jueves, 14 de febrero de 2019

LA RESTAURACION NACIONAL



                                                  La violencia y la paz en nuestra Patria  
                                                                                                     David Sciorra         
 
             “El hombre se distingue de los demás animales, en que es el mas apto para la imitación”
                                                                                                        Aristóteles, Poética, 4
                    “Las comunidades y sus instituciones, como el pescado, se pudren por la cabeza”
                                                                                                    Juan D. Perón                                            
 La situación
Todos podemos apreciar que el grado de violencia civil en nuestra sociedad se viene incrementando exponecialmente en las últimas décadas.
 Este incremento es coetáneo a un proceso largo y continuado de destrucción de los valores tradicionales, de los vínculos sociales y de la expansión de una anomia que configura una verdadera peste socio – cultural.
 Se manifiesta en el crecimiento del delito de todo tipo, lo que es consecuencia y no causa.
 Esa violencia abarca a toda la sociedad en gradientes, sobre todo en las grandes ciudades, y se hace cotidiana afectando a hombres y mujeres comunes del pueblo, lo que genera comportamientos defensivos: retraimiento, desconfianza y, al final, una particular indiferencia, una forma de negación de lo inasible.
 Estos comportamientos empujan aún más hacia la fragmentación del tejido social, a la disociación en lugar de la asociación, lo que afecta el sentido de comunidad.
 Una población que se encuentra en el estado de masa busca, inorgánica y afanosamente, la solución que termine con esta angustia – real o creada – sin encontrar repuesta ni salida.
 Desfilan las propuestas públicas que las “dirigencias” pomposamente denominan “políticas de seguridad”.
 “Vendidas” en campaña electoral o ejecutadas desde los gobiernos, fracasan una tras otra a lo largo de los años.
 Lo cierto es que solo van sobre las consecuencias ignorando las causas verdaderas, que son múltiples y profundas, por lo que no alcanzan a poner remedio estable a este mal. Por el contrario lo profundizan.

  El papel de los medios de comunicación
 La expansión y penetración de estos medios en la cotideaneidad ha sido crecientemente vertiginosa en estas cinco décadas en el mundo, alcanzando una magnitud inédita en toda la historia humana.
 Esta expansión no ha podido ser controlada, ni menos digerida convenientemente, por las naciones y los pueblos inermes y no preparados frente a un proceso avasallador.
 Por el contrario, esta expansión amenaza “digerir” a la humanidad entera.
 Es sencillo ver y analizar que este proceso de expansión está en manos de un pequeño grupo de hombres (varones y mujeres) de supuestas distintas “ideologías”, pero que están entramados, desde distintos perfiles, en el poder mundial cada vez más concentrado.

 “En muchas ocasiones me he referido a la sinarquía como coincidencia de grandes potencias que se unen – a despecho de discrepancias ideológicas – en la explotación de los pueblos colonizados”.
 “Estoy convencido que asimismo existe una sinarquía cultural. Obsérvese que las grandes potencias exhiben sugestivas semejanzas culturales; el mismo materialismo en la visión del hombre, el mismo debilitamiento de la vida del espíritu, el mismo desencadenamiento de la mentalidad tecnocrática como excluyente patrón de cultura, la creciente opacidad del arte y la filosofía, la distorsión o aniquilación de los valores trascendentes”.
                                                   Juan D. Perón – Modelo Argentino para el Proyecto Nacional - 1974

 De estos medios emergen orientaciones con el explícito objetivo de reconfigurar a la especie humana, de acuerdo a un arbitrio sectario y elitista y que pretende arrasar con culturas amasadas por siglos descalificándolas como “pasadas de moda” y “retrógradas”, allanando toda identidad diversa a una sola: la de un hombre “universal nuevo”, negador de toda trascendencia y cuya principal característica es la búsqueda de la “liberación” de todo límite.
 Este empeño es antiguo como el hombre mismo desde la primigenia tentación: “Podéis ser como dioses”.
 Solo que vuelve a ocurrir en el momento del fin del recorrido de la humanidad en el planeta: el universalismo.
 La novedad, en este caso, es la magnitud de la empresa y, por ello, lo letal que puede ser para la especie humana, que es la principal especie en peligro de extinción, a través de un proceso involutivo hacia una “sub-humanidad” de bestias.

 En todos los avances de la inteligencia humana se han verificado siempre consecuencias favorables pero también desfavorables.
 En este caso, la sensación de ampliación del conocimiento, de la comunicación y de la libertad, se choca con la creciente sensación (y realidad) de la manipulación ejercida por los que concentran y manejan a nivel mundial estos medios que se han desarrollado como una tela de araña planetaria.

En un caso (la televisión) se comporta como un adoctrinador unidireccional a tiempo completo.
No tanto por las noticias falsas o engañosas (Fack News) sobre una determinada realidad política, sino por sus elementos teatrales, de diversión y comerciales que introducen y naturalizan subliminalmente antivalores: materialismo, hedonismo, consumismo, individualismo, relativismo; todo en el mismo paquete.
Que abaten todas las barreras y exterminan eficientemente a los anticuerpos culturales defensivos.
Por ejemplo, se llega al extremo malicioso de impulsar la sobre-erotización de la población desde los primeros años de vida para después denunciar, hipócritamente, el crecimiento de la violencia sexual. Denuncia que, en la realidad, no se transforma en una barrera sino en una promoción de la misma.
 En otro caso (las redes sociales) instalan un “espejo planetario” difundiendo y consolidando las Fack News y las “grietas mundiales”, donde todo es opinión y no hay una auténtica búsqueda de la verdad, pero en el que también miles de millones de personas se miran permanentemente a sí mismos intentando una pobrísima y rudimentaria búsqueda de comunicación con el “otro” y una reafirmación de una frágil y débil autoestima con los pulgares para arriba.
 Los intentos de hacer que funcionen a favor de una humanidad libre, soberana y madura no son los que predominan, en una red cooptada en esencia e intervenida abrumadoramente.
 Finalmente, el entramado de todos esos medios terminan en un canal poderoso para crear “modos de comportamiento”, que generan nuevas costumbres. Instalando consignas y desarrollando “operaciones” en las comunidades, pueblos y seres humanos para facilitar su dominio.
 Esto es lo que designamos como guerra cultural que supera en malicia y efectividad a las guerras tradicionales para obtener los mismos objetivos, cuyo soporte son los medios de comunicación universalizados en los que lo fundamental es la cultura y no lo político explícito.

 Los sofismas de la modernidad del norte occidental
 Cuando preguntamos por los cambios acaecidos en estos últimos cincuenta años no se obtiene una respuesta consistente sino una constatación axiomática: “son otros tiempos, el mundo ha cambiado”.
 Como si fuera que han acontecido procesos ineluctables y/o azarosos, por fuera de la voluntad de todos los mortales.
 Inmediatamente se reviste a esos “cambios” (obviamente intencionalmente provocados) con el ropaje de lo positivo, de lo benéfico, de lo deseable. Se propagandizan “disrupciones” diz que “evolutivas”, que según dicen llevarán a los seres humanos a ser mas libres, mas creativos, sin viejas ataduras.
 De manera de convencer que la voluntad humana debe reinar sin límites de ningún tipo.


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