No estamos ante
un virus nuevo y mortal. Ni ante una enfermedad que hasta ayer había infectado
a 150 mil personas y matado a más de 5 mil. Tampoco ante una crisis financiera
latente que terminó de explotar. No estamos solo frente a todo eso. Estamos
ante algo mucho más grande y novedoso frente a lo cual ya no importa tanto qué
tan letal es este virus en comparación a otros o si se están sobredimensionando
sus verdaderos alcances. Porque lo que
enfrentamos no es una pandemia sanitaria. Lo que enfrentamos, por primera vez
en la historia de la humanidad, es una pandemia del miedo. Un ataque de
pánico global de efectos sociales y económicos hasta ahora, impredecibles, pero
probablemente más graves que los del propio virus. Virus vs. virus. Hasta ahora,
la mortalidad de Covid-19 ronda el 4%, aunque se cree que en realidad sería
bastante menor ya que solo se cuenta el universo de infectados registrados. La
gran mayoría de las víctimas fatales
son personas mayores, con especial incidencia entre aquellos que presentaban
enfermedades preexistentes. El Covid-19 no solo desató una pandemia planetaria.
Desató el primer ataque de pánico global de la historia. Con una pandemia en
desarrollo es osado hacer una proyección final sobre mortalidad, pero los especialistas
arriesgan que el universo actual de infectados es lo suficientemente amplio
para permitir suponer que no debería variar demasiado la tendencia general.
Hubo y hay otras enfermedades que causaron más contagio y muerte, pero ninguna
generó esto. Algunas, que ya no existen, arrasaron con partes enteras de la
humanidad, como la viruela (300
millones de muertos), la peste bubónica
(100 millones) o la gripe española
(entre 50 y 100 millones). Otras enfermedades de contagio siguen matando gente.
El sarampión lo hizo con 200
millones y aún no se erradicó (mueren más de 100 mil personas por año y en la
Argentina reapareció con un centenar de casos en los últimos meses); el VIH ya mató a 25 millones; el cólera lleva tres millones de muertos.
Hasta ahora, el dengue es la
epidemia más grave de América del Sur: 3,2 millones de enfermos y 1.500
muertos. Solo el año pasado, en Brasil murieron 800 personas. En comparación
con otros coronavirus, la OMS entiende
que el nuevo presenta una baja mortalidad. En cambio, con el SARS se murió
el 10% de los enfermos y con el MERS, entre el 20 y el 40%. En una entrevista
con la BBC, el profesor de Epidemiología de la Universidad de Hong Kong,
Benjamin Cowling, estimó que la tasa del
Covid-19 en realidad sería incluso menor al 2% si se contabilizara la
totalidad de los infectados y no solo los registrados oficialmente: “Pero este
coronavirus causará más muertes porque es mucho más fácil de propagar”,
advierte. La tasa de mortalidad de la
gripe es menor al 0,10%, pero anualmente mueren unas 600 mil personas. En
la Argentina, las últimas estadísticas del Ministerio
de Salud hablan de más de 30 mil muertes por año a causa de gripe y neumonía.
En los Estados Unidos, la influenza contagia cada año a 26 millones de
personas, de las cuales fallecen 14 mil. Pandemia del terror. ¿Por qué el
Covid-19 generó una pandemia de terror internacional como ninguna otra
enfermedad? Creo que una primera respuesta es que, por primera vez, se alinearon condiciones sociales, de
conectividad, económicas y educativas que estaban maduras para que sucediera:
* Socialmente,
estamos cruzados por una hipermodernidad que mezcla los valores individualistas, hedonistas y
agnósticos de la posmodernidad con el temor a un mundo que se volvió inestable
y generó tres grandes paranoias
globales: el miedo al otro, el miedo a las enfermedades desconocidas y el miedo
a una crisis financiera repentina y general.
* Condiciones de
conectividad en doble sentido. Conectividad
virtual e informativa, que permite que la información se expanda con un
vértigo jamás visto. Y conectividad
humana y masiva, que posibilita que en cuestión de horas los virus crucen
países y océanos.
* Desde el punto
de vista educativo, la humanidad está cada vez más preparada para entender y
aceptar la importancia de la prevención
sanitaria. La voz de la OMS o de los especialistas tiene la importancia que
en otras épocas se le asignaba a brujos, religiosos o políticos. Esa conciencia
de autopreservación sanitaria se suma al designio de época de que, con la ayuda
de la ciencia, depende de nosotros evitar las enfermedades para que la
expectativa de vida de la humanidad siga creciendo.
* La condición económica del miedo se basa
en que, cada vez más, los negocios se construyen apalancados sobre la economía
virtual, no física. Esto permite un desarrollo más acelerado del capitalismo,
pero al mismo tiempo lo deja más expuesto a los vaivenes de la globalidad. Las
últimas dos crisis internacionales surgieron de la implosión de dos “burbujas”,
la de las puntocom a fines de los 2000 y la de las hipotecas subprime, a fines
de 2007.
Los mercados ya
crearon su propio VIX (Volatility Index) al que llaman “Índice del Miedo” y
mide, precisamente, el miedo a la volatilidad de los mercados. Peligro y
oportunidad. Es en este marco que ocurre la primera pandemia de terror global de la humanidad. Hasta no hace
tanto, podían morir cientos de millones de personas en el mundo, pero no
estaban las condiciones dadas para que el miedo le ganara a los virus. Hoy, la parte de la humanidad que reúne las
condiciones de estar imbuida en la hipermodernidad, de estar interconectada como
nunca antes, de tener la educación necesaria para estar alerta a la prevención
sanitaria y que está más inmersa en las posibilidades de la economía global, es
la parte de la humanidad que más incidencia tiene en el manejo del mundo.
Paradójicamente, las condiciones sociales, tecnológicas, educativas y
económicas que la llevaron a estar donde está, son las que la deja más expuesta
al miedo global. El ataque de pánico en
esos sectores, basado en peligros reales y alimentado en inevitables
proyecciones apocalípticas, es el que está detrás de la decisión de haber
declarado al mundo en cuarentena.
Inmediatamente detrás de las víctimas del
coronavirus, llegarán (están llegando) las víctimas de la pandemia del miedo.
No existe ninguna otra ciencia tan sensible al miedo como la economía. (El
viejo ejemplo: si todos temen que el banco quiebre, entonces el banco
quebrará.) La pandemia del virus provoca distintos síntomas físicos. La pandemia del miedo destruirá empresas,
puestos de trabajo y también personas. Mundo en cuarentena: detrás de las
víctimas del virus, llegarán (están llegando) las víctimas económicas
Las víctimas
iniciales del coronavirus son los enfermos. Las siguientes serán los
desocupados. En ambos casos, puede haber víctimas mortales. La posición de los gobiernos es muy
compleja. Si no se muestran activos frente al virus, los responsabilizarán de
su propagación. Pero si toman medidas extremas para que nadie los acuse, pueden
fomentar aún más el terror, con las consecuencias de una parálisis económica.
Ningún presidente está preparado para enfrentar esta primera pandemia global
del virus del miedo. El enorme desafío de los líderes políticos es hallar el
equilibrio justo entre la prevención sanitaria y la paranoia. Es una tarea
demasiado difícil para que un presidente por sí solo la lleve adelante. Pero en
la Argentina, además de una necesidad, puede ser una oportunidad única para
unirnos detrás de un gran objetivo.