lunes, 4 de junio de 2018

CUADERNO DE TRABAJO N° 21 DEL CENTRO DE ESTUDIOS JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI


PENSAMIENTO NACIONAL E INTEGRACIÓN REGIONAL: APORTES DE SALVADOR FERLA
Iciar Recalde, Mayo 2018


I. Vida y obra de Salvador Ferla
 “Conocer la realidad es comenzar a dominarla.” (Ferla, 1964, 5)
Salvador Ferla (Sicilia, Italia, 1925 - Buenos Aires, 1986), historiador y ensayista italiano nacionalizado argentino.
A los diez años llegó a la Argentina y como miles de hijos de la inmigración, fue parte del proceso de arraigo y nacionalización acontecido en el país en el duro contexto de restauración oligárquica abierta tras el golpe de Estado cívico militar de 1930: En 1935 vine a Buenos Aires a reunirme con mi padre que había emigrado algunos años antes. (…) Mi asimilación al ambiente fue rápida, genuina, total. Me argentinicé en pocos meses y llegué a ser un entusiasta del tango, del folklore, de la tradición. Cuando en la escuela cantábamos el Himno, lo hacía con la misma emoción y fervor de mis compañeritos argentinos. Era el conocido milagro de esta tierra al que alguna vez hiciera referencia mi admirado y querido Arturo Jauretche.” (Luna, 1986)
Cursó estudios primarios e ingresó luego a una escuela de periodismo que debió abandonar por motivos económicos: “Al terminar mis estudios primarios, mi padre, obrero sastre, sin mucha decisión ni medios económicos, me preguntó qué quería ser. Como contesté `escritor`, le resultó una extravagancia y me mandó a trabajar en su oficio. (…) A los 17 años me busqué un empleo en una oficina.” (Ibídem, 1986)
En sus años juveniles comenzó una ininterrumpida formación intelectual autodidacta (“Siempre me interesó la historia. Forzado a ser autodidacto, mi formación cultural fue

lenta y defectuosa, salpicada de ineludibles lagunas”) que conjugó con la militancia en la Alianza Libertadora Nacionalista, agrupación política por medio de la que cientos de jóvenes se incorporaban a la lucha política por aquellos años: “Antes de 1955 estuve en la Alianza Libertadora Nacionalista por su componente antioligárquico y antiimperialista contrario al régimen liberal.” (Ibídem, 1986)  Y con el objeto de evitar usuales equívocos en torno a la agrupación, explica: “Esta agrupación era ‘de derecha’ según un vocabulario convencional que rehúye los matices, pero los muchachos rechazábamos fastidiados esta denominación; convencidos que derecha sólo se le puede llamar a la oligarquía, a los titulares de los intereses financieros y al nacionalismo conservador del que nos queríamos diferenciar.” (Ibídem, 1986) En otro volumen ahondará acerca de su militancia en esos años: “Éramos revolucionarios, porque impugnábamos el bloque del régimen demoliberal (…) Nuestra principal ideología era el antimperialismo condensado en nuestra casi única consigna callejera: ´patria sí, colonia no.´” (Ferla, 1974a, 3)
No participó orgánicamente del peronismo. Explicará las razones, porque si bien: “El 17 de octubre de 1945 estuvimos en Plaza Mayo junto a los descamisados”, la figura de Perón, dirá: “nos desconcertaba. Éramos demasiado independientes, demasiado críticos, demasiado dogmáticos para tener cabida en su partido único y vertical. (…) Nos desbandamos. Algunos quisieron copar el peronismo (…) otros (…) se hicieron antiperonistas, otros, peronistas perfectamente asimilados. Y otros se fueron a sus casas a meditar. Entre esos estaba yo.” (Ferla, 1974a, 6)
Se sumará, como cientos de argentinos oriundos de los sectores medios, tras el golpe de Estado cívico militar del año 1955: Muchos ciudadanos –como el que esto escribe- que no han militado en el peronismo, se sienten en el deber patriótico de incorporarse a él.” (Ferla, 1964, 29) Decidió entonces nacionalizarse argentino: “Cuando Perón ´se cayó´ en 1955, el acontecimiento me sacudió de tal manera que para poder militar políticamente sin complejo de extranjero, tramité mi carta de ciudadanía. Juré ante la bandera azul y blanca en el Registro Nacional de las Personas, integrando un grupo donde el único que gestionaba la nacionalización por razones espirituales, era yo” (Luna, 1986), y se integró a la resistencia peronista desde el activismo militante: “Cuando en 1955 adherí al peronismo tuve conciencia de que había consumado mi giro a la izquierda, a la democracia, al país (…) nos acercamos al peronismo muchos que

no habíamos sido peronistas y otros que habían dejado de serlo. (…) Estábamos junto al proscripto pueblo trabajador, lo acompañábamos en su mortificación, en sus ansias de reivindicación y en su lealtad al recuerdo de Perón, que ya no era el titular de la verticalidad sino el jefe exiliado e infamado.” (Luna, 1986) Y apuntará además respecto al peronismo: “Así fue como a partir de 1955 se fue articulando un nuevo peronismo, un peronismo de resistencia, peronismo libre, sublimado, idealizado, el peronismo de los peronistas. Este peronismo pretendió ser la antítesis perfecta y absoluta de la dictadura militar y del liberalismo cipayo. Fue sinónimo de pueblo, de justicia social, de democracia; sinónimo de libertad frente a la opresión, de república frente a la dictadura, de nacionalismo frente a la entrega económica.” (Ferla, 1974b, pp. 63-64) 



[1] El texto integra el Proyecto de Investigación de la UNLa, Convocatoria Amílcar Herrera 2015, “Aportes teóricos del Pensamiento Nacional a los debates acerca de la universidad, los medios de comunicación y la integración regional.”

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