lunes, 31 de octubre de 2016
jueves, 27 de octubre de 2016
El odio oligárquico
“Lo que yo nunca
le voy a perdonar a Perón es que durante su gobierno y luego también, el
negrito que venía a pelear por su salario se atrevía a mirarnos a los ojos. ¡Ya
no pedía. Discutía!” (Robustiano Patrón Costas)
Un tiempo atrás trascendió que en una
de sus reuniones habituales con referentes sociales, el Papa Francisco
manifestó: "ustedes son muy jóvenes
y no lo han vivido, pero esto que está pasando en la Argentina lo veo como una
especie de revanchismo hacia los sectores populares y los trabajadores, como
fue en 1955". (Infonews. 5-3-2016) A partir de esta idea con la que
coincidimos, queremos reflexionar acerca de la violencia de la oligarquía
argentina en relación al peronismo.
Salvador Ferla en su revelador libro
sobre los fusilamientos del 56, manifiesta que la oligarquía “los días subsiguientes al 17 (de
octubre de 1945) hubiese asesinado de
buena gana a cada uno de los manifestantes. Nace entonces la idea del crimen. La
aspiración al genocidio. Comienza la génesis del 9 de junio (de 1956)”.
(Ferla, 2008: 23) Mucha razón tiene el escritor en su punzante frase. Es más en
la desconcentración del día que se sublevó el subsuelo de la patria, desde el
edificio del diario Crítica (sobre Av. de Mayo) que había escrito en su edición
vespertina del 17 mismo que “grupos
aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de
intimidar a la población. El anunciado movimiento popular de los peronistas ha
fracasado estrepitosamente, en un ridículo de extraordinarias proporciones” (Rep.
en Baschetti, 2015), se hace presente el odio con una descarga de tiros sobre
la multitud que hace caer al conocido como el Primer Mártir del peronismo, el
joven de 17 años Darwin Passaponti (dirigente nacionalista estudiantil), y a
Francisco Ramos de 21 años, también vinculado al nacionalismo. (Galasso, 2011)
Es el resentimiento que pretende atrasar el reloj de la historia.
Si el 55 y los fusilamientos del 56
son la expresión de la revancha clasista
por el 17 de octubre, bien podemos considerar que las represiones posteriores,
y sobre todo el genocidio perpetrado por la última dictadura cívico-militar
también es una respuesta (esta mucho más exitosa para la oligarquía), al mismo.
Pues lo que viene a destruir esta última dictadura es la Argentina montada en
los diez años del peronismo, al movimiento nacional más importante en nuestro
país que parió el siglo XX, y cambiar de raíz la sociedad. Molestaba el modelo
de país, la dignificación del trabajador, las relaciones sociales que traía
aparejado el modelo de industrialización, por eso “la redefinición de la relación, de por sí desigual, entre capital y el
trabajo tuvo tal magnitud que sólo puede
entenderse como una revancha oligárquica sin precedentes históricos en el país,
acorde al profundo resentimiento que guardaba la oligarquía nativa hacia la
clase trabajadora argentina”. (Basualdo, 2010: 117)
De todas formas, como queda claro al
culminar el 17 de octubre, la oligarquía no iba a permanecer de “brazos
cruzados” viendo como los trabajadores discutían y desarrollaban el país en el
que querían vivir que era diametralmente opuesto al país para pocos que venía
desarrollando la misma hasta ese momento. De esta forma, los diez años que
gobierna el peronismo van a estar marcados por el desenvolvimiento de una
Revolución Nacional que avanza en el otorgamiento de derechos a las mayorías
populares en forma absolutamente pacífica, pero que tiene como contrapartida el
despliegue de un conjunto de estrategias violentas por parte de la oligarquía.
Es la manifestación del pasado que quiere volver.
Con el ingreso de los trabajadores de
la Patria a un nivel de vida digno, se encuentra la pérdida de ciertos
“privilegios” por parte de la oligarquía (y sus satélites medios), que le
provoca bronca, rencor u odio. Esto es graficado por la pluma de Arturo
Jauretche que escribe “es horrible hacer
el sacrificio de llevar a la familia a Mar del Plata para encontrar que la
habitación de al lado la ocupa la mecanógrafa, el peluquero, o el repartidor de
leche, que en el restaurant no hay mesa porque lo desbordan las gentes que
antes no tenían acceso al él, que los camarotes del tren le son disputados por
la multitud en fiesta, que cualquiera ocupa un taxímetro y que hay que hacer
cola para comprar el pollo “allo spiedo” que antes ofrecía reverente el
rotisero sin clientes, al grave caballero de flácido bolsillo que lo tuteaba
paternalmente al protegerlo con la compra”. (Jauretche, 2004: 60)
En este esquema ciertos escritores,
fieles representantes de la intelligentzia
se han manifestado acerca de diferentes aspectos del movimiento nacional. Conocido
es el libelo furiosamente anti-peronista editado con posterioridad al golpe del
55 por el “fotógrafo de las Pampas”, como lo llama Jauretche, Ezequiel Martínez
Estrada: "una característica
sobresaliente de Perón, tanto en su campaña proselitista como en su programa
doctrinario, es que recogió con minuciosidad del hurgador de los tachos de
basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los ordenes espiritual
y material". (Martínez Estrada, 2005: 55) Asimismo caracteriza a Eva
Perón afirmando que era “una sublimación
de lo torpe, lo ruin, abyecto, infame, vengativo, ofídico (con un) resentimiento contra el género humano,
propio de la actriz de terceros papeles”. (Ibídem: 307) En el mismo sentido se manifiesta Jorge Luis Borges: “Evita era una de las damas del burdel,
usted sabe (…) una prostituta común. Ella tenía un prostíbulo cerca de Junín. Y
eso debió amargarlo a él”. (Borges. Cit. Galasso, 2012: 222) Milciades Peña
también hizo un análisis similar, para él Eva Perón era una “actriz fracasada, hizo de la sociedad
argentina su escenario triunfal, y murió creyendo que su comedia personal era
la historia argentina. (…) Eva Duarte (que no sabía construir correctamente una
frase en castellano) escribió un libro que sirvió de texto obligatorio para la
enseñanza del lenguaje”. (Peña, S.f.: 71)
Dentro de las formas que encuentra la
oligarquía para descalificar el proceso de Revolución Nacional llevado a cabo por
el peronismo, Norberto Galasso destaca lo que en los sectores del peronismo de
base se llama “evitismo” que consiste en “contraponer
esa Evita sacralizada al Perón “autoritario”, “burgués”, “militar”, “nazi”,
“ladrón” sin olvidar, por supuesto, su “condición de “taimado”, “demagogo” e
“incapaz de sentimientos”. Y más aún, si era posible, descalificarlo por su
frialdad sexual hacia sus esposas a las que ni siquiera les hizo un hijo, pero
al mismo tiempo por su erotismo desenfrenado corriendo por los jardines de la
residencia a las chicas de la UES”. (Galasso, 2009: 8) En fin contraponer
la figura de una Eva Perón revolucionaria a un Juan Perón conservador, que al
fin y al cabo era un “militar” lo que se correspondería con una posición de
defensa del “statu quo” (visión clásica de un anti-militarismo abstracto,
desconocedor de la realidad latinoamericana y del papel de las fuerzas armadas
en los países semi-coloniales), en tanto su gobierno sería una suerte de
“farsa” y su política “pura demagogia”. Una forma “sutil” de descalificar al
movimiento nacional en su contenido profundo.
Tomamos
estos pequeños fragmentos, de los miles que existen como muestra del odio
oligárquico y de sus satélites del “medio pelo”. Ríos de tinta se han derramado
escribiendo contra el peronismo y el pueblo argentino, como el conocido “Libro Negro de la Segunda Tiranía”, o “Técnica de una traición. Juan Perón y Eva
Duarte agentes del nazismo en la Argentina” de Silvano Santander, o “Ayer fue San Perón” de Damonte Taborda,
o bien Tomás Eloy Martínez con su “Novela
de Perón” y “Santa Evita”. Pero
si este odio solo se hubiese manifestado en los libros, no sería tan grave como
realmente lo fue. Los sectores dominantes argentinos desplegaron su estrategia
a través de la aplicación del terror, y la represión más cruenta. Esas palabras
lanzadas por el aparato cultural sirve de “paraguas” y justificación del
accionar de los terroristas. Esa construcción proviene de los cimientos mismos
de nuestra nación que opone lo civilizado a lo bárbaro.
De
esta forma, el primer suceso violento que podemos contar es el del mismo 17 de
octubre que deja dos muertos que reseñamos anteriormente. No obstante, y
lamentablemente eso no es nada comparado a lo que vendrá. Veamos brevemente
algunos de los hechos, invisibilizados en su mayoría, durante los gobiernos
peronistas y en los años inmediatos después de su derrocamiento. No pretendemos
desde ya, reseñar todos los acontecimientos porque sería necesario escribir al
menos un largo libro, pero en el mismo sentido que con las frases lanzadas
desde la intelligentzia damos cuenta
de algunos para ahondar en el análisis, y poner de relevancia que la violencia
en nuestro país fue ejercida por la oligarquía que como afirmaba Hernández
Arregui en la década del 60 “la oligarquía
existe. Ha ensangrentado el país y está dispuesta a ensangrentarlo nuevamente
(…) con posterioridad a 1955 damas delirantes por el odio de clase, envueltas
en sus tapados de visón, ya no entonan con furor patriótico las estrofas del
himno nacional. Ahora, en melancólicos desfiles callejeros cantan a coro la
marcha fúnebre de la decadencia del patriciado: con Rojas y Aramburu / el país
está seguro”. (Hernández Arregui, 2004: 47-54)
A
partir de la irrupción de la clase trabajadora el 17 de Octubre, la victoria
electoral del 24 de febrero de 1946 y el conjunto de medidas que avanzan en la
ruptura de la dependencia, el emprendimiento del desarrollo industrial, el
mejoramiento sustancial de la condición de vida de los sectores populares, y el
fortalecimiento de las entidades sindicales comienzan a darle la pauta a los
sectores oligárquicos de la imposibilidad o al menos la enorme dificultad que
van a tener para retornar al poder, al menos por las urnas. En ese escenario se
lanzan a generar terror en la sociedad Argentina, y a “golpear” al gobierno de
todas las formas posibles legales e ilegales para fortalecer su posición
política, y poder retornar al poder político de modo de reajustar su proyecto
de país semi-colonial.
De cara a las elecciones del 11 de noviembre
de 1951, ante la evidencia por parte de la oligarquía del triunfo de los
candidatos peronistas, lanzan una sublevación militar encabezada por el General
Benjamín Menéndez (que incluía el asesinato de Perón, como también se había
pensado en los prolegómenos del 17 de octubre), la otra tendencia golpista la
lidera Eduardo Lonardi. “Norteamérico” Ghioldi como lo llamaba Don Arturo,
implicado en la intentona golpista cuenta que “cuando Perón decidió entronizarse en el poder, a través de la
re-elección presidencial, le advertí al Doctor Nicolás Repetto – también del
Partido Socialista- que solo podríamos derribarlo con la ayuda del Ejército.
Entonces me puse a conspirar por primera vez y tomé contacto con algunos
militares”. (Ghioldi. Cit. en Galasso, 2006: 576) El intento fracasa, el
peronismo gana en las urnas y en febrero de 1952 hay otro intento menor,
detectado y sofocado a tiempo, que también pretendía matar a Juan Perón y Eva
Perón a través de un ataque a la residencia presidencial.
La oligarquía no se rinde, y va a
continuar buscando su objetivo. Así la violencia continúa en todas sus formas.
El 15 de abril de 1953 en un multitudinario acto en Plaza
de Mayo, la barbarie se hace presente
nuevamente haciendo explotar bombas en medio del acto. Una en el Hotel Mayo
(sobre Hipólito Yrigoyen), y otra sobre la salida del subte A. Son cinco
muertos y casi un cien heridos el saldo. Cabe recordar que uno de los que
colocó la bomba, Roque Carranza, tiene hoy con su nombre una estación de subte
y otra de ferrocarril (también fue Ministro del gobierno de Alfonsín). El 1º de
mayo vuelven a explotar bombas en el Círculo militar y otros sitios, finalmente
“se comprobó que se trataba de un plan
premeditado llevado adelante por células terroristas integradas por miembros de
la oligarquía vernácula”. (Baschetti, 2013: 18)
En el año 55, los Comandos Civiles
aceleran la espiral de violencia, siguen colocando bombas como por ejemplo en
abril en la Confederación General Universitaria (CGU), o el mismo mes en Mar
del Plata sobre la CGT y el Partido Peronista, como asimismo en los meses
sucesivos en las Embajadas de Yugoslavia e Israel, provocan al mismo tiempo
serios destrozos en la ciudad, como en el Banco Nación, la Lotería Nacional, el
Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, YPF, etc. También cabe
mencionar que ante en la desconcentración de un acto peronista en el Congreso
en junio del 55 le arrojan agua hirviente a los manifestantes. (Ibídem)
No obstante, estos eran solo pequeñas
muestras de lo que sería capaz la oligarquía con tal de desterrar al peronismo
de la Patria. Así, el jueves 16 de junio bombardea la Plaza de Mayo ante la
población civil indefensa, un hecho inédito e inusitado en la historia de
nuestro país y de la humanidad: que las fuerzas armadas de una nación que están
formadas para defender a la población de un ataque externo se dediquen a
masacrar a su población[1].
El objetivo sembrar el terror, demostrar que están dispuestos a todo, matar a
Perón y derrocar al peronismo gobernante. El saldo aproximadamente 350 muertos.
Roberto Baschetti anota que una fuente de insospechado peronismo, Mario Amadeo
por entonces Comando Civil afirma en su libro “Ayer. Hoy. Mañana” que “sin
16 de junio muy difícilmente hubiese habido 16 de septiembre”. (Ibídem: 31) son 800 los detenidos entre
civiles y militares, Perón no fusila a nadie (luego del golpe, son todos
amnistiados y muchos “premiados” con cargos
condecoraciones). Pero “ese día
también, como respuesta, los trabajadores dan nacimiento a la Resistencia
Peronista”. (Chaves, 2015)
Entre
junio y el golpe de septiembre siguen implantando el terror, se dan numerosos
ataque violentos por parte de los comandos civiles a la policía, muchos son
asesinatos a “sangre fría”. El 16 de septiembre finalmente se consuma el golpe
de estado. Perón tiene superioridad de fuerza para derrotar el golpe, pero no
quiere un “baño de sangre”, prefiere “el tiempo”. Así, tres días después la Marina
al mando de Isaac Rojas bombardea la Ciudad de Mar del Plata, y amenaza con
bombardear la destilería ubicada en Dock Sud y La Plata, a lo que Perón
responde elevando su renuncia. (Baschetti, 2013)
Tres
meses dura el gobierno de Lonardi, al cual le sucede el verdadero sector que
hizo el golpe de Estado la dupla liberal pro-británica Aramburu-Rojas
representantes cabales del proyecto oligárquico. Es ahí que comienza la
represión más feroz sobre el movimiento obrero peronista. Es la revancha clasista en su máxima
expresión.
Se dicta el tristemente célebre decreto 4161
(parte de los 4200 decretos dictados en 40 días de gobierno), que prohíbe
cualquier manifestación que le de visibilidad al peronismo desde los símbolos,
hasta los nombres Perón, Eva Perón, pasando por la Tercera Posición, la Marcha
Peronista, Evita Capitana, etc. Se busca desterrar al movimiento nacional
mayoritario a partir de su absoluta invisibilización conjuntamente con la
represión en todos los frentes. A la intervención de la CGT por parte de la
Marina a cargo de Alberto Patrón Laplacette, el secuestro del cadáver de Evita,
hasta los fusilamientos de junio de 1956 que comentamos al comienzo, luego del
levantamiento de Valle y Tanco que acompañar un grupo de militares retirados de
la fuerza (sobre todo), y algunos en actividad vinculados al peronismo, como asimismo
trabajadores peronistas. (Arrosagaray, 2016) Salvador Ferla sentencia acerca
del crimen atroz: “se utilizaron más
balas para fusilar que para sofocar la rebelión”. (Ferla, 2007: 190)
Como
pudimos observar a lo largo de estas líneas, a partir de la irrupción del
General Perón en la política argentina, y más específicamente con los
acontecimientos del 17 de octubre de 1945, en que los trabajadores toman en sus
manos el destino de la Patria y “tuercen” el curso de la historia dando
nacimiento a Perón como líder de masas y al peronismo como expresión más alta
del nacionalismo popular en nuestro país, la oligarquía comienza a hacer todo
lo posible para desterrar de la faz de la tierra a este movimiento que lleva a
cabo una Revolución Nacional y avanza significativamente en la Segunda y
definitiva independencia. No obstante la tarea no le será fácil, pues los
trabajadores de la Patria emprenden una de las gestas épicas más importantes
del siglo XX en nuestro continente desarrollando por todos los medios la
resistencia a esa revancha clasista oligárquica y logrando mantener viva la
llama del peronismo para las generaciones posteriores.
* Lic. en Sociología (UBA). Mg. en Metodología de la
Investigación (UNLa). Artículo publicado originalmente en Revista "Huellas
de Historia". Año 2, Nº 15. Octubre de 2016
Bibliografía
Arrosagaray, Enrique. (2016). La Resistencia y el General Valle. Buenos Aires: Punto de
Encuentro.
Baschetti, Roberto. (2013). La violencia oligárquica antiperonista entre 1951 y 1964. Su
consecuencia directa. Buenos Aires: Corregidor.
Baschetti, Roberto. (comp.). (2015). La plaza de Perón. Testimonios del 45. Buenos Aires: Capiangos.
Basualdo, Eduardo. (2010). Estudios de historia económica Argentina,
Desde mediados del siglo XX a la actualidad. Buenos Aires: Siglo XXI.
Cháves, Gonzalo Leónidas. (2015). Rebelde acontecer. Relatos de la resistencia peronista. Buenos
Aires: Colihue.
El Papa preocupado
está preocupado “por el revanchismo hacia los sectores populares como en el
55”. 5-3-2016. Disponible en http://www.infonews.com/nota/283744/el-papa-esta-preocupado-por-el-revanchismo
Ferla, Salvador. (2008). Mártires y verdugos. La
insurrección de Valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo
(Continente)
Galasso, Norberto. (2006). Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955). Buenos Aires:
Colihue.
Galasso, Norberto. (2009). Verdades y mentiras acerca de Perón y Eva Perón. Buenos Aires:
Nuevos Tiempos.
Galasso, Norberto. (2011). Historia de la Argentina, Desde los pueblos originarios hasta el tiempo
de los Kirchner. Tomo II. Buenos Aires: Colihue.
Galasso, Norberto. (2012). La compañera Evita. Buenos Aires: Colihue.
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional.
Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos Aires:
Corregidor.
Martínez Estrada, Ezequiel. (2005). ¿Qué es esto? Catilinaria. Buenos Aires:
Colihue (Biblioteca Nacional)
Peña, Milciades. (S.f.). Historia del pueblo argentino. Tomo II. Buenos Aires: Ediciones
Montevideo.
[1] Participan 132 aviadores que usaron 37 máquinas, y un arsenal mayor al
que los aviones alemanes descargaron sobre Guernica. En Montevideo los recibe
el luego mucho más tristemente conocido, el genocida Guillermo “Pajarito”
Suárez Mason. Solo un civil participa del bombardeo, se trata de Miguel Ángel
Zavala Ortíz, más tarde Canciller de Illia. (Baschetti, 2013)
Charla "Yrigoyenismo y FORJA" a cargo de Juan Godoy
Esa te la debo. Mauricio Macri y las Islas Malvinas
Por
Juan Godoy (Sociólogo, UBA)
“La descolonización no solo pasa por las Malvinas. Deberá
pasar por la cultura, la argentinización del Estado, la fusión con América
Latina, la eliminación de la oligarquía europeizante y la re-educación de la
alta clase media seudo-culta, no menos europeizante”. (Jorge Abelardo Ramos)
A mediados del Siglo XIX Domingo
Faustino Sarmiento afirmó que “el mal que
aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas
partes, y se la insinúa en las entrañas (…) al sur y al norte, acéchanla los
salvajes”. A partir de esta idea, que Jauretche un siglo más tarde dirá que
constituye una zoncera (que deriva, como todas, de la que las parió:
civilización y barbarie), la oligarquía argentina va a lanzarse a construir el
“país chiquito”, de cara a Europa, dependiente de Inglaterra, y de espaldas a
la Patria Grande, y al pueblo argentino sufriente de este esquema. Una nación
que produce enormes riquezas, que en gran parte son disfrutadas en otro país
por la estructura dependiente. La emancipación queda limitada a lo formal. En
este sentido, la oligarquía a lo largo de nuestra historia ha despreciado el
territorio. No le importó, ni le importa.
A partir de esto se enmarca que el
Gobierno “Cambiemos”, representante acérrimo de los intereses de la oligarquía y las potencias extranjeras,
desprecie tan fuertemente la cuestión en relación a nuestras Islas Malvinas. Y
del elenco gobernante el Presidente es de quienes expresan esta visión cabalmente,
como cuando afirma: “la verdad es que los
temas de las soberanías con un país tan grande como el que tenemos nunca los
entiendo mucho (…) Es más, creo que las Islas Malvinas serían un fuerte déficit
adicional para la Argentina. Tengo entendido que al Tesoro de Inglaterra le
cuesta bastante plata por año”. Asimismo vale recordar también que Mauricio
Macri siendo todavía Jefe de de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le cambió
el nombre a la calle 2 de abril, nombre puesto en reemplazo de Inglaterra por
un puñado de Patriotas allá por el año 82, nuevamente por Inglaterra.
Es que, como bien indicaba el
pensador Juan José Hernández Arregui la oligarquía argentina no tiene una
identidad nacional, sino que su identidad está atada a la de las potencias
imperiales. Así refuerza la conciencia de lo falso. Eso hace que nuestra clase
dominante no tenga interés nacional, sino extranjero. Vale decir, la oligarquía
argentina nació en nuestro territorio pero desearía haberlo hecho en otro, como
decía el “Padre del aula”: “yo
pertenezco, señor, al número de esos millares de argentinos “que quieren andar
a la extranjera, hablar a la extranjera, vestir a la extranjera”. El
Ministro de Energía, representante local de la petrolera anglo-holandesa que
abasteció a Gran Bretaña en la última guerra es una muestra fuerte de un
gobierno que es parte de los intereses extranjeros. Por eso también es que en
nuestro país no existen dos proyectos nacionales que se disputan el gobierno en
base a ciertos matices de interpretación de la realidad local e internacional,
sino más bien lo que existe es un proyecto nacional que procura romper la
dependencia, y otro de sumisión colonial, que refuerza los lazos dependientes.
El Presidente también muestra un
fuerte desprecio por el pasado nacional. Si la oligarquía en el siglo XIX luego
de triunfar en las guerras civiles se ocupó de falsificar el relato histórico
(por lo que tuvo que emerger un revisionismo histórico en clave popular), construyendo
una identidad que era ajena a las tradiciones populares, Macri la niega, la
vacía de contenido, la banaliza. Es la forma que encuentra de destruir la
identidad de nuestro pueblo. No obstante por más que quiera negarlo, como
vemos, se inserta claramente en la tradición de pensamiento anti-nacional de
nuestra oligarquía. Es claro que un pueblo sin una identidad nacional fuerte (solo
posible a partir de un profundo conocimiento de la propia historia), es un
pueblo más fácil de avasallar y dominar.
Cuando la campaña presidencial y el
triunfo de Mauricio Macri en la misma, los ocupantes de las Islas manifestaron,
a través del patético twitter que suelen utilizar representando al “viejo
imperio”, el apoyo a Macri instándolo a que trabaje con ellos, y no contra
ellos. El Presidente “tomó el consejo” y puso “manos a las obra”. En la reunión
que tuvo al inicio de su mandato con David Cameron, Macri no expresó el reclamo
argentino ante el Primer Ministro, y calificó a la misma como “muy linda”. El
oprimido se identifica con el opresor.
Pero lo peor en este caso, como en todos,
es cuando Macri pasa de los dichos a la acción concreta. Así siguiendo lo
recomendado por los piratas, la Argentina firmó un comunicado conjunto (que
continúa la claudicación del Gobierno de Menem y Cavallo en los acuerdos
firmados), con el Ministro del foreign
office Sir Alan Duncan, en el que la Argentina se compromete “eliminar los obstáculos que limitan el
crecimiento económico y el desarrollo de las Islas Malvinas”, en fin se
compromete a mejorar y facilitar la explotación de las riquezas de las Islas
(que pertenecen a los más de 40 millones de argentinos claro está), y la vida a
los ocupantes de esa porción de nuestro territorio, y sin obtener desde ya,
nada a cambio y renunciando al reclamo por la soberanía. Es lo diametralmente
opuesto a lo que marca una posición nacional frente a la ocupación, hacerle más
difícil la vida a los ocupantes, y al imperio inglés, incrementar los costos de
la ocupación.
Estos últimos días la historia del
“Presidente colonial” tuvo un “nuevo capítulo” (que seguramente no será el
último en materia de claudicación por parte del Gobierno), a partir que
Inglaterra comunicó que realizará esta semana ejercicios miliares que incluyen
el lanzamiento de misiles desde nuestras Islas en una nueva provocación, y reafirmación
de la violación de nuestra soberanía. Cuando en Roma le preguntaron a Macri el
respecto no pudo contestar y remitió a su Canciller (Susana Malcorra), la
respuesta: "si tiene alguna
inquietud del tema Malvinas, está la canciller acá en la embajada, así que se
va a cobrar cualquier consulta". La falta de compromiso con los
intereses nacionales una vez más.
No obstante, la Canciller tampoco, como
era de prever, defendió la soberanía, sino que manifestó ¡“sorpresa”! por esta
acción, y en una muestra de defección evidente manifestó en una entrevista: “nosotros estamos aún hoy viviendo las
consecuencias de la Guerra de Malvinas, no nos podemos olvidar nunca de eso. Y
eso aplica a nosotros, a los argentinos, pero también afecta al otro lado. La
pena que expresé tiene que ver con el hecho de tener que hacer estos ejercicios
militares y el tener que continuar aún hoy, después de nuestro comunicado
conjunto con una serie de buenas intenciones hacia adelante, haciendo estos
ejercicios; eso muestra que del otro lado hay aún hoy un impacto de aquella
guerra”. La Canciller, que también indicó que para el Presidente el
problema es que “ocurriera sin tener un
previo aviso (…) como para que uno se prepare”. Al fin y al cabo defiende
los ejercicios militares, iguala al país opresor, ocupante y colonizador, al
país oprimido que lo único que ha hecho desde 1833 es levantar las banderas
nacionales en defensa de su soberanía. Que la funcionaria manifieste “pena” porque
los ingleses “tienen” que hacer esos ejercicios y vuelva a defender “las buenas
intenciones” del comunicado conjunto con Duncan, es una muestra acerca de lo
que venimos exponiendo: la claudicación descarada de la oligarquía en materia
de soberanía. Evidentemente el Gobierno de Mauricio Macri representa los
intereses absolutamente opuesto a la causa nacional de las Islas Malvinas, pues
su conciencia colonial es ajena a la defensa de la soberanía nacional en todo
sentido.
El pueblo argentino lo entiende
mucho mejor, por eso a lo largo de la historia defendió el territorio nacional
poniendo el cuerpo ante los intentos colonizadores, por nombrar algunos casos, así
lo hizo cuando las invasión británica de 1806-07, en la ocupación de 1833 con
el “gaucho” Rivero, en 1838 ante la intervención francesa, siete años más tarde
en la Vuelta de Obligado (ahora también contra los ingleses), o el 2 de abril
de 1982 expresando su apoyo a la recuperación de la soberanía de nuestras
Islas.
Así aunque el discurso desmalvinizador
intente negarlo y reducir la cuestión a algunos vasos de whisky, (olvidando la
larga tradición de lucha de nuestro pueblo por la soberanía), muchos argentinos
(y latinoamericanos) acudieron al “llamado de la Patria” en defensa de la soberanía
contra el enemigo imperialista, y como afirmaba “Tucho” Methol Ferré: recuperando el espíritu
del camino hacia un segundo Ayacucho. Y por eso también Fidel Castro expresó a
un diario italiano cuando la guerra, luego de abrazarse con el Nicanor Costa Méndez
y ofrecer la solidaridad y ayuda a la Argentina para la batalla contra el
enemigo imperial, que la lucha por las Malvinas “ha creado un sentimiento nacionalista, un patriotismo latinoamericano
que nunca antes hemos sentido tan intensamente. Hemos sentido la causa
argentina como nuestra causa. Hemos sufrido los muertos argentinos como
propios. La victoria argentina es nuestra victoria. La derrota argentina sería
nuestra derrota".
jueves, 20 de octubre de 2016
LOS “DEMÓCRATAS DE CAMBIEMOS” QUE VENÍAN A RESTAURAR UNA INSTITUCIONALIDAD, APARENTEMENTE HERIDA, AHORA LA ENTIERRAN.
Jorge Rachid - 19/10/16
1- Los marcos
institucionales del país, entre los cuales se incluyen los del Poder Judicial y
el Ministerio Público Fiscal, está por ser agredido ante la embestida lanzada
por el Ejecutivo Nacional contra la Procuradora General de la Nación, elegida
hace sólo 4 años, por el voto unánime del Senado como marca la Constitución
Nacional.
2- Si lo hace será
con el aporte de votos que surgidos de la voluntad popular del Frente Para la
Victoria, han cedido a las tentaciones / extorsiones del poder actual, que los
llevará al patíbulo político de la historia, como lo fueron quienes acompañaron
con su voto la Flexibilización Laboral del gobierno radical que huyó en el
2001, que nunca mas fueron protagonistas de nada, excepto esconder los
dividendos obtenidos. Triste papel en un tiempo biológico corto.
3- El Gobierne
insiste de hacer de su legalidad de origen, obtenida por un punto porcentual
del padrón electoral, una legitimidad de gestión que pretende avasallar la
institucionalidad que dijo que venía a reparar. Así intentó nombrar jueces
supremos por decreto, suprimió por DNU leyes votadas por amplia mayoría,
desconoció las posiciones del país en el marco internacional en su lucha, que
ya es mundial, contra los Fondos Buitres, poniendo al país de rodillas ante el
poder financiero y en el papelón ante los países, 136 que habían acompañado la
propuesta argentina.
4- Sin dar
respuestas a las denuncias ante la Justicia de los fondos fugados al HBSC
filtrados por Suiza y entregados a la Justicia argentina por el gobierno
Francés, cajoneando las autodenuncias del ex gerente Arbizu, del J.P.Morgan
sobre el listado de fugadores seriales que saquearon las finanzas del país,
desde el momento mismo de la asunción del gobierno de Néstor en el 2003, por
miles de millones de dólares, obtenidos en nuestro país y llevados a paraísos
fiscales, además de mirar para otro lado ante las denuncias de EEUU sobre los
Panamá Papers que incluyen al Presidente. La Justicia también nos deberá
respuestas ante la historia.
5- Cuando los
“culpables” son los trabajadores que creyeron que con sus salarios podían
acceder a bienes y servicios que están reservados a las clases acomodadas, es
porque el mundo es el de María Elena Walsh, el “mundo del revés”. Si además los
servicios públicos vuelven a ser considerados bienes suntuosos, analizando
tarifas independientemente de derechos esenciales y constitucionales de los
ciudadanos argentinos, es porque se han perdido los límites de la legitimidad.
6- A los empujones
pretenden en el gobierno, reparar el “daño producido” por un Estado regulador
que impidió por 12 años que el pueblo argentino fuese saqueado, como
históricamente hicieron las capas dominantes desde los orígenes mismos de
nuestra Patria. La famosa grieta, descubierta por un ecuatoriano lúcido, es la
que atraviesa nuestra historia, ocultada por Mitre y desempolvada por los
coaching modernos asesores del marketing político, única herramienta ideológica
del gobierno. Mediocridad sublime.
7- Así alejaron al
pueblo de la política real, del mano a mano, desactivando una militancia que
transitó mas los medios, donde el enemigo es fuerte, en detrimento del barro y
los barrios donde la militancia reconstruye el discurso neoliberal,
individualista de la meritocracia, que si entendió ese mecanismo y lo practicó
para su propio crecimiento.
8- Claro que como
decía un viejo y sabio general, soldado del pueblo, Juan Domingo Perón, la
víscera mas sensible del hombre será siempre el bolsillo, que ha sido saqueado
en sólo 9 meses de gestión con transferencias de ganancias obscenas a los
grupos de poder concentrados, ávidos de venganza y reparación.
9- De ahí el
blanqueo de capitales, aun los off shore que a diferencia de los depositados
aquí, no deben bancarizarse, ni congelarse por 6 meses como los que compraron
divisas y las pusieron en el colchón de sus casas. En ese mismo cuerpo legal
difundieron un supuesto de reparación histórica a los jubilados, que eran 3
millones sin fondos en el 2003 y ahora son 7 millones con un FGS de 778 mil
millones de pesos. Otro saqueo en puertas tipo AFJP.
10- Deberán algunos pasar por el purgatorio peronista para
expurgar culpas, cuando pensamos que tenemos mayoría en la Cámara de Senadores
y teníamos un bloque mayoritario en Diputados, pero que otorgaron al gobierno
su avance inescrupuloso, desconociendo el rol de opositor que nos dio el pueblo
argentino. No pudieron ni siquiera obtener una victoria al impedir la
derogación de la ley de medios, ni el pago a los buitres, ni el avance sobre el
FGS del ANSES. No quisieron, no pudieron convencer a sus pares, no pudieron
ceder a las demandas extorsivas ni los carpetazos. Deberían renunciar a sus
bancas, si aceptan además desplazar a la Procuradora que ellos mismos eligieron
por unanimidad, hace pocos años.
miércoles, 19 de octubre de 2016
Encuentro nacional de estudiantes extensionistas
EL INDEC RECONOCIÓ LA POBREZA. EN UN SEMESTRE, CRECIÓ 46,8% Y YA HAY MÁS DE 4 MILLONES DE NUEVOS POBRES
Por Fernanda Vallejos
Dentro de la estructura social argentina existen sectores,
mayormente trabajadores informales, cuentapropistas, de baja calificación, o
que trabajan en establecimientos de baja productividad, que son fuertemente
vulnerables a las alteraciones socio-económicas y de las políticas de ingresos.
Son argentinos para los cuales las políticas económicas y sociales
instrumentadas desde el Estado resultan cruciales para no caer en situaciones
de pobreza e indigencia. Asimismo requieren del sostenimiento de estas políticas
activas, incluidas las educativas y de formación y capacitación, en general,
para superar ese estado de vulnerabilidad. Como contracara, el retiro del
Estado de ese rol fundamental puede colocarlos frente al riesgo de caer en una
situación de pobreza crónica.
El paquete de políticas neoliberales que se pusieron en
marcha desde el 10 de diciembre, tras la asunción de Mauricio Macri, en la
Argentina, ha alterado gravemente el mapa socio-económico del país y sumergido
a vastos sectores de la población por debajo de las líneas de pobreza e
indigencia. Esta nueva realidad, palpable para cualquier argentino de a pie sin
necesidad de mayores números más que el termómetro de la calle, ya había sido
confirmada por importantes centros de estudios, entre ellos el Gino Germani de
la UBA. Hoy, el INDEC bajo la conducción de Jorge Todesca, ratifica esa
alarmante situación. Para el Instituto oficial, la pobreza llegó al 32,2% en el
segundo trimestre de 2016.
El Trabajo del Instituto Gino Germani de la UBA -que abarca
el período diciembre 2015/abril 2016- mide los niveles de pobreza e indigencia
en el Gran Buenos Aires, donde residen 14.696.000 personas. Los datos se basan
en un riguroso estudio sobre condiciones de vida de la población en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y los veinticuatro partidos del Conurbano, actualizado
en abril de este año. Del estudio del Gino Germani surgía que la pobreza en el
Gran Buenos Aires pasó, entre diciembre de 2015 y fines de abril, del 22% al
35.5%, mientras que la indigencia, para el mismo periodo, trepó desde el 5,9%
hasta el 7,7%. Llevado a cantidad de personas, significó que, en el periodo
comprendido, las personas en situación de pobreza en el Gran Buenos Aires,
pasaron de 3.233.120 a 5.217.080, en tanto las que viven en la indigencia
aumentaron de 867.064 a 1.131.592.
En base al estudio del Instituto Gino Germani (UBA) en
diciembre de 2015 había 8.820.000 pobres en Argentina.
Si bien el trabajo del Gino Germani parece sobreestimar
levemente la cantidad de pobres en relación con la medición que hoy arroja el
INDEC (5.217.080 pobres en GBA a fines de abril de acuerdo con el Gino Germani,
contra 4.543.000 para el segundo trimestre de 2016 según el INDEC), vamos a
hacer el ejercicio, tomando como válidos los números del Gino Germani de fines
de diciembre y los que publica el INDEC, a riesgo de subestimar el incremento
de la pobreza en el periodo. Para eso es preciso hacer algunas consideraciones
previas: el INDEC contabiliza 8.772.000 pobres dentro del total de aglomerados
urbanos abarcados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que, expandido al
conjunto del territorio nacional, significan 12.950.000 argentinos viviendo por
debajo de la línea de pobreza.
De manera que, en el conjunto del territorio nacional, el
deterioro de los ingresos de los argentinos debido al impacto inflacionario
sobre todo en los alimentos de primera necesidad como carnes y harinas y los
servicios básicos y el transporte, con paritarias que cerraron en un promedio
del 30%, frente a una inflación anual en torno del 44%, pero que supera el 52%
entre los asalariados de menores ingresos, sumado al deterioro en el mercado
laboral, con un desempleo que trepó al 9,3% en el segundo trimestre, ha dado
como resultado un alarmante crecimiento de la pobreza en el país. Desde
8.820.000 argentinos pobres en diciembre de 2015 hasta 12.950.000 en el segundo
trimestre de 2016, es decir, más de 4 millones de nuevos pobres, una expansión
de la pobreza del 46,82% en apenas medio año. Con un agravante: el 32,5% de
esos pobres son niños y niñas de hasta 14 años, a los que las políticas
oficiales no sólo les han arrebatado la capacidad adquisitiva para cubrir la
canasta básica sino que les están y nos están -a todos, como sociedad-
confiscando el futuro.
En apenas un semestre, hay más de 4 millones de nuevos
pobres. Las políticas neoliberales expandieron la pobreza en el país un 46,82%
en apenas medio año.
Y, frente a esta situación, un riesgo no desdeñable: la
posibilidad para los hogares pobres de caer en la pobreza crónica si las
oportunidades de trabajo no les permiten recuperar su capacidad adquisitiva o,
dicho de otro modo, si el gobierno nacional no muestra una dosis de
sensibilidad social que lo mueva a rectificar el rumbo de la política económica
poniendo freno a la recesión, el desempleo y la pérdida de poder de compra de
los ingresos.
Interrogantes que van al Frente
A seis meses de Comodoro Py: ¿qué quedó de aquel famoso
“Frente Ciudadano”? ¿Hay política y organización más allá de la “resistencia
con aguante”?
Daniel Cecchini 19 OCTUBRE de 2016
Desde que la planteó por primera vez el 13 de abril, sobre
una tarima improvisada frente a los tribunales de Comodoro Py, la propuesta de
construcción de un frente nacional que aglutine a los sectores afectados por
las políticas neoliberales del gobierno macrista se ha transformado en una idea
central y recurrente en cada discurso de Cristina Fernández de Kirchner. La
volvió a enunciar el lunes pasado, en el mensaje por videoconferencia que dio
desde El Calafate con motivo del 17 de octubre, la fecha de mayor fuerza
simbólica para un peronismo que, paradójicamente, se mostró fragmentado no sólo
por la inédita diversidad de actos que realizó sino también por la falta de
unidad en los discursos de sus dirigentes.
La ex presidenta lo
viene delineando con matices -incluso con diferentes nombres- pero sin
abandonar el eje principal de la construcción, que va más allá de cualquier
alianza partidaria. “Un gran frente nacional -lo definió esta vez- en el cual
incorporemos a todos aquellos sectores que están siendo agredidos por estas
políticas y que, desgraciadamente, de seguir con esta orientación absolutamente
neoliberal, van a ser más”. Para constituirlo, remarcó que es necesario
“reconstruir las redes de solidaridad, de organización, de la concientización
para la reconstrucción de una gran mayoría, que no alcanza con los peronistas,
que no alcanza con los kirchneristas que no son peronistas, que no alcanza
tampoco con los amigos radicales, porque hay mucha gente que no está
identificada con una idea política” partidaria y sí afectada por el brutal
ajuste del gobierno de Cambiemos.
Más allá de estas
definiciones generales, que no dejan de definir un espacio y una convocatoria,
en los seis meses transcurridos entre aquel 13 de abril en Comodoro Py y este
17 de octubre en pantalla desde Calafate, Cristina Fernández de Kirchner no ha
tomado iniciativas concretas para la constitución de ese frente. En su actitud
puede leerse una deliberada prescindencia para dejar abiertas las puertas de
una integración desde abajo y también un cálculo, una estimación de fuerzas
antes de dar un paso definitivo.
A quién sí ha dado reiteradas veces un mensaje claro es a su
propia tropa. El lunes pasado volvió a hacerlo: “A veces estamos más pendientes
de lo que hacen otros dirigentes de nuestro espacio, otros militantes, que a lo
que le está pasando al vecino, al compañero, al amigo, al ciudadano y estar
junto a ellos”, dijo. No se trata de una advertencia gratuita sino del
resultado de una observación aguda de la realidad del kirchnerismo “orgánico”,
en cuyo seno -aún después de la derrota electoral y en el marco de los ataques
que recibe desde el gobierno y desde otros sectores de peronismo- las peleas
por espacios individuales o sectoriales parecen más importante que un trabajo
de masas que le resulta difícil en las actuales y novedosas condiciones
adversas.
La propuesta frentista de Cristina Fernández de Kirchner
encierra un cambio de eje que a sus dirigentes -y a parte de su militancia,
acostumbrada a las facilidades de respuesta que otorgaba la gestión- les
resulta por lo menos incómoda. Este cronista ha señalado en otras ocasiones que
las políticas inclusivas del kirchnerismo fueron siempre unidireccionales,
desde arriba hacia abajo, desde la acción de la gestión hacia la pasividad de
sus receptores, sin ningún correlato en la construcción de una nueva
subjetividad política. Tanto es así que hasta en la publicidad del gobierno se
llegó a reproducir de manera obscena esa ideología desmovilizadora. Quizás el
mejor exponente sea aquel aviso que promovía el blanqueo laboral de las
empleadas en casas de familia. “Dale derechos”, decía al final. De movilizarse
-organizarse- para conquistarlos, ni una palabra. En este sentido, con todos
sus logros, el kirchnerismo no pudo -y/o no quiso- superar ni un ápice, salvo
en lo meramente formal, la ideología y las prácticas del aparataje de los
partidos políticos tradicionales en general y del viejo peronismo en
particular.
Tal vez sea allí
donde haya que buscar las causas más profundas no sólo de la derrota electoral
sino también, y sobre todo, de la facilidad y el vértigo con que la alianza que
hoy gobierna -con la complicidad de la mayoría del espectro político, incluidos
sectores del propio kirchnerismo- derribó las políticas inclusivas
trabajosamente implementadas durante doce años. Y así, en los hechos, el
resultado electoral del año pasado no fue sólo la derrota de un proyecto
político sino un durísimo golpe que los sectores populares recibieron sin tener
las herramientas de organización que le permitieran enfrentarlo desde el primer
momento.
Frente organizador o herramienta electoral
Un interrogante que hoy es ineludible plantear con relación
al frente pasa por si se trata de un verdadero frente de resistencia o de una
movida aglutinadora pensada con vistas a construir un instrumento electoral
capaz de enfrentar al bipartidismo “civilizado” (peronismo “responsable” vs.
Alianza PRO-UCR) que pretende imponer el establishment para los próximos años
de la Argentina.
Porque en estos meses
se ha comprobado que la propuesta frentista de la ex presidenta ha tenido eco
entre los sectores que se oponen inorgánicamente al ajuste macrista y que no
encuentran una representación siquiera en lo que queda del Frente para la
Victoria. El tema frente se discute, y mucho, en los grupos asamblearios y de
autoconvocados que se reproducen, con diferentes características, en todo el
país. Por eso, ni lerdos ni perezosos, hay sectores del peronismo y de algunas
fuerzas integrantes del FpV que se están planteando políticas de cooptación de
estos grupos para capitalizar su potencialidad con fines puramente
electoralistas. Dicho de otro modo: quieren un Frente para aparatearlo y que
les sirva de plataforma electoral. En ese proyecto no hay intención alguna de
que la organización desde abajo, por su propia dinámica, dé lugar al
surgimiento de una nueva dirigencia, más conectada y representativa de los
intereses de las bases.
Poco después del discurso de Comodoro Py, cuando la ex
presidente designó -con un nombre que después variaría- al Frente como
“Ciudadano”, el sociólogo Eduardo Grüner publicó un provocador artículo en la
revista digital La Tecla Eñe (“Contrapropuesta: Por un Frente No Ciudadano)
donde proponía. “La constitución política de un Frente anti-gobierno (y
anti-oligárquico-burgués-imperialista, que es el bloque de poder al que
responde el gobierno), es decir un Frente más planificado y sistemático (menos
‘espontáneo’ o ‘reactivo’, por así decir) debería empezar por decidir qué
fuerza social va a ser erigida como ‘columna vertebral’ del potencial Frente, y
con cuál estrategia política de mediano plazo. En la situación que venimos
describiendo, esa fuerza política no puede ser –es la opinión del que esto
escribe- otra que la clase obrera y las fracciones pequeñoburguesas más
agredidas, con los ‘intelectuales’, en todo caso, acompañando el movimiento con
sus ‘batallas culturales’ y sus análisis críticos, en el camino estratégico de
conquistar las mayores cuotas de poder que vayan siendo posibles para aquellas
fuerzas sociales”.
En otras palabras, no
se trata, entonces, de constituir un frente definido sólo por su posición antigubernamental
-o simplemente “resistente” al ajuste salvaje que está perpetrando la derecha-
sino de un espacio de construcción política para llevar adelante, como propone
Grüner en su artículo, una “contraofensiva” con una conducción firme y
objetivos claramente definidos.
Por supuesto que, en
este contexto, la pretensión de construir una nueva herramienta electoral no
debe ser soslayada, pero sin un giro copernicano que dé lugar a la constitución
de nuevos sujetos políticos que sean los que verdaderamente -y organizados
desde abajo- definan el qué, el cómo y el para qué del Frente, no habrá
posibilidades de producir en la vida política argentina el salto cualitativo
necesario para terminar con ese juego donde cada vez que los sectores populares
consiguen avanzar un paso son obligados a retroceder tres.
lunes, 17 de octubre de 2016
Los hermanos sean unidos y el que esté libre de pecados que tire la primera piedra
Mario Bertellotti, 1° de
febrero de 2016
Ante la derrota electoral que sufrimos a nivel nacional y
en algunas provincias y municipios estratégicos y ante la brutal ofensiva que
desde esos gobiernos están llevando adelante quienes ganaron, creo más que
nunca, que se hace imprescindible adoptar como guía de conducta presente y
futura, el consejo de Martín Fierro: “los hermanos sean unidos, porque esa es
la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si
entre ellos pelean, los devoran los de ajuera”. Así como la enseñanza de Jesús,
para analizar por qué no logramos ganar y seguir gobernando: “el que esté libre
de pecados que tire la primera piedra”.
Porque tenemos que ser conscientes que, cuando se gana,
ganamos todos los hermanos que nos sentimos parte de la cultura política
nacional y popular que tiene al peronismo como su núcleo articulador; pero a la
que también dan vida otras expresiones de origen radical, desarrollista,
socialcristiano, de izquierda nacional, etc., abarcando una amplia diversidad
que va desde el conservadorismo popular al progresismo nacional. Y que cuando
se pierde, no gana nadie, perdemos todos los hermanos que nos identificamos de
una u otra forma con lo nacional y popular en su amplia diversidad.
Por ello, contradiciendo lo que muchos compañeros creen,
razón por la cual se satisfacen acusando o exculpando de la derrota a tal o
cual dirigente según sean sus simpatías o antipatías, los derrotados no fueron
solamente Daniel Scioli y/o Cristina Kirchner, ni siquiera el “peronismo” y/o
el “kirchnerismo”.
Creo que el problema es de mayor dimensión: los
derrotados fueron la nación y el pueblo argentino en la aspiración de continuar
su desarrollo buscando más soberanía política, más independencia económica y
más justicia social, tal como ocurrió en los últimos doce años.
Y con ello, también fue derrotada la iniciativa de
construir una unidad continental industrial de América del Sur que esté puesta
al servicio de una integración universal de la civilización, organizada a su
vez en beneficio de la felicidad de los pueblos de cada una de las naciones de
todos los continentes; tal como la soñó el General Perón en el pasado y en la
actualidad la impulsa el Papa Francisco.
Porque el que ganó es Mauricio Macri, una máscara
política que logró ser percibida por poco más de la mitad de los argentinos
como un cambio que expresaba algo nuevo; pero que en realidad es la
reencarnación genuina de la vieja cultura política liberal conservadora
argentina, la que representa los intereses de los grupos económicos y
mediáticos concentrados nacionales e internacionales, ya que con ese perfil
formó su gabinete y está gobernando.
viernes, 14 de octubre de 2016
La madre de todas las batallas. Apuntes sobre la dependencia
Por Juan Godoy*
“La
oligarquía amaestró a
una serie de
generaciones argentinas en el arte
de pensar con muletas.
Se nos enseñó
que la emancipación
de España significó
el ingreso a
la vida libre
e independiente. Es una
de las tantas
falsificaciones que hay
que demoler”. (Juan José
Hernández Arregui)
Problematizamos en estas líneas qué
es lo central en la lucha de los movimientos nacionales-populares en los países
semi-coloniales como la Argentina, y qué lo secundario. Mucho se ha hablado
estos últimos años acerca esto. Se habló de “la madre de todas las batallas” en
varios momentos, y hoy ante el avance acelerado y desencajado del proyecto
oligárquico en varios frentes al mismo tiempo, ha mostrado no solo la voracidad
de la oligarquía argentina, sino también dos cuestiones más: por un lado, la
dificultad de articular respuestas por parte del campo nacional, y por el otro
una forma de accionar cuando se tiene el gobierno que debería ser rectora en el
futuro gobierno nacional-popular.
En
relación a esto último, queremos significar que la oligarquía va al “hueso”, es
decir a las cuestiones estructurales, al cambio y/o profundización de la matriz
dependiente. ¿Qué discutir?, ¿qué es lo central y qué lo secundario?, ¿la
“bolsa” de la Vice-Presidente?, ¿las limitaciones discursivas del Presidente?,
¿la vuelta a un estado más proclive a la represión que en los últimos años?, ¿las
cuentas en el exterior del Presidente y varios funcionarios de gobierno?, ¿el
“viaje” ficticio de Macri en colectivo?, ¿la corrupción de los funcionarios de
gobierno?, ¿la quita de retenciones al sector más concentrado y poderoso de
nuestro país?, ¿la ocupación del gobierno por los CEOS de las empresas
transnacionales?, ¿los números de la pobreza?, ¿el endeudamiento exorbitante de
estos meses?, etc. etc. Muchos temas nos atraviesan diariamente, hay de todo un
poco. Temas “nuevos”, y “viejos”.
Pensamos
acá que discutir la dependencia
aparece como un punto de partida para la necesaria revisión (autocrítica), de
lo sucedido en nuestro país estos últimos años, y al mismo tiempo nos marca el
norte para discutir el macrismo sin hacerlo con lo accesorio (aunque no
necesariamente implique dejarlo de lado). Avancemos en el planteo entonces
dirigiéndonos hacia el pasado para contextualizar mejor la idea que pretendemos
expresar.
Al
terminar los procesos de emancipación de Nuestra América, los patriotas
revolucionarios que habían participado de la ruptura de las ataduras coloniales
y procurado unificar los territorios ahora liberados comienzan a observar que
este último intento no se logra consolidar, y que sobre todo Gran Bretaña en la
parte Sur de América, y Estados Unidos en Centroamérica empiezan a tender sus
garras sobre esos territorios. Bolívar lo expresa aseverando: “he arado en el mar y sembrado en el viento”,
y al poco tiempo muere enfermo, Artigas que se exilia en el 20 va a permanecer
en el Paraguay hasta su muerte 30 años más tarde, mismo año en que fallece San
Martín que luego del fusilamiento de Dorrego parte al largo exilio definitivo, Monteagudo
es asesinado al igual que Sucre cinco años después que aquel, y Francisco de
Morazán cae fusilado desmembrando Centroamérica por nombrar algunos de los
casos más relevantes. De igual manera terminan los caudillos federales en
nuestro país, o las experiencias de gobiernos nacionales-populares del siglo
XX. La lucha por la Patria y los humildes tiene su costo en la Gran Nación
inconclusa.
Nuestra intención con este breve
repaso es mostrar que la generación que parió la emancipación política de
nuestro Continente no logró, a pesar de sus esfuerzos, asegurar la económica. La
tragedia es que no solo los patriotas de principios de siglo XIX no la
lograron, sino tampoco los gobiernos de los más de ciento cincuenta años
posteriores, a pesar que en momentos se logra avanzar significativamente. El
caso argentino claramente con el peronismo llega a su nivel más alto, proyecto
que queda trunco y comienza a retroceder a paso acelerado por el golpe del 55 y
posteriormente con el del 76, y su profundización en los años 90.
Una realidad de todos los países
latinoamericanos, por eso los libertadores del siglo XIX comprendieron que su
lucha estaba ligada a la cuestión nacional, y al estrechamiento de lazos entre
sí, hoy como afirma Ramos “tampoco en
la lucha contemporánea
existe otra frontera que la
de la lengua y la
bandera unificadora. La
victoria final sólo
será posible con
la Confederación de todos los
Estados latinoamericanos. Pero esta estrategia que hunde sus raíces en
lo más profundo de nuestra historia común designa un problema: la cuestión
nacional”. Los últimos procesos nacionales-populares lo demuestran, como
asimismo la derrota (esperemos transitoria), también da cuenta de ello. Nuestra
América a lo largo de su historia marcha junta en las victorias, como así
también en las derrotas.
La situación de dependencia
económica claramente se ahonda con el surgimiento pleno del imperialismo y su
penetración económica. Así, si hay una cuestión central en nuestro continente y
particularmente en la Argentina: es la cuestión
nacional. Es decir la condición
dependiente de nuestro país con respecto al imperialismo. Sin la ruptura de
esa dependencia poco se puede avanzar en los procesos de emancipación nacional,
soberanía política y justicia social.
La
realidad nacional demuestra a través de la historia que no es un mero estadio
del desarrollo o una situación de atraso, como se plantea muchas veces, sino
como bien lo indica Jorge Enea Spilimbergo estamos “ante una verdadera relación de dependencia, de explotación
semi-colonial, sobre la cual se basa la prosperidad de las metrópolis
desarrolladas y el atraso de las
economías tributarias o dependientes”. La economía nacional se organiza
según los intereses de las economías centrales.
En los últimos años varios de los
países de la Patria Grande se corrieron del eje de la dominación externa en
varios sentidos: el rechazo a la alternativa neocolonial del ALCA y la
constitución de organismos supranacionales como la UNASUR y la CELAC aparecen
como los puntos más altos en ese sentido. No obstante, hay que decirlo, en
nuestro país poco se avanzó en la ruptura
de la estructura económica dependiente, eso evidentemente le puso un límite al proceso de transformación. Se
discutió (en mayor o menor medida), en los márgenes de la dependencia. En
nuestro caso, un techo bajo que terminó con la peor derrota del movimiento
nacional en las urnas a manos de una alternativa plena y abiertamente
oligárquica.
Se puede poner como otro ejemplo de
las mejoras sociales y económicas del pueblo y los sectores medios en el marco
de una economía dependiente al yrigoyenismo. Reconociendo la progresividad
histórica del mismo en tanto representación de un movimiento nacional, popular
y democrático, que ensancha la democratización del acceso de los sectores
medios y populares al aparato del estado, desenvuelve su proyecto en los marcos
de la estructura del país semi-colonial, agroexportador. Basta recordar la
negativa del “Peludo” a remitir (como era costumbre), los nombres de los
miembros del Gabinete a Inglaterra. Diferente es el proyecto peronista que
realiza una Revolución Nacional dejando atrás la semi-colonia británica y
procurando no caer bajo otra dominación.
No
avanza en la industrialización, la conciencia de Yrigoyen es del país agrario,
nunca hace planteos en el sentido de la industrialización, ni tampoco avanza en
la ruptura de la dependencia, de la penetración extranjera en la economía local
(lo que conlleva el montaje de un esquema de cara a la expoliación
imperialista, y detiene cualquier posibilidad de avance en otro sentido), así
su destino está sellado. Pues si bien muchas son las causas de la caída de
Yrigoyen a manos del nacionalismo oligárquico de Uriburu y, sobre todo, el
liberalismo probritánico de Justo (como todo fenómeno social es multi-causal),
como “el olor a petróleo” (por el proyecto de Yrigoyen de nacionalizar la
estructura petrolera, y la oposición de los trust petroleros), la
burocratización creciente, la edad del caudillo, etc. la causa principal está
en que mantenido en los límites de la estructura económica dependiente el
proyecto yrigoyenista está agotado, para colmo la crisis del 29 (sobre todo por
la dependencia), repercute fuertemente en nuestro país Granja de Inglaterra.
Se
ha afirmado estos últimos años que la madre de todas las batallas es la
cultural y en algunos casos incluso que la lucha central era contra el
multimedios Clarín. Mucho se ha escrito sobre los procesos de colonización
pedagógica que invisibilizan la dependencia económica, y al mismo tiempo la
permiten y profundizan que obviamente no los pretendemos negar. Lo que sí
marcamos que evidentemente lo cultural se apuntala mutuamente con lo económico.
Ahora bien, pensamos acá que lo cultural termina siendo una consecuencia de la
deformación que proviene de la dependencia económica, y que la puesta de
relevancia de esta última lleva insoslayablemente a poner en cuestión la
colonización pedagógica, pero a diferencia de los discursos que hacemos
referencia, no evade las problemática centrales de la Patria.
Asimismo
indicamos que el discurso que sólo pretende discutir la colonización cultural
en sus aspectos “cotidianos” y superficiales, es parte de la invisibilización
de la cuestión nacional. Últimamente
se han discutido cuestiones secundarias, que si bien consideramos que no es
erróneo marcarlas, no aparece como la estrategia más sagaz hacerlo de
sobremanera. Así por ejemplo el enorme espacio y tiempo dedicado a establecer
si el Presidente es más o menos burro, si lee o no lee sus discursos, si hace
un montaje para simular ¡un viaje en colectivo!, si su esposa es más o menos
simpática o vive de imposturas, si los medios concentrados dependientes de la
oligarquía defienden más o menos al gobierno representante de su clase, o si un
muñequito del “simpático” Zamba es tirado a la basura, etc.
No
decimos, vale la reiteración, no poner “el dedo” en esas cuestiones, pero sí no
tomarlas como lo central de las políticas de gobierno, porque en relación al
cambio y/o profundización de la matriz dependiente del país son asuntos
menores, y solo prestar atención a esos puntos invisibilizan lo que es más
importante. Por eso Jauretche, uno de los pensadores que más ha hecho por la
descolonización pedagógica afirmaba que “hacer
la nación: esa es nuestra tarea y traición es todo lo que se le oponga (…) Las
nuevas generaciones como la de mayo, tienen un deber emancipador que cumplir”. En
ese sentido, los forjistas aseveran que “el
drama de la Patria enfrenta dos personajes solamente: el pueblo encadenado y la
finanza imperialista. Lo demás no cuenta. Cuando están en juego los destinos de
un pueblo, toda reclamación particular perturba y divide”.
A
partir de este punto, retomamos a Scalabrini Ortíz que marca la necesidad de
avanzar en la nacionalización de los
mecanismos centrales, para así poder decidir según nuestro interés y no de
los intereses privados y/o extranjeros la política
nacional: “el plan de democratización de la vida argentina debe
comprender, por lo menos, a los servicios de transporte, porque ellos
constituyen el sistema circulatorio troncal del organismo nacional; los medios
de cambio, porque ellos son los vasos comunicantes de la riqueza natural y del
trabajo que la moviliza; las fuentes de energía térmica e hidráulica, porque
ellas pueden incrementar o aminorar las industrias en que el trabajo se
valoriza y multiplica; las tribunas de información, porque no es posible que
aparezca como opinión pública lo que sólo es opinión interesada de los grupos
financieros. En una palabra, todo cuanto tiene posibilidad de influir en el
destino del pueblo debe estar bajo el control del pueblo”. (Raúl Scalabrini Ortíz) Como se ve
la propuesta no es de nacionalización aisladas, sino que constituyen un “todo lógico”, es decir la
planificación de la nacionalización de la economía. Al igual que el
imperialismo que no “invierte” en cualquier sector sino en los que hacen a la
dependencia y la expoliación de las riquezas nacionales, la respuesta debe ser
en el mismo sentido.
Es
que sin romper el carácter dependiente de la economía argentina que hace drenar
gran parte de la riqueza que producimos los argentinos, por más buena voluntad
que se tenga, se podrá redistribuir “un poco” mejor la riqueza, pero ese techo
es bajo, difícil será entonces un proyecto con mayores márgenes de justicia
social, lo que dificulta la permanencia en época de “vacas flacas”. Roberto
Carri oponía la condición semi-colonial ligada a la dependencia, al desarrollo
ligado a la independencia real, así pues “las
naciones dominadas por el sistema imperialista no pueden acceder al polo
hegemónico debido al carácter estructural de la dependencia”. Desde ya esto
implica la industrialización, pues Manuel Ugarte manifiesta que “un país que sólo exporta materias primas y
recibe del extranjero los productos manufacturados, será siempre un país que se
halla en una etapa intermedia de su evolución”, en el mismo sentido
Hernández Arregui dice que “un país sin
una industria nacional autónoma no es una nación”.
No queremos decir que sea algo
sencillo, pero sí que puede sumar a la necesaria revisión (autocrítica) de los
procesos nacionales-populares que trajeron un “viento fresco” a nuestro
Continente, pero que hoy están en franco retroceso y que si no revisamos
nuestro errores se vierte la amenaza de una “nueva década infame”, al tiempo
que para evitar la misma se hace necesario “afinar” la crítica el “nuevo
proyecto” neocolonial, para ser implacables en la oposición y retornar al cauce
nacional lo antes posible, para lograr avanzar mucho más profundamente en la
senda de la liberación nacional. Cerramos con una frase de Juan Domingo Perón en
ese sentido que instaba: “si hemos
guerreado durante 20 años para conseguir la independencia política, no debemos
ser menos que nuestros antecesores y debemos pelear otros veinte años, si fuera
necesario, para obtener la independencia económica. Sin ella seremos siempre un
país semi-colonial”.
Unidos o derrotados
Por Aritz Recalde – octubre 2016
Durante los últimos años los gobiernos de la región
tuvieron que implementar sus programas de desarrollo en un contexto económico
internacional poco favorable. La caída de los precios del hierro, de la soja o
de los hidrocarburos le ocasionaron serias dificultades a Dilma Rousseff en
Brasil, a Cristina Kirchner en la Argentina y a
Nicolás Maduro en Venezuela. La baja de los precios de commodities se
complementó con la disminución de las exportaciones, que fue resultante de que
las economías europeas y norteamericana estaban cerca del estancamiento, sumado
a la disminución de las tasas de crecimiento de China.
Frente a esta situación económica desfavorable se
aplicaron cuatro programas de desarrollo.
Dilma y el PT emplearon un esquema de metas de inflación
y la Presidenta ajustó el gasto público acentuando el estancamiento económico y
el deterioro social. Aprovechando el desencanto popular, la enfrentaron sus
anteriores aliados políticos, el grupo de medios Globo, el poder judicial y
económico y los EUA. El pueblo no salió
masivamente a la calle y sin desmerecer los apoyos del MST, la CUT o la UNE,
quedó evidenciado el deterioro del sostén político de la base social del PT.
Cristina Kirchner no aplicó reformas estructurales
conservadoras como Rousseff y tampoco impulsó iniciativas nacionales de
modificación de la estructura oligopólica y extranjerizada de la riqueza. La
mandataria gobernó con déficit fiscal en una economía con bajos niveles de
crecimiento, a la espera de que cambien las condiciones internacionales. El
deterioro económico y social fue uno de los elementos que Cambiemos puso en
agenda para captar el 51% de los votos.
Evo Morales radicalizó el proceso político en Bolivia e
impulsó una reforma constitucional, nacionalizó los hidrocarburos y democratizó
el acceso a la tierra. Actualmente, está haciendo lo mismo con la minería
concesionada. La administración estatal de su principal riqueza le permitió
distribuir el ingreso y mantener el apoyo de su base social pese a la caída del
precio de las exportaciones.
Argentina y Brasil podían haber seguido el camino de
Bolivia y recuperar las riquezas estratégicas para distribuirlas entre las
mayorías, reforzando el apoyo social y garantizando los recursos para el crecimiento en el mediano y largo plazo. En
el caso argentino, ello implicaba motorizar una concepción peronista ortodoxa y
nacionalizar el comercio exterior y hacer una reforma financiera e impositiva.
Ello suponía disputar seriamente con el poder económico interno y externo.
Lejos de profundizar el proceso político, el FPV realizó una campaña electoral
sin propuestas de reformas económicas o de mejora social considerable. En línea
con el caso nacional, Dilma anunció una
reforma política y un impuesto a la renta financiera y ambas iniciativas no
pasaron del discurso.
En los dos países y sin desconocer las diferencias de
procedimiento, los gobiernos salieron
del poder y no se produjeron grandes
movilizaciones o acciones de resistencia popular contundente. En el caso
argentino, el FPV no tuvo una campaña electoral unificada y un sector del
Movimiento apostó a debilitar al candidato presidencial. La militancia se
movilizó activamente entre las elecciones generales y la segunda vuelta electoral,
sin con ello impedir la derrota en distritos históricamente peronistas como lo
es la Provincia de Buenos Aires.
Cambiemos aplicó el programa de la aristocracia del
dinero consistente en garantizar una trasferencia de ingresos al sector
financiero, a los grupos agroexportadores y a las empresas de servicios y
titulares de los recursos naturales. El gobierno en sólo nueve meses generó una
deuda externa superior a los 30.000 millones de dólares. Al sector
agroexportador entre la devaluación y la eliminación de las retenciones, les
otorgó una ganancia extraordinaria en el año 2016 de 100.000 millones de pesos.
Los aumentos del gas, la electricidad o el combustible
están llevando a la crisis a las empresas locales y producen un deterioro
social considerable. Los negocios de los proveedores de energía no solo atentan
contra la sustentabilidad productiva y social, sino que además ponen en juego
la soberanía territorial en Malvinas que está siendo subordinada a los negocios
de las empresas inglesas, norteamericanas y holandesas que representa el
Ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren.
El saldo económico del programa de Cambiemos se expresa
en el estancamiento y en la caída del PBI (cercana a los 3 puntos en 2016), en
una inflación inducida superior al 45%, en la salida de capitales (más de
20.000 millones de dólares a la fecha) y en destrucción del tejido industrial
vía importaciones y debilitamiento del mercado interno (deterioro de la
capacidad de consumo popular). La faceta social del programa está mostrando una
tendencia preocupante: 200.000 nuevos desempleados, paritarias por debajo de la
inflación en el universo de los trabajadores formales y pérdida del valor de
compra de los planes sociales de la economía informal.
La política exterior de Cambiemos sigue los grandes
lineamientos de los EUA. En el plano regional consiste en debilitar al Mercosur
para ir a la Alianza Pacifico, mientras en paralelo apoya activamente la
destitución de Nicolás Maduro y de Evo Morales, cuestión importante para desandar
el ALBA y otras experiencias de articulación institucional y política
iberoamericana.
La resistencia política en la Argentina no se hizo
esperar y en lo que va del año se movilizaron los trabajadores formales
(CGT-CTA), los sectores medios kirchneristas y los representantes de la
economía informal (CTEP, CCC, Barrios de Pie).
Pese a que en los primeros meses se produjeron más movilizaciones y
conflictos que en los últimos años, está claro que no implican un límite al
programa neoliberal y tampoco son en sí mismo una alternativa política para el
2017 y el 2019.
Para resistir al programa neoliberal y a la embajada de
los EUA hacen falta mayor unidad, organización y combatividad social. La
creación de un triunvirato de la CGT y la implementación de un dialogo con la
CTEP es un avance importante. Pese a ello, siguen existiendo divisiones
sindicales entre el Triunvirato, el Movimiento de Acción Sindical, la Corriente
Federal y las dos CTA. UATRE y las 62 organizaciones que integran el gobierno
nacional de Cambiemos.
La unidad es un piso mínimo para cualquier política
(unidad de acción), a la cual hay que sumarle un programa con objetivos
compartidos (unidad de concepción). Este último aspecto está siendo enunciado
tanto por la Corriente Federal que impulsa un Programa de “26 puntos”, como en
el documento “De mal en peor” del 5 de agosto que fue redactado por el
Triunvirato. Unidos y convencidos, hará falta mayor disposición a la lucha
frente a un gobierno que destruye el trabajo argentino para beneficiar el
extranjero y a la usura internacional.
Dentro del universo político los dirigentes peronistas
que tienen responsabilidades de gestión, se encuentran frente al desafío de
gobernar, de ser oposición al neoliberalismo y de reconstruir el peronismo. En
algunos casos, hay funcionarios que están abocado a ser meramente gobierno y
votan y acompañan todas las medidas de Cambiemos para obtener recursos.
Pareciera que no importa que se ponga en juego la soberanía nacional y social
del país. Otro grupo de dirigentes están dedicados a construir la oposición
frontal al gobierno nacional. El tercer
aspecto político fundamental de la etapa, tiene que ver con reconstruir el
Movimiento Nacional. Actualmente, hay diversas divisiones y no existe una
conducción política incuestionada como anteriormente ejercía Juan Perón.
Frente a la dimensión de los enemigos y adversarios, es
fundamental que en las elecciones de 2017 los dirigentes políticos y sociales
se unan para resistir a la aristocracia del dinero que todo lo destruye y
corrompe. Hay que trabajar arduamente por consolidar una oposición al
neoliberalismo y por la reconstruir el Movimiento. Aquellos dirigentes
peronistas que solamente se preocupen por gobernar, formaran parte de un
programa que conduce la Argentina de
manera acelerada a otro 2001. Si el
Movimiento nacional triunfa en 2017, el camino político es auspicioso para el
2019.
Habiendo recuperado el gobierno, las organizaciones
libres del pueblo tendremos que optar por aplicar alguna de las cuatro
posibilidades de solución a los problemas nacionales y regionales.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Los partidos políticos a 122 años
Alberto Buela (*) En la tranquilidad de en este tiempo que me toca vivir encontré en la biblioteca un viejo libro del autor bi...
-
La crisis de la Universidad de Buenos Aires Aritz Recalde, CEHA - diciembre 2009 “Los estudiantes, al defender la “autonomía universitaria”,...
-
Amelia Podetti Con texto preliminar de Armando Poratti. "La irrupción de América en la Historia" es un texto elaborado por la ...
-
Aritz Recalde, enero 2011 En el marco del cumplimiento de los 52 años de la revolución, la dirigencia del Partido Comunista Cubano (PCC) y l...