Entrevista a Norberto Galasso - marzo 2017
Una tarde
de marzo. La tele muestra la marcha de guardapolvos blancos, que parece no
tener fin. “¡Impresionante!” dice el maestro, mientras se acomoda y se sienta.
Una gata negra sigue su camino entre los pies distraídos, en busca de cordones
para destrozar. El paisaje se hace libro. Y me pregunto, antes de iniciar: ¿qué
secretos guardarán las paredes de esta casa de barrio de la Avenida Asamblea?
De repente, el silencio da lugar a la palabra.
¿Qué significa hablar hoy de
pensamiento nacional?
Hablamos de
pensamiento nacional porque la Argentina fue organizada con la llegada de Mitre
al poder en 1862 como un país semicolonial, un país que tiene bandera, himno y
escarapela pero su política estuvo subordinada al Imperio Británico hasta el
´45. Ya con Yrigoyen se había avanzado algo, pero después del ’45 vino un
período importante, donde se consolida una forma de encarar los problemas,
nuestros propios intereses; ahí nace el Pensamiento Nacional. Pero después del
´55 volvemos a caer, otra vez, en esta situación. Hay una gran parte de la sociedad argentina,
especialmente en los sectores medios, que están influidos por la clase
dominante vinculada a los intereses extranjeros, como ocurre actualmente y como
ocurrió a través de casi toda la historia. Entonces, la manera de dominar
económicamente un país es lograr que sus habitantes no tengan un pensamiento
nacional, sino que piensen “al revés”, como decía Arturo Jauretche. Que cuando
un amigo le anuncia a otro que sale un fin de semana a Mar del Plata o a Córdoba,
dice “me voy para afuera”, cuando en realidad va “para adentro”. Es decir,
tiene un pensamiento “al revés” porque cree que el “adentro” es el Atlántico,
Europa, cree que los principales autores son los europeos y que la Argentina
está “abajo” no solo en el planisferio sino en el mundo, como un país de
segunda categoría. Se piensa de manera colonial en función de los intereses que
no son los intereses argentinos. En pocas palabras el pensamiento nacional es
el contra-discurso con respecto a una clase dominante, que persiste en entregar
el país y vincularse económicamente a los intereses anti-nacionales.
¿Tiene algún punto de encuentro esa
manera de pensar antinacional con el momento actual en el que atraviesa el
país?
La ciudad
de Buenos Aires es una ciudad esencialmente administrativa y comercial que
tiene muy pocas industrias y, por lo tanto, predominan las clases medias,
formadas por los grandes diarios (Clarín y La Nación); especialmente, por la
enseñanza tradicional de los colegios y por los grandes intelectuales del
sistema. Entonces formulan un pensamiento que hace posible que gran parte de la sociedad piense
no nacionalmente sino en función de los grandes intereses de las empresas
extranjeras, trayendo como consecuencia la llegada de este hombre al poder.
¿Y la izquierda tiene algún rol en
esto?
Gran parte
de la izquierda ha pensado “en ruso”. El PC, por ejemplo, ha pensado en chino,
no ha pensado en Latinoamérica. Recuerdo una anécdota de un amigo que estaba en
esa izquierda no nacional; lo llevaron en una delegación a Vietnam y tuvo la
suerte de conocer al General Giáp, que fue el que “paró” a los yanquis en
Vietnam. A través de un traductor le preguntó ¿cómo fue posible defender la
soberanía de un pequeño país frente a una gran potencia? Y el general Giáp le
respondió “Lo fundamental es conocer profundamente la historia”. Y cuando
volvió a Buenos Aires, cuenta mi amigo, empezó a estudiar historia, historia
vietnamita.
¿Cuáles son los mojones de la
argentinidad en nuestra historia?
Especialmente la resistencia de los pueblos
del interior, la resistencia del Chacho Peñaloza, de Ricardo López Jordán y de
Felipe Varela a la política centralista de Buenos Aires. Después, todo ese
mundo de las montoneras del interior, que confluye un amplio sector de las
clases medias, da origen al radicalismo, que no tiene nada que ver con el
actual. Es decir, el radicalismo del Yrigoyen conspirador, el que luchaba por
el sufragio libre, el que se consideraba él mismo como padre de los pobres y
que ganó dos elecciones con cifras apabullantes. Otro mojón es el 17 de octubre
de 1945 cuando esos hombres del interior, que se han vuelto obreros, rescatan a
Perón cuando ha sido desplazado del cargo; y, por último, creo que también el
desarrollo que tuvo el período iniciado en 2003, donde el kirchnerismo surge
como una expresión popular que sacó el país del infierno, como decía Néstor, y
lo llevó a una situación muy favorable, aunque lamentablemente ese proceso ha
sido interrumpido.
Destacados
A. “La
manera de dominar económicamente un país es lograr que sus habitantes no tengan
un pensamiento nacional”.
B. “Soy
peronista porque soy marxista, decía Hernández Arregui. Deberíamos discutir si
se puede ser las dos cosas al mismo tiempo, ¿no?”
C. “Es
extraordinario que habiendo televisión desde 1951, y muerto Scalabrini Ortiz en
1959, no haya aparecido nunca en la pantalla chica. Peor aún Hernández Arregui,
que murió en 1974. El único que rompió ese cerco fue Arturo Jauretche, por su
carácter enérgico y hasta agresivo.”
D. “Juan
Carlos Schmid me dejó una decepción idéntica a la que tuve con Facundo Moyano”.
E. "Con el
kirchnerismo salimos de una crisis y a muchos de nosotros eso nos llevó a
suponer, erróneamente, que teníamos ganada la batalla cultural".