25 de abril de 2018
Al ejecutar al segundo jefe
del Estado Islámico (EI) con un ataque aéreo realizado en territorio sirio con
el acuerdo de Damasco, el gobierno
iraquí de Haider al Abadi se alineó oficialmente con la alianza entre Rusia,
Siria, Irán y Hizbulá que combate al terrorismo en Oriente Medio. Esta
manifestación pública coincidió con la
negativa egipcia a incorporarse a la fuerza panárabe organizada por Arabia
Saudita, para continuar la intervención en Siria. En paralelo, este lunes
llegó a Washington el presidente francés
Emmanuel Macron con la declarada intención de convencer a Donald Trump, para
que mantenga en el norte de Siria a los 2000 efectivos de las fuerzas
especiales norteamericanas que sostienen la insurgencia kurda contra Damasco.
Sólo en la península coreana se insinúa una distensión que puede devolver al
mundo una esperanza de paz.
UNA GUERRA FRÍA QUE AMENAZA CALENTARSE
“Está claro que la Guerra Fría
ha vuelto”, declaró el lunes 23 el secretario general de la ONU, António
Guterres, en una entrevista al canal de televisión sueco SVT. Sin embargo,
subrayó las diferencias con el conflicto terminado en 1991.
“Ahora EE.UU. y Rusia ya no controlan todo el mundo, como ocurría antes,
dijo. Muchos países tienen una postura muy activa en la región [de Oriente Medio].
No existen dos bloques uniformes controlados”, matizó el diplomático
portugués. Al mismo tiempo, Guterres indicó que la situación actual es más
peligrosa que en los tiempos de la URSS. “Durante la Guerra Fría existían
instrumentos de diálogo, control y comunicación, para garantizar que cuando
surgiera un riesgo de confrontación, la situación no escalara
descontroladamente. Ahora ya no existen estos mecanismos. Es por eso que la
situación es tan peligrosa“, advirtió.
Entre tanto, este 23 de abril,
contestando a preguntas de periodistas durante su visita oficial a Beijing, el
ministro de Asuntos Exteriores ruso,
Serguéi Lavrov, ha expresado su preocupación sobre las posibilidades de paz en
Siria luego del reciente ataque perpetrado contra el país árabe por EE.UU., el
Reino Unido y Francia. “Aunque hemos advertido a nuestros socios europeos y
norteamericanos que tomaron parte en esta ‘aventura’, sin duda hay que
prepararse, las provocaciones [en Siria] se repetirán”, afirmó.
Asimismo, Lavrov ha recordado que
“recientemente el presidente de Francia instó a EE.UU. a que no retire sus
tropas de Siria, incluso cuando el último terrorista sea eliminado. El líder
francés afirmó que es indispensable permanecer allí casi de forma continua.
Esto ya se parece a la actitud colonial”, declaró el jefe de la diplomacia
rusa.
Entre tanto, mientras el
Ejército Árabe Sirio (EAS) avanza contra el EI al sur de Damasco y los
remanentes del Ejército del Islam evacúan la provincia de Homs hacia el norte
del país, un intercambio de artillería en las cercanías de las alturas del
Golán reavivó el riesgo de la confrontación directa entre Israel y Siria. Es
que el endurecimiento de los frentes deja pocas alternativas a la negociación.
NO SERÁ MACRON QUIEN RECOMPONGA LA ALIANZA ATLÁNTICA
Este lunes el presidente
francés Emmanuel Macron y su esposa
llegaron a Washington para una visita oficial de tres días. Es la primera
visita de Estado que reciben Donald y Melania Trump. No casualmente, el viernes llega también la canciller alemana
Angela Merkel. Es que, en vísperas de la fecha en la que el mandatario
estadounidense debe resolver si prorroga o abroga el acuerdo nuclear con Irán
de 2015 las ruedas de la diplomacia internacional están girando a toda
velocidad.
A lo largo del año pasado Macron se ha convertido en el principal
interlocutor europeo del presidente norteamericano. Ambos son advenedizos
llegados a la política desde el mundo empresario, lo que los une y los hace
reconocerse mutuamente.
Sin embargo, en otro sentido
son muy diferentes. Mientras que Trump
es un nacionalista que apela demagógicamente a las masas blancas empobrecidas,
Macron es un neoliberal globalista que aboga por una mayor integración
política de Europa y defiende el acuerdo de Kyoto sobre el medio ambiente. No obstante,
el francés ha adoptado en muchos puntos el programa nacionalista. Por ejemplo,
ha encarado una durísima política contra los inmigrantes sin papeles. Mientras
que en el exterior se lo ve como un Obama
francés, en Francia se lo considera un liberal conservador que no admite
controles sobre su poder.
A diferencia de Merkel, Trump estima a Macron con quien antes del
bombardeo sobre Siria habló cada día. Pero, ¿tiene el francés una influencia
real sobre el norteamericano? “A veces lo convenzo y a veces no”, dijo él en
enero en una entrevista con la BBC.
El presidente francés tratará de convencer al estadounidense de dejar en
el norte de Siria a los 2000 hombres de las fuerzas especiales que, junto
con tropas británicas y francesas, conducen a las milicias –mayoritariamente
kurdas- del llamado Frente Democrático Sirio que, supuestamente, combaten
contra el Estado Islámico. Británicos,
franceses y el Pentágono quieren prolongar la guerra en Siria, para
empantanar a Rusia, impedir la reconstrucción del país árabe, ayudar a Israel y
debilitar a Irán. Para alcanzar este último objetivo, empero, el galo considera
necesario mantener el acuerdo nuclear de 2015, porque considera que a Teherán
es más fácil ablandarlo dialogando que aislándolo. Al mismo tiempo, quiere
también evitar una guerra comercial con EE.UU.
Hasta el 12 de mayo Trump debe decidir qué hacer con el acuerdo nuclear.
Si abandona el acuerdo (su promesa de campaña), Irán expulsará a los
inspectores internacionales y retomará el enriquecimiento de uranio con los
riesgos consecuentes. Los europeos quieren evitarlo por los riesgos implícitos
para la paz mundial y, porque quieren aprovechar el paulatino deshielo con el
país persa, para acceder a su petróleo y su mercado. Es una incógnita saber qué
decidirá Trump, pero probablemente
prorrogue el acuerdo, pero poniendo condiciones duras para mantener viva la
tensión mundial. De ese modo no queda mal ni con tirios ni con troyanos y
no satisface a nadie, pero se asegura posiciones para futuras negociaciones.
LA PAZ Y LA UNIDAD NACIONAL VAN DE LA MANO
Cuando el próximo viernes el
presidente de Corea del Norte, Kim
Jong-un, cruce hacia el sur de la zona desmilitarizada entre ambas Coreas,
para encontrar a su par del Sur, Moon Jae-in, será la primera vez que un
mandatario del Norte visita el Sur y se habrá dado un paso gigantesco hacia la
anunciada reunión cumbre de Kim con Trump.
El gran artífice del
acercamiento es el presidente Moon, discípulo del ex presidente y Premio Nobel
de la Paz Kim Dae-jung, quien hace ya veinte años lo exhortó a seguir luchando
por la paz con Corea del Norte. Doce meses después de asumir como presidente,
Moon está a punto de lograr que el presidente estadounidense Donald Trump y el
líder norcoreano Kim Jong-un se reúnan. Es un encuentro tan cargado de
consecuencias que amenaza con eclipsar el propio encuentro histórico de Moon
con Kim.
En los últimos días Kim
anunció que extendería el congelamiento a las pruebas de armas y desmantelaría
una instalación nuclear clave antes de reunirse con Moon. Mientras tanto, éste
dijo también que los norcoreanos han abandonado su demanda de retiro de las
fuerzas estadounidenses del Sur. “El objetivo final es la prosperidad mutua de
Corea del Sur y Corea del Norte”, puntualizó Moon el jueves en Seúl.
Sin embargo, Trump puso el
domingo paños fríos al entusiasmo, al aclarar en un tuit que él todavía tiene
esperanzas de llegar a una cumbre con Kim, pero que falta aún aclarar muchos
puntos. El probable encuentro tendría lugar hacia fines de mayo o bien en
junio. Aunque el norteamericano ha elogiado algunos de los más recientes
movimientos del norcoreano, el planeado encuentro todavía no tiene fecha cierta
ni lugar ni agenda. Para apresurar las negociaciones viajó hace pocas semanas a
Pyongyang el todavía jefe de la CIA y designado secretario de Estado Mike
Pompeo.
Claro que no hay alternativa
pacífica a la realización de la cumbre, pero –como es conocido- el diablo se
esconde en los detalles y una mínima diferencia sobre la agenda puede hacer
retrasar el acuerdo por meses o años que resultarían fatales.
El endurecimiento de los frentes enfrentados confirma que estamos en
una guerra fría que se puede calentar en cualquier momento y lugar. Por
ello es tan valioso el acercamiento intercoreano. Roguemos que nada ni nadie lo
quiebre.