puesta por los franceses, y nada tenemos que ver con el lacio, sino más bien con castilla y portugal. Por ello, ¿qué somos? “Soy americano de índole hispana”.

La definición de lo hispánico: con la esencia de los que somos y los valores que portamos (Buela, pág178):

“Lo que se hace es enfrentar la publicidad de años. Acá no es cuestión de negar los aportes culturales franceses, italianos, alemanes, eslavos, árabes, judíos, o negros en muestra américa, que son mucho y apreciadísimo. Ni tampoco negar el aporte indiano a nuestra identidad…se trata de encontrar la categoría que no defina más ajustadamente en lo que somos” (Buela, pág. 179).

 En esta búsqueda de identidad, deudor de tradiciones, pero enriquecidas, Buela hace el rescate y exaltación de “lo criollo” como primera de nuestras pautas culturales. Porque como dice, no somos ni tan europeos ni tan indios, sino que en este mestizaje, en esta doble naturaleza es que se crea la posibilidad de pensar por nosotros mismos.

Lo Criollo, es “la simbiosis de dos cosmovisiones en una tercera con rasgos propios y originales”. Como ejemplo de lo “interculturalismo” pues viven en nosotros varias culturas que se plasmaron en una ecúmene, la iberoamerican. “No dejamos a nadie afuera”, todos contribuyen a nuestras conciencias criollas, nos dice Buela. En esta búsqueda de una teoría del suelo, Buela rescata a una gran cantidad de pensadores que se ocuparon del tema, porque uno es deudor y dador, en este continente nuevo. Así existen muchas opiniones sobre nuestra América que se han ocupado, como Vasconcellos, Caturelli, Mercado Vera, Castellani, Lugones, Rojas, etc.

Entendiendo que en América se pensó, y se buscó un arquetipo que nos defina, este ser mistongo, como decía Castellani. También hay que hacer una valoración de la lengua, donde en su “Sentido Metapolítica del castellano o español” nos cuenta que el español es la cuarta lengua más hablada del mundo, donde se cita a Guillermo Humboldt, quien dice que cada idioma fomenta un esquema de pensamiento y unas estructuras elementales propias. Dime en qué idioma te expresas y te diré cómo ves el mundo, y por ello hay que dar uso, asumir el castellano como lengua antiimperialista. (Buela, pág. 232).

Para cerrar, una de las más bellas ideas que trae para proponer esta teoría de lugar, Buela trae la idea de pensar américa como “Lo Hóspisto”, como suelo que recibe al hombre que no hace pie en el naufragio. “¿Qué es América? América es, antes que nada, un espacio geográfico continuo que se ha diferenciado del resto del mundo por su capacidad de hospedar (hospitari) a todo hombre que como huésped (hospitis) viene de lo in-hóspito. De la persecución, la guerra, el hambre, la pobreza, en definitiva, de la imposibilidad de ser plenamente hombre. América es pues lo hóspito”. Un suelo que recibe, un suelo fértil que clama su propia filosofía, como todo suelo, porque como dijo Alberdi, Juan Bautista, “Nuestra filosofía ha de salir de nuestras necesidades de ahí que la filosofía americana deba ser esencialmente política y social… América será la que resuelva el problema de los destinos americanos”.

 

Se ha intentado hacer un mapeo de algunos de los conceptos, o de las ideas más importantes del autor. Este pequeño opúsculo solo intenta que el lector vaya en busca de sus libros, o rescate su intención de actualizar ideas de pensadores nacionales. Buela,  no es intelectual, ni filósofo, como a él le gusta decir. Porque él se denomina Arkegueta: “eterno principiante”. Un hombre sabio y gaucho que vive como piensa, y qué dice lo que piensa. Pensar así, es el costo de casi todos los pensadores argentinos, como escribió Miguel Ángel Virasoro: “el pensador argentino trabaja aislado y sin ninguna resonancia, un eco más o menos perdido”. (Buela, pág 280)

Si uno ve toda la obra de Buela, hace una reconstrucción de una comunidad de pensadores que le precedieron, actualizando temas y verdades, como el poeta que es pulidor de palabras, para que vuelvan a tener sentido. Trata de volver a poner en funcionamiento la máquina de pensar nacional, olvidada por novedades europeas que entran y se multiplican en todas las universidades, medios de comunicación y librerías. Como si esto fuera poco, piensa y tiene teorías propias, y sigue escribiendo y pensando la coyuntura argentina y americana. Por ello Alberto Caturelli en su “Historia de la filosofía Argentina” (1600-200), lo coloca dentro de los restauradores de la tradición, y la reflexión iberoamericana.

 

LO QUE ES Y LO QUE PUEDE SER.

Leyendo a Buela, uno sabe que no le gusta la prognosis, ya que el filósofo no hace predicciones. Pero se puede intentar usar la categoría “trabajo”, que es lo que construye futuro. En esta humilde cartografía de su obra, también mencionamos que parte de su trabajo fue colaborar como asesor en sindicatos (del griego “sin”, significa “con” y “dike” justicia: aquel que hace con justicia) y dando cursos de formación, dónde se habla de lo importante de las instituciones intermedias, que protegen y cobijan al hombre, que lo acompaña en su nacimiento, en su desarrollo, con su sistema de salud, hasta su sepelio. Que lo reúne en un sistema de labores donde el ser y el obrar se fusionan. Donde la palabra “trabajador” es una palabra sagrada, ahora que se quiere imponer la de “emprendedor”, que no es más que ser un mercader de Venecia. Como decía Platón, aprender es recordar, y hay que recordar que el hombre es lo que es, pero también lo que puede ser. Qué pertenece a un suelo, a un cielo, a una comunidad, y debe comprometerse con ella. Ver sus problemas como una bendición, porque aún falta mucho por hacer. Porque eso también es lo nuevo que trae América, lo que debe ser: “Lo nuevo que ofrece América es la condición de posibilidad que nos permite crear un mundo distinto, diferente, al mundo ya conocido”, dice Buela, como posibilidad de dar sentido, desde nosotros mismos, con nuestro trabajo.

 

[1] Cada afirmación de Buela dispara un comentario,  pero agregaremos una idea de Leopoldo Marechal, que en su “Cuadernos de Navegación” propone con el ser con relación al tiempo. Que dice que todo hombre necesita del “Tiempo de Buey” (el del trabajo) y del “tiempo de ángel” (el del ocio). El del trabajo donde se gana el pan con el sudor de la frente, donde cada hombre debe producir al menos lo que consume. Y el tiempo de la contemplación, donde el hombre ve a su familia y amigos, donde se detiene a respirar la naturaleza o ver a sus hijos jugar.

[2] Estos no recuerda al: “Enoi enoi oios essi”, “Llega a ser el que eres”, Píndaro o el “Cómo se llega a ser lo que se es” en el Ecce homo de Nietzsche.

[3] Buela cita a Arregui para desentramar este accionar de colonización mental: “Jose Hernández Arregui cuando afirma en la reedición de su trabajo ¿Qué es el ser nacional?: esta versión que el lector tiene a la vista es igual a la primera, salvo en el reemplazo del falso conceptos de América Latina, un término creado en Europa y utilizado desde entonces por EE con relación a nuestros países que disfraza una de las tantas formas de colonización mental, no solo latinoamericanos”

 

BIBLIOGRAFÍA

-Buela Alberto, “Epítome de Metapolítica”, editorial CEC, Buenos Aires, 2022

-Buela Alberto, “Epítome sobre antropología”, editorial, editorial et labore, 1993.

-Buela, Alberto, “El sentido de América” (seis ensayos en busca de nuestra identidad), Buenos Aires, editorial Theoria, 1990.

-Buela, Alberto, “Algunos aspectos de mi pensamiento”, en wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Buela.

-Buela Alberto, “America como los hospitales”, revista posmodernia

miércoles, 25 de junio de 2025

La obra pública de la gobernación bonaerense de Manuel Fresco

Aritz Recalde

 


“Al hacerme cargo del gobierno, me propuse realizar un plan de obras que no sólo contemplase necesidades inmediatas de la Provincia, sino que pudiera ser, también, un estímulo para el progreso general (…) He dado preferencia, en el plan trazado, a los problemas sociales: hospitales, comedores escolares, cárceles, reformatorios de menores, muchas salas de distintas especialidades, pabellón para tuberculosos (…) el beneficio social de este programa es de proyecciones incalculables. Después siguen las obras de carácter económico, susceptibles de crear riqueza en el plazo más o menos mediato, y por último, obras que pueden significar una mejora para los servicios administrativos. No hay en la Provincia una sola localidad donde este gobierno no haya ejercido una acción constructiva, con la estrecha colaboración, en la mayoría de los casos, con las municipalidades, animadas de un mismo espíritu de progreso efectivo”.

Manuel Fresco, 16 de febrero de 1939

 

La gestión bonaerense como parte de la obra pública nacional

Intervencionismo defensivo

La construcción de la obra pública del gobernador Manuel Fresco, formó parte  de la novedosa intervención estatal que fue iniciada en la década del treinta como una respuesta a la severa recesión económica.

Salvador Oría fue profesor titular de la UBA, Director Nacional de Vialidad en el año 1938, presidente del Instituto Autárquico de Colonización de Buenos Aires y Ministro de Obras de 1940 a 1943, entre otras importantes funciones públicas. Este pensador y político argentino se refirió al nuevo rol del Estado iniciado con el presidente Agustín Justo como un “intervencionismo defensivo”. En su libro El Estado Argentino y la nueva economía anunció el agotamiento del liberalismo clásico. En el esclarecedor trabajo describió como la organización liberal fue remplazada por el comunismo, por el fascismo, por el nazismo y por otras diversas experiencias de “economías dirigidas”. Se refirió particularmente a la gestión del presidente norteamericano Franklin Roosevelt, quién para revertir la crisis económica inyectó una importante cantidad de dinero público que fue destinado a préstamos a empresas y a la inversión en obras públicas. Ambos programas tenían la finalidad de reactivar el empleo y la actividad productiva.

Oría remarcó el hecho de que el mandatario norteamericano impulsó un enfrentamiento público contra los “cartels” y los monopolios reconociendo que existían fallas en el mercado liberal y una tendencia a que se formen grandes concentraciones.

El Estado argentino intervenía para “emancipar una nación entera de las exacciones de los capitales internacionales, a los que con tanta crudeza fustigó Roosevelt en 1933”. Entre las actividades nacionalizadas bajo esta doctrina citó el Puerto de Rosario, la empresa de gas de Buenos Aires, las usinas eléctricas de Entre Ríos, Tucumán, Mendoza y Corrientes y el Ferrocarril F.C. Córdoba (Oría 1945: 201 y 212).

El autor realizó un estudio sobre los orígenes del intervencionismo económico en la Argentina. Sostuvo que hasta el siglo XX el Estado prácticamente no protegía la producción más allá de la función que cumplían algunos impuestos al vino y al azúcar que favorecieron el desarrollo de unas pocas actividades de las provincias del norte y de Cuyo.

Oría mencionó a la actividad petrolera como una de las primeras áreas productivas amparadas a la luz de las “tendencias de nacionalismo económico”. Desde la creación de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en el año 1917, el Estado implementó una constante inversión en plantas de explotación garantizando la energía del capitalismo argentino.

En el año 1931 el Gobierno Nacional estableció el control de cambios, cuestión que fue completada con un decreto del 25 de enero de 1932 y con la Ley de Organización 12.160/35. Como parte del mismo programa, se crearon  el Banco Central (ley 12.155), el Instituto Movilizador (ley 12.157), la Junta Nacional de Granos (octubre 1933), la Junta Reguladora de la Industria Lechera (abril de 1934), la Junta Reguladora de la Industria Vitivinícola (diciembre de 1934), la Junta Nacional de Algodón (abril de 1935) y la Comisión Reguladora de la Yerba (abril de 1935).

Entre los años 1940 y 1943 esta política intervencionista se continuó con inversiones en la actividad petrolera, con créditos a la minería, con la construcción de edificios públicos, con inversiones en transportes y con la creación de una Marina Mercante Nacional, entre otras acciones.

Oría reivindicó como un hecho positivo las nuevas funciones del Banco Central promovido por Ministro de Hacienda, Federico Pinedo, en base a iniciativas anteriores y que fue terminado por Alberto Hueyo con el asesoramiento de Otto Niemeyer. Este último funcionario también había dado apoyo técnico al Brasil. El autor destacó que esta misma tendencia reguladora se desarrolló en otros países de Latinoamérica y citó las experiencias de Chile y de Perú que crearon instituciones financieras similares al Banco argentino.

 

La obra pública nacional

Durante la presidencia Agustín Justo y siguiendo la doctrina que Salvador Oría denominó “intervencionismo defensivo”, se implementó un ambicioso Plan Nacional de infraestructura.

El gasto del Gobierno Nacional aumentó del 9% del PBI en el año 1930, al 16,1% en 1943 (Aguinaga y Azaretto 1991).  

Durante los ocho años de las presidencias de Justo y de Ortiz ocupó la conducción del Ministerio de Obras Manuel Alvarado. El funcionario implementó un histórico programa de construcción de obras viales y de transporte (rutas, puentes, calles, ferrocarriles, subtes, etc.), de edificios públicos administrativos, hospitalarios, educativos y deportivos, entre otros. Se encararon grandes edificios como el Libertador que fue diagramando por el prestigioso arquitecto Carlos M. Pibernat (Longoni R. Molteni J. Galcerán V. Fonseca I. 2010) (Ramos 2001) (Oría 1945).

A las obras federales, se le sumaron las privadas y las corporativas. Yacimientos petrolíferos Fiscales (YPF) encaró importantes acciones como la ampliación de la destilería de La Plata y la construcción de la de Godoy Cruz, luego remplaza por la de Lujan de Cuyo. En el año 1935 había 34 estaciones de servicio y dos años después aumentaron a 187. La empresa movilizó mano de obra manual e intelectual y fue una gran impulsora de la construcción de barrios e infraestructura social en varios lugares de la Argentina. 

En la misma etapa hubo un desarrollo sumamente importante de Fabricaciones Militares en distintas provincias del país.  

El presidente Justo impulsó la ley 11.658/32 que creó la Dirección Nacional de Vialidad.  La norma incluyó un Fondo Nacional de Vialidad compuesto por un impuesto a la nafta, por rentas generales, por la tasa por contribución de mejoras a la tierra rural en los territorios nacionales, por multas por incumplimiento de contratos de obras de vialidad o de infracciones a la presente ley y por "bonos de obras de vialidad", entre otros. La ley especificó que parte de estos recursos podían ser destinados a financiar trabajos realizados por las provincias. 

La Ley provincial 4117/32 adhirió a la norma nacional 11.658 y además creó un impuesto al combustible consumido en el territorio. El 5 de octubre del año 1938 al cumplirse el aniversario de la ley, el Gobernador bonaerense Manuel Fresco destacó que la Dirección Nacional de Vialidad “señala un acontecimiento de trascendental importancia para el progreso del país. La sanción de esa ley, hace cabalmente seis años, representó un paso considerable en la acción vial que la Nación venía exigiendo con urgencia a todos los gobiernos (…) permitió a todos los gobiernos nacionales y provinciales coordinar iniciativas otrora desarticuladas y proyectar y constituir, de tal suerte, las grandes rutas que vinculan a los centros de producción con los de consumo, a las zonas rurales con los mercados urbanos y con los puertos de exportación, que facilitan la circulación rápida y el transporte barato de nuestras riquezas, que abren grandes e insospechadas perspectivas al comercio interno, que estimulan el desarrollo del turismo” (Conversando con el Pueblo, V 2: 63-64).

Salvador Oría sostiene que en la década que transcurre de 1932 a 1942 se proyectaron 45.000 kilómetros de caminos y se terminaron más de 30.000 solamente dentro de la red nacional y sin tener en cuenta las obras provinciales. Entre los años 1930 y 1945 el Estado construyó 5000 kilómetros de vías ferroviarias y adquirió 2600 km del F. C. Central Córdoba. Al año 1945 la red ferroviaria era de 46.119 km y los Ferrocarriles del Estado administraban 12.642 km siendo la principal empresa  (Oría 1945: 183).

La obra vial se extendió a todo el territorio nacional y se trazaron las importantes rutas trocales 2, 3, 7, 8, 12 y 14, entre otras.

Se diseñaron y ampliaron los puentes sobre el Riachuelo de la Noria y Pueyrredón.

En la Capital Federal se abrió la avenida Nueve de Julio y se ampliaron las avenidas Belgrano, Corrientes, Córdoba y Santa Fe. Se construyó la avenida General Paz, considerada como el primer gran antecedente de las autopistas argentinas. Se finalizó la línea B de subterráneo y se construyeron las líneas C, D y la E  (Aguinaga y Azaretto 1991).

Entre los años 1936 y 1940 la provincia de Buenos Aires encaró una modernización de las principales vías de acceso a la Capital Federal  (Conversando con el Pueblo, V 2).

 

 

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