Pobreza [1] Peronismo [2] y Política [3]
1. POBREZA
1.1. Dentro de
las familias más pobres, en situación de
indigencia, se ven dos formas de encarar la ayuda social. Noto una
diferencia clave: las familias cuyos ingresos más significativos desde hace
años son las ayudas sociales, buscan a través de la necesidad una forma de
inclusión. Reformulo: desocupados crónicos o diversos changarines que en sus
trabajos ganan miseria y su ingreso grueso es una Asignación o algún tipo de
plan, encuentran en confesar sus necesidades la clave para acceder a la
contención social. Mientras más
necesidades exponen, mientras más tragedias te confiesan, más sienten que van a
recibir. Buscan ser incluidos a través de la necesidad, porque es la única
manera que conocen de ser integrados a programas económicos. Esto genera una
tragedia: la miseria es un ticket de
entrada al sistema, por ende, la pobreza no es vista como problema, sino como
un síntoma que garantiza un calmante. El segundo grupo es el que alguna vez
tuvo trabajos que dieron más dinero que los programas sociales y que recibe
también las ayudas, pero sólo las ven como ingreso extra. Estas familias actúan
de manera distinta. Son, por ejemplo, los que con el IFE invirtieron o pudieron
capitalizarlo. En este momento, económicamente la situación es igual de
paupérrima en ambos grupos, pero las familias del segundo tienen además de
(quizás y solo quizás) un poco más de recursos educativos otra perspectiva: la
necesidad ES un problema. El deseo de erradicarla es constante. El primer grupo teme ardientemente perder las
ayudas sociales, la contención social es el eje de la vida, incluso un
ordenador. El segundo grupo, conociendo los beneficios de los empleos con
buenos salarios, desea el trabajo en blanco más que cualquier otra cosa, la
ayuda social es un plus al que se renuncia si aparece algo mejor. El
verdadero desafío son las familias del primer grupo, numerosísimas en los
barrios más pobres del AMBA. No hay nada más imposible que sacar de la pobreza
a alguien que encuentra seguridad en ella. (Quien reduzca esto al “son pobres porque
quieren” o “el problema son los planes” ya no es para mí más que un ignorante.)
1.2. Si tenemos
en cuenta los números del INdEC, la
mitad de los argentinos somos pobres. 6 de cada 10 chicos tienen necesidades
básicas descubiertas. La subalimentación acompañada de entornos pobres y
excluidos generará un aumento de la marginalidad y todos los problemas que esta
acarrea. La construcción de escuelas con comedores que den desayuno y
almuerzo, o almuerzo y merienda (y si fuera posible el sueño de la educación
pública con doble jornada que den las tres) es urgente.
1.3. Si no se
reactiva la economía privada vamos
camino a dejar una estructura similar a los países de la región, donde hay un
30% de gente totalmente por fuera del sistema y la economía que se acostumbró
a vivir en los márgenes de la sociedad.
1.4. Faltan docentes, faltan enfermeros, faltan
profesionales en muchas áreas específicas y sobran pobres con ganas de estudiar
pero que no pueden. No generar puentes entre estos sectores que se
necesitan mutuamente no sólo es inhumano: es un desperdicio de recursos humanos
que nos hará más pobres.
1.5. Los que vivimos situaciones de miseria en la
infancia nos sentimos adultos desde muy chicos. Si
no se propone algo prometedor para los adolescentes pobres que estudian, estos
dejarán los estudios para buscar empleos pesimamente pagos e incluso formarán
sus propias familias. Tendremos más mano de obra no calificada, más paternidad
adolescente y una sociedad menos educada. Completa pérdida.
1.6. La mega ola de cuentapropistas, changarines
y monotributistas nos deja un nuevo panorama: o se busca la manera de
generar inversión en Argentina para que esos laburantes vuelvan al sector
privado, o se piensa en una reestructuración del sistema jubilatorio y de
acceso a la tierra. El nivel de vida de los “independientes” no sólo es
extremadamente sensible a la volatilidad económica argentina, sino que te la
regalo en dos generaciones cuando ninguno haya tenido aportes grandes y
tengamos a la mayoría de jubilados siendo inquilinos y cobrando la mínima.
1.7. Uno de mis temores más grandes siempre que
escribo estas cosas es que se interprete que busco que se creen más oficinas,
más ministerios, más instancias burocráticas. Es lo
último que quiero y lo que menos garantizaría una solución sostenible. No sólo
muchos problemas se resolverían si algunos funcionarios trabajaran de manera
más conexa y eficiente (conexa entre ministerios que se tiran la pelota entre
sí, conexa entre funcionarios y realidad, conexa entre bases territoriales y
decisiones ejecutivas), sino que creo que con una verdadera gestión
transformadora, en unas cuantas generaciones ya no serían necesarios algunos
estratos estatales.
2. PERONISMO
2.1. El mensaje
de Cristina ayer (“Si alguno tiene miedos búsquese otro laburo, los ministros y
legisladores están para mejorarle la vida al pueblo”) esperemos que genere
algún impacto en los ministros hasta ahora invisibles.
2.2. El verticalismo está más vigente que nunca.
Cristina construyó siempre desde arriba y las segundas y terceras líneas la
imitaron. Esto generó una desmotivación brutal en las bases. Pareciera que ya no tiene sentido construir porque lo único que
genera crecimiento, ingresos y recursos es la bendición de los distintos
“dedos” que tienen el poder de bendecir. El resultado es un chupamedismo
asqueante que prospera y unas bases laburantes cada vez más desconocidas y
desconectadas. Quien cuestiona esto (o
cualquier otra cosa) es tildado de traidor y sometido al peronómetro.
2.3. Se jodió
mucho para que “el estado esté presente” en todas partes, pero en muchos
sectores el estado son dos piojos resucitados tomando mate y menospreciando al
vecino que va con una necesidad. Que durante un gobierno peronista no haya
gente atenta y proactiva en los sectores de atención y contención, es una
barbaridad.
2.4. La gestión de Alberto no ha sido buena, las
pocas cosas que se hicieron bien jamás fueron bien comunicadas y, por lo tanto,
prácticamente no cuentan como exitosas. En política percepción mata gestión. El
gobierno no describe bien la realidad y tampoco es claro en cómo construirá el
futuro. La gestión no ha sido buena y la comunicación es simplemente pésima.
2.5. Cada vez que el presidente habla muestra un
optimismo que se percibe como desconocimiento de la realidad, generando
profundo rechazo incluso en sectores que lo votaron.
2.6.
Burocráticamente hablando, en cuanto al
trato a los sectores más necesitados, el peronismo viene siendo tan malo como
el macrismo (salvo algunos distritos que son la excepción).
2.7. Que Cultura siga siendo para la gran
mayoría de los compañeros un espacio donde se intenta que todos los artistas
puedan vivir de lo que hacen porque en el sector privado son insostenibles, es
un flagelo (ódienme, me importa un carajo).
Ningún ente estatal puede reducirse a ser una chequera de becas. La
industria cultural debería ser sólo una parte de un Ministerio que jamás se
ocupó de las tragedias culturales argentinas: la aporofobia, el rechazo a los negros, la misoginia, el clásico y
vigente cipayismo, el desprecio por lo nacional, la postura de los medios de
comunicación descaradamente a favor de intereses extranjeros sin consecuencia
ética alguna, el hecho de que los egresados de universidades públicas en
carreras exactas egresan con un pensamiento antinacional (me fascina esta
tendencia de gente que incluso no hubiera podido pagar una universidad
privada), el odio de clase, los problemas culturales específicamente de los
pobres como el temor al sector privado por discriminación (previa o
imaginaria), la sobrejudicialización de la indigencia, la falta de cultura de
salud sexual y reproductiva, los problemas culturales de otras minorías,
etcétera, etcétera.
2.8. Si la macro
está encaminada con Guzmán, que en la micro inyecte algo quien sea. Igual que
con la vacuna, acá esperamos lo primero que venga con los brazos abiertos.
2.9. El estímulo al consumo SI es necesario. El
estímulo al consumo NO es sinónimo de inclusión social (ni mucho menos de
plan económico).
3.0. La política no tiene tanto poder como la
gente cree. El poder real siempre fue el económico, amparado en el jurídico.
El mensaje de CFK es clave para sacudir algunas jaulas: hay dos tipos de miedos
que pueden tener los funcionarios. El miedo a tocar intereses poderosos y ser
perseguidos judicial y mediáticamente, y el miedo a perder su banca. Ambos
llevan a la inacción.
3.1. El
oficialismo se encuentra más unido que nunca. El peronismo nacional logró
dialogar con la CGT, hacer las paces con el peronismo cordobés y a pesar de las
abismales distancias de izquierda a derecha, el Frente se muestra sólido por ambos lados. Alberto se lleva bien con
todos, menos con la realidad.
3.2. El analista
político Diego Genoud habló de una “lealtad inédita de Sergio Massa”. ¿Eso
habla bien de Massa, mal de Alberto, ninguna de las dos o una mezcla de ambas?
3.3. El macrismo
está construyendo constante y sonante. Bullrich se reúne ya no en secreto con
liberales, libertarios, hombres de la derecha nacional y hasta figuras
reconocidas que están (estaban) por fuera de la política. Larreta y Bullrich atraerán al votante duro antiperonista, mientras que
Vidal y Ritondo intentarán peronizarse al máximo para atraer al voto sensible.
3.4. Si la casta política no se muestra
diferente se verá como se ve a la empresarial: una clase que busca acomodar a
sus hijos y su entorno y que no tiene mayor interés por el resto de la
sociedad más que el estrictamente funcional. El resultado es una sociedad cada
vez más “antipolítica” (y todos sabemos quién captura los votos antipolíticos).
3.5. Lo de c5N con Larreta ya es pasmoso. Se
entendía e incluso se justificaba cuando la quiebra era inminente y se dependía
de la pauta porteña, pero que hoy Larreta tenga blindaje en el canal más grande
afín al gobierno es irrisorio.