Por Hugo Presman (*) / 31 de marzo de 2017
Es Lavalle fusilando y somos Dorrego fusilado. Somos San
Martin y su proyecto latinoamericano y es Rivadavia y su plan porteño. Somos
Moreno jacobino y Moreno envenado. Somos Monteagudo con sus proclamas
revolucionarias y es Monteagudo asesinado en una calle oscura de Lima. Somos
Bolívar liberando buena parte del continente y somos Bolívar, enfermo en Santa
Marta camino al exilio acusado de traidor muriendo sin llegar a la frontera.
Somos Artigas haciendo la reforma agraria y afirmando que
nadie es más que nadie y somos Artigas derrotado exiliándose en el Paraguay.
Son los hacendados y comerciantes de Brasil, Montevideo y Buenos Aires, armando
un ejército que arrasa el Paraguay de los López y somos los paraguayos heroicos
muriendo en Curupayti y Cerro Corá. Somos Rosas defendiendo la soberanía contra
la invasión anglo francesa. Somos los derrotados en la guerra civiles
argentinas y son las huestes de Mitre y sus coroneles asesinando al Chacho
Peñaloza. Es su esposa, Victoria Romero, obligada por Sarmiento a barrer la
plaza mayor de la ciudad de San Juan, atada con cadenas.
Somos Felipe Varela y su bandera de “La Unión Americana”
y son Manuel García y Carlos María de Alvear arrodillados ante Inglaterra en el
siglo XIX, como lo haría el vicepresidente Julio Argentino Roca (h) en el siglo
XX, considerando a la Argentina integrante virtual del imperio británico.
Somos Yrigoyen ascendiendo a las capas medias y son los
medios y las petroleras propiciando y consumando su derrocamiento. Somos los
estudiantes de la Reforma Universitaria y su Manifiesto Liminar: “Córdoba se
redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más.
Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan…estamos pisando
una revolución, estamos viviendo una hora americana”, y son los que se oponen
desde el clericalismo medieval. Somos los obreros de los talleres Vasena y son
los dueños de la fábrica, la policía y los integrantes de la Liga Patriótica
Argentina, reprimiendo y carnereando. Somos los obreros fusilados de la
Patagonia Trágica y sepultados en tumbas NN, somos las putas de San Julián que
cerramos las piernas para no satisfacer a los oficiales asesinos y son la
Sociedad Rural y los dueños de la tierra instigando a los fusiladores.
Son la primera década infame y el fraude patriótico.
Somos los descendientes de los derrotados de la guerra civiles que un luminoso
día de octubre, cruzamos el riachuelo, caminamos desde Berisso y Ensenada,
ocupamos la Plaza de Mayo, nos lavamos las patas en la fuente, y cambiamos la
historia. Son los dueños de todo los que desde su poder nos estigmatizaron como
cabecitas negras, descamisados, aluvión zoológico, o más recientemente somos
apenas un relato de Apold.
Somos los beneficiarios de los días felices en tecnicolor
y son los que escriben en una pared: “Viva el cáncer”. Somos Evita reclamando
que donde hay una necesidad hay un derecho y son los aviones de la Marina con
su leyenda “Cristo Vence” bombardeando la Plaza de Mayo. Somos los que
padecimos las bombas y los que las lanzaban escribían proclamas donde decían:
“Afrontamos esta decisión suprema ante la comprobación de que se estaba en
camino de destruir espiritualmente el país, por obra de una corrupción
desenfrenada, y lo hacemos con urgencia temeraria por el convencimiento de que
el pueblo ha perdido la posibilidad jurídica de formar, expresar y defender su
voluntad espontánea”.
Somos Perón proponiendo el ABC, concretando los derechos
del trabajador y son Aramburu y Rojas arrasando con todo, interviniendo la CGT.
Son “el presidente duerme” como respuesta a los pedidos
de clemencia de la esposa y la hija del General Valle finalmente fusilado y
somos los cuerpos ametrallados en los basurales de José León Suárez. Ellos, los
democráticos, los republicanos, los propagandistas del diálogo, afirmaban: “Se
acabó la leche de la clemencia”
Son la prohibición de la soberanía popular, de las
proscripciones y somos la heroica resistencia peronista. Somos Villa Manuelita
en Rosario diciendo: “Los yanquis, los rusos, las grandes potencias reconocen a
la Libertadora, Villa Manuelita no”.
Somos los que resistieron la privatización del
frigorífico Lisandro de la Torre, los que nos opusimos al plan Larkin, los que
pintamos paredes con el “Perón Vuelve”. Son la autodenominada Revolución
Argentina y somos la pesadilla de los sueños de Onganía con el Rosariazo, el
Cordobazo, el Mendozazo y un país levantado.
Somos Perón en su pulseada con Lanusse. Son los que
ordenaron los fusilamientos de Trelew. Somos los 16 muertos en la Base
Almirante Zar.
Son lo que movilizaron 30.000 soldados para impedir el
contacto de Perón con su pueblo un 1luvioso 17 de noviembre de 1972. Somos los
que cruzamos el Rio Matanza para un reencuentro postergado por 17 años. Son los
que instrumentaron el balotaje para evitar el triunfo de Cámpora, candidato por
la proscripción de Perón.
Es la esperanza hecha realidad un 25 de mayo de 1973 y
son los días oscuros y terribles que siguen a la muerte de Perón. Es el poder
económico derrocando a Isabel y cubriendo de horrores el territorio nacional,
mientras destruían con saña el modelo de sustitución de importaciones, que ya
se había intentado con éxitos disimiles en 1955 y 1966.
Somos las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y del otro
lado están el poder económico dándole la picana a Astiz y al tigre Acosta y
arrojando seres vivos al mar o al Rio de la Plata.
Es la democracia recuperada después de la derrota en
Malvinas y el peso insoportable de una herencia atroz. Somos Alfonsín y el
histórico juicio a las juntas.
Es la hiperinflación y la llegada anticipada de Menem. Es
la entrega en democracia con apoyo popular. Es la reelección de Menem cuando
todo estaba claro y nadie debía engañarse, lo que implica que más allá de las
tajantes divisiones, nadie está a salvo de equivocarse.
Es la prolongación de Menem en la política económica de
la Alianza, demostrando que lo fundamental no era la corrupción, sino el plan
desarrollado.
Es la peor crisis de la historia y somos los que
integramos “Piquetes y Cacerolas, la lucha es una sola”
Son cinco presidentes en una semana, el que se vayan
todos y Duhalde, Lavagna y la virgen que encuentran una pequeña luz en la noche
más oscura.
Luego llegó Néstor Kirchner y Cristina Fernández y juntos
a otros presidentes latinoamericanos que levantaron la bandera revolucionaria
de la Unión Latinoamericana, y floreció entonces la primavera después del largo
invierno.
Más tarde muchos de ellos y muchos de los nuestros
confluyeron para llevar a Macri a la presidencia.
En política las estaciones no son como en la naturaleza.
Después de una primavera de 12 años con notables avances, con limitaciones,
errores y horrores, no llegó el verano, sino que volvió el invierno.
El lenguaje cambió, los hechos cambiaron. En lugar de
soberanía, derechos, paritarias, recuperación de empresas, ocupación,
nacionalizaciones, derechos humanos, matrimonio igualitario, jubilaciones para
todos, juicios a los genocidas, unidad latinoamericana pasamos a equipo,
dialogo, unión de los argentinos, pobreza cero, lucha contra el narcotráfico,
que traducidas significan genuflexión exterior, desocupación, ajustes,
despidos, gobierno de y para los poderosos, desarticulación de planes, caer en
la escuela pública, suspensión de entregas de notebook en una larga lista
interminable.
Después se discute de la grieta. Se debaten y se asombran
de su existencia. Hay dos países en pugna. Que no significa terminar con el
otro sino en ganar e imponer la hegemonía.
Por eso hoy somos los docentes en lucha, las mujeres que
buscan su lugar en la mitad del cielo, los trabajadores defendiendo sus
derechos contra los avasallamientos, las organizaciones sociales con sus
comedores, los científicos ganando las calles por el futuro, y los que nos
movilizamos cada 24 de marzo porque tenemos memoria, porque queremos justicia y
necesitamos de la verdad.
Un cartel llevado por una mujer en la conmemoración del
24 de marzo decía: “Las putas no parimos la mierda genocida”. En la marcha del
día internacional de la mujer otra pancarta decía: “Putas como Eva/ Locas como
las Madres/Yeguas como Cristina/Negras como Milagro/…”
Eso es lo que somos, la barbarie en términos
sarmientinos. Los que pergeñaron y nos estigmatizaron con esos calificativos,
los que han aplicado en cada oportunidad aquello de que “no hay que ahorrar
sangre de gauchos, que es lo único humano que tienen”, están del otro lado de
la grieta.
*Conductor de “El Tren”