Por Juan Godoy*
“La
oligarquía amaestró a
una serie de
generaciones argentinas en el arte
de pensar con muletas.
Se nos enseñó
que la emancipación
de España significó
el ingreso a
la vida libre
e independiente. Es una
de las tantas
falsificaciones que hay
que demoler”. (Juan José
Hernández Arregui)
Problematizamos en estas líneas qué
es lo central en la lucha de los movimientos nacionales-populares en los países
semi-coloniales como la Argentina, y qué lo secundario. Mucho se ha hablado
estos últimos años acerca esto. Se habló de “la madre de todas las batallas” en
varios momentos, y hoy ante el avance acelerado y desencajado del proyecto
oligárquico en varios frentes al mismo tiempo, ha mostrado no solo la voracidad
de la oligarquía argentina, sino también dos cuestiones más: por un lado, la
dificultad de articular respuestas por parte del campo nacional, y por el otro
una forma de accionar cuando se tiene el gobierno que debería ser rectora en el
futuro gobierno nacional-popular.
En
relación a esto último, queremos significar que la oligarquía va al “hueso”, es
decir a las cuestiones estructurales, al cambio y/o profundización de la matriz
dependiente. ¿Qué discutir?, ¿qué es lo central y qué lo secundario?, ¿la
“bolsa” de la Vice-Presidente?, ¿las limitaciones discursivas del Presidente?,
¿la vuelta a un estado más proclive a la represión que en los últimos años?, ¿las
cuentas en el exterior del Presidente y varios funcionarios de gobierno?, ¿el
“viaje” ficticio de Macri en colectivo?, ¿la corrupción de los funcionarios de
gobierno?, ¿la quita de retenciones al sector más concentrado y poderoso de
nuestro país?, ¿la ocupación del gobierno por los CEOS de las empresas
transnacionales?, ¿los números de la pobreza?, ¿el endeudamiento exorbitante de
estos meses?, etc. etc. Muchos temas nos atraviesan diariamente, hay de todo un
poco. Temas “nuevos”, y “viejos”.
Pensamos
acá que discutir la dependencia
aparece como un punto de partida para la necesaria revisión (autocrítica), de
lo sucedido en nuestro país estos últimos años, y al mismo tiempo nos marca el
norte para discutir el macrismo sin hacerlo con lo accesorio (aunque no
necesariamente implique dejarlo de lado). Avancemos en el planteo entonces
dirigiéndonos hacia el pasado para contextualizar mejor la idea que pretendemos
expresar.
Al
terminar los procesos de emancipación de Nuestra América, los patriotas
revolucionarios que habían participado de la ruptura de las ataduras coloniales
y procurado unificar los territorios ahora liberados comienzan a observar que
este último intento no se logra consolidar, y que sobre todo Gran Bretaña en la
parte Sur de América, y Estados Unidos en Centroamérica empiezan a tender sus
garras sobre esos territorios. Bolívar lo expresa aseverando: “he arado en el mar y sembrado en el viento”,
y al poco tiempo muere enfermo, Artigas que se exilia en el 20 va a permanecer
en el Paraguay hasta su muerte 30 años más tarde, mismo año en que fallece San
Martín que luego del fusilamiento de Dorrego parte al largo exilio definitivo, Monteagudo
es asesinado al igual que Sucre cinco años después que aquel, y Francisco de
Morazán cae fusilado desmembrando Centroamérica por nombrar algunos de los
casos más relevantes. De igual manera terminan los caudillos federales en
nuestro país, o las experiencias de gobiernos nacionales-populares del siglo
XX. La lucha por la Patria y los humildes tiene su costo en la Gran Nación
inconclusa.
Nuestra intención con este breve
repaso es mostrar que la generación que parió la emancipación política de
nuestro Continente no logró, a pesar de sus esfuerzos, asegurar la económica. La
tragedia es que no solo los patriotas de principios de siglo XIX no la
lograron, sino tampoco los gobiernos de los más de ciento cincuenta años
posteriores, a pesar que en momentos se logra avanzar significativamente. El
caso argentino claramente con el peronismo llega a su nivel más alto, proyecto
que queda trunco y comienza a retroceder a paso acelerado por el golpe del 55 y
posteriormente con el del 76, y su profundización en los años 90.
Una realidad de todos los países
latinoamericanos, por eso los libertadores del siglo XIX comprendieron que su
lucha estaba ligada a la cuestión nacional, y al estrechamiento de lazos entre
sí, hoy como afirma Ramos “tampoco en
la lucha contemporánea
existe otra frontera que la
de la lengua y la
bandera unificadora. La
victoria final sólo
será posible con
la Confederación de todos los
Estados latinoamericanos. Pero esta estrategia que hunde sus raíces en
lo más profundo de nuestra historia común designa un problema: la cuestión
nacional”. Los últimos procesos nacionales-populares lo demuestran, como
asimismo la derrota (esperemos transitoria), también da cuenta de ello. Nuestra
América a lo largo de su historia marcha junta en las victorias, como así
también en las derrotas.
La situación de dependencia
económica claramente se ahonda con el surgimiento pleno del imperialismo y su
penetración económica. Así, si hay una cuestión central en nuestro continente y
particularmente en la Argentina: es la cuestión
nacional. Es decir la condición
dependiente de nuestro país con respecto al imperialismo. Sin la ruptura de
esa dependencia poco se puede avanzar en los procesos de emancipación nacional,
soberanía política y justicia social.
La
realidad nacional demuestra a través de la historia que no es un mero estadio
del desarrollo o una situación de atraso, como se plantea muchas veces, sino
como bien lo indica Jorge Enea Spilimbergo estamos “ante una verdadera relación de dependencia, de explotación
semi-colonial, sobre la cual se basa la prosperidad de las metrópolis
desarrolladas y el atraso de las
economías tributarias o dependientes”. La economía nacional se organiza
según los intereses de las economías centrales.
En los últimos años varios de los
países de la Patria Grande se corrieron del eje de la dominación externa en
varios sentidos: el rechazo a la alternativa neocolonial del ALCA y la
constitución de organismos supranacionales como la UNASUR y la CELAC aparecen
como los puntos más altos en ese sentido. No obstante, hay que decirlo, en
nuestro país poco se avanzó en la ruptura
de la estructura económica dependiente, eso evidentemente le puso un límite al proceso de transformación. Se
discutió (en mayor o menor medida), en los márgenes de la dependencia. En
nuestro caso, un techo bajo que terminó con la peor derrota del movimiento
nacional en las urnas a manos de una alternativa plena y abiertamente
oligárquica.
Se puede poner como otro ejemplo de
las mejoras sociales y económicas del pueblo y los sectores medios en el marco
de una economía dependiente al yrigoyenismo. Reconociendo la progresividad
histórica del mismo en tanto representación de un movimiento nacional, popular
y democrático, que ensancha la democratización del acceso de los sectores
medios y populares al aparato del estado, desenvuelve su proyecto en los marcos
de la estructura del país semi-colonial, agroexportador. Basta recordar la
negativa del “Peludo” a remitir (como era costumbre), los nombres de los
miembros del Gabinete a Inglaterra. Diferente es el proyecto peronista que
realiza una Revolución Nacional dejando atrás la semi-colonia británica y
procurando no caer bajo otra dominación.
No
avanza en la industrialización, la conciencia de Yrigoyen es del país agrario,
nunca hace planteos en el sentido de la industrialización, ni tampoco avanza en
la ruptura de la dependencia, de la penetración extranjera en la economía local
(lo que conlleva el montaje de un esquema de cara a la expoliación
imperialista, y detiene cualquier posibilidad de avance en otro sentido), así
su destino está sellado. Pues si bien muchas son las causas de la caída de
Yrigoyen a manos del nacionalismo oligárquico de Uriburu y, sobre todo, el
liberalismo probritánico de Justo (como todo fenómeno social es multi-causal),
como “el olor a petróleo” (por el proyecto de Yrigoyen de nacionalizar la
estructura petrolera, y la oposición de los trust petroleros), la
burocratización creciente, la edad del caudillo, etc. la causa principal está
en que mantenido en los límites de la estructura económica dependiente el
proyecto yrigoyenista está agotado, para colmo la crisis del 29 (sobre todo por
la dependencia), repercute fuertemente en nuestro país Granja de Inglaterra.
Se
ha afirmado estos últimos años que la madre de todas las batallas es la
cultural y en algunos casos incluso que la lucha central era contra el
multimedios Clarín. Mucho se ha escrito sobre los procesos de colonización
pedagógica que invisibilizan la dependencia económica, y al mismo tiempo la
permiten y profundizan que obviamente no los pretendemos negar. Lo que sí
marcamos que evidentemente lo cultural se apuntala mutuamente con lo económico.
Ahora bien, pensamos acá que lo cultural termina siendo una consecuencia de la
deformación que proviene de la dependencia económica, y que la puesta de
relevancia de esta última lleva insoslayablemente a poner en cuestión la
colonización pedagógica, pero a diferencia de los discursos que hacemos
referencia, no evade las problemática centrales de la Patria.
Asimismo
indicamos que el discurso que sólo pretende discutir la colonización cultural
en sus aspectos “cotidianos” y superficiales, es parte de la invisibilización
de la cuestión nacional. Últimamente
se han discutido cuestiones secundarias, que si bien consideramos que no es
erróneo marcarlas, no aparece como la estrategia más sagaz hacerlo de
sobremanera. Así por ejemplo el enorme espacio y tiempo dedicado a establecer
si el Presidente es más o menos burro, si lee o no lee sus discursos, si hace
un montaje para simular ¡un viaje en colectivo!, si su esposa es más o menos
simpática o vive de imposturas, si los medios concentrados dependientes de la
oligarquía defienden más o menos al gobierno representante de su clase, o si un
muñequito del “simpático” Zamba es tirado a la basura, etc.
No
decimos, vale la reiteración, no poner “el dedo” en esas cuestiones, pero sí no
tomarlas como lo central de las políticas de gobierno, porque en relación al
cambio y/o profundización de la matriz dependiente del país son asuntos
menores, y solo prestar atención a esos puntos invisibilizan lo que es más
importante. Por eso Jauretche, uno de los pensadores que más ha hecho por la
descolonización pedagógica afirmaba que “hacer
la nación: esa es nuestra tarea y traición es todo lo que se le oponga (…) Las
nuevas generaciones como la de mayo, tienen un deber emancipador que cumplir”. En
ese sentido, los forjistas aseveran que “el
drama de la Patria enfrenta dos personajes solamente: el pueblo encadenado y la
finanza imperialista. Lo demás no cuenta. Cuando están en juego los destinos de
un pueblo, toda reclamación particular perturba y divide”.
A
partir de este punto, retomamos a Scalabrini Ortíz que marca la necesidad de
avanzar en la nacionalización de los
mecanismos centrales, para así poder decidir según nuestro interés y no de
los intereses privados y/o extranjeros la política
nacional: “el plan de democratización de la vida argentina debe
comprender, por lo menos, a los servicios de transporte, porque ellos
constituyen el sistema circulatorio troncal del organismo nacional; los medios
de cambio, porque ellos son los vasos comunicantes de la riqueza natural y del
trabajo que la moviliza; las fuentes de energía térmica e hidráulica, porque
ellas pueden incrementar o aminorar las industrias en que el trabajo se
valoriza y multiplica; las tribunas de información, porque no es posible que
aparezca como opinión pública lo que sólo es opinión interesada de los grupos
financieros. En una palabra, todo cuanto tiene posibilidad de influir en el
destino del pueblo debe estar bajo el control del pueblo”. (Raúl Scalabrini Ortíz) Como se ve
la propuesta no es de nacionalización aisladas, sino que constituyen un “todo lógico”, es decir la
planificación de la nacionalización de la economía. Al igual que el
imperialismo que no “invierte” en cualquier sector sino en los que hacen a la
dependencia y la expoliación de las riquezas nacionales, la respuesta debe ser
en el mismo sentido.
Es
que sin romper el carácter dependiente de la economía argentina que hace drenar
gran parte de la riqueza que producimos los argentinos, por más buena voluntad
que se tenga, se podrá redistribuir “un poco” mejor la riqueza, pero ese techo
es bajo, difícil será entonces un proyecto con mayores márgenes de justicia
social, lo que dificulta la permanencia en época de “vacas flacas”. Roberto
Carri oponía la condición semi-colonial ligada a la dependencia, al desarrollo
ligado a la independencia real, así pues “las
naciones dominadas por el sistema imperialista no pueden acceder al polo
hegemónico debido al carácter estructural de la dependencia”. Desde ya esto
implica la industrialización, pues Manuel Ugarte manifiesta que “un país que sólo exporta materias primas y
recibe del extranjero los productos manufacturados, será siempre un país que se
halla en una etapa intermedia de su evolución”, en el mismo sentido
Hernández Arregui dice que “un país sin
una industria nacional autónoma no es una nación”.
No queremos decir que sea algo
sencillo, pero sí que puede sumar a la necesaria revisión (autocrítica) de los
procesos nacionales-populares que trajeron un “viento fresco” a nuestro
Continente, pero que hoy están en franco retroceso y que si no revisamos
nuestro errores se vierte la amenaza de una “nueva década infame”, al tiempo
que para evitar la misma se hace necesario “afinar” la crítica el “nuevo
proyecto” neocolonial, para ser implacables en la oposición y retornar al cauce
nacional lo antes posible, para lograr avanzar mucho más profundamente en la
senda de la liberación nacional. Cerramos con una frase de Juan Domingo Perón en
ese sentido que instaba: “si hemos
guerreado durante 20 años para conseguir la independencia política, no debemos
ser menos que nuestros antecesores y debemos pelear otros veinte años, si fuera
necesario, para obtener la independencia económica. Sin ella seremos siempre un
país semi-colonial”.