Por Juan Godoy, junio 2020
Salvador
Ferla afirma que el mismo 17 de octubre la oligarquía se la tiene jurada al
pueblo, que buscará la hora de la impunidad para tomarse una revancha
clasista sobre los trabajadores argentinos que habían torcido el rumbo de la
historia y encontrado un líder que sintetiza los anhelos de los mismos. El historiador considera que la impunidad
la encuentra en junio del 56 con los fusilamientos, no obstante nosotros
podemos considerar que anteriormente a éstos, fueron realizando varios
atentados sobre esos trabajadores. En la desconcentración del 17 de octubre
mismo encontrarán la muerte dos jóvenes, uno de los cuáles pasa a ser conocido
como el “primer mártir” del peronismo:
Darwin Passaponti.
El 16 de junio encuentra explicación
en el accionar histórico de la oligarquía y en un entramado de acontecimientos
que teje que van a terminar con el derrocamiento de Perón. Fracasado el intento
de golpe de estado de 1951, y
derrotada nuevamente en las urnas la “vieja” argentina semi-colonial que iba
desde la Sociedad Rural, el imperialismo británico y norteamericano, hasta los
partidos comunista y socialista, entre otros, la oligarquía comienza a realizar
varios actos terroristas que van desde la colocación de bombas el 15 de abril de 1953 en un acto en Plaza de Mayo, otras en
un hotel, a la salida del subterráneo A, ya en el 55 los comandos civiles
siguen colocando bombas, en la CGU, en la CGT y el partido peronista de Mar del
Plata, provocan destrozos en el Banco Nación, la Lotería Nacional, el
Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, YPF, asesinan a “sangre fría”
a policías, etc.
Estos
actos solo resultan los prolegómenos del atentado terrorista más grande de
nuestra historia. A las 12.40 hs. de aquel jueves nublado en que estaba
previsto un desagravio al pabellón nacional y a la memoria de San Martín por
parte de la aviación, comienzan las oleadas de ataques aéreos que durarán 5
horas, siendo la más destructiva la que se da a las 15.15 hs. Se trata
fundamentalmente de Oficiales y
Sub-oficiales de la Armada, fuerza penetrada fuertemente por Gran Bretaña
(se verá tres meses más tarde cuando abastecen para que tenga poder de fuego la
cañonera con la que Rojas amenaza volver a bombardear Buenos Aires), con el
apoyo de un sector menor de la
aeronáutica y de los “comandos civiles”. Se trata más de 300 comandos armados
que tienen como misión dar apoyo a la infantería de Marina durante el
planificado asalto a la Casa de Gobierno bombardeada de modo de dar muerte a
Perón y sus ministros si continuaban con vida, lo que no logran. Lo que si
logran es ocupar Radio Mitre y emitir
una proclama dando por muerto al “tirano”. La intención, luego de asesinar a
Perón, era crear un triunvirato integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz
(dirigente radical, el único civil que participa de los bombardeos, luego
canciller del “democrático y honesto” Illia), Américo Ghioldi (dirigente
socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido Conservador). Un antecedente de un bombardeo (además de Guernica), aunque diferente
claro ya no son sectores de las FFAA del mismo país, es el golpe (auspiciado
por la CIA), a Jacobo Árbenz en el 54, cuando aviones procedentes de
Honduras y Nicaragua bombardean Guatemala.
Cabe resaltar la tradición criminal de
los que participan de los bombardeos. Destacamos algunos casos: como ayudantes
del contralmirante Olivieri se
encuentran Emilio
Eduardo Massera, Horacio Mayorga y Oscar Montes. Massera,
sabemos, fue miembro de la Junta Militar genocida, Mayorga participó de la masacre de Trelew, Montes fue Canciller la
misma dictadura. A los fugados a Montevideo los recibe el Capitán Guillermo
Suárez Manson (estaba prófugo de la justicia por haber participado en el
intento de golpe del 51), Comandante del Primer Cuerpo del Ejército de la
última dictadura, uno de sus principales represores, como tal condenado por
delitos de lesa humanidad. Máximo Rivero Kelly, vinculado a la represión en la
Patagonia, Horacio Estrada, jefe en la ESMA, Eduardo Invierno, jefe
inteligencia naval, Carlos Fraguío,
vinculado a la represión en la ESMA, Jorge Mones Ruiz, delegado de la SIDE, Osvaldo Andrés Cacciatore, intendente
de Buenos Aires, por nombrar algunos casos. El golpe del 76, nuevo golpe contra
el peronismo, resulta la continuidad y profundización del 55.
Además de los objetivos mencionados,
resulta central la idea de implantar el terror y demostrar que están dispuestos
a todo. No casualmente Mario Amadeo,
comando civil y partícipe en los actos, afirmó que “sin 16 de junio no hubiese
habido 16 de septiembre”. Desde los aviones caen más de cien bombas, se trata
de un total de 9-14 toneladas de explosivos, las víctimas son más de
trescientas (algunos hablan que podrían llegar a dos mil), a las que hay que
sumar también miles de heridos, muchas gravemente y con consecuencias para toda
la vida.
En este marco, queremos destacar
para finalizar dos cuestiones: una que si bien uno de los objetivos era asesinar a Perón, como él mismo lo indicó no hacía
falta el bombardeo, ya que en todos los años de su presidencia dio infinidad de
actos públicos, andaba en su automóvil sin escolta, asistía a ceremonias,
etc. por lo que solo bastaba un hombre decido para matarlo, pero no, algo más
había además de su asesinato se buscaba como dijimos implantar el terror. No
obstante, evidentemente el pueblo peronista no se amedrenta, sino que ese mismo
día se presenta para defender el orden constitucional y la Revolución Nacional.
Por último, rescatar la acción de
Perón, tanto en este acontecimiento como tres meses más tarde en el golpe de
estado. Una de las verdades del peronismo dice que “El peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires”, y otra
que “El justicialismo es una nueva
filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”. Consecuente
con los pilares doctrinarios, guía para la acción, que muchos analistas no
tienen en cuenta (y suelen minimizar), ese mismo día Perón busca proteger al
pueblo de la barbarie oligárquica entendiendo que las fuerzas leales podían
derrotar a los insurrectos, y procurando evitar que la CGT dispuesta no avance
sobre la plaza, de modo que no se derrame más sangre de nuestro pueblo.
Asimismo
luego de derrotado el golpe, Perón no aplica fusilamientos como varios sectores
piden, sino que piensa en la necesidad de pacificar la situación en el mismo
sentido. Luego, y más claramente, cuando
se da el golpe de estado de septiembre, las fuerzas leales tienen controlada la
situación y pueden derrotar a los golpistas, sin embargo amenazan con un nuevo
bombardeo. En ese marco, Perón decide renunciar. La explicación de Perón es
preferir “el tiempo a la sangre”. Perón
considera que seguir en el gobierno seguramente llevaría a una guerra civil,
donde los muertos se contaría seguramente por miles, cientos de miles o más de
un millón (Perón había visto las consecuencias de la guerra civil española),
desangrando a la Argentina y enterrando las posibilidades de ser una Patria
Libre, Justa y Soberana por muchísimos años (Paraguay luego de la guerra puede
ser un ejemplo de ello). Muchos analistas analizan la profundidad de la
revancha, mucho más grave son cientos de miles de muertes y un país
absolutamente destruido. El tiempo
finalmente le dio la razón, si bien muchos años más tarde, retornó al poder con
más de 62 % de los votos para volver a la senda de la Revolución Nacional. Pensamos
que Perón deja una lección para la historia en torno al humanismo, la
importancia de tener guías para la acción, la sabiduría de un líder que no cae
en infantilismos que pueden llevar a miles de muertes, y el poner por delante
del interés personal los intereses de la Patria y los trabajadores.