PENSAMIENTO NACIONAL E INTEGRACIÓN
REGIONAL: APORTES DE SALVADOR FERLA
Iciar Recalde, Mayo 2018
I. Vida y obra de
Salvador Ferla
“Conocer la
realidad es comenzar a dominarla.” (Ferla, 1964, 5)
Salvador
Ferla (Sicilia, Italia, 1925 - Buenos Aires, 1986), historiador y ensayista
italiano nacionalizado argentino.
A los
diez años llegó a la Argentina y como miles de hijos de la inmigración, fue
parte del proceso de arraigo y nacionalización acontecido en el país en el duro
contexto de restauración oligárquica abierta tras el
golpe de Estado cívico militar de 1930: “En
1935 vine a Buenos Aires a reunirme con mi padre que había emigrado algunos
años antes. (…) Mi asimilación al ambiente fue rápida, genuina, total. Me
argentinicé en pocos meses y llegué a ser un entusiasta del tango, del
folklore, de la tradición. Cuando en la escuela cantábamos el Himno, lo hacía
con la misma emoción y fervor de mis compañeritos argentinos. Era el conocido
milagro de esta tierra al que alguna vez hiciera referencia mi admirado y
querido Arturo Jauretche.”
(Luna, 1986)
Cursó estudios primarios e ingresó luego a una escuela de
periodismo que debió abandonar por motivos económicos: “Al terminar mis estudios primarios, mi padre, obrero sastre, sin mucha
decisión ni medios económicos, me preguntó qué quería ser. Como contesté
`escritor`, le resultó una extravagancia y me mandó a trabajar en su oficio.
(…) A los 17 años me busqué un empleo en una oficina.” (Ibídem, 1986)
En sus años juveniles comenzó una ininterrumpida formación
intelectual autodidacta (“Siempre me
interesó la historia. Forzado a ser autodidacto, mi formación cultural fue
lenta y defectuosa,
salpicada de ineludibles lagunas”)
que conjugó con la militancia en la Alianza Libertadora Nacionalista, agrupación política
por medio de la que cientos de jóvenes se incorporaban a la lucha política por
aquellos años: “Antes de 1955
estuve en la Alianza Libertadora Nacionalista por su componente antioligárquico
y antiimperialista contrario al régimen liberal.” (Ibídem, 1986) Y con el objeto
de evitar usuales equívocos en torno a la agrupación, explica: “Esta agrupación era ‘de derecha’ según un
vocabulario convencional que rehúye los matices, pero los muchachos
rechazábamos fastidiados esta denominación; convencidos que derecha sólo se le
puede llamar a la oligarquía, a los titulares de los intereses financieros y al
nacionalismo conservador del que nos queríamos diferenciar.” (Ibídem, 1986) En otro volumen ahondará
acerca de su militancia en esos años: “Éramos
revolucionarios, porque impugnábamos el bloque del régimen demoliberal (…)
Nuestra principal ideología era el antimperialismo condensado en nuestra casi
única consigna callejera: ´patria sí, colonia no.´” (Ferla, 1974a, 3)
No participó orgánicamente del
peronismo. Explicará las razones, porque si bien: “El 17 de octubre de 1945 estuvimos en Plaza Mayo junto a los
descamisados”, la figura de Perón, dirá: “nos desconcertaba. Éramos demasiado independientes, demasiado críticos,
demasiado dogmáticos para tener cabida en su partido único y vertical. (…) Nos
desbandamos. Algunos quisieron copar el peronismo (…) otros (…) se hicieron
antiperonistas, otros, peronistas perfectamente asimilados. Y otros se fueron a
sus casas a meditar. Entre esos estaba yo.” (Ferla, 1974a, 6)
Se sumará, como cientos de argentinos oriundos de los
sectores medios, tras el golpe de Estado
cívico militar del año 1955: “Muchos ciudadanos –como el que esto escribe-
que no han militado en el peronismo, se sienten en el deber patriótico de
incorporarse a él.” (Ferla, 1964, 29) Decidió entonces nacionalizarse argentino: “Cuando
Perón ´se cayó´ en 1955, el acontecimiento me sacudió de tal manera que para
poder militar políticamente sin complejo de extranjero, tramité mi carta de
ciudadanía. Juré ante la bandera azul y blanca en el Registro Nacional de las
Personas, integrando un grupo donde el único que gestionaba la nacionalización
por razones espirituales, era yo”
(Luna, 1986), y se integró a la resistencia
peronista desde el activismo militante: “Cuando
en 1955 adherí al peronismo tuve conciencia de que había consumado mi giro a la
izquierda, a la democracia, al país (…) nos acercamos al peronismo muchos que
no habíamos sido peronistas
y otros que habían dejado de serlo. (…) Estábamos junto al proscripto pueblo
trabajador, lo acompañábamos en su mortificación, en sus ansias de
reivindicación y en su lealtad al recuerdo de Perón, que ya no era el titular
de la verticalidad sino el jefe exiliado e infamado.” (Luna, 1986) Y apuntará además respecto
al peronismo: “Así fue como a partir de
1955 se fue articulando un nuevo peronismo, un peronismo de resistencia,
peronismo libre, sublimado, idealizado, el peronismo de los peronistas. Este
peronismo pretendió ser la antítesis perfecta y absoluta de la dictadura
militar y del liberalismo cipayo. Fue sinónimo de pueblo, de justicia social,
de democracia; sinónimo de libertad frente a la opresión, de república frente a
la dictadura, de nacionalismo frente a la entrega económica.” (Ferla,
1974b, pp. 63-64)
[1] El texto integra el
Proyecto de Investigación de la UNLa, Convocatoria Amílcar Herrera 2015,
“Aportes teóricos del Pensamiento Nacional a los debates acerca de la
universidad, los medios de comunicación y la integración regional.”