El jueves a la
tarde, cuando estaba por concluir la reunión anual más triste de la historia de
la Unión Industrial desde que comenzó con su conferencia hace 25 años, los
empresarios hacían sus comentarios en el coffee-break previo a la última
exposición de Felipe González que inmediatamente daría paso al discurso de
clausura de Macri. Mientras algunos mencionaban que en estos cuatro años –algo que no sucedió ni en la crisis de 2002– hubo
una caída de alimentos del 19% en términos absolutos y 23% per cápita
porque todos los años siempre creció mínimamente el 1%, que es lo que crece la
población, otros agregaban que la leche cayó el 30% acumulado en el mismo período
hasta que a alguien se le escapó “es el peor presidente de la historia
reciente”, lo que generó un silencio incómodo. Ser rechazado por sus pares debe ser para Macri en su final el castigo
más doloroso Otro grupo decía: “Seguro que Macri vendrá con su discurso
triunfalista diciendo que deja la economía mejor que antes y lista para
crecer; por respeto a la investidura presidencial aplaudiremos, que es lo que
corresponde, aunque estemos en desacuerdo”, al tiempo que otro empresario
comentaba que “en los cuatro años de
Macri se perdieron casi 200 mil empleos industriales, la misma cantidad de
puestos de trabajo destruidos que en los cuatro años de la crisis 1998-2001 que
derivó en el default de 2002”. El mejor termómetro del enojo de los empresarios
con Macri es el que mide el patrimonio
de las empresas, y casi todas perdieron la mitad de su valor en estos cuatro
años. Pero el daño no acabaría allí: “Lo peor –dijo otro– es que la sociedad cree que Macri gobernó para
los empresarios y por mucho tiempo quedaremos estigmatizados como
corresponsables de este fracaso económico”.
Cuando yo
preparaba con Felipe González los temas sobre los que le preguntaría al moderar
la exposición que él iba a hacer, me dijo: “Hubo una moda de empresarios
convertidos en jefes de Gobierno como Berlusconi, a quien conocí muy bien antes
de que ganara las elecciones en Italia y luego cuando compartimos una temporada
al frente de nuestros gobiernos. Los empresarios vienen a decirle a la
sociedad: ‘Yo no soy como los políticos, no necesito enriquecerme porque ya soy
rico’, lo que no se confirma en la realidad porque muchos ricos quieren ser más
ricos. Y le agregan a su discurso: ‘Quiero trasladar mi éxito en lo privado a
lo público para beneficiar a todos’, pero
luego fracasan porque lo público es de otra naturaleza: confunden a su gabinete
o consejo de ministros con una reunión de directorio con sus ejecutivos, y
al Congreso o a la Asamblea Nacional con una reunión de accionistas donde ellos
tienen la mayoría”.
Pero en el caso
del fracaso de Macri quizás se agregue otra problemática. Berlusconi, Trump o Piñera en Chile son empresarios que produjeron
ellos mismos su fortuna mientras que Macri la heredó. En cierta medida es
un empresario que no fue. No pasó a la política después de haber realizado una
prominente carrera empresarial sino por no poder consumarla, lo que quizás
explique psicológicamente el maltrato que sintieron muchos empresarios y más
aún los que fueron contemporáneos de su padre, aunque sea por pocos años. En
Estados Unidos, Michael Bloomberg anunció su precandidatura presidencial por el
Partido Demócrata para competir con Trump en las elecciones del año próximo
presentándose a sí mismo como “creador de empleo, líder, solucionador de
problemas”. Bloomberg es veinte veces más rico que Trump y su influencia
trasciende al dinero por ser dueño de uno de los medios globales de noticias
económicas. Bloomberg dijo: “Me presento a presidente para derrotar a Trump y
reconstruir América. No podemos permitirnos cuatro años más de las acciones
imprudentes y poco éticas del mandatario. Representa una amenaza existencial
para nuestro país y nuestros valores. Si gana otro mandato, puede que nunca nos
recuperemos de los daños”. Entre los argumentos de quienes apoyan a Bloomberg
está que Trump quebró varias empresas y no fue tan exitoso como parece. Tema
con algún paralelo con el presidente argentino, ya que el grupo Socma comenzó su ocaso cuando Mauricio
Macri todavía era parte de su conducción y se fue reduciendo considerablemente
hasta dejar de pagar el canon por la privatización del Correo Argentino en
septiembre de 2001.
En defensa de
Macri hay que decir que la Argentina, por la cantidad de crisis económicas
acumuladas durante las últimas décadas, no cuenta con una cantidad de
empresarios verdaderamente exitosos como Bloomberg o Piñera.
Y Felipe González, ya frente al público en la
conferencia de la Unión Industrial, dijo: “Con política monetaria sola no se
puede bajar la inflación, aunque lo digan los libros. Lo que se consigue es
encarecer tanto el crédito y endurecer tanto las condiciones del crédito
que no se acaba con la inflación y sí se acaba con el aparato productivo”.
El tan citado Pacto de la Moncloa se realizó en
España cuando aún faltaban más de veinte años para la sustitución de su moneda,
la peseta, por el euro, y tenían una inflación anual del 27%. Como parte del
pacto se autolimitaron sindicatos, empresarios y gobierno a reducir año a año
el porcentaje de aumentos de salarios y precios desindexando la economía sobre
la inflación del año anterior.
Argentina no tuvo empresarios con éxito
verdadero dedicados a la política.
Al terminar la conferencia, dos
vicepresidentes de la Unión Industrial hicieron declaraciones: José Urtubey dijo que a Macri se lo
aplaudió al terminar su discurso “solo por respeto”, y Guillermo Moretti fue aún más terminante: “Yo tengo un gran respeto
por la investidura presidencial, pero me retiré antes de que hable porque
también tengo respeto por mí mismo”. Fue
la triste despedida de Macri en la Unión Industrial, el presidente empresario
que terminó siendo peor valorado por su propio grupo de pertenencia.