por Carlos PISSOLITO para Espacio Estratégico
Desde
hace unos pocos años a esta parte se vienen sucediendo graves crisis de
gobernabilidad en varios países de la América del Sur. A saber:
1. Chile: En noviembre de 2019, como
consecuencia de las masivas manifestaciones ciudadanas iniciadas en octubre, se
anunció un acuerdo político para generar una nueva constitución que reemplace a
la de 1980. El problema principal sigue sin resolverse.
2. Ecuador: En octubre de 2019 se iniciaron
una ola de protestas, tras la adopción de nuevas medidas económicas aconsejadas
por el FMI. Al tornarse crítica la situación, el gobierno
decretó el estado de excepción con toque de queda. Los principales
enfrentamientos se dieron entre la Confederación de Nacionalidades Indígenas y
la policía.
3. Colombia: En el 2021 se produjeron
protestas similares a las del 2020, denominadas como “paro nacional” o,
simplemente, "el estallido". Fueron una serie de manifestaciones
multisectoriales desencadenadas por el anuncio del proyecto de reforma
tributaria propuesta por el gobierno.
4. Perú: En diciembre del 2022 se produce el
3er proceso de vacancia presidencial por parte del Congreso. Por su parte, el
presidente anunció el cierre del Congreso y la instauración de un “gobierno de
excepción”. Lo que fue considerado un autogolpe de Estado. El
Congreso votó la destitución del presidente, quien terminó detenido. Asumió la
presidencia la vicepresidenta. A partir
de allí, se han desarrollado violentas protestas
contra ella, especialmente, en la región de
Ayacucho, incluso con decenas de muertos.
5. Bolivia: El 12 de marzo de 2021, la
Fiscalía de Bolivia ordenó la detención Jeanine Áñez y varios de sus ministros
acusados de los delitos de sedición, terrorismo y conspiración,
debido a su participación en los hechos de 2019, a los que la institución
calificó como golpe de Estado. Por estos días, el gobierno ordenó la detención
del gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. Lo que desató la quema de
vehículos y el ataque a varios edificios por parte de los manifestantes.
Y,
ahora, se suma a ellos, la mayor democracia de la región. Es decir, la República Federativa del Brasil. Cuando el
pasado 8 de enero de 2023, partidarios del presidente saliente y que consideran
fraudulentas las elecciones presidenciales, asaltaron varios edificios
públicos en Brasilia y obligaron a la intervención federal del Estado y el
arresto de numerosos manifestantes.
Los
realistas solemos desconfiar de las coincidencias y preferimos, como Carl Jung,
hablar de sincronismos. Pero, ¿cuál
sería éste que lleva a 5 países de nuestra región a sufrir procesos, que en
alguna forma, son similares.
Trataremos
de dilucidarlo o, al menos, plantearnos los interrogantes correctos.
DESARROLLO:
Antecedentes:
Ante estos hechos similares cabe un interrogante inicial: ¿Se trata de hechos
aislados o, por el contrario, responden a un patrón común vinculado a algún
tipo de manipulación, ya sea interna o externa?
Creemos, junto con Carl Gustav Jung que no
hay coincidencias, sino sincronismo y que en la política,
especialmente, hay pocas casualidades y lo que se impone es la causalidad. Vale
decir la relación entre un fin y varios medios. Es decir algo teleológico.
Pero,
¿Cuál podría ser el fin que justificara tal movilización de medios en varios
países de una región?
Apelando
a la historia, como primera herramienta, no podemos dejar de pasar por alto que
esto ha sucedido muchas veces en la historia. Desde la propagación de las ideas
de la Revolución Francesa, por ejemplo, hasta la conocida Restauración de 1848.
Más cercanamente, tenemos el fenómeno de
las Primaveras árabes. Las que fueron una serie de protestas violentas,
acaecidas entre el 2010 y el 2012.
Cronológicamente
todo comenzó en diciembre del 2010 en
Túnez cuando un vendedor ambulante fue despojado por la policía de sus
mercancías, quien se inmoló a lo bonzo en forma de protesta. Luego, miles de
tunecinos se rebelaron contra las malas condiciones a las que el país estaba
sometido y que llevaron a que el presidente del país dimitiera pocos días
después.
Posteriormente,
el ejemplo de Túnez fue imitado en el resto del mundo árabe. Por ejemplo, en Egipto, millones de manifestantes obligaron
a Hosni Mubarak, quien llevaba 30 años en el poder, a renunciar.
Situaciones similares se vivieron en Libia contra Muamar Gadafi (42 años en el poder); en Siria contra Bashar Al Assad (15 años entonces); en Yemen contra Ali
Abdullah Saleh (21 años entonces); en Argelia contra Abdelaziz Buteflika (12
años entonces). Solo por citar a los casos más graves, pues hubo muchos
más, aunque de menor intensidad.
Algunos
casos, especialmente el de Libia,
permitieron especular sobre la existencia de maniobras de las potencias
occidentales para generar cambios de régimen que beneficiaran sus
intereses. Ya que si bien en la historia de estos países había habido numerosas
revoluciones laicas y republicanas, por lo general impulsadas por golpes de
Estado militares. Ahora, se trataba de protestas civiles en busca de libertades
democráticas, cambios políticos, económicos y sociales. Algunos analistas las asociaron con las
revoluciones europeas de 1830 y de 1848 o con la caída del muro de Berlín en
1989.
Un
antecedente previo a las mencionadas Primaveras árabes, aunque mejor estudiado,
fue el caso de las denominadas Revoluciones
de colores que tuvieron lugar en varias repúblicas exsoviéticas tras el colapso
de la URSS y que tenían por objeto cambios de régimen orientados a colocar
en el poder a líderes cercanos a Occidente.
Lo que
llamó la atención de su desarrollo fue
el papel jugado por actores externos; principalmente, los EEUU, su
Agencia Central de Inteligencia (CIA), su agencia de ayuda humanitaria
(USAID) y ONG vinculadas a su gobierno como la Open Society Foundations o el
National Endowment for Democracy.
El
corolario geopolítico de estas acciones es que cuando estos gobiernos -más o
menos favorables a Moscú- cayeron por
las protestas, fueron reemplazados por otros más proclives a Occidente y que
solicitaron su ingreso a la UE y, en lo posible, a la OTAN. Como consecuencia
de ello, se produjo una expansión de la
zona de responsabilidad de la OTAN, la que llegó a las fronteras de Rusia con
el caso más conocido y frustrado de Ucrania y que ha sido el casus belli de
la actual guerra entre Rusia y la OTAN.
Brasil
un ejemplo emblemático: Para hacer una historia larga, muy corta. Empezamos
diciendo que, tras el gobierno de Itamar Franco, quien había asumido tras la
destitución de Collor de Melo. Dentro del mismo se destacó Fernando Henrique Cardoso, ministro de hacienda y coordinador del
exitoso Plan Real, que trajo estabilidad a la economía brasileña, luego de
décadas de numerosos fracasos. Como resultado, Cardoso fue elegido presidente
en las elecciones de 1994 y nuevamente en 1998.
Posteriormente,
su principal oponente, Luiz Inácio Lula
da Silva del Partido de los Trabajadores, fue elegido en 2002 y reelegido en el
2006 y quien, también, logró
mantener e incluso incrementar la estabilidad económica y política alcanzada.
Además, su gobierno, Brasil comenzó a tener relevancia mundial. La que se vio
materializada en su ingreso al BRIC y a
la exitosa organización de las Olimpiadas y la Copa del Mundo.
Luego, en el 2010, Dilma Rousseff trató de ser la
continuadora del legado de Lula, pero en el 2013 estallaron manifestaciones
populares en su contra por diversas demandas sociales. Pese a ello, fue
reelegida en las elecciones del 2014. Pero, las protestas continuaron y durante
el 2016, el Congreso le inició juicio
político, por el que fue destituida y reemplazada por su vicepresidente, Michel Temer. (1) A la
par, el expresidente Lula fue condenado y encarcelado por corrupción y lavado de dinero en el marco de la
Operación “Lava Jato”. (2) En las elecciones del 2018 resultó electo
presidente el candidato outsider Jair
Bolsonaro, quien llegaba al poder con el apoyo de parte de las FFAA, del
empresariado y de grupos religiosos evangélicos.
Más
recientemente, Lula fue reelegido por
tercera vez en una disputada elección en la que no faltaron acusaciones
cruzadas de fraude. No son pocos los
analistas que atribuyen, tanto la exoneración
de Lula de sus procesos judiciales como su exitosa campaña presidencial a una
alianza de hecho con los grandes intereses corporativos y globalistas.
Especialmente, en lo que se refiere a la Agenda 2030 promocionada por el Foro
Económico de Davos respecto de los
inmensos recursos naturales de la Amazonia. Lo que le habría valido, no sólo el
apoyo de esa organización y sus colaterales; también, el de los poderosos
gobiernos de los EEUU, Gran Bretaña y Francia y sus respectivos lobbies
gubernamentales y no gubernamentales.
De este
breve relato resaltan algunas circunstancias, a saber:
1ro La sociedad brasileña está muy
polarizada entre aquellos, que en términos muy generales, podemos
definir como partidarios de Lula en contraposición de los de Bolsonaro. Pero
que hoy por hoy escapan a esa estricta clasificación.
2do El evidente involucramiento de poderes
globales, ya sea de organizaciones multinacionales, como de Estados y de ONG
en la política interna del Brasil.
Respecto
de la validación de este último punto y el que puede traer alguna controversia
es importante que recordemos lo que decíamos en el 2021 sobre el uso de la denominada “lawfare” contra Brasil a caballo de
la destitución de Dilma Rousseff. Al respecto ver: “Lawfare o cuando las
palabras matan mejor que las balas”.
https://espacioestrategico.blogspot.com/2021/03/lawfare-o-cuando-las-palabras-matan.html
Concretamente, “lawfare” es un término inglés que es una
combinación de las palabras “law” (ley) y “fare” que deriva de
"warfare" (arte de la guerra). Como tal, puede tener un doble
significado. Cuando se refiere al uso indebido de los sistemas legales contra
un enemigo para dañarlo mediante su deslegitimación. Y cuando es una
táctica utilizada por los regímenes autoritarios para judicializar protestas
legítimas.
Fue acuñado por el General Auditor Militar
de la Fuerza Aérea de los EEUU, Charles J. Dunlap Jr. en su ensayo titulado:
"The use of law as a weapon of war" (El uso de la ley como arma de
guerra) presentado ante la Universidad de Harvard en el 2001.
Más
específicamente Cynthia Rush, una
profesora de la Universidad de Columbia, afirma que se trata de un arma de
dominación empleada por Washington DC para presionar y controlar mejor a
los gobiernos, tanto enemigos como aliados.
Lo explicó en un artículo titulado: “Lawfare o el uso de la justicia
como arma de guerra”, diciendo que:
“En un
discurso que dio el 19 de julio de 2017 para felicitarse a sí mismo, el
Subprocurador General de los EEUU, en funciones, Kenneth A. Blanco, quien
entonces dirigía la División Penal del Departamento de Justicia…”” ...se
refirió al veredicto condenatorio que se le dictó al ex Presidente de Brasil, Lula da Silva, como el principal ejemplo de
los “resultados extraordinarios” alcanzados gracias a la colaboración del
Departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés) con los fiscales
brasileños en la campaña dizque “anticorrupción” llamada “Lava Jato””.
Es más,
afirma que estas operaciones no se limitarían al Brasil, también, da cuenta que
se desarrollan en la Argentina, en
Ecuador y en México. Para más información consultar:
https://espacioestrategico.blogspot.com/2017/12/lawfare-o-el-uso-de-la-justicia-como.html
Obviamente,
que los EEUU cuentan con todos los recursos operativos y técnicos para realizar
tareas de espionaje. Para lo cual disponen de una poderosa red de agencias de inteligencia como la CIA y la NSA. Las
que pueden escuchar e intervenir todo tipo de comunicaciones, aún las que
tienen lugar entre jefes de Estado. También, tienen a su disposición una red
periodística ad hoc y a la que se le entrega la información privilegiada
necesaria para formular sus denuncias correspondientes. La misma les es proporcionada por el “International Consortium of Investigative
Journalists” (ICIJ, por sus siglas en inglés) que es una red internacional
independiente, con sede en Washington, D.C. y que cuenta con más de 200
periodistas de investigación y 100 organizaciones de medios en más de 70
países.
Si esto
ya se ejecutó con los resultados que conocemos. ¿Qué nos impide concluir que
esta práctica no ha continuado y que no se encuentra en la base de los sucesos
que estamos presenciando en estos momentos. Por ahora carecemos de la
información correspondiente. Pero, confiamos que en algún momento saldrá a la
luz. Mientras tanto, las coincidencias materiales y formales entre
los sucesos de Brasilia y los Capitolio de hace dos años en los EEUU, nos eximen de mayores comentarios al
respecto.
Pues
como argumentamos en un pasado artículo, los EEUU han vuelto a las andadas y
han revivido su vieja Doctrina Monroe, ya que necesitan asegurar su “patio
trasero” ante las pérdidas en curso en el resto del mundo. Al respecto ver:
“EEUU: de Truman a Monroe” (https://espacioestrategico.blogspot.com/2018/08/eeuu-de-truman-monroe.html)
COLOFÓN a la ARGENTINA:
Obviamente,
las acciones en Brasil y en toda nuestra región están en desarrollo y distan de
haber concluido. Creemos que con lo planteado le dejamos al lector una
suficiente cantidad de información y de interrogantes. Pero, no podemos
terminar nuestro artículo sin una visión esperanzadora, pues -caso contrario-
sólo nos restaría rendirnos ante un enemigo todopoderoso.
Pero,
sucede que hay cuestiones que ese enemigo no controla, aunque crea hacerlo.
Como es el reciente caso del despertar
de la cultura argentina frente al globalismo impulsado por los EEUU y adoptado
por nuestra clase gobernante, en ocasión de la Copa del Mundo. Donde al
margen de la gesta deportiva, algunas fotos de nuestros jugadores y de sus
familias y una docena de anécdotas hicieron polvo las consignas de la Agenda
2030, al menos a nivel popular.
Ello
demuestra que más allá de los montajes y de las intervenciones políticas hay un sustrato popular que permanece
inalterado y que como tal puede ser la base de una reacción en el futuro.
Por supuesto hablamos de una que necesitará de la conducción correspondiente
cuando llegue el momento y la que no aparece a la vista. Pero, creemos que el
proceso para llegar a ella ha comenzado y que no se detendrá.
En ese
sentido, el excepcionalismo argentino es
notable. Ya que es su propia irreverencia frente a los poderes fácticos del
orden mundial la que le proporciona la dosis de creatividad para sobreponerse,
sea en una mera competencia deportiva, tras en una derrota en una guerra o en
múltiples crisis económicas.
Por tal
motivo, aconsejamos no desesperar. Porque toda desesperación en política,
especialmente en un lugar como la Argentina, es una estupidez.
NOTAS:
(1)
Dilma pierde su popularidad y arrastra a Lula porque empieza los ajustes con
Joaquín Levy y avanza con las políticas del feminismo como la ideología de
género y el aborto. Desprestigiada, erosionado el PT con el “Lava Jato”, cae
sin problemas.
(2) El
Lava Jato sirvió en forma menos visible para desmantelar la industria y la
producción clave en Brasil, entre ello se destaca el tema del submarino nuclear
brasileño. De hecho, el Almirante Othon Luiz Pinheiro, quien estaba a cargo del
proyecto, fue condenado a 41 años de prisión por corrupción; aunque se puede
deducir que el objetivo real es desarticular el plan nuclear.