martes, 10 de julio de 2018

VIDA INTERIOR DEL MOVIMIENTO NACIONAL


Distinguir errores de escollos objetivos para poder avanzar
Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

El cuadro de situación político aparece mucho más complejo que el económico. A decir verdad, la crisis inducida por el PRO Cambiemos sobre esta nación deja poco margen para el debate. El desmoronamiento de indicadores relacionados con la producción y el consumo resultan tan evidentes que sólo quienes arden de furia por haber votado su hundimiento buscan alguna salida argumental autojustificatoria.
De ahí la persistencia sin sustento de los que adaptan los balbuceos del presidente Mauricio Macri sobre “el desastre” previo y sus “despilfarros” como explicación del ajuste. Si por un momento el conjunto social preparara un mate solitario y se reconcentrara en los propios pensamientos, admitiría sin más el dislate de haber respaldado a quienes siempre hacen lo mismo, con la única variante presente de la aceleración.
El endeudamiento argentino es récord a nivel histórico local y a nivel presente mundial, sin más explicación que la ausencia de recursos genuinos por el desfinanciamiento forzado del Estado generado por la actual administración. La anulación de los impuestos a los grandes exportadores y la desaceleración de la actividad económica general constituyen los ejes del mismo y reconfiguran un horizonte de sacrificio innecesario que sólo promoverá mayor enfriamiento.
Ahora bien: el dilema está puertas adentro del movimiento nacional y popular. Del mismo participan el kirchnerismo y el Frente Renovador en tanto fuerzas políticas nacionales, y un complejo entramado intermedio con cierto hilván en la militancia que se observa compuesto por gobernadores, intendentes, agrupaciones, sindicatos y movimientos sociales. Todos tienen algo; nadie tiene todo. Es ostensible que la pole position está en manos de Cristina Fernández de Kirchner pues cuenta con la mayor intención de voto.
Gobernadores e intendentes son tensionados continuamente por la dualidad entre el apriete presupuestario y jurídico oficial, y las demandas sociales crecientes de sus espacios geopolíticos. En los sindicatos, aunque la ecuación es similar, la movilización de base y los resultados directos del programa antinacional y antiindustrial orientaron una franja mayoritaria en sentido opositor profundo. Y en las organizaciones sociales la necesidad inmediata las lleva a acuerdos que son evaluados tan razonables como potencialmente desmovilizadores por sus cercanías.
Vale poner el foco en el rubro agrupaciones, porque de allí surgen enlaces con los otros actores citados y en su seno se despliegan algunos planes soterrados para considerar. Si el grueso de los espacios políticos y sindicales con anclaje en las bases contienen un antimacrismo explícito que se visualiza en actos y movilizaciones, otros refugios menos públicos implican direcciones divergentes. De hecho, con una pata fuera del movimiento y otra en su interior, el empresariado ligado al mercado interno, también opera.
El planteo básico de este segmento, con limitaciones de conciencia importantes, es expulsar del gobierno a los actuales empresarios vinculados con finanzas y fugas para imponer un proyecto “moderado” en el cual kirchneristas y sindicalistas tengan un rol secundario y cuya marcha político económica quede en manos de gobernadores e intendentes que eviten la radicalidad. Sucede que estos empresarios, damnificados de plano por el plan recesivo, ven con buenos ojos algunas matrices del mismo: la baja salarial, el cercenamiento de derechos laborales, el recorte de poder sindical.
Allí radica uno de los problemas, no el único, para la reorganización del peronismo en particular y del movimiento nacional y popular con perspectivas electorales en general. Es posible ubicar, detectar el sentido económico que divide a una franja de otra y observar porqué algunos priorizan la justicia social mientras otros confían en el rasgo silvestre de la vida nacional para desplegarse sin retrotraer daños causados por el macrismo. Lo haremos en textos venideros pero con estos datos alcanza para situar y entender.
El duhaldismo sigue siendo un fantasma articulador de esas zonas, que están buscando en el massismo una canalización política presente. El problema que encuentran es que las ataduras presupuestarias y eventualmente procesales de varios de sus pre candidatos impide que se planten ante la opinión pública como francos críticos de la administración central y por lo tanto sean aventajados por aquellos que, con un nivel de presión menor, lanzan justos ditirambos que suenan bien a oídos de un pueblo agotado por la caída persistente.
Hay un dato que quizás remita a errores compartidos que derivaron en un desencuentro histórico: si rastreamos el interés profundo, kirchnerismo y sindicalismo, en vez de andar por la vida como perro y gato, necesitarían una imbricación política mucho más profunda. El poder actual y el “moderado” en ciernes, ven bulto allí y consonancia de objetivos, mucho más que los propios protagonistas de genuinas acciones opositoras.

Es claro que varios dirigentes gremiales tienen buen trato con gobernadores y espacios que podrían catalogarse en este cuadro como conservadores. Pero la cerrazón del proyecto antinacional los ha encapsulado, mientras el resto de las vertientes, mayoritarias y coaligadas, marchan hacia una confederación de centrales nacional populares y netamente antioligárquicas. Cada vez que un referente kirchnerista golpea al sindicalismo de conjunto, contribuye a desequilibrar esa confluencia de intereses hondos y damnifica un mayor respaldo para su proyección política. También hay cruces de interés, con posturas diferenciadas, entre gobernadores e intendentes. Es preciso identificarlas y definir políticas en ese campo.
Ahora bien, hecha esta precisión, vamos sobre otra, quizás más decisiva: opositores y moderados no pueden prescindir unos de otros a la hora de enfrentar al macrismo. Ambos quisieran desprenderse y avanzar con propuestas nítidas y propias, pero el galvanizado 30 por ciento liberal conservador que insiste en respaldar cualquier iniciativa netamente antipopular les recuerda que las divisiones a la hora de forjar las listas de candidatos sólo deriva en la dispersión del caudal. Lo saben, pero no lo pueden resolver.
El mundo también existe, como informamos siempre en La Señal Medios. El Papa existe y mucho, así como las realidades del entorno latinoamericano, con sus modificaciones recientes. En tanto, Europa retrocede y Eurasia se relanza, mientras los Estados Unidos buscan su destino, como en aquella película. Es ostensible que la combinación de las tres banderas históricas a pleno es la fórmula justa para este tramo vibrante del andar propio y lejano. El desafío está a la vista y la solución es compleja pero, al mirar el trasfondo, posible.
Las referencias políticas, gremiales y sociales necesitan mirar con claridad y pensar. En principio para corregir errores propios a la hora de aglutinar. Luego, con un espacio definido, diseñar hacia regiones más abarcativas. Es decir, limpiar el panorama y eliminar las falencias de conducción para entonces sí, afrontar las diferencias reales, los escollos objetivos para transitar los meses venideros con una orientación nacional y popular contenedora y creciente. Sin el primer paso será muy fatigoso abordar el siguiente.

*Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.


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