A MODO
DE INTRODUCCIÓN
El Siglo XXI conmemora el Bicentenario de las
revoluciones latinoamericanas y nos encuentra en el proceso de construcción y edificación
de la Segunda y Definitiva Independencia que es el Desarrollo Integral de
nuestras Naciones. La primera Independencia fue la política y, paradójicamente,
en la medida que rompimos lazos con las Metrópolis ganando Soberanía, quebramos
los vínculos con los Pueblos y los Gobiernos de la Gran Nación latinoamericana,
condición que favoreció la Dependencia de nuestros Estados frente a los
intereses de las potencias. Salimos de la esfera colonial española y portuguesa
para ingresar a la órbita del Imperialismo británico, francés o alemán que
aceleró la balcanización del Continente. Tal cual estableció Enrique Gugliarmelli: “La primera Independencia, fue obra del
pueblo en armas. La segunda y actual, es la de su Desarrollo Integral.”
(Gugliarmelli, 2007: 27) La Segunda Independencia reconoce entre sus tareas
impostergables, la necesidad de consolidar el Desarrollo económico pleno y
sustentable, emancipar social y políticamente a las Organizaciones Libres del Pueblo
e implica solidificar una cultura nacional y latinoamericana que permita dar el
salto científico y tecnológico. Además, y cuestión primordial, la Segunda Emancipación
americana tiene que consolidar la Soberanía política de los Estados pero -y a
diferencia de las Independencias del Siglo XIX- debe integrar a los Gobiernos y
a los Pueblos del Continente en un sistema confederado, cooperativo y
solidario. Esta tarea implica conocer los puntos de encuentro y las diferencias
de los Modelos de Desarrollo de cada país de América Latina, apuntalando o
promoviendo en la agenda de Integración la resolución de los intereses globales
de la Región.
La Segunda Independencia y la Integración Regional
no son una mera manifestación de deseo intelectual, sino que por el contrario, son
un camino imprescindible para que los Pueblos del Continente no sean aplastados
por los intereses objetivos de las Metrópolis imperialistas. Los recursos del
Tercermundo son un objetivo económico, político y militar permanente y tomada
la decisión por parte de las potencias de apropiarse de los bienes de los
Estados del Sur, es un problema meramente de tiempo, de posibilidad y de
circunstancia. La confirmación de la política expansionista y colonial no debe verificarse
en torno de un debate de tipo moral, sino que se deduce del más elemental
análisis histórico. Ya lo estableció claramente Justino O` Farrell cuando afirmó
que: “Las grandes potencias imperiales,
bajo el pretexto de desarrollar la “obra civilizadora”, ocultan su verdadera
esencia y escamotean a la realidad lo que deben garantizar: su expansión.” (O` Farrell, 1976: 15) Así
fue como la ciencia occidental dio un marco de posibilidad concreta a la obra
imperialista y la navegación y la técnica para superar distancias, apuntalaron
la vocación expansionista europea: la historia del Imperialismo fue y continúa
siendo, la historia de la tecnología y la innovación puesta al servicio de las
potencias expansionistas. Los límites expansionistas del Imperialismo los
dispone su capacidad industrial, su avance tecnológico y la organización
política del Pueblo y el Gobierno que quieren ocupar y/o saquear: el tope a los
intereses objetivos de las potencias está dispuesto por nuestros Modelos de
Desarrollo y por la capacidad que dispongamos para alcanzar la Integración Regional.
La historia reciente de Occidente, lamentablemente,
lejos de frenar la política expansionista del Imperialismo europeo o
norteamericano, ha acelerado el proceso de apropiación de los recursos de los
otros Estados del Planeta. Durante la colonización inicial, la población de
América Latina fue la mano de obra de Europa que operó la exportación de los
recursos naturales. La segunda etapa expansionista europea, posterior a las Independencias
americanas, fue la neocolonial e implicó la apropiación de los mercados para la
colocación del trabajo extranjero y la confiscación de la energía y de los
recursos naturales. La tercera etapa expansionista neoliberal, es el resultado
del triunfo político y militar garantizado por las Dictaduras y los Gobiernos
apuntalados por Estados Unidos y su finalidad privilegiada fue cerrar la etapa
de las revoluciones nacionalistas y socialistas del Tercermundo. Se trató con
esta política en gran parte de los casos, de obstruir la posibilidad de aplicar
Modelos Desarrollistas, Socialistas y Nacionalistas. Una vez obstruida la etapa
de Liberación y destruida la industria de los países, se promovió una política
de Integración Regional dependiente a los anhelos del capital financiero y
monopólico norteamericano y europeo. En palabras de Methol Ferré: “Nacemos entonces bajo la hegemonía del
Imperio Hispánico, el primero en dar la vuelta al mundo. Pero a Magallanes le
siguió el pirata Drake. Y España en su retroceso histórico hace lugar desde la Independencia al
predominio del Imperio Británico, que a su vez lo va cediendo al Imperio
Yanqui, llegado con el siglo XX y consolidado en la segunda Guerra Mundial.
Tres Imperios sucesivos signan nuestra historia.” (Methol
Ferré, 1973: 33) La aplicación de Modelos de Desarrollo
Neoliberales permitió que el Imperialismo se apropie de las Empresas públicas y
privadas de las periferias fruto de la acumulación y el trabajo de los Estados.
Paralelamente a la desindustrialización, el Neoliberalismo produjo una
distribución asimétrica de los recursos entre el capital y el trabajo a favor
del primero, sumergiendo en el terrorismo del hambre y la pobreza a gran parte
de las Organizaciones Libres del Pueblo de América Latina. La vertiginosidad de
la expoliación del Tercermundo adquirió ribetes trágicos en países como Argentina,
Bolivia o Perú, que vieron destruir sus economías, desarticular las legislaciones
sociales y privatizar sus Empresas fruto de los procesos nacionalistas y
desarrollistas. El embate imperialista neoliberal dispuso de los mercados, de
los recursos naturales y financieros y de la mano de obra y con esta finalidad,
las Empresas trasnacionales y el capital financiero se organizaron políticamente
a través de los Gobiernos de las potencias y los Organismos internacionales. A
su expansión económica le correspondió una organización política y militar que
le otorgó sostén: organizadas sus industrias las potencias se abren paso hacia
la conquista de mercados y materias primas por intermedio de las finanzas, la
política o la guerra, que son sólo medios para alcanzar sus fines. Las
potencias no tienen ética: sus leyes escritas son sólo eso y la política, el
terrorismo económico o la guerra y el exterminio de Pueblos o de líderes
populares, son
decisiones circunstanciales de una misma codicia: la ganancia de sus capitales
y el crecimiento de sus Naciones.
Los países cuando amplían su estructura industrial
y productiva, se proyectan en el plano político y cultural haciendo de su
visión del mundo, un modelo de esquema mental distorsionado que exportan con la
finalidad de que sea asimilado por las periferias: una de sus manifestaciones
es la exportación de Modelos de Desarrollo y de Integración para América Latina.
El pensamiento de las potencias es apropiado de forma deformada por los
intelectuales y los políticos de los Estados subdesarrollados, que a través de
este acto de sometimiento mental, planifican y justifican las políticas
antinacionales sobre su Pueblo y cavan las tumbas en donde enterrarse como
miembros de un país subyugado. La justificación de los proyectos antinacionales
que no pueden garantizar los fusiles, los aviones o las Cancillerías, los
ejecutan las instituciones educativas, culturales y periodísticas del Aparato
de la Colonización Pedagógica, que es planificado en las metrópolis y ejecutado
por sus operadores internos en los Estados dependientes. Frente a este
panorama, las Organizaciones Libres del Pueblo y sus intelectuales enfrentan
una batalla política y cultural por la supervivencia nacional y regional de América
Latina. No existe Emancipación social sin Autonomía política, sin Independencia
económica y sin Soberanía cultural y estos aspectos fundamentales de un Modelo
de Desarrollo, no se consolidan sin integrar la Región latinoamericana para
poner tope a los intereses expansionistas del Imperialismo. En este marco, introducimos
el debate sobre los Modelos de Desarrollo y su relación con la Integración Regional,
ya que consideramos que de la realización o la obstrucción de ambos, se define parte
importante de la viabilidad social, cultural, económica y política de América
Latina.
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