FRENTE DE PROFESIONALES MOVIMIENTO EVITA
1. La paradoja.
La cosa
fue así. Sucede que, por voluntad popular, las elites neoliberales recuperaron
el control del Estado argentino. Un Estado argentino que estaba siendo
restaurado y administrado por un gobierno que favorecía a los sectores
populares. Y estos sectores populares, una vez favorecidos, sin mucho
agradecimiento por los servicios prestados, le devolvieron el Estado otra vez a
quienes en su perjuicio antes ya lo habían destruido.
El
enunciado es de difícil comprensión por su cacofonía, por sus perífrasis, por
sus problemas sintaxis y por sus redundancias. Si, seguro. Pero además lo es
por sus contradicciones lógicas.
Las
opciones para resolver el enigma son acudir al mito de Sísifo, al corsi e
ricorsi de Vico, al síndrome de Estocolmo o a la pulsión tanática del
argentino. O su vocación por la queja que se busca un motivo para poder
proferirla con razón. Quizá producto de la influencia cultural del tango o la
vidalita.
Pero no.
Tratemos de buscar no una respuesta, sino unas buenas preguntas que definan
nuevas líneas a estudiar. No solo para acercarnos a la comprensión del
fenómeno, sino también para trazar mejores tácticas para evitar a futuro la
sangría por donde se nos van los votos indispensables en la estrategia de acumulación
política que apuntale un proyecto nacional y popular.
Y si
hablamos de tácticas y estrategias vamos al maestro: Sun Tzu.
El
presunto oriental enseñó la máxima "conoce a tu enemigo". Vamos a
conocerlo entonces en su faz de política electoral. Política electoral que hizo
que alguien que representa en historia, discurso y estética (de la manera más
acabada) al egoísmo de las élites que pauperizaron (material y espiritualmente)
a los sectores populares del país se haya podido convertir ahora en...un líder
popular votado.
Pero ese
alguien es un producto. Por eso, no perdamos tiempo y vamos directamente a su
productor no estructural, si electoral: Jaime Duran Barba. Vamos a su libro
"El Arte de Ganar: como utilizar el ataque en campañas electorales
exitosas" (el subrayado nos pertenece) que compila esa base táctica con la
cual viene operando, hace ya muchos años y con coherencia, el partido que
catalizó en su derredor el 51,34% de los votos en el balotaje.
2. De las tácticas que ocasionaron una derrota para el campo
popular.
El
"Arte de ganar..." puede caracterizarse como el monumento al cinismo.
Pero también como una obra maestra de la eficacia instrumental para el corto
plazo. Pruebas a la vista. No es un tratado del buen gobierno, sino un manual
para ganar una elección. Una bajada (a la técnica de propaganda electoral) de
esa máxima que Maquiavelo nunca dijo: "el fin justifica los medios".
Y está bien porque "El Arte de..." no pretende ser otra cosa.
Lo que no está bien es la corrosión y el
embrutecimiento social que este manual elige como "el" insumo a
partir del cual operar y que, a la vez, busca incubar, esparcir y promover.
Porque el "Arte de..." crea también subjetividades. Al caracterizar el
sujeto a quien disparará su seducción electoral, a la vez está creándolo. Lo
define como un individuo elector que no se informa (y que le disgusta hacerlo),
que no lee (y si es que lo hace cae en esos textos de sometimiento al status
quo que son la "auto-ayuda") y que no se interesa por analizar los
asuntos públicos cuya complejidad no entiende ni le preocupa hacerlo. Pero que, a pesar de su actitud acrítica, es
capaz de sentenciar con la enjundia que le da su pretensión de veracidad
sostenida en dos pilares: el sentido común y el prejuicio.
Cuando el
entrenador de un boxeador ve que al rival de su pupilo se le comienza a
inflamar un arco superciliar, desde la esquina le grita a su discípulo
"trabajale el ojo". Es por el agravamiento de la hinchazón (jab y
cross mediantes aviesamente dirigidos a esa zona) que al contendiente se le irá
reduciendo su campo visual.. y todo estará decidido a favor de su pupilo. Eso
es exactamente lo que el coach Durán Barba les ordena a sus candidatos del PRO.
A los votantes... "trabajanlen los prejuicios".
3. Construyendo una base poco constructiva.
Es por
ello que el votante emblemático del PRO, a pesar de que optó por el mensaje
supuestamente alegre y "no confrontativo" que (en apariencia) le
proponían sus candidatos, al ser interrogado por cuestiones políticas básicas
comienza a mostrarse agresivo y henchido de invectivas y descalificaciones
ofensivas. Celebra despidos y goza con familias arrojadas a la calle. Parece
contradictorio, porque supuestamente eligió la propuesta de alegría
despreocupada y afectuosa de sus candidatos. Pero no lo es. Se trata de un
individuo a quien le han trabajado profundamente sus preconceptos para que vote
por lo que terminó votando. Para moldearlo a imagen y semejanza de "Doña
Rosa" o del vecino porteño "Cacho", esos estereotipos de clase
media pre juiciosos, egoístas, cívicamente apáticos y sin vocación de
superación personal (la que solo interpretan posible a través del consumo) que
Neustadt en los 90 y Duran Barba en la actualidad han creado como
subjetividades de su tiempo.
Así van a
la construcción del común denominador deseable para ser el receptor dócil de la
acción mediática y propagandística que generaran. Nótese que no le hablan al
"pueblo", que es un colectivo unido por religión, historia, mitos,
luchas, tragedias, geografía y utopía común. Ni siquiera le hablan al
ciudadano, donde la faz de un destino colectivo quedó en segundo plano, pero al
menos se trata de un sujeto con derechos civiles, políticos, sociales
principalmente, y culturales y ambientales también. Sigue existiendo en este
sujeto una interacción constructiva con el semejante, así que no. Es demasiada
sociabilidad, organización y discernimiento colectivo crítico para el sujeto
que desean como receptor del mensaje de irresponsabilidad social que darán. Por
eso, prefieren hablarle al vecino.
El vecino
es un ser situacionado en un punto (ni siquiera territorio geográfico,
institucional y político) de manera circunstancial y casi inerte para quien
"el otro" las más de las veces es un problema. ¿Quién no tiene
problemas con sus vecinos?. Con el vecino se comparte (muy a pesar de uno) un
espacio que lo mejor sería que fuera individual...pero no se puede. Acá no hay
historia ni derechos colectivos. Acá hay una situación espacial puntual y se
acabó.
Lo que se
dice un individuo jibarizado a su mínima expresión, la que no alcanza para
calificar siquiera como ciudadana.
Un
demandante de comodidades que no oferta luchas en pos de conquistas sociales.
Gran
esfuerzo por la creación de un sujeto, ese "hombre común" que ellos
caracterizan como un ente sin lealtades ideológicas, ni utopías ni sentido
solidario. Su aspiración máxima, consumir. Así tratan de reducir a esta chatura
a pueblo y ciudadanía.
Cuando se
lee la construcción del sujeto votante que realiza Barba en su obra, no puede
uno evitar remitirse a dos autores rechazados (no sin razones atendibles) por
la intelectualidad de vocación popular. Se trata de José Ingenieros y José Ortega y Gasset.
4. Los malditos Ingenieros y Ortega.
Antes que
el lector de tendencia nacional y popular abandone estas líneas por la sola
mención de estos pensadores elitistas, les pedimos algo de paciencia. Vamos
directo al punto.
Ingenieros
caracterizaba al hombre mediocre como alguien sin ningún mérito que se camuflaba en el anonimato haciendo uso
de dogmas, sentido común y prejuicios que le mantenían a salvo en
sociedad. Todo lo que sobresalía
intentaba tumbarlo (diatriba de por medio) porque eso evidenciaría su propia
medianía que no era tara, sino una forma segura de ser. No era agente de
evolución de la sociedad, sino de conservación de todo lo establecido no por él
sino por otros. En un sentido heideggeriano no hablaba, sino que era hablado.
No opinaba. Repetía las opiniones que la mayoría aceptaba. Gustaba de los
formalismos ya que estos le estructuraban y canalizaban sin riesgos su andar
por la sociedad.
Por su parte
Ortega y Gasset hablaba del hombre masa como un individuo que gozaba de los
avances técnicos, crecimiento económico y de conquistas de derechos que le
deparaba su tiempo, sin haber contribuido a ellos. Y concebía esas mejoras como
un hecho espontaneo de la naturaleza, negando los talentos, esfuerzos y luchas
de los otros que las hicieron posibles ayer para que él pueda disfrutarlas
hoy. Se auto- posiciona como un acreedor
de los goces de la sociedad y no como un co-obligado a los sacrificios para
mantenerlos. Niño mimado es la alegoría que usa para pintarlo, como alguien a
quien se le ha eximido de padecer los peligros y las peleas (dadas por otros)
que conllevaron el obtener esos frutos con los que él ahora se deleita
plácidamente. Se ha acostumbrado a
satisfacer sus apetitos por dignidades públicas e imponer sus pareceres
prejuiciosos a toda la sociedad por el mero poder que le da el número masivo.
Ortega y Gasset avanza respecto de Ingenieros en considerar al hombre masa no
circunscripto a una clase social determinada, ni siquiera en el accionar
aglomerado. Se puede ser rico, culto, actuar de manera individual y hacerlo
como un hombre masa.
Ambos
autores se interesan por el sentido común diferenciándolo del buen sentido.
Sentido común sería el catecismo que
obedecen por la mera costumbre el hombre mediocre y el hombre masa y estaría
conformado por las proposiciones y procederes que la mayoría da a priori por
correctos aún cuando no poseen experiencia concreta de que lo sean o no. Noción
cercana al prejuicio como se ve, solo que este último tiene un origen no tanto
por lo colectivo sino por lo tradicional. Sentido común puede ser entonces
perfectamente un prejuicio extendido en la colectividad.
5. Nuestro yo idealista y nuestro yo mediocre: ¿a quién de
ellos interpela el PRO?
Por
nuestra parte pensamos que la mediocridad o la masificación no son calidades a
las que los hombres quedan adscritos desde el nacimiento y que permanecen
perennes a lo largo de su existencia. Como en el ying yang, todos tenemos en
nuestro interior tendencias al idealismo y la superación, como también a la
mediocridad y la masificación. Que estemos en este momento redactando un
artículo para entender estas cuestiones evidencia un sentido de idealismo y
superación. Pero en cinco minutos nos encontraremos a nosotros mismos opinando
con la autoridad de un juez sentenciante sobre futbol, un deporte que apenas si
hemos practicado (de manera opaca) y que como espectadores pasivos ni siquiera
terminamos de entenderlo al día de hoy.
Siendo una sola persona podemos tener nuestros costados idealistas y
nuestros costados mediocres. ¿A cuál de esos costados interpela el PRO en sus
campañas?
Imaginemos que
cuando éramos adolescentes se nos presentaba un tutor peregrino y nos decía que
no teníamos obligaciones con nuestros padres ya que ellos habían decidido
traernos al mundo de manera inconsulta. Que los obligados a darnos una buena
vida eran ellos, y que encima no lo estaban haciendo del todo bien, ya que al
vecinito de enfrente sus padres le habían regalado una moto y a nosotros los
nuestros, nada. Nuestro rol debía ser entonces no el asumir responsabilidades
sino el de profundizar nuestras reivindicaciones por todo lo que no se nos
daba.
¿Qué éxito
dañino hubiera tenido esa prédica en un nosotros adolescentes verdad?
Duran
Barba y los suyos saben cómo interpelar nuestro lado adolescente. Como excitar
nuestro costado mediocre. Como incentivar, manipular, reproducir y cultivar lo
peor de nuestros prejuicios irresponsables. Para ello cuenta con varios aliados
que han pre-formateado nuestras conciencias para que él se encuentre hoy con un
fértil terreno para realizar sus maniobras. No arranca de cero. Veamos a
algunos de sus aliados que ya han arado anteriormente la tierra para que él
pueda sembrar con éxito la mezquindad.
6. Los aliados del cultivo de una mezquindad para que
florezca un candidato mezquino.
Y acá les
presentamos a dichos aliados.
Nuestra
historia de país políticamente subordinado y económicamente dependiente de los
centros mundiales de Poder. Este orden político y económico tuvo su correlato
cultural en la tradición por la auto-denigración nacional, la negación de
nuestra capacidad de invención técnica, el desprecio por el pensamiento
autónomo, la exaltación de la figura del
simple administrador (en las colonias no se inventa nada, solo se administra),
la preferencia por los bienes importados, la exportación de materia prima como
supremo objetivo nacional, la admiración boba de todo lo que es extranjero, los
desvelos acerca de "como nos mira el mundo", etcétera. El armado de un candidato con modos
globalizados y amante de los clichés del primer mundo es la vía para explotar este
campo arado que ya dejó el neo-colonialismo.
Nuestra
propensión como clase media a la tilinguería. Como describió Arturo Jauretche (
código criollo de pensamiento gramsciano) se trata de esa tendencia de los
sectores medios de imitar la moda, pareceres, consumo, prejuicios y otros
comportamientos de las clases dominantes. Aún cuando tal patrón cultural de la
clase alta imitada funcione perjudicialmente para la clase media
imitadora. Un candidato que ostente su
condición de empresario oligopólico (no por su esfuerzo o creatividad tecnológica,
si por ser heredero de una fortuna que su padre amasó al calor de prebendas
estatales) y que además exhibe impúdicamente el ocio esnob que su riqueza le
permite disfrutar, no generará el rechazo sino paradójicamente la admiración de
quienes solo pueden vivir del magro producto de su trabajo asalariado.
Nuestra
vida en la época del postmodernismo. Es la era de la muerte de los grandes
relatos, la caída de las ideologías, del fenecimiento de las utopías. La edad
del hombre como sujeto "adelgazado"
de la historia que cede su centralidad a redes impersonales. La de la
transculturalidad que difumina identidades nacionales. En nuestra opinión el
postmodernismo se trata del enmascaramiento sutil de lo que es en realidad un
único y gran relato que pretende hegemonizarlo todo: el del mercado
globalizador. En él el hombre se reduce a un ente estandarizado donde el
trabajo quedó reducido no al despliegue de su fuerza creadora (y de su forma de
organizarse en sociedad) sino a un medio por el que forzosamente tendrá que
pasar para obtener el sustento necesario que le permita llegar a su fin
superior: consumir. Un candidato que
enarbole el culto al mercado junto con las (imposibles) apoliticidad y
des-ideologización encastra de maravillas en este escenario.
Nuestra
actual estabilidad socio-económica como ámbito para el afincamiento de una
mediocracia. En épocas de peligros y crisis, sobresalen los liderazgos
decididos, apasionados, valientes y combativos para la defensa de lo que está
en riesgo de perderse, o la conquista de lo que debe ganarse para
sobrevivir. Pero cuando las aguas se
aquietan, la mediocridad que ostenten quienes pretendan conducir hasta puede
ser un activo. Y de hecho lo es frente a ese elector que ha naturalizado la
relativa quietud en la que vive y que le disgusta ser avasallado en espíritu e
intelecto por quien le conduce. Un candidato que se muestre no como un
estadista aguerrido sino como un tipo simplote de medianas luces corre con las
de ganar en este contexto.
Nuestra inmersión en un capitalismo que
además ha generado y puesto bajo su dirección a la revolución informático
comunicacional. Ortega y Gasset hablaba del culto a la imagen y lo estético
(relacionado a la juventud) por sobre la experiencia y la sabiduría
(relacionado con la madurez). Indicios de esto era la actitud de los adultos
del año 1930 queriendo aparentar menos edad de la que tenían y del auge del
cinematógrafo como medio comunicacional.
Si Ortega hubiera vivido en la actualidad para ver internet, los
teléfonos inteligentes, las redes sociales que privilegian la imagen y la
televisión, la televisión...que hubiera dicho? El capitalismo propala la
cultura egoísta del consumo del bien finalizado, que no del trabajo para
obtener ese bien. No mientan. No quieren cultura del trabajo sino del consumo.
Y el capitalismo se sirve de los medios masivos para promover esa conducta
consumista irreflexiva de la inmediatez,
con una saturación de imágenes que se dedican a estimular lo sensorial y
el arrebato emocional en desmedro de la explicación racional. Así se promociona
con sonrisas de modelos que desbordan belleza y juventud, la dicha de
endeudarse en un banco o de ir a un casino a tirar el sueldo. Un candidato con un equipo de gente con
cuerpos que aparentan menos edad de la que tienen, que se muestran risueños y
apelan al egoísmo alegre para pedir el voto evitando explicitar un programa de
gobierno lleno de contraindicaciones para la inmensa mayoría de los
electores...pica en punta y va a favor de la corriente en la sociedad del
consumo compulsivo.
Basta de
obligaciones y compromiso con el otro. Déjenme consumir sin que nadie perturbe
mi alegría de hacerlo.
7. Las respuestas populares a la política del marketing.
Este
cuadro que trata de aproximarse a formular preguntas acerca de la ingeniería
(en apariencia exitosa) para la construcción de adhesiones electorales del PRO,
no trata de ser pesimista para quienes defendemos el campo popular.
Es que
tenemos que considerar que, frente a estas tácticas que gozan de la enorme
ventaja de ir a horcajadas de la cultura capitalista, de la historia de
dominación de nuestros pueblos latinoamericanos y de los poderosos grupos
económicos transnacionalizados que la azuzan,
nos, el campo popular, en las últimas elecciones, solo le hemos opuesto
como respuesta única lo siguiente: la acumulación político simbólica en una
persona… que no era la candidata. Si. Trabajamos en la centralidad de una
campeona para una Justa en la que ella no podía participar por mandato
constitucional. A último momento metimos como nuestro campeador al caballero de
la triste figura a quien solo le dimos aliento convencido el último mes de
campaña, cuando la suerte ya estaba echada. El haber obtenido aún así el 48,66%
de los votos luego de 12 años de soportar ataques a nivel nacional e
internacional perpetrado por parte del orden hegemónico...no está nada mal.
Entendemos
al populismo latinoamericano en el correcto sentido a la propuesta por un
Estado que intervenga fuertemente en calidad de defensor de los intereses de
los sectores populares, con el fin de lograr la Justicia Social. Nada tiene que
ver con el peyorativo alcance que pretende dársele asimilándolo a la demagogia,
una práctica más emparentada con la Derecha que con los progresismos. La
campaña del PRO es esencialmente demagógica.
Desde esta
visión virtuosa de populismo, tenemos que asumir lo siguiente. Similar a lo que
explicaba Marx respecto a que las burguesías al acrecentar el proletariado
generaban los verdugos que en el futuro acabarían con ella (dialéctica
hegeliana que no encontró correlato en la realidad), los populismos al promover el acrecentamiento
de las clases medias, generan el sujeto que (expuesto al bombardeo cultural que
explicitáramos arriba) terminará votando en contra de él. Si bien es cierto que, dentro de los
parámetros del capitalismo, es a través de la promoción del consumo que se
obtiene un aumento de la calidad de vida de los sectores populares, debemos
tener en cuenta que la expansión del acceso a bienes no será interpretada por
su beneficiario como una conquista social producto de políticas públicas
inclusivas. Por el contrario, le estimulará sus
rasgos egoístas y excluyentes ("esto es producto de MI
esfuerzo"). Puede pasar.
Y pasa
porque la Derecha al fomentar (a través de artimañas comunicacionales) la
despolitización de la ciudadanía, consigue justamente truncar su desarrollo. En
otras palabras, oblitera el ascenso del habitante-consumidor al status pleno de
ciudadano-integrante del pueblo. Lo condena a una perpetua adolescencia moral e
intelectual que portará por siempre a pesar de ser etariamente un adulto.
Contra
esto, el activismo espontáneo de los días que fueron entre el 25 octubre y el
22 de noviembre del 2015. El activismo espontáneo de las plazas, de los cantos
en actos públicos. Del 24 de marzo del 2016 con plazas llenas en todo el país.
Experiencias que demuestran vocación por participación cívica realmente
alentadora. La ciudadanía movilizada da muestras de estar muy por sobre su
dirigencia institucional y política, que deberá tomar el desafío de organizar
este renovado protagonismo. Nunca sabremos con exactitud matemática en cuanto
el esfuerzo de la primavera del 2015 (con aires de epopeya libertaria) acorto
la brecha de diferencia de votos que tenía en su favor el candidato del
marketing. ¿En 5 puntos? ¿En 10 puntos?. La cuestión es que el resultado quedó en un virtual empate. Épica atropellada. Lo
mejor de nuestros hombres del arte y la cultura, de la ciencia y el pensamiento
volcados a las calles para impedir el retorno del neoliberalismo.
Como no
somos de los que medimos el éxito por resultados inmediatos (mucho menos si estos
dependen del arbitrio de decimales) consideramos esta patriada como
gloriosa. Entró a la Historia grande de
nuestro país. Un crecimiento de conciencia colectiva y coraje frente a la
adversidad. Uno de los frutos no planificados (mucho menos esperados) de una
década de recreación de la memoria colectiva histórica. Habrá esfuerzos de los
banalizadores a sueldo para banalizarlo. Es nuestro deber impedirlo.
La Derecha
extractiva latinoamericana le gusta hacer trampa. Declarase institucionalista
(porque formateó la mayoría de las instituciones que regulan nuestra vida
social) pero pisotea a mansalva cuanto
contrato social o pacto colectivo exista si no es de su provecho. Consideremos
un logro para nuestro campo popular que hayan entonces accedido al poder por
primera vez en la historia de manera formalmente democrática y no por la fuerza
de la proscripción, la violencia y la muerte. El tiempo dirá si los anhelos
democráticos se cristalizarán en un sistema de partidos como sueña Torcuato Di
Tella, uno de derecha y otro de izquierda, para canalizar pacíficamente el
conflicto que es inevitable en toda sociedad.
Quedará ver
cuánto durarán los efectos narcóticos de infantilizar con globos de colores a
la población al momento que se empiecen
sentir los efectos de la transferencia de riquezas de las mayorías que
viven del trabajo en favor de las minorías que viven del gran capital. Algo que
la Derecha (que lleva también ventaja en el lenguaje) llama "ajuste"
impersonalmente, sin hablar de que hay ajustadores y ajustados.
Como se
dijo arriba, una base de votos habidos en el caldo del odio azuzado y la
frivolidad de "cambiar" como el tele-espectador que hace zapping y se
aburrió de lo que veía aun sin atenderlo ni entenderlo (total coherencia con la
video-política) es muy inestable.
Dado
nuestro sentido de responsabilidad colectiva no podemos imitar los
comportamientos destituyentes que caracterizan a la Derecha que, por ser
minoritaria estructuralmente, hace uso todo mecanismo ladino para
desestabilizar. Nuestro desafío es más complejo que esas arterías letales para
el pueblo. Acá se trata de defender con la Constitución en la mano y la
militancia en la calle que no se vuelvan pulverizar las conquistas de derechos,
ni se regale el patrimonio nacional para lisonjear a patrones del Norte que sin
demasiado esfuerzo ni interés, se han topado con este regalo sorpresivo que le
hemos hecho de una fisura en los gobiernos populares de la región. Debemos
garantizar que impediremos las tropelías a las que históricamente nos tienen
acostumbrados, y a la vez evitar que caigan ellos por el peso de su propia
voracidad arrastrando impunemente tras de sí a toda la sociedad.
Casi que
los tenemos que cuidar de ellos mismos.
8. Y sin embargo, nuestra esperanza en la causa de los
pueblos está intacta.
Como
militantes la vuelta al llano nos sienta bien. Trabajamos allí cómodos porque
de él venimos. Aprendimos mucho de la hiper-realidad postmoderna que
sustituyendo la facticidad verdadera, encanta como el flautista de Hamelín a
los incautos y los lleva a repetir errores históricos. La comunicación del
proyecto nacional y popular entonces no puede hacerse solo a través de cadenas
nacionales o algún programa de TV amigo. Eso es un grano de arroz errante que
navega solitario en sopa neoliberal que nos dan de beber en todo lugar y a toda
hora del día… y en cada acto que realizamos en una sociedad colonizada por el
mercado.
Siempre
hemos sido resistencia. Y creemos que lo fuimos más que nunca -congruentemente
por el peligro que representábamos- durante estos últimos 12 años en los que
ocupamos esa pequeña porción del Poder que es el Estatal soberano. Nunca lo
hicimos con el económico, comunicacional
ni que hablar con el disciplinario de las instituciones, las creencias y los
discursos. Por ello tenemos capilarizar también en todos los ámbitos de la vida
social los fundamentos y razones del proyecto nacional y popular que
propugnamos, si es que tenemos la necesaria e imprescindible vocación
contra-hegemónica.
Y fue poco
lo que hicimos por la formación de estructuras militantes cualificadas que
actúen en red. Y no es contradicción hablar de estructuras y de red. El Poder es siempre central y estructural, no
nos engañemos por las fintas del postmodernismo. También fue poco lo realizado por la
formación de cuadros comunicacionales en plena era de las comunicaciones. El
llano aguza el ingenio y en la carestía encontraremos el acicate para dejar de
convencer a los convencidos y ponernos a trabajar seriamente en la persuasión
comunicacional organizada y territorial de una buena vez.
Cerramos
estas líneas con unas reflexiones casi de experiencia personal. El obelisco no
se lleno de manifestantes el 22 de noviembre a la noche vivando al presidente
electo. Lo único que se dejo ver fue la fiesta privada de Costa Salguero,
pletórica en vulgaridades propias de la ostentación de valores mediocres. Del
espacio público, ni noticias. Es que una cosa es una agrupación de militantes y ciudadanos
encolumnados detrás de un proyecto, y otra muy diferente es una suma coyuntural
de individuos movidos por rechazos diversos. Los que un hábil publicista logró
catalizar en un instante determinado usando la operación aritmética de sacar un
común denominador: el rechazo.
La Alianza
Cambiemos es eso. Su base social del 51,36%
no es de apoyo a un proyecto (que cuando cualquier imprudente de
Cambiemos lo salía a explicar se le mandaba a callar inmediatamente para evitar
el espanto) sino una suma de rechazos inducidos y odios inoculados que se logró
arriar para un tiempo y un lugar. Volatilidad pura. Acerca de cuanto tiempo una
minoría de Derecha si orgánica, si formada, si jerarquizada, si encuadrada
detrás de su si mezquino proyecto podrá seguir cooptando el apoyo de esta mitad
usando el mensaje del orientalismo que enseña a respirar y la alegría ostentosa
de la fiesta de Cinzano… no lo sabemos. Pero nos parece que no mucho.
Mientras
se escriben estas líneas, no se ve en las calles la esperanza de los ganadores.
Solo la actitud adolescente de la burla, la revancha y la descarga de
responsabilidades de lo malo en el otro. Tal la construcción, tal el producto.
Al menos
una promesa si se ha cumplido: el cambio. Si.
Hemos cambiado. Principalmente los que hemos salido a la calle la
primavera de 2015 a defender el proyecto nacional y popular, hemos cambiado.
Hemos cambiado en lo que hace a una
comprensión íntima de lo que estamos defendiendo y la convicción de que debemos
hacerlo, en adelante, con el mismo
coraje… pero con más formación técnica y
mayor organización táctica. Si. Hemos cambiado. Y para bien.