jueves, 26 de septiembre de 2013

Cooke y la lucha por la liberación nacional. Apuntes sobre la lucha revolucionaria en el Peronismo

Por Juan Godoy


El 19 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de uno de los más importantes militantes del Peronismo revolucionario en 1968: John William Cooke. Solo tenía 47 años. El 16 de septiembre, pero 13 años antes (en 1955) se produce el golpe de estado que deja inconclusa la Revolución Peronista. Dos meses antes, en junio, los aviones con la consigna “Cristo Vence” descargaban el odio oligárquico sobre el pueblo argentino. Ese día, John William Cooke; que había sido joven diputado (contaba 26 años) del bloque peronista en el primer periodo presidencial de Perón, desde donde había defendido la política nacional desarrollada por Perón, como las diferentes nacionalizaciones, la Reforma Constitucional del ’49 (criticando la liberal del ’53), la expropiación del diario La Prensa, y demás conquistas económicas, sociales, políticas y culturales, sin dejar de criticar los proyectos que pensaba no iban en esa línea como con las Actas de Chapultepec (expresión del panamericanismo), o más tarde (sin ser diputado) los acuerdos petroleros con la California; se parapeta detrás de un monumento y descarga varios cargadores sobre la canalla oligárquica. Salvador Ferla afirma que el 17 de octubre de 1945, se relaciona con el golpe del ’55, y los fusilamientos de junio del ‘56, “esa misma noche del 17 se la tiene jurada al pueblo. Esa misma noche la oligarquía empezará a soñar con la hora de la impunidad para la venganza”. Cooke, cuyo padre (de filiación radical) había sido Ministro de Relaciones exteriores entre 1945 y 1946, una vez producido el golpe, será el primero en establecer contacto con Perón, y en colocarse en la “trinchera” para dar comienzo a la Resistencia Peronista. La osadía le costará la cárcel, la tortura, simulacros de fusilamiento toda una noche por parte de los “comandos civiles” luego del levantamiento de Valle y Tanco, el frío duro del tétrico penal de Ushuaia (reabierto por “los democráticos libertadores”), el exilio (luego de una espectacular fuga del Penal de Río Gallegos hacia Chile), y como contrapartida ser designado delegado, y heredero del General Perón. 
Cooke se interesó largamente por la formación de cuadros, así dejó varios escritos, cartas, artículos en periódicos, etc. Nos interesa resaltar aquí, algunas consideraciones acerca de la cuestión nacional y de la lucha revolucionaria en nuestro país. En 1959, dicta una conferencia en una Congreso en donde aborda la cuestión de la liberación nacional (la misma es editada bajo el nombre “la lucha por la liberación nacional”). Sostiene allí que las rebeldías individuales de la resistencia deben canalizarse en una coordinación que permita encauzarlas hacia un proceso de liberación nacional. Este proceso de liberación solo puede darse dentro del Peronismo (aunque no es exclusivamente éste el que lo tiene que llevar a cabo). Es necesaria una gran movilización y organización profunda de las masas populares. Afirma Cooke aquí algo que es central para nosotros, el planteo para la lucha debe partir del conocimiento de nuestra realidad como una semi-colonia, que a su vez es parte de un Continente que también es semi-colonial. El enfrentamiento principal entonces no es democracia vs. autoritarismo, o bien, izquierda vs. derecha, sino más bien el dilema es Nación-Pueblo vs. la unidad oligárquico-imperialista. A partir de este reconocimiento de nuestra condición semi-colonial, donde somos independiente y plenamente soberanos “en los papeles”, pero que la situación real dista de ser de plena soberanía por la dependencia e injerencia del imperialismo en el país, es que Cooke sostiene que la lucha por la liberación nacional en la Argentina, debe ser anti-imperialista. Nos dice que hubo una generación (la del 900) donde está Manuel Ugarte que se basó en un anti-imperialismo romántico, y luego se pasó a un anti-imperialismo parcial, inorgánico, y sentimental de Yrigoyen (un nacionalismo defensivo que no propugnaba la industrialización), para que más tarde, con el Peronismo se pasara por primera vez a un anti-imperialismo práctico, formado por un coherente apoyo de las masas trabajadoras. Establece Cooke en el “Informe a las bases”: “la verdad es que esa antinomia “peronismo-antiperonismo” es la forma concreta en que se da la lucha de clases en este periodo de nuestro devenir” De esta forma, la cuestión social y la cuestión nacional aparecen indisolublemente unidas. Una no se puede resolver sin la otra. Afirma Cooke, unos meses más tarde de haber defendido la revolución cubana, con las armas en la mano, de la invasión yanqui: “la liberación nacional y la revolución social son un todo indivisible, porque la lucha emancipatoria es tarea de las masas e importa liquidar las instituciones de privilegio para sustituirlas por las de una sociedad sin verdugos ni sacrificados” De ahí también que Cooke nos hable de la necesidad de integrar la teoría con la práctica. Estos polos están intrínsecamente unidos en la lucha revolucionaria. Disociados sería un exceso, ya sea de teoría o de práctica. Dice Cooke, luego del retorno fallido del General Perón bajo el gobierno fraudulento de Illia, “la teoría es necesaria (…) los burócratas creen que la política es puro pragmatismo, y como ellos son los empíricos por excelencia, también se creen los más altos políticos; la teoría es extraña o exótica, como dicen repitiendo las consignas oligárquicas. No ven que la acción y la práctica no son categorías independientes sino partes indivisibles de la lucha revolucionaria. No ven que la acción es conocimiento revolucionario que se sustenta a sí mismo, separado de la acción. La lucha revolucionaria es acción enriquecida por el conocimiento; compenetración de la realidad” La indigencia teórica, piensa Cooke, trae errores estratégicos.
 
El “bebe” arremete contra la burocracia, contra los aduladores y aplaudidores. Ortega Peña y Duhalde argumentan al respecto que no es la burocracia para Cooke un conjunto de hombres más o menos ineficaces, es más bien en lo interno del movimiento una conducción sin política de fines, una conducción sin una política de poder. La burocracia es la negación de lo revolucionario, es la incapacidad de comprender concebir o ejecutar una política revolucionaria, “no puede imaginar lo que es una política revolucionaria porque se maneja con los mismos valores y conceptos que la minoría contra la cual tiene que hacer la revolución.” Profundiza la cuestión Cooke al no considerar burócrata meramente a un sujeto que ocupe un cargo ya sea político sindical, e incluso se aleja de tesis puritanas que están en contra de utilizar las ventajas que puede otorgarle esos estatus, tampoco es la deshonestidad lo que condena (el burócrata puede o no ser deshonesto), así “lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o la influencia. Presupone, por lo pronto, actuar con los mismos valores que el adversario, es decir, con una visión reformista, superficial, antitética a la revolucionaria.” Algunos querrán a partir de estas críticas, y de otros escritos y acciones de Cooke ver a un personaje que propone la violencia armada como único método de lucha, pero bien anota Aritz Recalde a partir del análisis de las Correspondencia Perón-Cooke que “a Cooke muchas corrientes del pensamiento lo caratulan como intelectual izquierdista e inspirador de la militarización constante de la lucha política argentina. (…) Por el contrario, creemos que Cooke era consciente de la necesidad de articular la lucha política y cultural de masas con la acción militar, para no caer en belicismos y en distanciamientos del pueblo.” Cooke rechaza una invitación que le hicieran Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Ortega Peña, Hernández Arregui y Ricardo Carpani, entre otros a formar parte de el grupo CONDOR, que en sus bases se proclamaba marxista. El “bebe” declina la invitación considerando que la pública adhesión al marxismo hará que no tengan injerencia en las masas (quizás sí, como otros grupos, en el ámbito universitario). No obstante, su biógrafo, Norberto Galasso sostiene que la concepción de Cooke “está centrada, pues, en la construcción de un Partido clasista –“Peronismo obrero”, “Peronismo revolucionario” o como quiera llamárselo- para erigirlo en conducción de un Frente único anti-imperialista cuya lucha por la Liberación nacional apuntará hacia el socialismo.”

Para finalizar, sostenemos que “el bebe” Cooke apunta a la construcción de herramientas teórico-prácticas para la lucha por la liberación nacional, y lo hace desde y para los países semi-coloniales, oprimidos por el imperialismo. No buscará teorías exóticas, ni caminos extraños a la capacidad creativa de las masas argentinas que son Peronistas. No se perderá en “modas intelectuales”, busca transformar la realidad. Apunta a la conformación de una posición nacional que, en sus palabras: “es aquella capaz de plantear originalmente la revolución sin trasladar mecánicamente conclusiones que fueron válidas en otro cuadro histórico social; a nadie se le ocurre que tenga que ser una construcción hecha con elementos conceptuales surgidos como productos nativos. Lo que hace que una ideología sea foránea, extraña o exótica, antinacional, no es su origen sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades.”

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