jueves, 28 de octubre de 2010

¡LA HISTORIA NOS ESTA TOCANDO LOS HUEVOS Y LOS ARGENTINOS VAMOS A DEFENDER LO CONQUISTADO!

Ernesto Jauretche
La Plata,
con el corazón en la mano,
perdón por eso,
a las 15 hs. del 27 de octubre de 2010



Pasado el instante del estupor, la irreparable sensación de pérdida y la pena ante la vulnerabilidad de la persona humana, nos inunda la incertidumbre por el futuro. Tenemos confianza en Cristina; sí: mostró tener tantos ovarios como cojones tenía Néstor, primer Secretario General de la UNASUR y último ex Presidente de la República Argentina, cuya muerte parece señalar cierta similitud con la suerte que le tocó al primer Secretario de la Junta de Gobierno de las Provincias del Río de la Plata, Mariano Moreno.

¿Demasiado? Ni sí ni no; pasado, presente y futuro, todos hombres de carne y hueso: la historia dirá. Hoy el pueblo está llorando, no sé si es el momento de alertas públicas. Puta que la parió a la muerte. Inoportuna y desleal (nada peronista). Llorar, sí. Pero reemplazar con organización, solidaridad y amor.

No sería sano ni constructivo ocultar que, ante este alto en el camino a que nos obligan el luto y la reflexión, muchos de los viejos peronistas revivimos aquel infausto día en que murió Juan Domingo Perón. Tenemos miedo, otra vez; que la razón nos consuele. El mismo paradójico y atroz síndrome de orfandad. Lo criticamos porque estaba lleno de gorilas el gobierno popular; pero nos invadía el desasosiego: “Se murió el viejo, ¿qué va a ser de nosotros?”

No me parece que la situación del país sea parecida, sin embargo. En aquellos ya lejanos ´70 nos disputábamos un país de democracia inmadura e instituciones atrasadas como resultado de 18 años de proscripción de las mayorías y de gobiernos ilegítimos o dictatoriales; pero con una economía en pie, que el movimiento obrero organizado y la juventud combatiente supieron defender levantando el lema generoso: “Si todos los argentinos estamos mejor, los trabajadores estaremos mejor”. Además, estábamos aislados en el tercer mundo y en una Suramérica en retroceso.

La democracia de la derrota, de la renovación peronista que separó al movimiento social -la sangre del peronismo, la fuente de la militancia- del partido justicialista, convirtiéndolo en el zoombie cipayo y maloliente que nos deparó la trágica década de los 90, viene siendo superada. Ya no es 1974 ni 1983; y mucho menos 1989.

En aquellos días el país había perdido el rumbo; hoy el derrotero está trazado. No desviarse y, para no errar, inventar, crear, atreverse a erigir en realidades los sueños, por más inalcanzables que parezcan.

Hoy pensamos en cómo constituir un país. Y no pretendemos reconstruir aquel, ya perimido, que enterraron junto con 30 mil compañeros el golpe del 76 y la década menemista. No estamos velando la Patria perdida: cultivamos una nueva Nación, igualitaria y soberana; orgullosa de sus orígenes indígenas, hispano-criollos; heredera de los valores de la tradición judeocristiana y los principios de la solidaridad y el trabajo. Queremos la Patria de siempre, la de San Martín, Artigas y Bolívar: la suramericana.

Ellos vienen por todo, para atrás; y no sólo quieren regresar al 2003: vendrán otra vez por la cabeza y los pies de todos nosotros: por los radicales irigoyenistas, por los cabecitas de 1943, por los militantes de la Resistencia Peronista, por los laburantes que hicieron el Cordobazo, por los combatientes de las organizaciones revolucionarias, por los estudiantes progresistas, por los delegados de base de las fábricas, por las organizaciones libres del pueblo.

Atentos compañeros: no estamos solos y la ocasión es propicia. Entenderlo, nos obliga a redoblar esfuerzos. Brasil nos necesita, Bolivia es apenas un faro, Chile debe abrirse al destino bioceánico, Venezuela acompaña solidaria y generosa, y hasta México mira la esperanza que todos los hombres justos del mundo depositan en el destino de la América Latina como reservorio de valores y principios y como acopio de audaces novedades políticas, sociales y económicas que el mundo necesita para recobrar el rumbo de la dignidad humana y salvar a la especie de su autodestrucción.

Si la ecuación es económica, todo nos ampara, desde la demanda mundial de nuestros alimentos hasta la crisis financiera del capitalismo del agio y la especulación. Es nuestro momento. Vamos al frente, con vigor y confianza, compañeros.

Aunque ahora, a partir de su ausencia, comprobamos la importancia que tiene un caudillo en política, ojo, la cuestión que se abre no es de nombres, de personas; no se trata de pensar el simple reemplazo de un hombre. ¿Qué estructura, qué colectivo de poder, qué pedazo de Estado, qué organización política queda en pie para dar continuidad y profundizar el camino de justicia social que tan laboriosamente viene abriéndose desde 2003? ¿Cuál es el proyecto, el programa, el ideal por el que pelear?

A la hora de la previsible ofensiva del retroceso, la mediocridad y la depravación, vamos a combatir por un gobierno ético con un proyecto épico: una Nación justa, libre y soberana en la patria grande suramericana.

Los partidos políticos a 122 años

        Alberto Buela (*)   En la tranquilidad de en este tiempo que me toca vivir encontré en la biblioteca un viejo libro del autor bi...