Julio Fernández Baraibar, abril 2018
El
presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, después de
haber” superado, a pura fuerza de política, las violentas jornadas lanzadas por
la oposición, vuelve a enfrentarse a una nueva
elección, esta vez por la primera magistratura del país.
En
el interín, el país sigue enfrentado a una aguda
crisis económico-financiera que, pese a los numerosos errores que se le puedan
señalar en esa área, es el resultado del asedio imperialista, que tiene en
Estados Unidos y España su estado mayor. Esta crisis, si bien nunca puso en
peligro las necesidades elementales de los venezolanos, a los que el Estado
beneficia con distintas políticas alimentarias, ha generado un sin número de
dificultades cotidianas -gran inflación, depreciación de la moneda, colas
bancarias, colapso de los cajeros automáticos, carencia de circulante, mercado
negro de divisas- y ha empujado al exilio a una enorme cantidad de venezolanos.
Posiblemente la cifra de dos millones que da la oposición sea exagerada, pero
es cierto que la presencia de emigrados
venezolanos se ha hecho evidente en toda Latinoamérica, incluida la Argentina.
Se trata de ciudadanos y ciudadanas jóvenes pertenecientes, en general, a la
clase media y, incluso media alta, con buena formación escolar y, en muchos
casos, con títulos universitarios, para quienes la vida en su país se ha vuelto
insostenible y se han lanzado a la búsqueda de nuevos horizontes.
Muchos
de ellos prefieren no hablar de política, declaran simplemente que “la vaina
allá está muy difícil” y han logrado emplearse en supermercados, restaurantes y
otros servicios. Hay también una emigración definidamente “escuálida”, es
decir, opositora militante al chavismo y suele estar representada por hombres y
mujeres de una más holgada posición económica.
Estas
dificultades económicas llevaron al gobierno
venezolano a crear una cripto moneda o moneda digital, el Petro, cuyo
respaldo son las riquezas en petróleo, oro, piedras preciosas y minerales que
tiene el país, lo que le permitiría efectuar las importaciones necesarias para
el normal funcionamiento de su economía, hoy trabada por la confiscación
financiera de sus dólares en el exterior.
Es
decir, Venezuela está imposibilitada de
operar con los dólares que percibe de sus exportaciones petroleras y, por
lo tanto, con enormes dificultades para importar. En un país en el que
tradicionalmente la inmensa mayoría de las mercaderías de consumo diario son
importadas -recordemos el síndrome de Holanda- esta situación se torna
catastrófica.
A
todo esto, la oposición -una de las fuerzas políticas más torpes y crasas de
América Latina- se encuentra en su permanente estado de división y con
propuestas que, en muchos casos, lindan con el ridículo.
Así
se ha creado un llamado “Tribunal
Supremo de Justicia Legítima”, integrado por sedicentes juristas de
prestigio, y que, desde Bogotá, pretende fungir como una especie de Corte
Suprema en el exilio.
Esta
verdadera “corte de los milagros” ha lanzado, vía Twitter, una serie de
acusaciones contra el presidente Maduro, amenazando con realizarle un juicio
político y destituirlo.
Como
se ve, el patetismo infantil de esta “corte” no puede ser mayor. Estos payasos,
en una, reunión relámpago y en obvia
ausencia del “acusado” y de su representante legal, decidieron el “inmediato”
encarcelamiento de Maduro y dejan que la Asamblea Nacional, aquella que ganó la
oposición y fue inhabilitada por desacato, se “pronuncie” sobre este
“dictamen”, emitido en Colombia.
Como
dice la agencia Misión Verdad: “Declarar la remoción del cargo del Presidente y
“ordenar” su encarcelamiento por un “juicio” realizado en el extranjero por
“magistrados” sin facultades, pasaría a la historia de la República como un
adefesio
Los
sectores ultras de la oposición
-conducidos por Antonio Ledezma, el fugado de la prisión domiciliaria y
autodenominado “presidente de la transición”, el anciano Diego Arría y la señora María Corina Machado, una “niña bien” egresada de ingeniera en la
Universidad Católica- agrupados en “Soy Venezuela”, ponen al otro partido Un
Nuevo Tiempo, que, con Omar Barbosa, conduce el parlamento desacatado, en la
situación de darle entidad a esas decisiones ridículas, violando la
Constitución y el sentido común.
Como
dice la agencia Misión Verdad: “Declarar la remoción del cargo del Presidente y
“ordenar” su encarcelamiento por un “juicio” realizado en el extranjero por
“magistrados” sin facultades, pasaría a la historia de la República como un
adefesio con el que pocos quieren lidiar y que además puede devenir en
responsabilidades penales para los parlamentarios ejecutores”.
Mientras
tanto, el ex suboficial del Ejército y antiguo miembro del Movimiento V
República, creado por Hugó Chávez al principio de su gestión, Henri Falcón, continúa su campaña
presidencial, para enfrentar a Nicolás Maduro y el PSUV, en las elecciones
de este año. La posibilidad de ocupar espacios políticos en los distintos
estados es su principal motor, ante un eventual desgaste del PSUV y de Maduro.
Sus miembros en el parlamento también se encuentran tensionados entre las
posibilidades electorales y ceder a las pretensiones de los dirigentes que
actúan desde el extranjero, con payasadas como la que hemos comentado, o,
directamente, con amenazas de intervención yanqui.
Es
sobre la base de esta “corte” de pacotilla que los gobiernos de Santos y Macri expresaron sus denuncias
contra el gobierno venezolano en la última Cumbre de Lima.
El
principal peligro que amenazaría la
continuidad del gobierno de Maduro es sólo la intervención militar extranjera.
Sobre ella se montan todas las expectativas y provocaciones de la oposición, la
que intenta, por todos los medios, de convencerse a sí mismos de su inminencia.
Las
Fuerzas Armadas Bolivarianas, el
principal reaseguro del chavismo junto con una cada vez mayor organización
popular, se han mantenido unidas y firmes en su apoyo al gobierno popular.
Pese a sus amenazas y bravuconadas, EE.UU. no está en condiciones políticas de
meterse en el lodazal que significaría una intervención militar en Venezuela,
con excelentes relaciones diplomáticas y comerciales tanto con Rusia como con China. Y una
intervención colombiana, fogoneada por la presencia militar norteamericana en
el país, tampoco parece un mecanismo viable.
Con
enormes dificultades económicas, con un asedio asfixiante del imperialismo y el
capital financiero, el laberinto venezolano parecería resolverse, una vez más,
saliendo por arriba, por la política.
Del portal MUCHO MAS QUE DOS