Por Aldo Duzdevich
Los documentos escritos se consideran fuentes primarias de la historia. En cada caso es necesario analizarlos en su contexto. Pero, a diferencia de los testimonios y/o recuerdos de los protagonistas o testigos, siempre teñidos de subjetividad, los documentos escritos guardan la parte dura, estática, que sirven como materia de análisis e interpretaciones.
En mi nota anterior describí que, en 1976
se podían distinguir tres sectores o corrientes más o menos definidas dentro de
la Asamblea Episcopal, que es el gobierno de la Iglesia. El sector
tradicionalista muy vinculado a las fuerzas armadas, representado por los
obispos Tortolo, Bonamín, Derisi, Plaza y Bolatti. El sector conservador mayoritario, cuya preocupación fundamental era
mantener la unidad, sus exponentes más notables eran los obispos Caggiano,
Aramburu, Primatesta. Y el grupo de los
renovadores y/o progresistas que adherían a los postulados del Concilio
Vaticano II entre ellos Zazpe, Devoto, Angelelli, De Nevares, Ponce de Leon,
Scozzina, Laguna, Hesayne, Bianchi di Cárcano, Espósito, Novak y Casaretto.
Vale aclarar que eran personalidades y pensamientos diversos, y en cada grupo
no existía una opinión homogénea.
Una cosa eran y son, las declaraciones a
título personal, de cualquier obispo, y otra, cuando se emiten expresiones
institucionales. Sabemos que, en espacios colegiados de muchos integrantes,
se debate, y al cierre, se forma una comisión redactora para emitir un
pronunciamiento. La lógica indica que, cuando se reunía la Asamblea Episcopal
(que en ese momento tenía setenta obispos) los sectores progresistas chocaban
con los más reaccionarios, y los conservadores pondrían paños fríos para
mantener la unidad.
Cuando leemos
los documentos completos de esa época, vamos a encontrar esa negociación, donde
se percibe que en la comisión redactora, cada sector trataba de poner su
impronta. Razón por la cual sobre el mismo documento, si solo resaltamos los
párrafos de los tradicionalistas, podemos llegar a una conclusión pro-dictadura
y si tomamos otros párrafos llegar a la conclusión opuesta.
EL CONTEXTO EN MAYO DE 1976
La Asamblea Episcopal se reunió el 15 y 16
de mayo de 1976 y es importante analizar el contexto. El golpe del 24 de
marzo llegó con el beneplácito de la clase media y alta, y el silencio
resignado de las clases populares. No hubo ni resistencias, ni importantes
expresiones de oposición al golpe. La sociedad estaba hastiada del clima de
violencia que se vivía. La violencia de las bandas de derecha (digitadas por la
inteligencia militar) y la violencia de la guerrilla.
Para ese momento
la guerrilla había perdido la legitimidad política y el acompañamiento social
que tuvo previo a 1973. Además la interna del peronismo desgastaba a su propio
gobierno, y las corporaciones económicas creaban desabastecimiento e
inestabilidad económica. Los militares
habían esperado (según consejo de la embajada) que el clima madure para dar el
golpe.
A un mes del golpe, nadie imaginaba el plan
de terrorismo de estado que se ponía en marcha en la más absoluta
clandestinidad. Va a pasar mucho tiempo, hasta que los propios familiares
tomen conciencia de este siniestro mecanismo represivo. Por ejemplo Taty
Almeyda (dirigente de Madres) ha contado con mucha honestidad: “Cuando llegó el
golpe yo dije: al fin se van estos negros de mierda y vienen mis conocidos y yo
lo voy a recuperar a Alejandro… eso era lo que yo creía (…) pasa el tiempo y
pienso, aquí está pasando algo… me entero después de mucho tiempo, y decido
acercarme a madres, sería por el año 81 82.” .
Y lo de Taty
Almeyda no fue una excepción, fue la creencia de miles de familiares, a quienes
los militares (y algunos curas también) alentaban diciendo que sus hijos
“estaban en granjas de la patagonia” o cosas similares.
La organización Montoneros en su revista
Evita Montonera, escribía: “En la madrugada del 24 de marzo cayeron Isabel y
sus payasos”. Roberto Santucho jefe del
ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) declaraba exultante: “Se abre una
nueva etapa de la lucha revolucionaria ya iniciada, a las puertas de una época
histórica y gloriosa por la que ya marcha erguida y determinada su vanguardia
guerrillera.”
La Sociedad Rural declaraba: “Un régimen
demagógico y populista, llevaron al país casi al borde de su disolución,
desgracia que pudo ser evitada debido a la intervención militar del 24 de
marzo.”
La CARBAP a través de Jorge Aguado decía
en un artículo (de abril del ’76) en la revista Extra: “Las fuerzas armadas argentinas
han asumido su responsabilidad de tomar el poder para impedir la continuación
de un gobierno que, por obra de su incapacidad e inmoralidad, venía sumiendo el
país en una profunda crisis social, económica y política”.
La Federación Agraria Argentina FAA, el 1º
de abril de 1976 en su periódico La Tierra, señala: "El largo y penoso
proceso de debilitamiento de nuestras instituciones republicanas (...) tuvo su
epílogo en la madrugada del 24 de marzo pasado, cuando un pronunciamiento
militar determinó la caducidad de todas las autoridades constitucionales y su
reemplazo por un triunvirato integrado por los comandantes generales de las
Fuerzas Armadas.”
La UCR (Unión Cívica Radical) no acompañó
públicamente al golpe, porque apostaban a ganar la presidencia en octubre del
76. Pero el 35% de las intendencias del país fueron ocupadas por dirigentes
radicales. Igualmente no estuvieron solos, los partidos provinciales, el MID e incluso el PJ aportaron
intendentes municipales.
El Partido Comunista el 25 de marzo sacó un
elogioso comunicado diciendo que: “El PC considera auspicioso que la Junta
Militar haya desechado una solución "Pinochetista" . Y la revista
Vamos de la Federación Juvenil Comunista, en su primer número de mayo publica
el Comunicado Nº 13 de la Junta Militar convocando a los jóvenes “a participar
sin retaceos ni preconceptos, en el proceso de reorganización que se ha
iniciado”. Aunque parezca de humor negro eso decía el comunicado reproducido
con varias fotos de Videla en la revista Vamos de la FJC.
Unos meses
después, -en septiembre del 76- la Comunidad Israelita de Buenos Aires y la
Federación de Comunidades Israelitas de la República Argentina (Vaad Hakheilot)
expresaron en una solicitada rubricada por Mario
Gorenstein, presidente, y Abraham Likier (secretario): “Las Fuerzas Armadas
están animadas de los mejores propósitos de sanear a la República y
encarrilarla hacia la normalidad a fin de que recupere su relevante posición en
el terreno internacional como gran país rico y digno, con su proverbial
tradición de libertad. La colectividad judía, como parte creadora y productiva
de la población del país, se identifica con estos altos ideales.”
DOCUMENTO DE LA ASAMBLEA EPISCOPAL 15 DE
MAYO DE 1976
El 15 de mayo de
1976, la Iglesia Católica publicó su Carta pastoral de la Conferencia Episcopal
Argentina. Es un largo documento de siete páginas, en el cual, además de los
aspectos puramente religiosos, dan algunas definiciones políticas muy
interesantes. El texto lo reprodujo íntegro La Opinión en doble página central,
y en tapa un comentario de Horacio Chavez Paz, que título: “En un lúcido
documento sobre el proceso. Definen los obispos el deber de cada sector.”
La tapa de
Clarín titula también “Pronunciamiento sobre el proceso”, y en el subtítulo
agrega un párrafo llamativo: “Asimismo se advierte sobre la posibilidad de
excesos por afán de la seguridad”.
Lo presentan a
la prensa los nuevos presidente y vice de la Asamblea, Monseñor Primatesta (sector conservador) y Monseñor Zaspe (sector
progresista). Como dije antes, en la redacción intervienen las tres
corrientes de obispos. Voy a extraer algunas citas y el lector captará
enseguida a qué sector corresponde la pluma del párrafo.
“El bien común y los derechos humanos son
permanentes, inalienables y valen en todo tiempo-espacio concreto, sin que
ninguna emergencia, por aguda que sea, autorice a ignorarlos; pero la forma
de vivirlos es distinta, según las variaciones de lugar y momento histórico en
el cual se ejercen.”
“Esas
influencias de las condiciones externas serán tanto más sensibles, cuanto más
agudas sean las situaciones, como las que hoy vive la Argentina, sumergida en
un desastre financiero, sufriendo fortísimas dificultades económicas y viviendo
un clima de violencia física, que es innecesario detallar. En tales condiciones
no podemos razonablemente pretender un goce del bien común y un ejercicio pleno
de los derechos, como en época de abundancia y de paz.”
“Error y pecado”
“Hay que tener
comprensión hacia el otro, porque continuamente juzgamos la realidad a partir
de valores distintos que, a veces, se convierten en opuestos entre sí:”
“Hay hechos que
son más que error: son pecado y los condenamos sin matices, sea quien fuere su
autor: es el arrinconar a otros contra el hambre, para ganar
descontroladamente; es el asesinar -con secuestro previo o sin él- y cualquiera
sea el bando del asesinado.(...)”
“Pero hay que
recordar que sería fácil errar con buena voluntad contra el bien común, si se pretendiera:
que en un mes se frenará una inflación
de un porcentaje de tres cifras o que en ese plazo bajasen los precios; o que
los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempo de paz,
mientras corre sangre cada día;”
“Además, se
podría errar:”
- si en el afán
por obtener esa seguridad que deseamos vivamente, se produjeran detenciones
indiscriminadas, incomprensiblemente largas, ignorancia sobre el destino de los
detenidos, incomunicaciones de rara duración, negación de auxilios religiosos;
- si, con el
mismo fin, se suprimiera alguna garantía
constitucional, se limitará o postergará el derecho de defensa;
- si, en la justa búsqueda de la
indispensable recuperación económica -no damos juicios técnicos-, se
llevara gente al borde de la miseria o a la miseria misma, por el juego de
precios y salarios o por despidos y cesantías, a veces, de muy difícil
justificación;
- si, para
evitar los culpables abusos de los medios de comunicación de masas, se optara
por la solución simplista de impedirles que digan la verdad necesaria, aunque
en algunos casos duela;
- si, buscando
una necesaria seguridad, se confundieran con la subversión política, con el
marxismo o la guerrilla, los esfuerzos generosos, de raíz frecuentemente
cristiana, para defender la justicia, a los más pobres o a los que no tienen
voz.
Hemos leído
muchas veces la crítica a este documento, mostrando solamente esta cita: “Que
los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempo de paz,
mientras corre sangre cada día”. Pero, seguramente no hemos visto las frases: “El asesinar -con secuestro previo o sin él-
y cualquiera sea el bando del asesinado ; detenciones indiscriminadas,
incomprensiblemente largas, ignorancia sobre el destino de los detenidos,
incomunicaciones de rara duración; que se suprimiera alguna garantía
constitucional, se limitará o postergará el derecho de defensa; se llevará
gente al borde de la miseria o a la miseria misma; que a los medios de
comunicación de masas, se optara (…) por impedirles que digan la verdad".
Todas frases en
tono de advertencia sobre lo que estaba pasando o podía pasar, pero que sin
lugar a dudas no fueron puestas allí por el sector pro-militar sino por los
obispos progresistas. De la lectura completa del documento podríamos concluir
que en la comisión redactora , el sector
progresista logró incluir más conceptos y frases claramente críticas al
gobierno militar.
Y algún impacto
tuvo esta declaración, porque el activista judío Herman Schiller, en su
periódico Nueva Presencia destacaba “la acción que despliega la jerarquía
eclesiástica, “sintiendo envidia como parte de la grey judía [ya que no hay una
declaración decidida de la dirigencia judía condenando las detenciones
arbitrarias]”.
Seguramente muchos seguirán aferrados al
paradigma de la Iglesia socia de los militares. Lo expresé en mi nota anterior,
hubo obispos y curas comprometidos ideológica e materialmente con la represión.
También hubo obispos y curas asesinados por los militares. Y hubo curas
militando en la guerrilla. Todo eso pasó. El error es mirar la historia (y la
realidad) desde ópticas binarias, bueno o malo; blanco o negro. La realidad es
compleja como complejos son los seres humanos que la protagonizan.
En mi próxima
nota voy reproducir otro documento importante de la Iglesia la “Carta a los
miembros de la Junta Militar” del 17 de marzo de 1977. Y agregaré que decía la
organización Montoneros de la Iglesia Católica en aquel momento.
(*) El
columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que
se quedaron con Perón