«Por Juan Domingo Perón desde Madrid» el 21 de febrero de 1972
Hoy cuando
aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constituyen el gigantesco y
multitudinario Tercer Mundo un peligro mayor- que afecta a toda la humanidad y
pone en peligro su misma supervivencia- nos obliga a plantear la cuestión en
nuevos términos, que van más allá de lo estrictamente político, que superan las
divisiones partidarias o ideológicas, y entran en la esfera de las relaciones
de la humanidad con la naturaleza.
Creemos que ha
llegado la hora en que todos los pueblos
y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad
ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera,
la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la
población y la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de
inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada
internacional.
La
concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo puede
transformarse en la acción a través de los dirigentes político. Por eso abordo
el tema como dirigentes políticos, con la autoridad que me da el haber sido
precursor de la posición actual del Tercer Mundo y con el aval que me dan las
últimas investigaciones de los científicos en la materia.
LOS HECHOS
El ser humano ya
no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él mismo ha
creado. Ya es una poderosa fuerza biológica, y si continúa destruyendo los
recursos vitales que le brinda la Tierra, sólo puede esperar verdaderas
catástrofes sociales para las próximas décadas.
La humanidad
está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que no llega a adaptarse
a las nuevas condiciones. Su acción va más rápido que su captación de la
realidad y el hombre no ha llegado a comprender, entre otras cosas, que los
recursos vitales para él y sus descendientes derivan de la naturaleza y no de
su poder mental. De este modo, a diario, su vida se transforma en una
interminable cadena de contradicciones.
En el último siglo ha saqueado continentes
enteros y le han bastado un par de décadas para convertir ríos y mares en
basurales, y el aire de las grandes ciudades en un gas tóxico y espeso. Inventó
el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civilización
del automóvil que se asienta, sobre un cúmulo de problemas de circulación,
urbanización, inmunidad y contaminación en las ciudades y se grava las
consecuencias de la vida sedentaria.
DESPILFARRO MASIVO
Las mal llamadas “Sociedades de Consumo”,
son, en realidad sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto,
por el que el gusto produce lucro. Se despilfarra mediante la producción de
bienes necesario o superfluos y, entre estos, a los deberían ser de consumo
duradero, con toda intención se les asigna cierta vida porque la renovación
produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto
de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud
humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la
vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido
reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega
a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos.
No menos grave
resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de los países
tecnológicamente más avanzados funciones mediante el consumo de ingentes
recursos naturales aportados por el Tercer Mundo. De este modo el problema de
las relaciones dentro de la humanidad es paradójicamente doble: algunas clases
sociales – la de los países de baja tecnología en particular – sufren los
efectos del hambre, el analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo
las clases sociales y los países que asientan su exceso de consumo en el
sufrimiento de los primeros, tampoco están racionalmente alimentados ni gozan
de una auténtica cultura o de una vida espiritual o físicamente sana. Se
debaten en medio de la ansiedad y del tedio y los vicios que produce el ocio
mal empleado.
EL ESPEJISMO DE LA TECNOLOGÍA
Lo peor es que,
debido a la existencia de poderosos intereses creados o por la falsa creencia
generalizada de que los recursos naturales vitales para el hombre son
inagotables, este estado de cosas tiende a agravarse, mientras un fantasma – el
hambre- recorre el mundo devorando 55 millones de vidas humildes cada 20 meses,
afectando hasta países que ayer fueron graneros del mundo y amenazando
expandirse de modo fulmíneo en las próximas décadas. En los centros de más alta tecnología se anuncia entre otras maravillas,
que pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casa harán
compras por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos. La
separación dentro de la humanidad se está agudizando de modo tan visible
que perece que estuviera constituida por más de una especie.
El ser humano
cegado por el espejismo de la
tecnología, ha olvidado las verdades que están en la base de su existencia.
Y así, mientras llega a la luna gracias a la cibernética, la nueva metalurgia,
combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos teóricos
fabulosos, mata el oxígeno que respira el agua que bebe, y el suelo que le da
de comer y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin medir sus
consecuencias biológicas. Ya en el colmo de su insensatez, mata el mal que
podía servirle de última base de sustentación.
DESPUÉS DE LA TIERRA, EL MAR …
En el curso del
último siglo el ser humano ha exterminado cerca de 200 especies animales
terrestres. Ahora ha pasado a liquidar las especies marinas. Aparte de los
efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos, especialmente
costeras, ya han sido convertidas en cementerios de peces y crustáceos, tanto
por los desperdicios arrojados como por el petróleo involuntariamente
derramado. Solo el petróleo liberado por los buques cisterna hundidos ha matado
en la última década cerca de 600.000 millones de peces. Sin embargo seguimos
arrojando al mar más desechos que nunca, perforamos miles de pozos petrolíferos
en el mar o sus costas y ampliamos al infinito el tonelaje de los petróleos sin
tomar medidas de protección de la fauna y flora marinas.
…Y EL AGUA POTABLE
La creciente
toxicidad del aire de las grandes ciudades, es bien conocida, aunque muy poco
se ha hecho para disminuirla. En cambio, todavía existe un conocimiento
mundialmente difundido acerca del problema planteado por el despilfarro de agua
dulce, tanto para el consumo humano como para la agricultura. La liquidación de
aguas profundas ya ha convertido en desiertos extensas zonas otrora fértiles
del globo, y los ríos han pasado a ser desagües cloacales más que fuentes de
agua potable o vías de comunicación. Al mismo tiempo la erosión provocada por
el cultivo irracional o por la supresión de la vegetación natural se ha
convertido en un problemas mundial, y se pretende reemplazar con productos
químicos el ciclo biológico del suelo, uno de los más complejos de la
naturaleza. Para colmo muchas fuentes naturales han sido contaminadas; las
reservas cuando nos quedaría como último recurso la desalinización del mar nos
enteramos que una empresa de este tipo, de dimensión universal, exigiría una
infraestructura que la humanidad no está en condiciones de financiar y armar en
este momento.
ALIMENTOS Y ARMAS
Por otra parte, a pesar de la llamada
revolución verde, el Tercer Mundo, todavía no ha alcanzado a producir la
cantidad de alimentos que consume, y para llegar a su autoabastecimiento
necesita un desarrollo industrial, reformas estructurales y la vigencia de una
justicia social que todavía está lejos de alcanzar. Para colmo, el desarrollo
de la producción de alimentos sustitutivos está frenada por la insuficiencia
financiera y las dificultades técnicas.
Por supuesto
todos estos desatinos culminan con una tan desenfrenada como irracional carrera
armamentista que le cuesta a la humanidad 200.000 millones de dólares anuales.
A este
maremagnum de problemas creados artificialmente se suman el crecimiento
explosivo de la humanidad. El número de seres humanos que puebla el planeta se
ha duplicado en el último siglo y volverá a duplicarse para fines del actual o
comienzos del próximo, de continuar la actual ” ratio ” de crecimiento. De
seguir por este camino, en el año 2.500
cada ser humano dispondrá de solo metro cuadrado sobre el planeta. Esta
visión global está lejana en el tiempo, pero no difiere mucho de la que ya
corresponde a las grandes urbes, y no debe olvidarse que dentro de 20 años más
de la mitad de la humanidad vivirá en ciudades grandes y medianas.
POLÍTICA DEMOGRÁFICA
Es indudable
pues, que la humanidad necesita tener una política demográfica. La cuestión es
que aún poniéndola en práctica, ya por el retardo con que comenzaremos,. no
producirá sus efectos antes del fin de la década en materia educativa, y antes
de fin de siglo en materia ocupacional. Y que además la política demográfica no
produce los efectos deseados sino va acompañada de una política económica y
social correspondiente. De todos modos, mantener
el actual ritmo de crecimiento de la población humana es tan suicida como
mantener el despilfarro de los recursos naturales en los centros altamente
industrializados donde rige la economía del mercado, o aquellos países que han
copiado sus modelos de desarrollo. Lo que no debe aceptarse es que la política
demográfica esté basada en la acción de píldoras que ponen en peligro la salud
de quienes la toman o de sus descendientes.
QUÉ HACER
Si se observan
en su conjunto los problemas que se nos plantean y que hemos enumerado,
comprobaremos que provienen tanto de la codicia y la imprevisión humana, como
de las características de algunos sistemas sociales, del abuso de la
tecnología, del desconocimiento de las relaciones biológicas y de la progresión
natural del crecimiento de la población humana. Esta heterogeneidad de causas
debe dar lugar a una heterogeneidad de respuestas, aun que en última instancia
tenga como denominador común la utilización de la inteligencia humana. A la
irracionalidad del suicidio colectivo debemos responder con la racionalidad del
deseo de supervivencia.
Para poner freno e invertir la marcha hacia
el desastre es menester aceptar algunas premisas:
1. Son necesarias y urgentes: una revolución
mental en los hombres, especialmente en los dirigentes de los países más
altamente industrializados; una modificación de las estructuras sociales y
productivas en todo el mundo, en particular en los países de alta tecnología
donde rige la economía de mercado, y el surgimiento de una convivencia
biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la
naturaleza.
2. Esa revolución mental implica comprender
que el hombre no puede reemplazar a la naturaleza en el mantenimiento de un
adecuado ciclo biológico general; que la tecnología es un arma de doble filo, que
el llamado progreso debe tener un límite y que incluso habrá que renunciar
alguna de las comodidades que nos ha brindado la civilización; que la
naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible que los recursos naturales
resultan aceptables y por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente
utilizados por el hombre; que el crecimiento de la población es aumentar la
reducción y mejorar la distribución de alimentos y la difusión de servicios
sociales como la educación y la salud pública, y que la educación y el sano
esparcimiento deberán reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos
juegan actualmente en la vida del hombre.
3. Cada nación tiene derecho al uso
soberano de sus recursos naturales . Pero, al mismo tiempo, cada gobierno tiene
la obligación de exigir, a sus ciudadanos el cuidado y utilización racional
de los mismos. El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la
supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos.
4. La modificación de las estructuras sociales y
productivas en el mundo implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir
siendo el motor básico de sociedad alguna. y que la justicia social debe
exigirse en la base de todo sistema, no solo para el beneficio directo de los
hombres sino para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios;
consecuentemente, las prioridades de producción de bienes y servicios deben ser
alteradas en mayor o menor grado según el país de que se trate. En otras palabras: necesitamos nuevos
modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que,
al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades
esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y
disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental.
5. Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en
un mundo físicamente nuevo. No se puede construir una nueva sociedad basada en
el pleno desarrollo de la personalidad humana en un mundo viciado por la
contaminación del ambiente exhausto y la sed y enloquecido por el ruido y el
hacinamiento. Debemos transformar a las ciudades cárceles del presente en las
ciudades jardines del futuro.
6. El crecimiento de la población debe ser
planificado, en lo posible de inmediato, pero a través de métodos que no
perjudiquen la salud humana, según las condiciones particulares de cada
país (esto no rige para la Argentina, por ejemplo) y en el marco de políticas
económicas y sociales globalmente racionales.
7. La lucha contra la contaminación del ambiente
y de la biosfera, contra el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y
el hacinamiento de la ciudades, debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e
internacional. Estos problemas, en el orden internacional, deben pasar a la
agenda de las negociaciones entre las grandes potencias y a la vida permanente
de la Naciones Unidas con carácter de primera prioridad. Este, en su conjunto,
no es un problema más de la humanidad; es el problema.
8. Todos estos
problemas están ligados de manera indisoluble
con la justicia social, el de la soberanía política y la independencia
económica del Tercer Mundo, y la distensión y la cooperación internacional.
9. Muchos de estos problemas deberán ser
encarados por encima de las diferencias ideológicas que separan a los
individuos dentro de sus sociedades o a los Estados unidos dentro de la
comunidad internacional.
NOSOTROS LOS DEL TERCER MUNDO
Finalmente deseo
hacer algunas consideraciones para nuestros países del Tercer Mundo:
1. Debemos cuidar nuestros recursos
naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales
que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y
desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de
mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción
alimenticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias
correspondientes .Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar
hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de
producir mañana.
2. De nada vale
que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a
métodos de desarrollo , preconizados por
esos mismos monopolios , que significan la negación de un uso racional de
aquellos recursos.
3.En defensa de
sus intereses , los países deben propender a las integraciones regionales y a
la acción solidaria.
4. No debe
olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países del Tercer
Mundo es la ausencia de una auténtica justicia social y de participación
popular en la conducción de sus destinos.
Solo así se
estará en condiciones de enfrentar las angustiosamente difíciles décadas que se
avecinan.
La Humanidad debe ponerse en pie de guerra
en defensa de sí misma.
En esta tarea gigantesca nadie puede
quedarse con los brazos cruzados. Por eso convoco a todos los pueblos y
gobiernos del mundo a una acción solidaria.”