(artículo publicado en el diario Marcha, Año 1, N°18,
5/12/1986, que dirigió el Colorado Abelardo Ramos).
Alberto Buela
Si la historia
de la filosofía argentina pudiera escribirse sus congresos nacionales, uno
estaría tentado a decir que Martín Heidegger se equivocó cuando sostuvo que: “las cosas grandes nacen grandes”, pues
el Primer Congreso nacional (que tuvo
carácter de internacional) de Filosofía (Mendoza 1949) fue verdaderamente
grande.
Y lo fue no solo
por su discurso de cierre pronunciado por el General Perón, presidente de los
argentinos, sobre “La Comunidad Organizada”, sino también por el alto nivel de
los participantes y sus comunicaciones; y por su efectivo pluralismo
ideológico, que fue de Nimio de Anquín a
Carlos Astrada, de Nicola Abbagnano a Cornelio Fabro, de Maurice Blondel a Jean
Hyppolite, de Juián Marías e Millán Puelles, etc. Fueron setenta los mejores filósofos extranjeros
que concurrieron.
Veintidós años
pasaron hasta que pudo realizarse un segundo
congreso, esta vez en Córdoba. Sin lograr el nivel internacional de
concurrencia del Primero, las comunicaciones abarcaron casi todo el espectro de
las corrientes filosófica argentinas. Hubo, sin embargo, un hecho sintomático,
en la comisión organizadora apareció, Ezequiel
de Olaso, un hombre que regenteaba el Centro de Investigaciones Filosófica
(CIF), dedicado fundamentalmente a indagaciones epistemológicas merced a
generosas becas de fundaciones norteamericanas. En abril de 1972, meses después
del segundo congreso, se creó la Sociedad
Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), que gobiernan Eduardo Rabossi
(actual secretario de derechos humanos) y Gregorio Klimovsky (hasta hace poco
decano de ciencias exactas del actual gobierno). Esta sociedad de la que
participa activamente Carlos Nino (asesor de Alfonsín y presidente del Consejo
para la Democracia) contó como factotum a Risieri Frondizi (rector de la UBA,
sucedió a José Luis Romero en 1957) así como con becas del Consejo Británico de
Cultura (La Nación, 23/11/ 1986).
Los congresos tercero (1980) y cuarto (1984) se
realizaron entre gallos y medianoche, el primero durante la dictadura militar
y el segundo con Alfonsín. Ambos fueron organizados, signados, bautizados y
concluidos por el CIF y la SADAF, por supuesto que el carácter de nacional los
proveyó el gobierno de los “nueve mil desaparecidos”, para que ambos centros
pudieran justificar ante sus patrones internacionales no solo la becas que
reciben a manos llenas, sino también (y lo que es peor) que la Junta respetaba
la libertad de pensamiento.
Ahora nos
encontramos ante el quinto Congreso,
realizado días atrás en La Plata. Para muestra solo mencionaremos a los
integrantes de la sesión plenaria. Se dividió en dos: una se ocupo de la
filosofía de Alejandro Korn, donde intervinieron W.Kilgare de la Univ. de
Baylor, Texas; Eugenio Pucciarelli y Rodríguez Bustamante (dos figurones de la Academia
Nacional de Ciencias Morales) y Tochia Estrada, discípulo predilecto de
Francisco Romero que vive hace treinta años en EEUU.
En la segunda
sesión el tema no podría ser otro que “Fundamentos filosóficos de la
democracia”. Hablaron allí Natalio
Botana (¿qué sabrá de filosofía?). Dice que su libro sobre El Orden
Conservador “es fruto de largos diálogos en el Centro de Investigaciones
Filosóficas (CIF), pág. 14. Rafael Baun
– aseguran que es cura, pero lo disimula muy bien- miembro asimismo del CIF;
Martín Farrell, a quien no se le conoce ningún trabajo serio pero es miembro
del SADAF. Osvaldo Guariglia, alter ego de
Ezequiel de Olaso, pertenece al CIF y al SADAF y es actualmente director del
departamento de filosofía de la universidad de La Plata, donde se hizo el
congreso. Carlos Nino, el filósofo de Alfonsín, miembro del SADAF. Alfredo Pucciarelli, radical confeso,
nunca produjo nada… pero es local. Finalmente tenemos a Oscar Landi y Juan C. Portantiero, dos ex partido comunista
argentino, que es como decir “cuna del
cipayismo vernáculo”.
En cuanto a las
comisiones de lectura, seis en total, en tres de ellas aparecieron los nombres
de Rabossi, Guariglia y de Olaso; en dos
los de Klimovsky, Presas y Mainetti. Estos últimos…son locales. Y pensar
que Guariglia declaró en “La Nación” el 23/11/86 que el criterio de selección
fue el de juicios cruzados para asegurar la objetividad. Pero lo cierto que “estos pequeños hombres ruines” (como
gustaba llamar José Luis Torres a los funcionarios de la Década Infame) conforman
una logia en donde la decisión está tomada antes que la deliberación.
Por todo esto
podemos nosotros decir, cambiando en parte los versos del poeta: “María, María
… en manos de quien ha caído la filosofía”.