Su teoría geopolítica es la construcción
de un gran espacio euroasiático con
centralidad en Rusia.
En este libro que comentamos, traducción
al portugués de Aganist the west (2012), se
va a ocupar en primer lugar de qué entiende por Occidente, que a partir del
nacimiento de la modernidad, pasando por sus distintas etapas - Renacimiento,
Nuevo Mundo, Reforma, Revolución francesa, Revolución bolchevique,
Transformación tecnológica, Globalización – se
ha ido transformando en el criterio normativo del mundo.
El proceso de modernización tiene dos caras, una exógena que no emerge de las
necesidades de los pueblos y otra, endógena, que es un principio interno que no
puede ser negado. La primera ha servido para la colonización y dominio de los pueblos,
en tanto que la segunda surgió como una necesidad natural.
En cuanto a la globalización: representa el último punto de realización
práctica de las pretensiones fundamentales de Occidente a la universabilidad de
su experiencia histórica y de sus valores.
A la tesis de “Rusia, país europeo” va a
oponer la tesis “Rusia-Eurasia como una civilización opuesta tanto Occidente
como a Oriente”.
Apoyándose en la idea “gran espacio” (1939)
de Carl Schmitt y teniendo como antecedente
Sostiene que
El concepto de imperio que se propone va
más allá de los contextos históricos o políticos en que se haya dado y no se
limita solo a una dimensión física ni a la presencia de un emperador. Eso si,
el imperio exige un estricto centralismo
administrativo y una amplia autonomía regional: El imperio es la mayor forma de humanidad y su mayor manifestación.
Cuando entre los imperios nombra el
imperio comunista de
Un comentario especial merece su
caracterización del conservadorismo, donde se ve la influencia de Alain de Benoist, seguramente el más
original pensador francés vivo. El conservador quiere conservar el pasado por
ser pasado, según se lo define habitualmente, pero para Dugin, como para
nosotros, es el que pretende conservar del pasado lo constante, lo perenne. Y
eso, porque no tiene una visión diacrónica de la historia sino sincrónica. El
sentido del ser, de lo que es y existe no se apoya para él en la ideas de
movimiento (pasado, presente, futuro) donde las cosas nos hacen un llamamiento
desde el futuro bajo la idea de progreso,
como sucede con el iluminismo, el modernismo y, hoy, el progresismo, sino que el
sentido de las cosas hay que buscarlo en lo constante, en lo que permanece.
El ser tiene una primacía sobre el tiempo; lo comanda y predetermina su
estructura: el tiempo se da en el seno
del ser como acontecimiento apropiador del ser.[2]
La conclusión política del conservadorismo
ha dado lugar a la “cuarta teoría
política”, pues así como en el siglo XX se dieron la primera teoría política
con el liberalismo, la segunda con el marxismo, la tercera con el nazismo hoy,
a comienzos del siglo XXI, hace su aparición la “cuarta teoría política” que
hunde sus raíces en la revolución conservadora alemana del período entre
guerras y que tuvo como exponentes, entre otros, a Moeller van der Bruck, Carl
Schmitt, los hermanos Jünger, Martín Heidegger, von Solomon, von Papen, Werner
Sombart, Stefan George que no se pudo plasmar en una práctica política
concreta.
El imperio eurasiano propuesto por Duguin
con Rusia como centro y cabeza que: debe
pensar y obrar imperialmente, como un poder mundial que tenga opinión sobre todo
hasta los lugares más distantes del planeta, tiene “carácter civilizatorio” nos parece ambicioso, pero no inverosímil.
Nosotros creemos, y hemos intentado
mostrar a través de múltiples trabajos, que las ideas de gran espacio y de
imperio, en este caso, se unifican en la idea de “ecúmene”, que como
Finalmente, toda la última parte del libro
va ha estar ocupada en asuntos internos y temas casi exclusivamente rusos, de
los que no nos encontramos capacitados para juzgar: la relación de Rusia con
Ucrania, la filosofía del narod y su
patriotismo erótico, el arcano roxo de Rusia, la estructura sociogenética de
Rusia e intereses y valores post Tskhinvali.
Queremos felicitar a los traductores
brasileños por este trabajo, que acerca al mundo luso e hispano hablante a un
geopolitólogo de valía, prácticamente desconocido en nuestra común ecúmene
cultural.
La cuarta teoría política surge luego del
fracaso de las tres teorías políticas que primaron durante los siglo XIX y XX:
la primera, el liberalismo; la segunda el marxismo-comunismo y la tercera el
nacionalismo, el nacional socialismo y el fascismo.
Estas tres teorías políticas se apoyaron
en una concepción errada del hombre, la sociedad y la historia pues
privilegiaron, respectivamente, al individuo, la clase, el Estado o la raza.
Los nacionalismos del tercer mundo quedan englobados dentro de esta tercera
teoría política. Cualquiera que haya
vivido en Argentina sabe que el peronismo es considerado como un fascismo casi
todo el mundo académico, aun cuando sabemos que esencialmente no lo es. En este
sentido Duguin se suma a este reduccionismo intelectual del pensamiento único.
En lo que acierta es cuando afirma que las
tres primeras teorías políticas son un producto de la modernidad y que insistir
en ellas es no asumir la crisis de la razón ni la crisis de representación
política que padecemos hoy, en esta época postmoderna.
Propone con su Cuarta teoría política
fundarla en un nuevo paradigma que no
vaya dirigido ni al individuo, ni a la clase ni al Estado o la raza, sino que
se dirija al ser ahí, al Dasein.
Esta instrumentación geopolítica del
Dasein es una gran originalidad de Alexander Duguin pues muestra que el
pensador ruso busca hundir las raíces de su pensamiento en el concepto
fundamental del filósofo más significativo del siglo XX, el alemán Martín
Heidegger.
En este sentido Duguin rompe los moldes
interpretativos a que nos tienen
acostumbrados los académicos y profesores universitarios, que en general se
copian unos a otros, y que lo único que
hacen es “oscurecer las aguas para que
parezcan más profundas”. Duguin supera la trampa de “la erudición” e
intenta una interpretación arriesgada pero propia.
Y así sostiene que la revolución conservadora alemana que apareció después de la primera
guerra mundial realizó aportes en todos los campos del saber pero que no se
puedo plasmar políticamente. Es el antecedente remoto de lo que él denomina la
Cuarta teoría política. Y que hay dos autores que se destacan por sus
propuestas, que Duguin recoge como propias: Carl Schmitt y su teoría de los grandes espacios y Martín Heidegger y
su teoría de Dasein. Así el jurista de Plettemberg está en la base de su
concepción de Eurasia y filósofo de Messkirch en su concepción de la Cuarta
teoría.
Es que Heidegger tanto en Ser y tiempo (1927) como en conferencia Tiempo y Ser (1962) va a sostener que el
tiempo es el horizonte (la idea de
horizonte es fundamental en Husserl, su maestro) de la pregunta por el ser,
pero que el tiempo se da en el horizonte del ser. Es decir, que el tiempo tiene
que ser concebido como “un advenir
presentante que va siendo sido” en definición de Heidegger. Tenemos que
entenderlo a través de lo constante, de lo valioso, de lo permanente. Y esto es lo que hace el pensamiento
conservador, recata lo que dura en el tiempo, lo permanente, lo constante, lo
valioso. La tradición no es conservar cosas viejas por ser viejas sino cosas
pasadas que conservan su valor, que siguen siendo valiosas.
Esta es una visión radicalmente diferente
de aquella del Iluminismo que
reservó al tiempo, sobre todo al tiempo presente y futuro, el sentido valioso
de las cosas y descartó el pasado. Esta visión está inserta hoy en el progresismo como lo estuvo en el
liberalismo de antaño, como en el marxismo, como en el fascismo.
Duguin termina su exposición afirmando que
la postmodernidad está buscando una
salida política y social a las despolitización y a la deshumanización y que
la Cuarta teoría política se ofrece para encontrarla.
Sin lugar a dudas esta propuesta no va a
ser bien vista por la intelligensia, por
el pensamiento políticamente correcto, por los agentes políticos y culturales
del actual statu quo reinante, porque
ella encierra mucho de reactivo, de no
conformista, de alternativo, pero como dijera ese gran pensador colombiano
Gómez Dávila: Ser reaccionario es haber comprendido que no se puede demostrar, ni
convencer, sino sólo invitar.
Post scriptum
Parte de un reportaje realizado para España
F.G - Actualmente Dugin y la 4ª Teoría Política están dando mucho que
hablar. Estuviste en el I Encuentro Iberoamericano sobre la 4ª TP en Curitiba
(Brasil), en noviembre pasado, ¿Qué te pareció aquel encuentro y cómo crees que
esta teoría puede tener aplicación en Hispanoamérica?
A.B. – Nosotros tuvimos el honor de participar de dicho congreso donde
además me publicaron un libro Hispano-América contra o Occidente y mis
dos estudios introductorios a los libros Para além dos directos humanos de
Alain de Benoist y Contra o Occidente (Rusia contra-ataca) de
Alexander Dugin. Asistió el politólogo Leonid Savin vía Internet y varios e
interesantes expositores.
Así como en
el siglo XX se dieron la primera teoría política con el liberalismo, la segunda
con el marxismo, la tercera con el nazismo hoy, a comienzos del siglo XXI, hace
su aparición la “cuarta teoría política” que hunde sus raíces en la revolución
conservadora alemana del período entre guerras y que tuvo como exponentes,
entre otros, a Moeller van der Bruck, Carl Schmitt, los hermanos Jünger, Martín
Heidegger, von Solomon, von Papen, Werner Sombart, Stefan George que no se pudo
plasmar en una práctica política concreta.
La cuarta teoría política surge
luego del fracaso de las tres anteriores. Estas tres teorías políticas se
apoyaron en una concepción errada del hombre, la sociedad y la historia pues
privilegiaron, respectivamente, al individuo, la clase, el Estado o la raza.
Propone Dugin con su Cuarta teoría política fundarla en un nuevo paradigma que
no vaya dirigido ni al individuo, ni a la clase ni al Estado o la raza, sino
que se dirija al hombre, al ser ahí, al Dasein, concepto trabajado por
Heidegger en su obra Ser y Tiempo de
1927.
Esta instrumentación
geopolítica del Dasein es una gran originalidad de Alexander Duguin pues
muestra que el pensador ruso busca hundir las raíces de su pensamiento en el
concepto fundamental del filósofo más significativo del siglo XX, el alemán
Martín Heidegger. Quien junto con Carl Schmitt y su teoría de los grandes
espacios son los dos autores que más influyen sobre la construcción de la
cuarta teoría política.
F.G – Se podría hablar de Perón como representante argentino de la
Tercera Posición o incluso como precursor hispanoamericano de la 4ª TP, al unir
lo social y lo nacional, yendo más allá de la Patria argentina para vislumbrar
una Patria Hispanoamericana no sometida al imperialismo anglo-americano. ¿Qué
opinión tienes sobre el General?
A.B. – Efectivamente Juan Perón
es el creador de la tercera posición y su representante argentino más genuino. La conferencia de Bandung de abril de 1955
convocada por Nehrú de los países no alineados, ni con Usa ni con la Urss,
“ni yanquis ni marxistas” tuvo en Perón un animador principalísimo, aun cuando
no pudo asistir pues las circunstancias políticas internas de ese momento no se
lo permitieron.
Existe, en
nuestra opinión, una convergencia entre tercera posición y cuarta teoría
política y ésta es sobre el verdadero sentido político del ser humano en
sociedad, que va más allá del liberalismo y el marxismo para el peronismo, a
los que la cuarta teoría agrega el nacional socialismo.
La diferencia
está en sus puntos de apoyo teóricos pues, como hemos visto, la cuarta teoría se apoya en los pensadores
de la revolución conservadora alemana, mientras que el peronismo lo hace sobre
los pensadores nacionales iberoamericanos.
Existe además
una diferencia notable en el concepto de nación,
pues para el peronismo la nación es el proyecto político cultural que un pueblo
se da para intervenir en la historia del mundo por lo tanto este proyecto es
unitario. En el sentido que unifica las distintas “naciones étnicas que lo
componen” y no a la inversa como pretenden hoy el indigenismo en Iberoamérica
de edificar Estados a partir de naciones
mapuches, tobas, aimará o lo que sea. Este mamarracho político, jurídico
y filosófico que acaba de afirmar que Bolivia es un estado plurinacional
compuesto por 36 naciones es el ejemplo
emblemático de lo que queremos decir.
Una cosa es el ethos histórico y político de una nación y otra es el
ethos étnico de una nación. Para el peronismo éste último está subordinado al
primero y no a la inversa.
¿Qué opinión tenemos de Perón? Que
fue un eficaz conductor de masas populares. Que modificó para siempre la vieja
estructura social y política de Argentina, pues nunca más se pudo hacer
política aquí sin el peronismo. Que realizó una revolución que quedó
inconclusa. Que creó nuevas Instituta politica más allá de las dadas por el sistema
liberal burgués y que, en definitiva, nos enseñó que el anglo-yanqui es nuestro
enemigo histórico.