lunes, 1 de abril de 2019

¡En manos de quién ha caído la filosofía!


(artículo publicado en el diario Marcha, Año 1, N°18, 5/12/1986, que dirigió el Colorado Abelardo Ramos).

                                                                                            Alberto Buela 

Si la historia de la filosofía argentina pudiera escribirse sus congresos nacionales, uno estaría tentado a decir que Martín Heidegger se equivocó cuando sostuvo que: “las cosas grandes nacen grandes”, pues el Primer Congreso nacional (que tuvo carácter de internacional) de Filosofía (Mendoza 1949) fue verdaderamente grande.
Y lo fue no solo por su discurso de cierre pronunciado por el General Perón, presidente de los argentinos, sobre “La Comunidad Organizada”, sino también por el alto nivel de los participantes y sus comunicaciones; y por su efectivo pluralismo ideológico, que fue de Nimio de Anquín a Carlos Astrada, de Nicola Abbagnano a Cornelio Fabro, de Maurice Blondel a Jean Hyppolite, de Juián Marías e Millán Puelles, etc. Fueron setenta los mejores filósofos extranjeros que concurrieron.
Veintidós años pasaron hasta que pudo realizarse un segundo congreso, esta vez en Córdoba. Sin lograr el nivel internacional de concurrencia del Primero, las comunicaciones abarcaron casi todo el espectro de las corrientes filosófica argentinas. Hubo, sin embargo, un hecho sintomático, en la comisión organizadora apareció, Ezequiel de Olaso, un hombre que regenteaba el Centro de Investigaciones Filosófica (CIF), dedicado fundamentalmente a indagaciones epistemológicas merced a generosas becas de fundaciones norteamericanas. En abril de 1972, meses después del segundo congreso, se creó la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), que gobiernan Eduardo Rabossi (actual secretario de derechos humanos) y Gregorio Klimovsky (hasta hace poco decano de ciencias exactas del actual gobierno). Esta sociedad de la que participa activamente Carlos Nino (asesor de Alfonsín y presidente del Consejo para la Democracia) contó como factotum a Risieri Frondizi (rector de la UBA, sucedió a José Luis Romero en 1957) así como con becas del Consejo Británico de Cultura (La Nación, 23/11/ 1986).
Los congresos tercero (1980) y cuarto (1984) se realizaron entre gallos y medianoche, el primero durante la dictadura militar y el segundo con Alfonsín. Ambos fueron organizados, signados, bautizados y concluidos por el CIF y la SADAF, por supuesto que el carácter de nacional los proveyó el gobierno de los “nueve mil desaparecidos”, para que ambos centros pudieran justificar ante sus patrones internacionales no solo la becas que reciben a manos llenas, sino también (y lo que es peor) que la Junta respetaba la libertad de pensamiento.
Ahora nos encontramos ante el quinto Congreso, realizado días atrás en La Plata. Para muestra solo mencionaremos a los integrantes de la sesión plenaria. Se dividió en dos: una se ocupo de la filosofía de Alejandro Korn, donde intervinieron W.Kilgare de la Univ. de Baylor, Texas; Eugenio Pucciarelli y Rodríguez Bustamante (dos figurones de la Academia Nacional de Ciencias Morales) y Tochia Estrada, discípulo predilecto de Francisco Romero que vive hace treinta años en EEUU.
En la segunda sesión el tema no podría ser otro que “Fundamentos filosóficos de la democracia”. Hablaron allí Natalio Botana (¿qué sabrá de filosofía?). Dice que su libro sobre El Orden Conservador “es fruto de largos diálogos en el Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF), pág. 14. Rafael Baun – aseguran que es cura, pero lo disimula muy bien- miembro asimismo del CIF; Martín Farrell, a quien no se le conoce ningún trabajo serio pero es miembro del SADAF. Osvaldo Guariglia, alter ego de Ezequiel de Olaso, pertenece al CIF y al SADAF y es actualmente director del departamento de filosofía de la universidad de La Plata, donde se hizo el congreso. Carlos Nino, el filósofo de Alfonsín, miembro del SADAF. Alfredo Pucciarelli, radical confeso, nunca produjo nada… pero es local. Finalmente tenemos a Oscar Landi y Juan C. Portantiero, dos ex partido comunista argentino, que es como decir “cuna del cipayismo vernáculo”.
En cuanto a las comisiones de lectura, seis en total, en tres de ellas aparecieron los nombres de Rabossi, Guariglia y de Olaso; en dos los de Klimovsky, Presas y Mainetti. Estos últimos…son locales. Y pensar que Guariglia declaró en “La Nación” el 23/11/86 que el criterio de selección fue el de juicios cruzados para asegurar la objetividad. Pero lo cierto que “estos pequeños hombres ruines” (como gustaba llamar José Luis Torres a los funcionarios de la Década Infame) conforman una logia en donde la decisión está tomada antes que la deliberación.
Por todo esto podemos nosotros decir, cambiando en parte los versos del poeta: “María, María … en manos de quien ha caído la filosofía”.




                          

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