jueves, 26 de septiembre de 2013

Cooke y la lucha por la liberación nacional. Apuntes sobre la lucha revolucionaria en el Peronismo

Por Juan Godoy


El 19 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de uno de los más importantes militantes del Peronismo revolucionario en 1968: John William Cooke. Solo tenía 47 años. El 16 de septiembre, pero 13 años antes (en 1955) se produce el golpe de estado que deja inconclusa la Revolución Peronista. Dos meses antes, en junio, los aviones con la consigna “Cristo Vence” descargaban el odio oligárquico sobre el pueblo argentino. Ese día, John William Cooke; que había sido joven diputado (contaba 26 años) del bloque peronista en el primer periodo presidencial de Perón, desde donde había defendido la política nacional desarrollada por Perón, como las diferentes nacionalizaciones, la Reforma Constitucional del ’49 (criticando la liberal del ’53), la expropiación del diario La Prensa, y demás conquistas económicas, sociales, políticas y culturales, sin dejar de criticar los proyectos que pensaba no iban en esa línea como con las Actas de Chapultepec (expresión del panamericanismo), o más tarde (sin ser diputado) los acuerdos petroleros con la California; se parapeta detrás de un monumento y descarga varios cargadores sobre la canalla oligárquica. Salvador Ferla afirma que el 17 de octubre de 1945, se relaciona con el golpe del ’55, y los fusilamientos de junio del ‘56, “esa misma noche del 17 se la tiene jurada al pueblo. Esa misma noche la oligarquía empezará a soñar con la hora de la impunidad para la venganza”. Cooke, cuyo padre (de filiación radical) había sido Ministro de Relaciones exteriores entre 1945 y 1946, una vez producido el golpe, será el primero en establecer contacto con Perón, y en colocarse en la “trinchera” para dar comienzo a la Resistencia Peronista. La osadía le costará la cárcel, la tortura, simulacros de fusilamiento toda una noche por parte de los “comandos civiles” luego del levantamiento de Valle y Tanco, el frío duro del tétrico penal de Ushuaia (reabierto por “los democráticos libertadores”), el exilio (luego de una espectacular fuga del Penal de Río Gallegos hacia Chile), y como contrapartida ser designado delegado, y heredero del General Perón. 
Cooke se interesó largamente por la formación de cuadros, así dejó varios escritos, cartas, artículos en periódicos, etc. Nos interesa resaltar aquí, algunas consideraciones acerca de la cuestión nacional y de la lucha revolucionaria en nuestro país. En 1959, dicta una conferencia en una Congreso en donde aborda la cuestión de la liberación nacional (la misma es editada bajo el nombre “la lucha por la liberación nacional”). Sostiene allí que las rebeldías individuales de la resistencia deben canalizarse en una coordinación que permita encauzarlas hacia un proceso de liberación nacional. Este proceso de liberación solo puede darse dentro del Peronismo (aunque no es exclusivamente éste el que lo tiene que llevar a cabo). Es necesaria una gran movilización y organización profunda de las masas populares. Afirma Cooke aquí algo que es central para nosotros, el planteo para la lucha debe partir del conocimiento de nuestra realidad como una semi-colonia, que a su vez es parte de un Continente que también es semi-colonial. El enfrentamiento principal entonces no es democracia vs. autoritarismo, o bien, izquierda vs. derecha, sino más bien el dilema es Nación-Pueblo vs. la unidad oligárquico-imperialista. A partir de este reconocimiento de nuestra condición semi-colonial, donde somos independiente y plenamente soberanos “en los papeles”, pero que la situación real dista de ser de plena soberanía por la dependencia e injerencia del imperialismo en el país, es que Cooke sostiene que la lucha por la liberación nacional en la Argentina, debe ser anti-imperialista. Nos dice que hubo una generación (la del 900) donde está Manuel Ugarte que se basó en un anti-imperialismo romántico, y luego se pasó a un anti-imperialismo parcial, inorgánico, y sentimental de Yrigoyen (un nacionalismo defensivo que no propugnaba la industrialización), para que más tarde, con el Peronismo se pasara por primera vez a un anti-imperialismo práctico, formado por un coherente apoyo de las masas trabajadoras. Establece Cooke en el “Informe a las bases”: “la verdad es que esa antinomia “peronismo-antiperonismo” es la forma concreta en que se da la lucha de clases en este periodo de nuestro devenir” De esta forma, la cuestión social y la cuestión nacional aparecen indisolublemente unidas. Una no se puede resolver sin la otra. Afirma Cooke, unos meses más tarde de haber defendido la revolución cubana, con las armas en la mano, de la invasión yanqui: “la liberación nacional y la revolución social son un todo indivisible, porque la lucha emancipatoria es tarea de las masas e importa liquidar las instituciones de privilegio para sustituirlas por las de una sociedad sin verdugos ni sacrificados” De ahí también que Cooke nos hable de la necesidad de integrar la teoría con la práctica. Estos polos están intrínsecamente unidos en la lucha revolucionaria. Disociados sería un exceso, ya sea de teoría o de práctica. Dice Cooke, luego del retorno fallido del General Perón bajo el gobierno fraudulento de Illia, “la teoría es necesaria (…) los burócratas creen que la política es puro pragmatismo, y como ellos son los empíricos por excelencia, también se creen los más altos políticos; la teoría es extraña o exótica, como dicen repitiendo las consignas oligárquicas. No ven que la acción y la práctica no son categorías independientes sino partes indivisibles de la lucha revolucionaria. No ven que la acción es conocimiento revolucionario que se sustenta a sí mismo, separado de la acción. La lucha revolucionaria es acción enriquecida por el conocimiento; compenetración de la realidad” La indigencia teórica, piensa Cooke, trae errores estratégicos.
 
El “bebe” arremete contra la burocracia, contra los aduladores y aplaudidores. Ortega Peña y Duhalde argumentan al respecto que no es la burocracia para Cooke un conjunto de hombres más o menos ineficaces, es más bien en lo interno del movimiento una conducción sin política de fines, una conducción sin una política de poder. La burocracia es la negación de lo revolucionario, es la incapacidad de comprender concebir o ejecutar una política revolucionaria, “no puede imaginar lo que es una política revolucionaria porque se maneja con los mismos valores y conceptos que la minoría contra la cual tiene que hacer la revolución.” Profundiza la cuestión Cooke al no considerar burócrata meramente a un sujeto que ocupe un cargo ya sea político sindical, e incluso se aleja de tesis puritanas que están en contra de utilizar las ventajas que puede otorgarle esos estatus, tampoco es la deshonestidad lo que condena (el burócrata puede o no ser deshonesto), así “lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o la influencia. Presupone, por lo pronto, actuar con los mismos valores que el adversario, es decir, con una visión reformista, superficial, antitética a la revolucionaria.” Algunos querrán a partir de estas críticas, y de otros escritos y acciones de Cooke ver a un personaje que propone la violencia armada como único método de lucha, pero bien anota Aritz Recalde a partir del análisis de las Correspondencia Perón-Cooke que “a Cooke muchas corrientes del pensamiento lo caratulan como intelectual izquierdista e inspirador de la militarización constante de la lucha política argentina. (…) Por el contrario, creemos que Cooke era consciente de la necesidad de articular la lucha política y cultural de masas con la acción militar, para no caer en belicismos y en distanciamientos del pueblo.” Cooke rechaza una invitación que le hicieran Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Ortega Peña, Hernández Arregui y Ricardo Carpani, entre otros a formar parte de el grupo CONDOR, que en sus bases se proclamaba marxista. El “bebe” declina la invitación considerando que la pública adhesión al marxismo hará que no tengan injerencia en las masas (quizás sí, como otros grupos, en el ámbito universitario). No obstante, su biógrafo, Norberto Galasso sostiene que la concepción de Cooke “está centrada, pues, en la construcción de un Partido clasista –“Peronismo obrero”, “Peronismo revolucionario” o como quiera llamárselo- para erigirlo en conducción de un Frente único anti-imperialista cuya lucha por la Liberación nacional apuntará hacia el socialismo.”

Para finalizar, sostenemos que “el bebe” Cooke apunta a la construcción de herramientas teórico-prácticas para la lucha por la liberación nacional, y lo hace desde y para los países semi-coloniales, oprimidos por el imperialismo. No buscará teorías exóticas, ni caminos extraños a la capacidad creativa de las masas argentinas que son Peronistas. No se perderá en “modas intelectuales”, busca transformar la realidad. Apunta a la conformación de una posición nacional que, en sus palabras: “es aquella capaz de plantear originalmente la revolución sin trasladar mecánicamente conclusiones que fueron válidas en otro cuadro histórico social; a nadie se le ocurre que tenga que ser una construcción hecha con elementos conceptuales surgidos como productos nativos. Lo que hace que una ideología sea foránea, extraña o exótica, antinacional, no es su origen sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades.”

¡Aún tenemos Patria! Manuel Rodríguez, el guerrillero olvidado que luchó con San Martín

Por Juan Godoy

“Quisiera, quisiera tener un hijo/Brillante, brillante como un clavel/Ligero, ligero como los vientos/Para lla, para llamarlo Manuel/Y apellidarlo Rodríguez,/El más preciado laurel”Violeta Parra (Hace falta un guerrillero)

Manuel Rodríguez ha sido un personaje escamoteado, olvidado y/u ocultado por la historiografía oficial-liberal de nuestro país fundada por Bartolomé Mitre. La superestructura cultural de colonización pedagógica se ha ocupado de que la figura del legendario guerrillero de la independencia no llegara a los colegios, universidades, libros, medios de comunicación, etc. Lo que nos permite preguntarnos acerca del por qué este silenciamiento sobre un personaje tan importante para las luchas por la emancipación de la Patria Grande. En las siguientes líneas abordaremos algunos rasgos del personaje para dar respuesta a nuestro interrogante.
 
Manuel Rodríguez nació en Santiago en el año 1785. Lo encontramos hacia 1809, siendo un joven, luchando por la baja en el monto de los derechos que se pagaban para poder graduarse de Doctor en Leyes, título (por estos derechos) al que solo podían acceder las clases privilegiadas. El joven presenta documentos, defiende su posición ante las autoridades de la Universidad de San Felipe para probar la injusticia. A fines de 1811 en Chile se había producido una insurrección liderada por José Miguel Carrera. Allí aparece Manuel Rodríguez, como parte de los sectores más revolucionarios de la misma. El nuevo gobierno protege la industria local, aplica impuestos sobre los sectores más adinerados, e incorpora a los sectores populares a la revolución. La figura de Rodríguez comienza a tener una estrecha relación y un ascendiente sobre los oprimidos de la sociedad chilena de entonces. Es en una de las figuras en que éstos encuentran representación. Luego de la dura derrota de Rancagua para las fuerzas revolucionarias en 1814, aparece en Mendoza a las órdenes del General José de San Martín. Este último quedó impresionado con la figura de este joven entusiasta y revolucionario. Así lo envía a Chile con el doble propósito de crear agitación en la sociedad, y que le remitiera análisis políticos acerca de la situación en Chile. San Martín instala en Chile una “guerra de zapa” (intrigas, rumores y noticias falsas, promoción de discordia en el bando absolutista, etc.) implacable, Rodríguez es una figura central en esta estrategia sanmartiniana. El historiador Gustavo Opazo Maturana sostiene “San Martín, en Mendoza, estudiaba detenidamente su plan para libertar Chile. Necesitaba no solo un elemento, sino muchos, y entre ellos lo más importante, espías en Chile que le informaran de todo; y que por la razón más primordial levantaran el ánimo de esta tierra, aterrorizada por la opresión”. El guerrillero instala su cuartel de espionaje en Santiago. Pero su espacio de acción se extiende a varios pueblos. Antes del cruce de Los Andes, insurrecciona a las poblaciones entre El Maipo y el Maule. Con sus montoneras tenía a maltraer a las autoridades realistas que lo perseguían día tras día, sin lograr dar fin a su lucha que a medida que corría el tiempo iba creciendo. Se mueve rápidamente, conoce palmo a palmo Los Andes, Gerardo Leñeros, historiador, afirma que “está comprobado que nuestro guerrillero utilizaba con mucho éxito un camino secreto que se llamó de las 24 horas, porque permitía al prócer movilizarse dentro de ese puñado de horas entre Mendoza y Santiago”. Además debemos resaltar que es protegido por los sectores populares que no delatan donde se encuentra, que lo esconden de los godos. René Balart Contreras establece acertadamente que “en esta lucha no combatieron, como suele creerse, chilenos contra españoles, pues la verdad es que los ejércitos que combatieron por la causa del rey estaban compuestos casi totalmente por chillanejos, valdivianos y chilotes, tan chilenos como los que defendían la bandera patria (…) la lucha por la Independencia de Chile (como en el resto de América Latina) es, en el fondo, una guerra civil”. 

Luego del cruce de los Andes, y de Chacabuco, San Martín le encomienda la importante tarea de “cortar” la retirada de los realistas al Sur con la cual cumple. En carta al Libertador, Manuel Rodríguez expresa “la gente media es el peor de los cuatro enemigos que necesitamos combatir. Ella es torpe, vil, sin valor, sin educación, capciosima (sic), y llena de pillería más negra. De todo quieren hacer comercio: en todo han de encontrar un logro inmediato; y si no a Dios promesas, a Dios fe; nada hay seguro en su poder, nada secreto (…) la Nobleza es tan inútil y mala, como el estado medio” (Carta de MR a SM. 25-3-1817). Después del desastre de Cancha Rayada para la causa revolucionaria, pesaba el desánimo en las fuerzas patrióticas. Pero, el guerrillero no pierde tiempo, ni piensa que la lucha se va a perder. Así, dos días más tarde le escribe al Director supremo Delegado, Coronel Luis de la Cruz “no conozco amor a la vida, ni me empeña (otra cosa) sino el crédito americano”. Se dedica entonces a la formación de los “Húsares de la muerte”, regimiento caballería, y proclama en la Plaza Pública, para levantar el ánimo de los derrotados: “Aún tenemos Patria, ciudadanos; el tímido, el cobarde, que huya; pero los hombres de corazón deben quedarse, organizarse, y tener la resistencia; el enemigo aún dista mucho de la capital, los recursos sobran, y Chile exige de sus hijos un nuevo sacrificio, un momento de resolución, y será libre”. Los “Húsares” cumplirán una tarea muy importante luego de Cancha Rayada. En este cuerpo, que tenía como divisa una calavera cruzada por detrás por dos huesos (llamativamente muy similar a la que usaba El Tigre de los Llanos, Facundo Quiroga, con la frase “religión o muerte”), participa el bisabuelo de Salvador Allende, Ramón Allende Garcés. El regimiento contaba con unos quinientos o seiscientos combatientes. Algunos historiadores afirman que participaron en la Gloriosa Batalla de Maipú. Los testimonios indican que Rodríguez tiene ciertos rasgos de indisciplina que le traen problemas con sus pares. Juzga a O’Higgins conservador, y está enemistado con los Carrera (hacía años, como vimos, había sido su colaborador). Luego de ser apresado, muere, simulando que se había querido fugar, fusilado por la espalda en Tiltil el 26 de mayo de 1818. Los “profetas del odio” pretendieron endilgarle esta muerte a San Martín (que en realidad se encontraba en Buenos Aires), nada más lejano de la verdad. José Zapiola afirma que “San Martín no solo dio a Rodríguez pruebas de cariño, sino de confianza, nombrándolo Auditor de Guerra del ejército que organizaba en Las Tablas, pocos meses antes de la Batalla de Maipo”. El Libertador al morir el guerrillero, profundamente dolido, expresó “hubiese perdido mi brazo derecho antes de que hubiese sucedido esto”. Norberto Galasso argumenta en su gran biografía sobre San Martín que Manuel Rodríguez “no es sólo agitador y guerrillero, sino que sustenta una profunda cultura política nutrida de estudios diversos, entre ellos filosofía y derecho (…) asume una posición revolucionaria sin vacilaciones y resulta una de las figuras fundamentales de la revolución hispanoamericana”. Estas breves líneas nos permiten observar el por qué del ocultamiento por parte de la historiografía liberal. Pero los pueblos que hoy se han levantado nuevamente y luchan día a día contra la oligarquía y el imperialismo por la segunda y definitiva emancipación de Nuestra América lo tienen como el guerrillero heroico que luchó por la emancipación de los pueblos latinoamericanos.

Gracias Magistrados de la Corte!



 por Ernesto Jauretche


“El progreso de la justicia es el sentido esencial de la historia” Arturo Enrique Sampay

Dedicado a todos los lectores atentos y, en particular, a mi prima política, miembro de la Corte por la que se jugó Néstor Carlos Kirchner.

Hacían falta los últimos enunciados de los fallos de la Corte de Suprema de Justicia para que quedara ostensiblemente demostrado que, ya sin prejuicios ni suspicacias, para seguir adelante, el país necesita una REFORMA CONSTITUCIONAL. UNA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SEGÚN SU INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL, FALLA EN CONTRA DE LAS DECISIONES DE UN PODER LEGISLATIVO QUE EXPRESA LAS RELACIONES DE FUERZA ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO Y DE UN EJECUTIVO SOBERANAMENTE ELEGIDO POR INDISCUTIBLE MAYORÍA. ¡Fenomenal demostración de conducta antidemocrática de uno de los famosos Tres Poderes! Está claro que es hora de poner las cosas en su lugar, ya que el razonamiento colectivo, el sentido común, se está enfrentando con la razón práctica de una de las instituciones de la República. Esto es, diría Don Arturo Jauretche, que el traje institucional le está quedando incómodo al cuerpo de la Nación ¡LO QUE HAY QUE CAMBIAR ES EL TRAJE Y NO EL CUERPO, SEÑORES! No es que el gobierno actual se obstine en proponer leyes inconstitucionales: ¡es que la Constitución atrasa!

¿Qué pretende la Corte? Parece empeñada en disciplinar al soberano, cuando su papel institucional consiste en protegerlo en el ejercicio de sus derechos. Entonces, tradición mediante, a las decisiones de los órganos políticos del Estado, que son producto del voto de las mayorías y acompañan la actualización de la sociedad para adaptar sus herramientas a las nuevas condiciones sociales, económicas, nacionales e internacionales, le responde aplicando el corset de las instituciones viejas. Todo al revés: pretende subordinar lo trascendente, que es la Nación y su pueblo, por excelencia soberano en sus decisiones, a la tan proclamada ley suprema, la Constitución Nacional, históricamente contingente (las hubo unitarias y federales, y en el tan democrático EEUU se modifica cada dos años mediante enmiendas). Mesiánica misión histórica de nuestras clases dominantes: civilizar al bárbaro. Pero las cosas están cambiando… ya no son tan ganadores. Sin embargo, prefieren condenar el país al atraso antes que resignar mayorazgos otrora obtenidos. Lo sabemos, no hay justicia; el pueblo llano hace rato que lo viene comprobando: los ricos nunca entran a la cárcel; los pobres se pudren ella. Los cargos en la justicia son elegidos y ratificados a dedo por la corporación, como producto de un derecho divino, al estilo monárquico; no hay revocatoria legalmente posible, ni ante los más atroces prevaricatos (no embromemos con el Concejo de la Magistratura, oportunamente ratificado en su neta parcialidad corporativa por la Corte). Así, los nombramientos en la judicatura, más que una expresión de independencia, pasan a ser un bill de indemnidad. Pero los jueces no son inmaculados apóstoles de la igualdad. Son sujetos sociales con intereses culturales, políticos y de clase, naturalmente no de las más bajas.

Si los lugares políticos están siempre sujetos al eventual escrutinio de los ciudadanos de base y de ellos surge el poder representativo ¿porqué dos de los poderes republicanos electivos deben estar sometidos a la supremacía de la más feudal de las corporaciones? ¿Porqué los ciudadanos de esta Argentina próspera deben respetar la decisión de la reacción conservadora? ¿No es que el sistema republicano se fundamenta en la soberanía popular, expresada a través de los partidos políticos y su representación en el Estado según las voluntades mayoritarias? ¿No es que el sistema tripartito de poderes debe servir para evitar las arbitrariedades de alguno de sus estamentos? ¿Ha habido algún abuso de poder en el Ejecutivo y el Legislativo (queremos conocerlos)? ¿En alguna ocasión dejaron de cumplirse los reglamentos y deberes de funcionarios de los dos poderes que expresan directamente el voto popular? De acuerdo a lo dicho, queda claro el abuso de poder de la Corte Suprema de Justicia donde sus ejecutivos, en tanto vitalicios, se sienten exentos de someterse a la opinión ciudadana. 

Recordemos. El progreso del país y sus instituciones han sufrido numerosas interrupciones reaccionarias. En todas ellas, ha sido decisiva la aquiescencia de los variopintos abogados que se sucedieron en la Corte desde 1955. Nunca los ciudadanos de a pie tuvieron oportunidad de influir ni de enmendar decisiones ni nombramientos de la judicatura. No es porque esa profesión sea impenetrable a la sabiduría del vulgo. Nadie sabe más de leyes que quienes las sufren (vaya a tomar un curso de derecho penal a las cárceles, y verá). Pero la ley está sometida a la razón de la clase dominante,  y a esa racionalidad está respondiendo hoy nuestra Corte. ¿Cuál es la gran pauta que determina su comportamiento? La de siempre: el antiperonismo. ¿No fueron jueces de honorable catadura los que admitieron la derogación por bando militar de la Constitución democráticamente sancionada de 1949? ¿Quiénes ocultaron deliberadamente las violaciones a los derechos humanos a partir de 1976? ¿Cuáles legitimaron las leyes de obediencia y luego aprobaron los indultos a los genocidas? Son los mismos funcionarios que hoy dominan la nómina de ejecutivos judiciales. Entonces ¿cuál es la “virginidad” de la justicia? Es un órgano tan politizado como el que más. Por eso, una asamblea constituyente nacional y democrática (otorgando a los defensores del status quo el handicap de convocarla de acuerdo al orden predominante) deberá elaborar un nuevo texto, atacando principalmente los tópicos dogmáticos que vienen repitiéndose desde 1853. Sólo así se podrán esclarecer y resolver los conflictos que hoy paraliza institucionalmente la evolución histórica de la Nación Argentina. Mientras, a esta Corte Suprema de Justicia, a la que respetamos por su seriedad profesional, debemos reclamarle que avance sincera y responsablemente en la modernización democrática del servicio de justicia (que no es otra cosa sino eso: servicio, nada más excelso; y no las falsas dignidades medievales que se le atribuyen para darle la apariencia de nobleza intocable). Y a nosotros, que no nos confunda la vocinglería pseudodemocrática con su defensa de “las instituciones de la República”, diría otra vez Don Arturo; los intereses de la Nación y de su pueblo ostentan indiscutible supremacía: la Nación es el sujeto; la República su atributo. Superada esa zoncera, preparémonos para proyectar los progresos de este mundo en vertiginosa marcha de cambios permanentes hacia nuestro presente: ese es el verdadero sentido que se debe dar al concepto de inclusión social, así como es preciso reconocer que los derechos que merecen en igualdad de condiciones todos los argentinos se amparan ampliando y no recortando las libertades democráticas.


Qué el el Pensamiento Nacional



por Jorge Rachid

Cuando se menciona “Pensamiento Nacional” generalmente remite a la historia y dentro de ella, al mal llamado revisionismo histórico, que no es otra cosa que instalar en el contexto correcto, la visión, la lectura y la interpretación de nuestra memoria histórica, para deconstruir el relato de los vencedores de Caseros. Los mismos responsables de la Guerra de la Triple Infamia, los derrocadores cívicos militares de Irigoyen y Perón, los golpistas del 76, los genocidas de la dictadura, los avasalladores del pueblo argentino a lo largo de la historia. Pero no es eso sólo el Pensamiento Nacional, porque sería un ejercicio rememorativo y en el mejor de los casos un cambio de los contenidos curriculares de la enseñanza, lo cual constituye aún hoy, una hipoteca pendiente y deseable a concretar mas temprano que tarde. Es mucho más la construcción del pensamiento, es el sincretismo integrativo de las diferentes subjetividades que se acuñaron en nuestro país, desde los pueblos originarios a los mulatos, desde los esclavos libertos a los hijos de conquistadores españoles, asumiendo su rol nacional liberador, los inmigrantes de fines de siglo XlX y principios del XX, acoplados al criollo de nuestras pampas, que dio lo mejor de nosotros en esa síntesis superadora. Pensamiento que se fue plasmando al calor de la lucha de modelos de Nación, una lucha que a lo largo de la historia reciente, confronta las visiones ideológicas eurocentristas con la perspectiva nacional, expresada antes en la historia, trágica sin dudas, en el proceso de construcción nacional, desde las epopeyas libertadoras hasta la concreción de los procesos democráticos, en la confrontación Puerto versus Interior profundo, unitarismo-federalismo, oligarquía nacional representada por el Gral.Roca, contra oligarquía comisionista inglesa porteñista representada por Mitre, antes por Carlos María de Alvear, Rivadavia, Del Carril, Florencio Varela, personalismo y antipersonalismo en los albores del siglo XX, en el primer movimiento popular expresado por el Radicalismo irigoyenista y por supuesto hasta nuestros días entre el modelo social solidario de Perón, integrador, policlasista en su expresión de Movimiento de liberación nacional y el antiperonismo colonizador e imperial, generado por las necesidades e intereses, de quienes apuestan al país agroexportador, de economía primarizada y demográficamente debilitado. En ese juego que continúa, se expresan las corrientes ideológicas de la Argentina, rescatando ahí los aportes de los pensadores nacionales enterrados y negados por los triunfadores ocasionales, en cada tiempo histórico. Esos pensamientos, vivos hoy, son los de Artigas y la Patria Grande, Moreno y el Plan de Operaciones, Astrada, Castellani, Rodolfo Kush, Manuel Ugarte, Fermín Chávez., De La Riega, Zampay, Carrillo, el Colorado Ramos, Puiggrós, Hernández Arregui. el mismo Perón impulsor del segundo Congreso de filosofía en importancia del mundo del siglo XX, el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949 y su teoría de la Comunidad Organizada, con un pensamiento vigente al día de hoy, en función de las demandas actuales del mundo moderno. Muchos sin dudas quedaron sin mencionar ya que el camino de construcción del pensamiento y la acción que lo solidifica, se expresó a lo largo de las luchas emancipadoras y de búsqueda de soberanía nacional. No se agota la lista si pensamos en Discépolo, Homero Manzi, Marechal, Amelia Podetti, Jauretche, Scalabrini Ortiz, D’Alessandro entre otros, que fueron enterrados de la memoria colectiva por los dueños del poder usurpador y debemos rescatar, como lo hacen y lo hicieron los recientemente fallecidos Cirigliano y Porati, además de quienes siguen batallando como Jorge Bolívar, autor de “Juegos y Teorías de Dominación del Poder”, Hugo Chumbita y su aporte en “Historia crítica de las corrientes ideológicas argentinas”, Pancho Pesthana en “Que es el Pensamiento Nacional”,de donde he tomado el título de la nota, Marcelo Gullo con su libro “La insubordinación fundante”, Norberto Galasso y su inconmensurable obra, aporte y compromiso. Por supuesto la omisión supera la intención y mis disculpas por ello.

En síntesis, el Pensamiento Nacional es una construcción permanente, es la conciencia colectiva del pueblo expresada en cada momento histórico, construída en el trato cotidiano con el relato oral, tanto familiar como socialmente compartido, por los hechos históricos relatados y vividos. Esa construcción del pensamiento, siempre fue negada por los portadores de una visión acoplada a los poderes dominantes, siempre superiores, siempre exactos, frente a pensadores nacionales, que por la masa crítica que representan, siempre quedan relegados por “la Academia”, incluso no mencionados ni considerados. Por algo Arturo Jauretche planteaba, cuando se lo criticaba por la confrontación histórica revisionista, que era como la carreras cuadreras: “primero emparejemos y después largamos”. Es que tantas décadas de historia relatada desde el liberalismo negador de las categorías Pueblo y Patria, no se modifican desde posiciones académicas sino desde la construcción de nuevos paradigmas en el seno del pueblo, que en su conciencia colectiva, va creando al calor de las luchas por su dignidad. Es la “epistemología de la periferia” descripta por Fermín Chavez en esa definición magistral, que ubica al pensamiento nacional en el contexto mundial, desde su propia perspectiva histórica en el marco de Patria Grande y de reflejo cabal de los intereses del pueblo latinoamericano. Así fue a lo largo de los tiempos, que todo lo que provenga del marxismo, liberalismo, social democracia, social cristianismo, es de consumo habitual, estudio sistemático, reflexiones y disecciones de pensamientos de contextos históricos lejanos, modelos sociales diferentes, con comunidades de conformación particulares, alejadas de nuestro perfil, que son tomadas tipo verdades reveladas, junto a la historia de los países centrales, conocida por nosotros desde chicos, como si fuese nuestra, impregnada de intereses económicos colonizadores, en donde la batalla cultural se presenta como herramienta fundamental en la construcción del nuevo modelo social solidario del siglo XXl. Siempre se negó la posibilidad de construcción de un pensamiento que no contuviese esas categorías de análisis, lo hicieron los pensadores sumisos al poder central, aquellos que no asumen la epistemología de la periferia de Chavez, que una nueva centralidad es posible. Los mismos parámetros que negaron la civilización, organización y humanismo de los pueblos originarios, los que enterraron las técnicas de aniquilamiento por explotación de riquezas realizadas sobre el trabajo esclavo indígena, que cuando no alcanzó produjo el traslado masivo de esclavos africanos, la misma técnica de ocultamiento que usaron para enterrar la Patria Morena y condenar a los verdaderos patriotas al patíbulo, mientras glorificaban los verdugos aliados a los poderes imperiales de cada etapa. Los que se condenaron a Artigas a muerte por patriota, los que prefirieron entregar Uruguay al reino portugués , antes que defender la Patria Grande que exigía el caudillo Protector de los Pueblos Libres, los que subieron a los barcos ingleses y franceses en la Vuelta de Obligado, los mismos que hoy apoyan los Fondos Buitres y las empresas extranjeras, los que propician hoy, endeudarse y subordinarse a la globalización y la modernidad, la misma gestada por la arquitectura financiera, extorsiva y codiciosa del capitalismo salvaje. En esa batalla cultural, se sintetizan los anhelos y las esperanzas del pueblo argentino y sudamericano, que han visibilizado su perfil propio frente a las potencias dominantes, desde  UNASUR, CELAC y MERCOSUR, habiendo mostrado en el imaginario colectivo, una idea de región, una vocación compartida, una idea de unidad de los Pueblos, de pueblos finalmente integrados, sin fronteras, con emprendimientos comunes, transferencias de tecnologías, acreditaciones profesionales, embajadas conjuntas en el mundo, en una idea refundadora de la unidad latinoamericana, más allá de los fundamentos económicos de los tratados internacionales, habituales marcados por el capitalismo, que reducen los sueños fundadores, a una patética discusión de aranceles, que lleva a la división y disgregación regional si no existe un acuerdo previo de fortalecimiento de la unidad necesaria, para el crecimiento del bloque americano. La integración de los pueblos sudamericanos está recuperando la línea histórica de nuestro padres liberadores Artigas, Bolívar y San Martín, quienes en su concepción de Patria Grande, nos legaron el desafío de construcción de las próximas generaciones, con la piedra basal cementada por los Chavez, los Kirchner, los Lulas, los Mujicas, los Evo y los Correa, superando las amenazas y las dificultades planteadas por una construcción neoliberal, que impregnó a sangre y fuego las últimas décadas del siglo pasado, en lo cultural y en lo económico, ignorando la América Morena, profunda, multiétnica, de saberes ancestrales y épicas memorables a lo largo de la historia. Un aporte histórico ha sido en este tiempo la construcción regional en la conformación del pensamiento nacional y latinoamericano, que logró desplazar la cultura dominante por mas de 40 años, una cultura que inculcaba el individualismo atomizador y disgregador de las sociedades, que hizo del Mercado un Dios de culto junto a la única visión de vida como proyecto, que es la acumulación de dinero, en la mejorada imagen de la codicia egoísta, que ha logrado dominar al mudo capitalista, desplazando la producción por la especulación financiera, que está llevando a la ruina a los países europeos. No lo saben aún pero están escribiendo el capítulo final de un período nefasto para la humanidad, con las desgraciadas consecuencias sociales que origina. Por ellos, los que consiguieron construir un nuevo paradigma  americano, el humanismo que hoy expresa la política latinoamericana, tiene un abismo diferencial con las conductas hegemónicas del imperialismo. Un humanismo que proyecta una nueva idea de construcción colectiva, dinamizadora de los aspectos solidarios de la comunidad, integrativos a lo mejor del hombre como un ser social, que se realiza en el seno de su comunidad, donde el hombre aislado no existe, con una concepción de Comunidad Organizada que brinda el sostén necesario del estado de justicia Social, que nuestro país ya vivió en la década del 50 y que intenta revivir en medio de las batallas actuales, de la guerra cultural contra el neoliberalismo. En esa lucha se fortalece la conciencia nacional y consolida la construcción del pensamiento, fijando en cada etapa histórica los componentes nacionales y populares, que modelan el camino trazado por las grandes mayorías populares. En síntesis, el Pensamiento Nacional es el pensamiento vivo del pueblo, es la mejor arma de la batalla cultural, es la posibilidad de construir la historia cada día y no relatarla, nos transforma en protagonistas antes que en testigos pasivos de nuestro devenir, es una construcción permanente, apuntalada en la lucha por las ideas, con las movilizaciones populares, las pugnas sectoriales, elevando los niveles de conciencia de nuestro pueblo trabajador, formulando los nuevos paradigmas colectivos que iluminan las esperanzas y fogonean las utopías, que en definitiva escriben la historia de los pueblos.


Homenaje a Hernández Arregui en Córdoba



A pocos días de un nuevo Aniversario del natalicio de Juan José Hernández Arregui, el Centro de Estudios Juan José Hernández Arregui, adhiere a este acto, que seguramente tiene como objetivo, reinstalar el Pensamiento Nacional como elemento esencial del debate sobre la Argentina de hoy.

Hernández Arregui, al igual que Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y John William Cooke y tantos otros patriotas argentinos, son de lectura obligada a la hora de profundizar la Cuestión Nacional y la significación del Peronismo como Movimiento de Liberación Nacional y Social en la actualidad. Afirmó el General Juan Domingo Perón de Hernández Arregui: “
Mi juicio es que ningún argentino debía dejar de leerlo y que toda la Juventud de nuestro país debía tenerlo en la cabecera y estudiarlo profundamente. A la claridad meridiana de sus ideas, le agrega el atractivo de su literatura y su acabada erudición. La elocuencia de su exposición es un ejemplo y un honor para las letras argentinas donde es tan difícil encontrar la verdad que habla sin artificios.”

Saludamos a los compañeros cordobeses que llevan adelante la iniciativa y a todos aquellos que son capaces de debatir en profundidad nuestra historia, para poder construir el presente y transformar el futuro.




Centro de Estudios Juan José Hernández Arregui, La Plata, 27 de Septiembre de 2013

UNA NUEVA ÉPOCA DE CONSTRUCCIÓN

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