Por Iciar Recalde, noviembre 2022
El
diagnóstico nuestro es aún peor. Desde 1976 la Argentina malvive en un modelo
de desarrollo dependiente que multiplicó por veinte la cantidad de pobres,
extranjerizó patrimonio nacional y destruyó una comunidad organizada basada en
la justicia social cuyo ordenador era el trabajo. El 50 % de los argentinos
subsiste en la pobreza, el 65 % de menores de 17 años son pobres. La mitad de
los trabajadores son informales (10 millones) y subsisten de la otra mitad que
trabaja y llega a fin de mes con la soga al cuello. Se aniquiló aquello de “no existe para el peronismo más que una
clase de hombres: los que trabajan”. En fin. Sabemos que el único camino
para salir del producto planificado de décadas de destrucción espiritual y
material de la Nación, es el camino que nos lleva a las fuentes de la
nacionalidad.
Y
copio la cifra de la esperanza que sigue al realismo del cura, dice: “Sin embargo, yo creo que todo este estado de
cosas es circunstancial y no esencial. Creo que nuestra nación empiojada es
medicable. SI NO ¿POR QUÉ ESCRIBIRÍA? Y la prueba es que algunos cultos
genuinos entre nosotros (Scalabrini, Jacovella, Marcelo y seis mas) se han
alzado a la altura de lo prócer, si no de lo heroico. Solo la grandeza
cristiana es capaz de abrazar lo imperfecto.
Serán vencidos, bueno; sus hijos los
vengarán”.
A
este ritmo, o sus nietos o los hijos de sus nietos.