“La Antártida
Argentina representa la región más alejada y polar del territorio de nuestra
Patria, sobre la que nos asisten los más inquebrantables derechos de soberanía,
permanentemente proclamados ante el mundo”. (Juan Perón)
“¡Si es
necesario morir, moriremos. Nos abrazaremos en los helados campos antárticos,
cantaremos el himno y moriremos!”. (Hernán Pujato)
En
1904 la Argentina transitaba el final del segundo gobierno de Julio Argentino
Roca, bajo impulso del cual ese mismo año se levanta el pabellón nacional en el
territorio antártico, comenzando la presencia Argentina ininterrumpida hasta el
día de hoy. Ese mismo año, el 5 de junio, parte de una familia numerosa (que va
a contar con diez hijos), nace el patriota Hernán Pujato[1]
que a lo largo de su vida va a dedicar todos sus esfuerzos a fortalecer la
soberanía nacional sobre el Continente blanco.
Su
padre, José, se había escapado a los 14 años de la casa de sus padres para
seguir la lucha del caudillo de Entre Ríos López Jordán. Luego adhirió, como
muchos de la tradición federal, a Leandro Alem y a Hipólito Yrigoyen.
Desde
pequeño Hernán tiene dos pasiones, la naturaleza y la lectura. Ese entrecruzamiento
va conformando su personalidad e intereses que atraviesan toda su vida. Ese
territorio inmenso, blanco, hostil, que parece indomable, nuestro personaje va
a lograr a través del estudio, la perseverancia, el entrenamiento (y el impulso
del gobierno nacional), “domarlo” y establecer puntales fundamentales de
nuestra soberanía.
Un
acontecimiento se revela trascendental en la vida de Pujato, se trata de un
desfile militar que observan sus ojos de niño, y que van a prender en otro de
los pilares fundamentales de su vida, en tanto anida desde chico la intención
de dedicarse a la carrera militar. Efectivamente en 1922 (a pesar de cierta
oposición inicial de su padre que pensaba en que se dedique a las leyes), hace
el ingreso al Colegio Militar de la Nación, allí se gradúa como Subteniente de
Infantería dos años y medio más tarde.
Hacia
1927 revista en el Regimiento de Infantería Cazadores de los Andes, del cual
era jefe Edelmiro Farrel. Allí Pujato se traza un objetivo muy difícil: subir a
la cima del Aconcagua. El primer intento termina con la amputación parcial de
algunos dedos de su mano y pies. No obstante, la perseverancia que lo acompaña
a lo largo de su vida se observa claramente aquí, pues a pesar de estar al
borde de la muerte, rápidamente lo vuelve a intentar y llega a la cima, siendo
el primer subteniente que escaló el Aconcagua. Ese mismo año, Argentina
inaugura la primera estación Radiotelegráfica en la Antártida.
Pujato
tiene una entrega total al ejército, tan así que en 1931 gana un importante
premio en la Lotería Nacional, con el cual le compra una casa a su madre, y el
resto del dinero lo dona al ejército. La honradez y la austeridad lo acompañan
a lo largo de toda su trayectoria. En la década del 30 diseña el trazado de la
emblemática Ruta 40 en el tramo Mendoza-Neuquén. En esa época lo marca el
suicidio de Leopoldo Lugones de quien era amigo. Hacia el final de los años 30
se desempeña como profesor en el Centro de Instrucción de Montaña de la
provincia de Mendoza.
A
comienzos de los 40 ascendido a Mayor es designado en el Estado Mayor General
del Ejército. En 1943 trabaja en la Secretaría del Ministerio de Guerra, donde
lo había llamado Juan Perón, “que conocía
su sentido del honor, sus condiciones adquiridas en la rudeza de la montaña y
sus capacidades intelectuales”. [2] (Rigoz, 2002: 54)
El
desempeño de Pujato resulta excelente, así se observa en el testimonio que
Perón deja grabado en su legajo: “Jefe de
condiciones excepcionales. Posee gran carácter y una moral muy elevada. Es
sumamente contraído a sus obligaciones, caracterizándose por su voluntad, su
absoluta lealtad y su alto sentimiento del deber. Excelente camarada. Me merece
el más elevado concepto. Sobresaliente”. (Perón. Cit. en Rigoz, 2002: 54)
Al mismo tiempo Pujato es profesor de Historia Militar en el Colegio Militar.
Consideramos
que varios de los aspectos biográficos de Perón y de Pujato se entrecruzan,
como el ser profesores, haberse desempeñado con las tropas de Montaña en
Mendoza, el vínculo con la estructural Ruta 40, el neutralismo, su paso por la
Patagonia, el interés por la soberanía nacional y por la Antártida, etc. que
hacen que estas dos grandes y fuertes personalidades crucen sus ideas y
establezcan una estrecha relación, trazando proyectos conjuntos que los lleva a
tener grandes logros para la Argentina en relación a la soberanía nacional
sobre la Antártida.
Cuando
al final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno del 4 de junio rompe
relaciones con el Eje, Pujato férreo neutralista, en desacuerdo con la medida,
renuncia. A partir de ésta, pasa a desempeñarse como Jefe interino del Estado
Mayor del Comando Agrupación Patagonia en Comodoro Rivadavia. En diciembre de 1944
asciende a Coronel. Si en Mendoza había recorrido la Cordillera, encontrado
pasos desconocidos, etc. La Patagonia la recorre profundamente, afirma al
respecto: “he andado por toda la
Patagonia (…) Estuve al borde de morirme tres veces”. (Pujato. Cit. Rigoz,
2002: 57) Mira más allá del límite continental americano, en esos años comienza
a pensar en el Continente Blanco y forjar su conciencia antártica.
Susana
Rigoz sostiene que en ese tiempo “todo lo
que hasta entonces había hecho la Argentina sobre el continente antártico no
era suficiente para Pujato. Él quería llegar al Polo Sur, pero también ansiaba
colonizar el territorio blanco, instalando en el lugar más conveniente un
caserío polar poblado con familias argentinas”. (Rigoz, 2002: 59)
Eso
que no era poco lo que había hecho nuestro país, pero Pujato pone la “mira
alta”, piensa “en grande”, proyecta la Argentina en el futuro, pretende a
partir de esa base profundizar nuestra presencia y soberanía sobre dicho
continente. Recordemos que fundamentalmente el Gobierno de Julio Argentino Roca
se constituye en un pionero en el avance de nuestra soberanía sobre el
territorio antártico. En 1901 Suecia diagrama una expedición científica a la
Antártica (como varias extranjeras que se realizan en esa época), que se hace
con el Antartic, de esta expedición
participa un científico sueco Otto Nordenskjöld que obtiene una fuerte ayuda
de nuestro país, y que por tratativas del Ministro de Marina argentino Betbeder
suma a un compatriota: el Alferez José M. Sobral, con la intención que su
presencia ratifique la pertenencia tanto histórica como geográfica de nuestro
país sobre dicho continente[3].
El Antartic queda atrapado en los
hielos, y es rescatado por una expedición a cargo del Capitán de Navío Julián
Irízar.
Al otro año de esta expedición, William Bruce
llega a la isla Laurie de las Orcadas del Sur, donde establece un observatorio
científica. Cuestión que a su regreso, por considerar que las islas eran
argentinas, le ofrece las instalaciones al gobierno (las tratativas las inicia
Perito Moreno), a lo cual Roca acepta rápidamente y por decreto del 2 de enero
de 1904, se levanta el pabellón nacional. José María Rosa afirma que “ese decreto del presidente Roca fue el
primer acto jurídico del gobierno argentino en la Antártida (…) desde el
establecimiento del observatorio y los viajes de la Uruguay, la presencia
argentina es continua y se extiende al Continente antártico”. (Rosa, 1977:
172-73)
[1] Los
datos biográficos, como asimismo gran parte de la información sobre Pujato la
tomamos de la biografía de Susana Rigoz: Hernán Pujato: el Conquistador del
Desierto Blanco.
[2]
Recordamos que a su regreso del viaje a Europa, Juan Perón es destinado a
Mendoza donde llega en enero de 1941, donde traba relación con Farrel, cumple
tareas en el Centro de Instrucción de Montaña donde dicta clases, y va a ser
Jefe del Destacamento de Montaña “Mendoza” (hacia fin de ese año). Luego en
Buenos Aires en la Inspección de Tropas de Montaña. (Galasso, 2006) Perón por
entonces tiene una enorme experiencia alpina en tanto su entrenamiento en los
destacamentos italianos, lo que le permite sostener su tarea sobre los Andes, “no se trata, por cierto, de trasplantar
mecánicamente aquellas experiencias, sino de aprovechar aquello que pueda ser
utilizado sobre el terreno”. (Pavón Pereyra, 1973: 174) Siguiendo al mismo
autor, destacamos que también ayuda en esta tarea su experiencia anterior en
Chile. Piñeiro Iñíguez sostiene que en Mendoza también conoce al Coronel
Humberto Sosa Molina y al Teniente Coronel Domingo Mercante. (Piñeiro Iñíguez,
2010)
[3] Nuestro
país había adhiere al VI Congreso Internacional de Geografía, y funda en la
Isla Año Nuevo (1902), cercana a la Isla de los Estados un observatorio
meteorológico magnético que continúa en
funciones hasta el año 1919. (Rosa, 1977)