por William Lind
Los republicanos están tratando de culpar al presidente Biden por la derrota en Afganistán, mientras que los demócratas apuntan al acuerdo de paz del presidente Trump con los talibanes como la causa. De hecho, una victoria del talibán se hizo inevitable cuando, al comienzo de la guerra, los Estados Unidos ampliaron sus objetivos de expulsar o matar a al Qaeda a convertir Afganistán en una democracia laica y moderna. Ese objetivo era inalcanzable, hiciéramos lo que hiciéramos. Si queremos culpar a los presidentes, los culpables son el idiota de George W. Bush y el cabeza hueca de Barack Obama. El primero permitió que la misión avanzara y el segundo presidió su continuación, contento con patear la lata por el camino. Es mérito tanto de Biden como de Trump que, después de diecinueve años de fracaso, tomaron y mantuvieron la decisión de desconectarse.
Pero, ¿cómo pudo
todo el sistema de defensa y de política exterior de Washington equivocarse
tanto? Una respuesta es que, si quiere convertirse en miembro del establishment
y seguir siéndolo, nunca se deben hacer olas. Dado que casi todas las personas
en cuestión quieren ser algo, no hacer algo, siguen esa regla sin importar a
dónde los lleve. Una derrota en la guerra no es más que un asunto menor si se
compara con un riesgo para sus carreras.
Otra respuesta
es que los miembros del establishment son casi todos nominalistas. Es decir, si
le dan un nombre a algo, adquiere existencia real en sus mentes. El Ejército Nacional Afgano ofrece un
ejemplo perfecto. Debido a que lo llamamos ejército, le dimos mucho dinero,
equipo y entrenamiento estadounidense, y conocíamos su orden de batalla, era un
ejército. Pero no fue así. Aparte de unas pocas unidades de comando, era una
colección heterogénea de hombres que necesitaban trabajo y tenían poco o ningún
interés en pelear. Esos hombres rara vez recibían su sueldo, porque se los
robaron antes de que les llegara. Las raciones y las municiones, a menudo,
corrían la misma suerte. Ese ejército se
derrumbó de la noche a la mañana porque nunca existió, realmente, fuera de las
mentes de los nominalistas del establishment.
Ese mismo
nominalismo se aplicó a todo el gobierno afgano. Los nominalistas de Washington
pensaron que era real; Los afganos sabían que no lo era. Un comandante de
batallón de la Infantería de Marina que acaba de regresar de Afganistán lo
expresó mejor. Dijo: “Hablar con un aldeano afgano del siglo XIV sobre el
gobierno de Kabul es como hablar con tu gato sobre el lado oscuro de la Luna.
No sabe cómo es y a él no le importa ".
Vemos el
nominalismo a lo largo de toda la formulación de políticas estadounidenses. Los nominalistas de Washington pensaron que
Irak era un Estado. No lo es, porque el poder real está en manos de milicias
étnicas y religiosas. El Estado es simplemente una fachada, pero como tiene
un parlamento, elecciones, ministros de gabinete, etc., es real para los
nominalistas. No es sorprendente que nuestra política haya habido una serie de
desastres desde el desastre inicial de invadir el lugar.
El nominalismo
de la élite de Washington no se limita a la política exterior. Mira al ejército
de los EE UU de la misma manera. Si llamas a algo ejército, debe ser capaz de
luchar, aunque hayas llenado sus filas con mujeres, hayas hecho que la
promoción dependa de la corrección política en lugar de la capacidad militar y
le hayas dado burócratas militares en vez de generales. Cuando pierde una
guerra, como acaba de pasar en Afganistán, debe ser una cuestión de mala
suerte. No se reconoce el hecho de que dejó de ser un verdadero ejército hace
décadas.
Los civiles del
establishment de Washington se han empapado de nominalismo desde que comenzaron
su "educación" en varias instituciones de élite. Ay de cualquiera que
haya señalado que la ONU ha demostrado ser inútil en una crisis tras otra, que
nuestros aliados "democráticos" son en realidad oligarquías o que los
"derechos humanos" varían, enormemente, en su definición de una
cultura y pueblo a otro. Llamar a una entidad Estado o ejército o democracia
significa que, mágicamente, se convierte en uno. Y el pensamiento mágico que
domina la imagen del mundo establecido por el establishment conduce a repetidas
debacles de las que no aprende nada.
Un regreso a la realidad desde el
nominalismo solo puede ocurrir cuando se reemplaza todo el establishment.
Acabamos de ver lo que sucedió en Afganistán a una velocidad asombrosa.
Sospecho que el colapso del establishment estadounidense será igualmente rápido
una vez que comience.
De http://www.traditionalright.com/author/wslind/
Traducción:
Carlos Pissolito tR