martes, 3 de agosto de 2021

Metapolítica, después de un cuarto de siglo

                                                                                                         Alberto Buela (*)


 A pedido de un amigo que hace las veces de discípulo voy a dictar un curso de ocho clases sobre la metapolítica y el disenso como su método. Lo voy a realizar guidado por la sana intención de dar a conocer todo aquello que se realizó en estos últimos veinticinco años.

Cuando en 1995 publiqué por primera vez ¿Qué es metapolítica? nunca pensé que fuera a tener la difusión que tuvo. Se tradujo a unos cuantos idiomas y fue tomado como texto por autores que estudiaron el tema.

Sostuve allí que en la metapolítica se pueden distinguir tres corrientes principales: a) la del tradicionalismo filosófico a cuya cabeza está Silvano Panuncio, que sostiene que la metapolítica es la metafísica de la política, la analítico-hermenéutica de Manfred Ridel, que afirma que no se puede hacer metapolítica sin política y la culturalista de Alain de Benoist, que apoya la tesis que hay que hacer metapolítica sin meterse en política.[1]

En esta casi cuarto de siglo la disciplina avanzó mucho. Siguiendo la saga de Silvano Panuncio aparecieron trabajos importantes y pensadores significativos como Aldo La Fata y Primo Siena. El primero, a solicitud nuestra, nos ayudó a conseguir el primer manuscrito sobre metapolítica: Metapolitica hoc est Tractatus de Repubblica, Philosophice considerata cuyo autor era el monje cistreciense Juan Caramuel Lobkowitz [2]nacido en Madrid en 1606 y fallecido en Vigevano (Italia) 1682, de ahí que el Fondo Caramuel se encuentre en esa ciudad de la Lombardía. El texto mencionado es el primero del que se tiene noticias que utiliza el término metapolítica. Texto que fue redactado alrededor de 1650 y que en el Archivo histórico diocesano de Vigevano. Es además, el profesor La Fata, el continuador de la revista Metapolítica editada en Roma.

En cuanto al pensador italo-chileno Primo Siena, produjo en estos años un libro liminar La espada de Perseo en donde sostiene que una de las tareas de la metapolítica es crítica y desmitificación de la cripto política o la política de logias.

Dentro de la corriente hermenéutica se destacaron en este cuarto de siglo el belga Robert Steukers, el español Javier Esparza y el italiano Carlo Gambescia, como sostenedores de una metapolítica que busque una salida y cambio de la política. Steukers es un incansable trabajador y difusor cultural, su revista Synergies una incontrastable muestra de su enjundioso trabajo. Esparza es la cabeza más lúcida de la España actual y su trabajo Curso general de disidencia (1997) conserva todo su vigor. En cuanto a Gambescia con libro Metapolítica: otra visión sobre el poder (2007) se transformó en un autor de consulta.

Finalmente, la corriente culturalista dio infinidad de pensadores y trabajos sobre la metapolítica. Se pueden consultar con mucho provecho los artículos de Alain de Benoist, Marco Tarchi, Alessandro Campi, Alexander Dugin, Paul Gottfried, Ernesto Araújo, etc. Esta corriente, seguramente la más productiva, no editó ningún tratado específico. Pero es la que generó el mayor número de trabajos desde el marxismo. Así, Alain Badiou en su Compendio de metapolítica (2010) va a sostener que metapolítica es una etiqueta para aquellos modos políticos que buscan cambiar las prácticas políticas establecidas. Giacomo Marramao, por su parte afirmará, que la metapolítica tiene la exigencia de identificar tanto en el área de la política mundial, regional como nacional, la diversidad ideológica tratando de convertir dicha diversidad en un concepto de comprensión política.

Desde México apareció desde el ángulo universitario la revista Metapolítica dirigida por el profesor César Cansino de corte socialdemócrata, que se puso como objetivo aquel de A. Badiou “reestructurar la cara visible de lo público”. Allí mismo me publicaron en el N° 6 de 1998 ¿qué es metapolítica?

Lo mismo ocurrió con la Universidad de Navarra donde comenzaron a dictarse cursos sobre metapolítica orientados a mostrar que tanto la nueva izquierda como la nueva derecha comparten su preocupación por la metapolítica. Al mismo tiempo que se afirma que las dos ramas de la metapolítica: desmitificar presupuestos políticos y construir comunidades.

De las universidades iberoamericanas la única experiencia es la que tuvimos oportunidad de realizar en la Universidad de Feria de Santana (Brasil-2013) bajo la dirección del filósofo Nilo Reis. Sería de desear que nuestras universidades imiten el ejemplo, para una mejor comprensión y profundización de la disciplina.

El lado negativo de la metapolítica apareció también en este cuarto de siglo cuando se reeditó libro de Peter Viereck, Metapoitics: the roots of the Nazi mind (2008), un verdadero dislate en el uso del término. En el mismo sentido podemos caracterizar el libro de Daniel Estulin Metapolítica: transformación global y guerra de potencias (2020) que confunde geoestrategia con metapolítica.

Hoy la metapolítica en tanto que pluridisciplina se abre a un mundo de significaciones que no puede encerrarse en una fórmula, aunque para nosotros la mejor sigue siendo: el estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política.

A esta tarea, la forma óptima de acceder es a través del ejercicio del disenso, que no es otra cosa que la capacidad metodológica y existencial de proponer otro sentido a lo dado y aceptado por el statu quo reinante. Como alguna vez dijo el presidente checo Valclav Havel: El disidente no aspira a cargos oficiales ni busca votos. No trata de agradar al público, solo puede ofrecer su pellejo.

El disenso como método no les está permitido a los observadores del mundo y sus problemas sino a los comprometidos con el mundo y sus problemas. El disenso como acceso más genuino a la metapolítica encierra una dimensión existencial irreductible al libro; exige la acción. Pero ¿qué acción? La acción sobre la política (la politique) y no sobre lo político (le politique). Esto último, está reservado para la filosofía política como históricamente ha sido.

Esta distinción, vuelta clásica, fue enunciada modernamente por Carl Schmitt, Julien Freund y Cornelius Castoriadis: los griegos inventaron la política como organización de lo político. En tanto que lo político (el poder) se posee o no.

La metapolítica se ocupa fundamentalmente de las categorías políticas y, tangencialmente, puede ocuparse de aquellos grupos o lobbies que ocupan el poder. Esto último lo hace cuando trabaja sobre la criptopolítica.

Así están dadas las cosas en esta neo disciplina, siguen existiendo tres corrientes que la trabajan muy seriamente y algunos intentos universitarios de normalizarla como disciplina académica, al par que varias tentativas espurias de demonización como de endiosamiento, según sean los intereses políticos a los que responden sus autores.

 



[1] Me niego rotundamente a clasificar a Alain de Benoist con el rótulo ruin de nueva derecha. Rechazo la clasificación por tres motivos fundamentales. Primero, porque este calificativo insidioso, desnaturaliza su pensamiento, buscando el desprestigio de él mismo; segundo, porque lo conozco desde hace exactamente 40 años y de hombre de derecha no tiene nada. Y tercero, porque su propuesta es culturalista y no política como son los pseudo conceptos de derecha e izquierda. Sostengo que de Benoist es el pensador francés más original de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. Solo es necesario leer sin prejuicios sus casi 110 libros.

n En una carta de 1645 al padre Grassendi, el gran objetor de Descartes, cuenta que su madre era de  Bohemia y su padre de Luxemburgo: Matre Bohema et patre Lutzelburgensi natum. Eran Lorenzo Caramuel y Catalina de Frisia

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