Por FRANCISCO PESTANHA
Un ejemplo de integridad y patriotismo
en tiempos donde la ética en la política es menoscabada por un pragmatismo
mercantilizado decadente y degradante.
“A fin de mes nos echan de la pieza,
departamento en el que vivimos amontonados. No tengo con qué pagar los
comestibles. Nadie ayuda aquí. Vivo con dolores de cabeza. De allá la noticia
más alentadora es de que en cuanto llegue me meten preso, no sé por qué
carajos. No tengo plata para volver. Podría trabajar de mozo de café o de
ayudante de cocina, si consigo. Pero realmente, desde el punto de vista físico
no estoy capacitado”.
Carta del Dr. Ramón Carrillo a su
hermana. 1955. La revolución fusiladora lo acusaba de “malversación de fondos
públicos y de enriquecimiento ilícito”.
Ramón
Carrillo fundó ciento cuarenta y un hospitales, sesenta institutos de especialización,
cincuenta centros materno-infantiles, dieciséis escuelas técnicas, veintitrés
laboratorios e instituciones de diagnóstico, nueve hogares-escuela, numerosos
centros sanitarios en veinte provincias y llevó a cabo la duplicación del
número de camas hospitalarias en el país. Consiguió erradicar el paludismo de la argentina, la difteria y reducir en
forma drástica la tuberculosis y el chagas. Creó la EMESTA (especialidades medicinales del estado), la primera fábrica
nacional de medicamentos como una forma de ponerle coto a los sobreprecios de
la manufactura extranjera. Fue docente,
decano interino de la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires y
el primer Ministro de Salud que tuvo la nación, bajo el gobierno de Perón.