La fortaleza económica y la firmeza política renuevan el
orgullo por su país
Diario LA NACION
PEKÍN.- Li Xiaopeng antes idolatraba a Occidente. Cuando
era estudiante, y a pesar del bloqueo que existe en China sobre Internet, se
las ingeniaba para leer noticias del extranjero, reverenciaba la Constitución
de Estados Unidos y creía que China tenía un gobierno autoritario destinado a
desaparecer.
Ahora Li tiene 34 años y es consultor urbano -carrera que
estudió tanto en Cambridge como en Harvard-, y piensa que China está en ascenso
y que Estados Unidos está herido de muerte por la desigualdad de ingresos, las
divisiones del gobierno y la polarización de la sociedad. Y así lo manifiesta
abiertamente a los más de 80.000 seguidores que tiene en las redes.
"China terminará reemplazando a Estados Unidos como
primera potencia mundial", escribió Li en Weibo, versión china de Twitter.
El presidente Xi Jinping ha hecho de China una potencia
global segura de sí misma, en tiempos en que el liderazgo norteamericano parece
incierto. Y ahora Xi puede contar con el creciente orgullo nacional de sus
propios ciudadanos.
Una generación después de que el líder reformista chino
Deng Xiaoping exhortara a sus conciudadanos a "mantener oculta nuestra luz
y esperar nuestro momento", la excepcionalidad china está en auge. Y si
bien algunos chinos siguen creyendo que su país debe adoptar la democracia para
alcanzar todo su potencial, muchos otros están convencidos de que si el país
llegó a su nivel actual, no es a pesar de que el gobierno haya aplastado las
manifestaciones pro-democracia de 1989, sino gracias a eso.
Las encuestas anuales que el Centro de Investigaciones
Pew realiza en China desde 2010 revelan que más del 80% de los chinos están
satisfechos con el rumbo de su país. Tres cuartas partes de los chinos
encuestados el año pasado consideran que China tiene mayor participación en los
asuntos globales que hace 10 años, y un 60% piensa que el involucramiento de
China en la economía global es algo positivo.
En su blog, entre digresiones sobre Sócrates y la
política económica de la dinastía Ming, Li se explaya sobre la superioridad del
sistema político chino. A diferencia de Estados Unidos, donde según él se
premia el carisma por sobre el profesionalismo y donde hace falta dinero para
llegar al poder, Li señala que China asciende a los funcionarios en base a su
desempeño para hacer crecer la economía y manejar enormes ciudades con sus
aparatos burocráticos.
"En mi generación son pocos los que creen que hay
que estudiar a fondo el caso de Occidente", dice Li. "Para nosotros,
China ya es un gran país."
Ese sentimiento de que China está en el camino correcto
desafía uno de los principios históricos de la política exterior norteamericana,
según el cual la exposición a Occidente terminaría haciendo que los chinos
adoptaran los valores occidentales.
Tras el Brexit y la elección de Donald Trump, y en medio
del temor global al terrorismo, toda una generación de nacionalistas chinos,
como Li, proyectan la imagen de China como faro de fortaleza y estabilidad en
un mundo incierto.
"Lo que la gente está empezando a sentir es orgullo,
el orgullo de ser escuchados, o de obligar a los demás a que te escuchen",
dice Orville Schell, de la ONG Asia Society. "Para China, que conoce la
debilidad, la idea de grandeza gravita en torno de la idea de poder."
El gobierno chino ejerce una autoridad casi absoluta en
temas como la educación, los medios de comunicación e Internet. Sumado a
determinadas campañas para ahogar el disenso, todo eso le da al Partido
Comunista un poder sin precedente para acotar el debate público. El resultado
es que el patriotismo y las posturas a favor del gobierno se amplifican, y las
críticas suelen quedar ahogadas.
Actualmente, los empresarios, estudiantes y turistas
chinos que recorren el mundo baten números récord, y las noticias
internacionales tienen un espacio prominente en los medios de prensa. Pero
según los chinos, la fuente de su actual orgullo patriótico es la rapidez con
la que el país emergió de la pobreza y la salud de su economía en comparación
con otras naciones.
Según datos del centro Pew, en 7 de los 10 países
europeos encuestados, incluidos Gran Bretaña y Alemania, se considera a China
como primera potencia económica mundial. La brecha de popularidad mundial entre
China y Estados Unidos también se achicó drásticamente en los últimos años: el
47% de los encuestados manifiesta una opinión positiva de China, y un 49%
respecto de Estados Unidos.
"Hace décadas que los políticos norteamericanos
llegan y se van, con lindas promesas de igualdad social y fomento a las clases
medias, pero básicamente todo eso no se verifica en los hechos", escribió
Li en su blog, y en otro post abunda en los logros científicos chinos, como
evidencia de la ingente fortaleza de su país. "¡Estamos asombrando al
mundo!", escribió.
Li dice que haber tenido una experiencia en primera
persona de Occidente fue algo decisivo, y usa una expresión actualmente muy
común entre los jóvenes chinos: uno empieza a amar a su país cuando sale de su
país. "El que no viaja al extranjero no sabe lo realmente grande que es
China", dice Li.