por Carlos PISSOLITO para Espacio Estratégico
A modo de introducción: Hace un poco más de dos años que el mundo viene siendo sacudido por eventos de gran magnitud. El primero fue la ocurrencia de la pandemia producida por el coronavirus; la segunda se encuentra en pleno desarrollo y, por el momento, es una guerra regional entre Rusia y Ucrania, pero que bien podría extenderse. Y la tercera, es una que comienza a insinuarse y a falta de un nombre mejor la hemos bautizado como la de la carestía.
Desarrollo: A través de la Historia conocemos numerosas situaciones en las que los conflictos armados
produjeron una escasez de insumos básicos (fundamentalmente agua y
alimentos) en determinadas zonas, lo que -a su vez- impulsó a grandes
migraciones/invasiones humanas en dirección a lugares más favorecidos.
Actualmente, aunque no se conoce el alcance de la crisis de
abastecimiento producida por la guerra entre Rusia y Ucrania; pero ya no hay dudas de que la misma está produciendo
una ralentización de las cadenas de abastecimiento a la par que un alza en los
precios de varias commodities.
Se suma a esta condición natural, la circunstancias impuestas, hace
dos años atrás, por la pandemia del COVID 19, la que ha producido una merma
tanto en la producción como en la distribución de alimentos a nivel global. Lo
que ha llevado, incluso, a expertos a alertar respecto de una posible hambruna
a nivel mundial como lo ha anunciado David Beasley, director ejecutivo del
Programa Mundial de Alimentos de la ONU. (1)
Sea como sea, hay dos fenómenos que marchan paralelos: un incremento
del número y de las necesidades de la población mundial y una decreciente
capacidad para satisfacer dichas necesidades, agravada, hoy, por los efectos
económicos de la pandemia combinados con los de la guerra en desarrollo. Lo dicho no implica adoptar la famosa tesis
malthusiana ni suscribir a los límites del crecimiento propugnado por el Club
de Roma. Es simplemente, reconocer la existencia de un problema, agravado en
los últimos años por las consecuencias negativas del cambio climático.
Históricamente, sabemos que los picos de precios de los alimentos
tendieron a subir cada vez que se produjeron conflictos. Pero, esta vez hay un
hecho nuevo que son la extensa batería
de sanciones económicas y financieras impuestas a Rusia por los EEUU y sus aliados.
Si bien la incidencia de Rusia en el PBI global es
sólo del 2%, su extenso territorio la coloca en el podio de la producciones de
varias cuestiones fundamentales; tales como hidrocarburos, fertilizantes,
granos, fertilizantes, metales y no metales estratégicos, tierras raras, etc.
Por lo que su contribución a la generación del otro 98% de ese PBI, no sólo es
importante, en algunas cadenas, es esencial y difícil de sustituir, al menos a
corto plazo.
La situación global de los alimentos: En el caso particular de la
producción de alimentos, especialmente, de los granos hay que saber que la
situación se ha ido agravando con los años porque, hoy, esa demanda, no solo es
mayor, ya que la población ha aumentado. Es mayor, porque el destino de esos granos ya no es solo la alimentación
humana directa, sino que sirven de forraje para el engorde del ganado
destinado a esa tarea. Por lo que el tema es más complejo.
Paralelamente, las porciones de granos, especialmente del maíz, que
son destinados a la producción de
biocombustibles no han dejado de aumentar. Una tendencia que no sólo
creemos que se mantendrá, sino que se incrementará para contrarrestar la falta
de hidrocarburos, pero la que -a su vez- puede verse afectada por la falta de
fertilizantes para producir esos mismos granos.
Ante estos hechos las respuestas de los respectivos Estados nacionales
han variado en función de su mayor o menor facilidad para lograr lo que se
denomina su “soberanía alimentaria”. Vale decir, su capacidad para darle de
comer a su población con sus propios recursos. En un extremo, se ubican
aquellos favorecidos por la naturaleza,
como los EEUU, Rusia, Brasil y la Argentina que no solo disponen de todo lo
necesario para alimentar a sus poblaciones; también, cuentan con excedentes que
pueden vender y colocar en otros mercados que los necesiten. En el otro
extremo, se encuentran países como China,
la India y Vietnam que no disponen de
suficientes recursos naturales para obtener la ansiada soberanía alimentaria.
En épocas de escasez, como la actual, ambos grupos de Estados
reaccionan en forma similar y opuesta. Por un lado, los grandes productores de
granos, tienden a privilegiar sus respectivos mercados internos, por lo que
suelen aportar menos volúmenes de su producción a los internacionales. Mientras
que los países en los que reina la escasez están desarrollando diversas
estrategias destinadas a mitigar esta falencia vital.
Por ejemplo, entre los segundos, los de la escasez, pero que no
carecen de otros recursos y ante el temor de no poder comprar el grano necesario, como China, Arabia Saudita y Corea
del Sur, dieron un paso inusual. El de comprar o arrendar tierras en otros
países en los cuales se cultivan los granos para ellos mismos. La mayoría de
estas adquisiciones de tierras se han realizado en África, donde algunos
gobiernos les arriendan tierras por menos de U$ 0,5 por hectárea, por año.
Paradójicamente, los países receptores de tales inversiones, como es el caso de Etiopía o el de Las Filipinas,
también carecen de una buena soberanía alimentaria. Pero, sus gobiernos están
“hambrientos” de inversiones y de obras de infraestructura. Por lo que
terminan entregando sus tierras cultivables a estas grandes empresas.
Llegado a este punto, nos preguntamos: ¿Cómo compensarán estos Estados
sus deficiencias alimentarias?
Concretamente, nadie sabe qué puede pasar si esas necesidades alcanzaran
niveles dramáticos, como todo hace prever que ocurrirá. Hasta en países, tradicionalmente, autosuficiente como el
Brasil, donde su presidente, Jair
Bolsonarao, acaba de profetizar que peligra su soberanía alimentaria por la
falta de fertilizantes ocasionada por la guerra en desarrollo.
Especialmente, cuando vemos que la denominada “soberanía alimentaria”
forma parte de sus doctrinas militares como lo expresa en un reciente reportaje
el Grl chino Qiao Liang chino, autor del famoso manual “Guerra Irresticta”,
cuando dice:
“En el mundo moderno, la
soberanía económica, la soberanía financiera, la soberanía cibernética, la
soberanía de la defensa, la soberanía de los recursos, la soberanía
alimentaria, la soberanía de las inversiones, la soberanía biológica, la
soberanía cultural, la soberanía del discurso y otros aspectos de los intereses
nacionales y la supervivencia forman parte de la soberanía nacional. No
debe suponerse que la soberanía territorial es por sí sola un interés nacional
fundamental, ya que esto guarda atingencia con el hecho de que otras soberanías
son igualmente importantes y a menudo de mayor urgencia, que la soberanía
territorial, entrando en la disyuntiva de vida o muerte”. (subrayado nuestro)
(2)
En pocas palabras, los suministros
mundiales de alimentos se están convirtiendo, rápidamente, en una nueva forma
de presión geopolítica. Ya que cualquier civilización puede evolucionar y
manejar la pérdida de varios de sus
recursos, pero no puede sobrevivir sin un abastecimiento seguro de comida.
La particular situación geopolítica de la Argentina: La economista
Iris Speroni, respecto a la posición relativa de la Argentina en el mercado de
granos, nos dice lo siguiente:
“La Argentina es un país pequeño en el comercio internacional como un
todo. Constituye una parte ínfima del total medido en millones de dólares.”
(...) “Sin embargo la Argentina no es
pequeña en todos los productos. Uno es grande si puede influir en el precio”.
(...) “Nuestro país no sólo es grande en
maíz. Lo es en innumerables productos: soja, miel, maní, poroto, garbanzos,
pesca. Ha dejado de ser un país grande en carne (ahora en vías de recuperación)
y en trigo (ídem)”. (3)
Iris Speroni se pregunta y se responde, luego, que la Argentina es
“grande” en el comercio de granos. Le agrego que esa grandeza viene, hoy, unida
a una importancia geopolítica. Sobre la que debemos interrogarnos. Veamos.
Por un lado, China se ha
lanzado a una campaña por la supremacía mundial. Para ello, necesita, entre
otras cosas, de recursos materiales, especialmente materias primas y comida.
A los efectos de poder transportarlas hacia sus centros de poder ha puesto en
marcha la denominada “Nueva Ruta y Cinturón de la Seda”. Una red de carreteras
terrestres y rutas marítimas. También, ha puesto en funcionamiento “rutas”
virtuales a través del ciberespacio y se ha lanzado a la conquista del espacio
exterior. (4)
Por otro lado, los EEUU han
decidido enfrentar esta pretensión, ya que ven amenazada su supremacía mundial.
Para ello, ya durante la presidencia de B. Obama, los EEUU cambiaron su centro
de gravedad geopolítico del Océano Atlántico hacia el Pacífico. Con el
consecuente cambio de sus dispositivos de defensa estratégica y una
reformulación de su sistema de alianzas.
Las características más agresivas de Donald Trump han disparado un
conflicto que ya se encontraba planteado. El que ya se desarrolla en forma
abierta en lo comercial y en lo tecnológico. Pero, que muy bien, puede escalar
a otros niveles más duros.
Actualmente, los EEUU bajo la
presidencia de Joe Biden han elegido a Rusia como su enemigo de elección. Como
consecuencia ha desatado toda una panoplia de sanciones financieras y
económicas contra Rusia. Pero, muchas de éstas lejos de cumplir su objetivo de
castigarla a ella, como un boomerang, están golpeando las economías
occidentales, especialmente, las más dependientes de los commodities rusos,
como la propia Europa Occidental.
Para colmo de males, las medidas financieras amenazan con un
incremento de la ya alta inflación y el cierre de grandes cuentas, aún en
santuarios financieros como Suiza, no hacen otra cosa que impulsar el refugio de los capitales en valores tradicionales como el
oro, la plata o no tradicionales como las criptomonedas.
En medio de esta puja se encuentra la República Argentina. En principio, por ser uno de los
principales proveedores de granos y, potencialmente, de carne de China y
siguiendo, porque los EEUU han reinstalado su vieja Doctrina Monroe para
dificultar, precisamente, este comercio. (5)
La puja se manifiesta, por el momento, en forma discursiva. Vale decir
en el campo de la comunicación estratégica. Pero, tanto la Argentina como Brasil y otros países de la Región se han
negado a una condena efectiva de las acciones militares rusas. Es más, se
sabe que ambos gobiernos, luego de viajar sus presidentes a entrevistarse con
el propio Valdimir Putin, apuestan a un nuevo orden global caracterizado por la
multipolaridad y no por la unipolaridad que exigen los EEUU.
Por su parte, China, fiel a sus
tradiciones estratégicas, se ha mantenido a una prudente distancia de las
sanciones y ha reafirmado su alianza estratégica con Rusia. Y para sorpresa
de muchos, se le ha sumado en esta postura su antiguo enemigo, la India y un
viejo socio de los EEUU, Arabia Saudita.
Concretamente, la ubicación contracíclica del subcontinente
Sudamericano, en general, y de la Argentina en particular auguran grandes
ventajas competitivas, ya que cada vez que hubo conflictos grandes en el Hemisferio Norte a nosotros nos fue bien con
nuestra neutralidad como fue el caso de la 1ra y de la 2da GM.
A modo de conclusión: Particularmente, en esta que amenaza con
prolongarse y en escalar, siendo que el tiempo no es mucho y como se sabe es
tirano, la Argentina debería impulsar algunos proyectos de alto impacto
geopolítico que le ayudarían a mejorar su ubicación geopolítica. A saber:
1ro La construcción de un
gasoducto que une los yacimientos de gas no convencional en Vaca Muerta ubicada
al Norte del Neuquén, hacia un puerto de
aguas profundas sobre el Océano Atlántico a los efectos de exportar los
excedentes de GNC. (6)
2do Retomar el proyecto minero
Potasio Río Colorado ubicado en el sur de la provincia de Mendoza, en el
departamento sureño y vecino del Neuquén, de Malargüe. El yacimiento,
básicamente, contiene halita (cloruro de sodio) y silvita (cloruro de potasio),
elementos fundamentales para la elaboración de fertilizantes. (7)
Ambos proyectos tienen en común su proximidad geográfica, tanto en sus
lugares de origen como de su destino exportador. Lo que implica la afectación
exclusiva de una planta de producción de gas
no convencional desde Vaca Muerta, con una extensión de 120 km y de una línea
eléctrica de alta tensión; además, la construcción de un tramo de red
ferroviaria para enlazar al yacimiento con una planta de acopio y la
construcción de una terminal portuaria propia, estas dos últimas obras en
cercanías del puerto de Bahía Blanca.
Nos queda a nosotros, los argentinos patriotas desarrollar un entendimiento,
primero, y una estrategia acorde, después, con esta grave situación
geopolítica. Ya que no hacerlo constituiría una grave omisión.
Notas:
(1) Ver:
https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/04/el-cobit-19-podria-detonar-una-pandemia.html
(2) "General Qiao Liang: “No debemos bailar al son que nos
imponga Norteamérica”
https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/05/general-qiao-liang-no-debemos-bailar-al.html
(3) SPERONI, Iris. “El Maíz, la Pachamama y el presidente Pagano”. http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/el-maiz-la-pachamama-y-el-presidente.html
(4) KUO, Lily y KOMMENDA. Niko “¿Qué implica la iniciativa china de la
ruta y el cinturón de la seda?”
https://espacioestrategico.blogspot.com/2019/07/que-implica-la-iniciativa-china-de-la.html
(5) PISSOLITO, Carlos y BARRIOS, MIguel. “EEUU: de Truman a Monroe”.
https://espacioestrategico.blogspot.com/2018/08/eeuu-de-truman-monroe.html
(6)
https://www.lanacion.com.ar/economia/convocan-a-una-licitacion-para-comprar-los-canos-del-gasoducto-que-comunicara-vaca-muerta-con-bahia-nid23022022/
(7) https://www.losandes.com.ar/politica/potasio-tiene-nuevo-nombre-y-una-cupula-gerencial-con-ex-funcionarios/