martes, 8 de agosto de 2017

Los jóvenes renuncian al deseo de Occidente y abrazan el ascenso del sueño chino


La fortaleza económica y la firmeza política renuevan el orgullo por su país

Diario LA NACION

PEKÍN.- Li Xiaopeng antes idolatraba a Occidente. Cuando era estudiante, y a pesar del bloqueo que existe en China sobre Internet, se las ingeniaba para leer noticias del extranjero, reverenciaba la Constitución de Estados Unidos y creía que China tenía un gobierno autoritario destinado a desaparecer.
Ahora Li tiene 34 años y es consultor urbano -carrera que estudió tanto en Cambridge como en Harvard-, y piensa que China está en ascenso y que Estados Unidos está herido de muerte por la desigualdad de ingresos, las divisiones del gobierno y la polarización de la sociedad. Y así lo manifiesta abiertamente a los más de 80.000 seguidores que tiene en las redes.
 "China terminará reemplazando a Estados Unidos como primera potencia mundial", escribió Li en Weibo, versión china de Twitter.
 El presidente Xi Jinping ha hecho de China una potencia global segura de sí misma, en tiempos en que el liderazgo norteamericano parece incierto. Y ahora Xi puede contar con el creciente orgullo nacional de sus propios ciudadanos.
 Una generación después de que el líder reformista chino Deng Xiaoping exhortara a sus conciudadanos a "mantener oculta nuestra luz y esperar nuestro momento", la excepcionalidad china está en auge. Y si bien algunos chinos siguen creyendo que su país debe adoptar la democracia para alcanzar todo su potencial, muchos otros están convencidos de que si el país llegó a su nivel actual, no es a pesar de que el gobierno haya aplastado las manifestaciones pro-democracia de 1989, sino gracias a eso.
 Las encuestas anuales que el Centro de Investigaciones Pew realiza en China desde 2010 revelan que más del 80% de los chinos están satisfechos con el rumbo de su país. Tres cuartas partes de los chinos encuestados el año pasado consideran que China tiene mayor participación en los asuntos globales que hace 10 años, y un 60% piensa que el involucramiento de China en la economía global es algo positivo.
 En su blog, entre digresiones sobre Sócrates y la política económica de la dinastía Ming, Li se explaya sobre la superioridad del sistema político chino. A diferencia de Estados Unidos, donde según él se premia el carisma por sobre el profesionalismo y donde hace falta dinero para llegar al poder, Li señala que China asciende a los funcionarios en base a su desempeño para hacer crecer la economía y manejar enormes ciudades con sus aparatos burocráticos.
 "En mi generación son pocos los que creen que hay que estudiar a fondo el caso de Occidente", dice Li. "Para nosotros, China ya es un gran país."
 Ese sentimiento de que China está en el camino correcto desafía uno de los principios históricos de la política exterior norteamericana, según el cual la exposición a Occidente terminaría haciendo que los chinos adoptaran los valores occidentales.
 Tras el Brexit y la elección de Donald Trump, y en medio del temor global al terrorismo, toda una generación de nacionalistas chinos, como Li, proyectan la imagen de China como faro de fortaleza y estabilidad en un mundo incierto.
 "Lo que la gente está empezando a sentir es orgullo, el orgullo de ser escuchados, o de obligar a los demás a que te escuchen", dice Orville Schell, de la ONG Asia Society. "Para China, que conoce la debilidad, la idea de grandeza gravita en torno de la idea de poder."
 El gobierno chino ejerce una autoridad casi absoluta en temas como la educación, los medios de comunicación e Internet. Sumado a determinadas campañas para ahogar el disenso, todo eso le da al Partido Comunista un poder sin precedente para acotar el debate público. El resultado es que el patriotismo y las posturas a favor del gobierno se amplifican, y las críticas suelen quedar ahogadas.
 Actualmente, los empresarios, estudiantes y turistas chinos que recorren el mundo baten números récord, y las noticias internacionales tienen un espacio prominente en los medios de prensa. Pero según los chinos, la fuente de su actual orgullo patriótico es la rapidez con la que el país emergió de la pobreza y la salud de su economía en comparación con otras naciones.
 Según datos del centro Pew, en 7 de los 10 países europeos encuestados, incluidos Gran Bretaña y Alemania, se considera a China como primera potencia económica mundial. La brecha de popularidad mundial entre China y Estados Unidos también se achicó drásticamente en los últimos años: el 47% de los encuestados manifiesta una opinión positiva de China, y un 49% respecto de Estados Unidos.
 "Hace décadas que los políticos norteamericanos llegan y se van, con lindas promesas de igualdad social y fomento a las clases medias, pero básicamente todo eso no se verifica en los hechos", escribió Li en su blog, y en otro post abunda en los logros científicos chinos, como evidencia de la ingente fortaleza de su país. "¡Estamos asombrando al mundo!", escribió.
 Li dice que haber tenido una experiencia en primera persona de Occidente fue algo decisivo, y usa una expresión actualmente muy común entre los jóvenes chinos: uno empieza a amar a su país cuando sale de su país. "El que no viaja al extranjero no sabe lo realmente grande que es China", dice Li.

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