Por Hugo Presman
28-07-2018
En ese notable tango que es EL CHOCLO, dice su
letra: “Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera/ Y en un perno mezcló París
con Puente Alsina”. Lo que sigue más que un tango es una milonga y se mezcla
San Petersburgo, Nueva York y Buenos Aires.
Rusia vivía el agotamiento del
régimen zarista y una mujer veía cómo la Revolución Bolchevique expropiaba la
farmacia de su padre. Eso la convertiría con el correr de los años, ya exiliada
en Nueva York, en una fundamentalista del capitalismo exaltando como grandes
virtudes el individualismo y el egoísmo, denostando al altruismo, todo ello
elevado al nivel de fe religiosa.
En un país del extremo sur del
continente americano, un joven de 20 años, mientras estudiaba ingeniería, se
convertía en el delfín de su padre, dueño de un grupo económico que durante los años de plomo de su país incrementó
por más de un 600% el número de sus empresas. El heredero no era bien
considerado por su padre quien solía menoscabarlo en público. Eso sería el
origen, varias décadas más tarde, de un alejamiento del hijo de la dirección de
las empresas aunque conservando su porcentaje accionario en las mismas. En el
período que llegó a ser presidente de
diferentes complejos empresariales familiares, contrabandeó, coimeó, actuó de
corruptor, evadió impuestos, se benefició con la estatización de las deudas que
contrajo, e integró numerosísimas empresas off-shore radicadas en guaridas
fiscales. En todo este período que se extiende hasta mediados de los
noventa, el joven empresario carecía de todo interés por la política y el mismo
confiesa que leía los diarios sólo por el fútbol y las historietas. Por
entonces admiraba al intendente de la
dictadura establishment-militar de la Ciudad de Buenos Aires, el brigadier
Osvaldo Cacciatore.
La exiliada rusa publicó dos
novelas que se convirtieron en una especie de Biblia de los republicanos
norteamericanos y de los conservadores británicos y mucho más adelante de los
dinosaurios del Tea Party.
La primera se llamó “El
manantial”, publicada en 1943 y la segunda “El desafío de Atlas” en 1957.
El joven empresario que estudió en un importante colegio privado y
luego en una universidad privada, para ser coherente fue privado de una
cultura general, pese a los diferentes y denodados esfuerzos de su muy difícil
padre y eso se tradujo en la precariedad de su capacidad expositiva.
“El manantial” cuenta la
historia de un arquitecto visionario e innovador, Howard Roark, que prefiere
que dinamiten sus edificios antes que poner en duda la perfección de sus
proyectos; como no puede ser de otra
manera, considera a todas las personas que lo rodean como mediocres y otras son
burócratas que sirven a un supuesto bien común empresarial que se benefician
del trabajo y el talento de otros; al final termina procesado.
En una entrevista televisiva
con el periodista Gerardo Rozin, el
empresario argentino le cuenta que el libro “El Manantial” es uno de los tres
libros más importantes de su vida, y que el alegato del arquitecto cuando
fue procesado, lo conmovió profundamente.
En un libro que acaba de
aparecer de la periodista y diputada Gabriela Cerruti con el título “Big Macri
Del cambio al FMI” escribió:” Mauricio Macri es Howard Roark. No es un secreto,
claro, pero nadie le presta suficiente atención cuando señala una y otra vez
que El Manantial es el libro que cambió su vida. El que releyó una y otra
vez. El que le regaló a Juliana Awada
para decirle que estaba enamorado. El mismo que le sugirió leer a cada uno de
sus ministros cuando se sumaron al gabinete. Un rito de iniciación. La
vicepresidenta Gabriela Michetti puede decir que lo supo antes que nadie: ya se
lo había regalado cuando pidió que lo acompañara como vice jefa de gobierno. No
leyó muchos más libros en su vida: le aburren la literatura y la historia, pero
las obras de Ayn Rand, El Manantial, primero, y La rebelión de Atlas después,
son la biblia de su religión. Su héroe
es-dice- Roark. El arquitecto individualista, envidioso, que no negocia ni un
milímetro sus creencias y sus ideas, que fue capaz de destruir un edificio con
sus obreros adentro porque no iba a ceder a las críticas ni a las perspectivas
de otros sobre lo que él tenía que hacer o decir. El que cree que el
altruismo destruyó a la humanidad y que el egoísmo es la fuerza que la salvará.
El que divide la sociedad entre creadores y parásitos, y cree que la hidalguía
es un invento para debilitar la fuerza de los buenos”
El joven empresario argentino
accedió a la presidencia del club más popular de la Argentina con su economía
saneada. Durante los primeros años compró jugadores y cambió directores
técnicos guiado por encuestas, sin poder obtener campeonatos mientras que
River, su rival más importante, los acumulaba a raudales.
Alisa Zinov'yevna Rosenbaum,
la rusa nacida en San Petersburgo el 2 de febrero de 1905, murió en Nueva York el 6 de febrero de 1982 y
adquirió notoriedad como Ayn Rand, siendo creadora de una corriente filosófica
conocida como “objetivismo”.
El empresario argentino
finalmente encontró en Carlos Bianchi a
su salvador. Curiosamente se lo recomendó el presidente de la AFA Julio
Grondona, que no lo quería como director técnico de la selección. El hijo de Franco prefería a Daniel
Passarella, y en un imprevisto del que está llena la historia, la aceptación de
la sugerencia del mandamás del fútbol argentino le permitió hallar un gestor
que llenó de títulos la vitrina boquense, al punto que se llegó a decir que
tenía “el celular de Dios”.
Ya entonces demostró su
concepción ideológica cuando fue reelegido, modificando los estatutos, eliminando la representación de las
minorías y determinando como requisito tener un
patrimonio importante para poder ser directivo.
La temática que Ayn Rand
desarrolla en la “La rebelión de Atlas”, según Wikipedia, es la siguiente:
“Divide a la sociedad estadounidense en dos clases: la de los «saqueadores» y
la de los «no saqueadores». Los «saqueadores» están representados por la clase
política (místicos del músculo) y los cultos religiosos (místicos del espíritu)
que piensan que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una
fuerte imposición fiscal. Los «no saqueadores» son hombres emprendedores, los
capitanes de empresa y los intelectuales que piensan que la solución está
justamente en todo lo contrario. Entre ellos, y más en concreto, de los
patronos, surge un movimiento de protesta que se concreta en un lock out
acompañado de sabotajes y desapariciones misteriosas de empresarios y
emprendedores.
El líder de este movimiento es
un misterioso personaje llamado John Galt, a la vez un filósofo y científico.
Galt, desde su escondite en las Montañas Rocosas, da órdenes, sugiere
iniciativas y mueve todos los hilos. Junto con él, se refugian los principales
empresarios e intelectuales del país. Durante el tiempo que dura el lock out y
la desaparición de los empresarios, el sistema estadounidense se va hundiendo
bajo el peso del cada vez más opresivo intervencionismo estatal. La novela
termina cuando los empresarios deciden abandonar su escondite y marchan a los
centros de decisión económicos, encabezados por el dólar, símbolo que Galt ha
elegido como estandarte de su particular rebelión.”
Un economista que
benévolamente se puede caracterizar de pintoresco como el ultraliberal Javier Milei, abonado a distintos programas de televisión
y radio, recomienda también este libro. Es el mismo que propone terminar
con el Banco Central y encuentra como los grandes enemigos del sistema a los
políticos y al Estado, al tiempo que elogia como contrapartida a los
empresarios. La identificación de Javier Milei con la ideología del libro surge
a la vista.
El periodista Diego Rubinzal
escribió en Página 12: “En la campaña electoral del 2007, el entonces jefe de
gobierno manifestó que estaba leyendo tres libros de Rand: “La virtud del
egoísmo”, “El Manantial” y “La Rebelión de Atlas”. En un reportaje publicado en
La Nación, le pidieron a Juliana Awada que eligiera un texto. La respuesta fue “El
manantial”, el primer libro que me regaló, que es su favorito”.
El joven empresario ha hecho una carrera meteórica ya que en apenas 12
años creó un partido y llegó a la presidencia de la nación. En todo este
período sólo perdió una elección, la primera a jefe de la ciudad de Buenos
Aires en el 2003. Si en Boca tuvo a Carlos Bianchi, en Buenos Aires
contó como real jefe de gobierno a
Horacio Rodríguez Larreta.
Cuando aspiraba a la
presidencia, iba frecuentemente a “La
Embajada” y pedía ayuda para limitar al kirchnerismo. En ArgenLeaks se
cuenta: “Seis meses antes de las elecciones presidenciales del 2007, Mauricio
Macri presentó su oferta electoral en la embajada de los EE.UU: “Somos el
primer partido pro mercado y pro
negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para
asumir el poder” se despachó ante el jefe de la misión y el cónsul político de
la embajada, según el cable obtenido por Wikileaks…..buscaba transmitir que
ningún candidato, local o nacional, sería más amigable con el gobierno de Bush. Como muestra del
clima de negocios que sabe generar, el jefe de gobierno porteño asistió a la
reunión acompañado solamente por su íntimo amigo y empresario de la construcción Nicolás Caputo, uno de los
principales contratistas de la ciudad. El cable describe a Caputo como un
“socio de Macri y hombre de negocios local” (Página 197)
En la campaña electoral del
2015 había dicho: "El gobierno tiene que ser como un canchero de fútbol:
tiene que cortar el pasto, marcar la cancha y es la gente (en realidad las
empresas) las que tienen que jugar."
Es perfectamente lógico que
Mauricio Macri admirara a Ayn Rand y que ésta lo considerara, si lo hubiera
conocido, como un digno discípulo. En su última aparición pública, la exiliada
rusa dijo: "No existe ningún poder externo que pueda destruir a tales hombres
y a tal país, sólo un poder externo puede hacerlo: el poder de la moralidad.
Más concretamente, el poder de una depravada y malvada idea aceptada como un
principio moral: el altruismo. Recuerden que 'altruismo' no quiere decir
benevolencia o consideración por otras personas. El altruismo es una teoría moral que predica que el hombre debe
sacrificarse a sí mismo por otros, que debe poner el interés de otros por
encima del suyo propio, que debe vivir por el bien de otros. El altruismo es
una noción monstruosa, es la moralidad de caníbales, devorándose unos a otros.
Es una teoría de un profundo odio por el hombre, contra la razón, contra el
logro, contra cualquier forma de éxito humano o felicidad en la tierra".
Una concepción de la vida y de la sociedad
opuesta al del filósofo inglés John Donne quien escribió este texto que dio
origen al título de una novela de Hemingway: “Nadie es una isla, completo en sí
mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el
mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera
un promontorio, o la casa de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de
cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por
consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por
ti”
En la ideología neoliberal el
Choclo no es un tango, sino una ejemplificación de la distribución del ingreso,
que mezcla Ayn Rand con Mauricio Macri: el maíz para los de arriba, el marlo (el
choclo) para los de abajo
(*) Publicado en la Tecla Ñ