Por Juan Godoy
“Moldear la mentalidad del
pueblo mediante un programa de educación netamente argentino, con vistas al
futuro y unido al pasado histórico, son las bases de una doctrina nacional
popular a trazar e inocular en el alma misma de las madres, en primer término,
y de los niños y de los hombres”. (Juan Lucio Cernadas)
Juan
Domingo Perón tuvo múltiples influencias en su formación que supo sintetizar,
profundizar y darle un contenido propio magistralmente, convirtiéndose en el
gran líder y más importante político argentino del siglo XX, y uno de los más
grandes políticos a nivel global. Entre esas influencias se encuentra, entre
las centrales, la del ámbito militar, del cual sabemos proviene. Perón, formado
en el ejército diseñado por Julio Argentino Roca, por intermedio del importante
accionar de Riccheri lee diversos pensadores militares de nuestro país y de
otros[1],
como asimismo tiene varios maestros militares directos que dejan una huella
profunda en su pensamiento y acción política.
Carlos
Piñeiro Iñíguez, en su trabajo sobre la formación del ideario de Perón (Piñeiro
Iníguez, 2010), nombra entre estos instructores militares a José María Sarobe,
Bartolomé Descalzo, Nicolás Accame, Juan Lucio Cernadas, etc. Miguel Ángel
Barrios también destaca la fuerte influencia de B. Descalzo y J. L. Cernadas
(Barrios, 2008). Nos interesa centrarnos en uno de estos maestros de Perón, a
saber: Juan Lucio Cernadas. Rastrear en su obra escrita elementos que nos
demuestran la influencia en el pensamiento de Perón.
Al
mismo tiempo que poner en consideración un conjunto de ideas en torno a lo
militar, la defensa nacional, la doctrina, la estrategia nacional, y la
política que también nos permiten pensar el presente donde prima el
anti-militarismo abstracto, el abandono de la cuestión militar, y de una
política nacional que contenga una política de defensa nacional.
En
el caso de Cernadas, como bien indica Piñeiro Iñíguez, resulta más sencillo
volver que en otros casos, ya que dejó una obra escrita. Además, como indica
Gustavo Martínez Zuviría en el prólogo a un libro de Cernadas, que el mismo no
escribe solamente para los militares, sino que también lo hace para los civiles
(Martínez Zuviría. En Cernadas, 1938) Esto también contribuye al acercarmiento
a la obra en tanto no maneja de sobremanera el léxico militar, como se da en el
caso de otros militares. Asimismo Cernadas le prologa a Juan Perón su primer
libro: “el frente oriental de la guerra
mundial en 1914”, donde afirma “el
Capitán Perón se ha superado a sí mismo, a su edad y a su propia jerarquía”. (Cernadas.
Cit. En Barrios, 2008: 158)
Atraviesa
su obra, como a esta generación militar de los años 20-40, la idea profunda del
engrandecimiento de la nación como
destino, y el obrar de los sujetos en virtud del mismo como forma de trascendencia. De ahí que piense que el
interés o la acción no pueden ser meramente individual, egoísta, y vinculado
solo al presente. Hay que trabajar por el porvenir.
En
el centro del pensamiento de Juan Lucio Cernadas se pone de relevancia la
necesidad de encontrar soluciones a las problemáticas del país, y esa
resolución la liga estrechamente al fortalecimiento de la cultura nacional. Ese
fortalecimiento cimenta la conciencia nacional, y una mirada propia sobre esas
problemáticas.
En la
concepción de Cernadas existe la diferenciación entre la política y la estrategia. La primera aparece como la ciencia del
estadista; mientras que la segunda, como la ciencia y la lógica militar, en
tanto necesita conocimientos y aptitudes especiales, el estratega no se
improvisa. Quien debiera unificar y coordinar estos dos elementos es el conductor.
En este
sentido, la política y la estrategia resultan esferas diferenciadas, pero que
se implican mutuamente, y es el conductor el encargado de integrarlas. La
conducción debe permanecer en observación continua “auscultando prolijamente el palpitar del alma nacional”. (Cernadas,
1938: 105) Asimismo, remarca que “de nada sirve el cúmulo de
conocimiento que posea un conductor si no es capaz de apreciar y deducir, para
luego, decidiéndose a obrar, conducir”. (Cernadas, 1928:43)
Sumado a esto, tomamos a Piñeiro Iñíguez quien sintetiza que
Cernadas entiende un conjunto de condiciones para la conducción como el “amor a la responsabilidad, firme voluntad
de vencer, espíritu de resolución, serenidad espiritual, ser un gran psicólogo,
ser esforzado y animoso y tener confianza en sí mismo”. (Piñeiro Iñíguez,
2010: 215)
También diferencia la conducción estratégica y la Doctrina estratégica nacional, ya que la
primera se liga a los principios centrales, y a los procedimientos necesarios
para su estudio y aplicación; en tanto que la segunda la vincula a la
interpretación de la potencia militar del país, sus características, sus pautas
culturales, creencias, el teatro de guerra, las condiciones sociales,
económicas, entre otros elementos, bajo el objetivo de diagramar la mejor
estrategia de defensa posible en las circunstancias y según las características
dadas.
El
desarrollo de una doctrina estratégica nacional entonces debe partir de la
interpretación de las potencialidades del país para su política de defensa. Es
decir, la doctrina de defensa no puede pensarse en abstracto, hay que partir de
la realidad. La doctrina estratégica no piensa solo en el presente, sino que
tiene la mira en el futuro. Al mismo tiempo afirma que “en
efecto: doctrina es la línea de fe que nos guiará a interpretar y a aplicar en
la forma que más conviene los principios fundamentales (…) No es una cartilla,
no es dogma, no es un sistema y, por consiguiente, al no ser rígida, es amplia
y elástica, con cabida para la más vasta iniciativa”. (Cernadas, 1928:52)
[1] Este conocimiento profundo se puede observar en “Apuntes de Historia
Militar”. Nosotros lo tratamos en otro artículo: Godoy, Juan. Perón: máximo exponente de una generación
militar. En Dossier “Apuntes de historia militar”, Agencia Paco Urondo. Buenos Aires. Octubre 2019.