ENTREVISTA A LUIZ MONIZ BANDEIRA
20 de junio de 2016
Por Martín Granovsky
–¿Hay un patrón común que una la política desplegada por
Macri y el golpe en Brasil?
–Sí. Hace mucho tiempo que los Estados Unidos buscaban un
cambio de régimen en la Argentina y Brasil, dos países que en el 2005
frustraron la conformación del Area de Libre Comercio de las Américas.
Procuraron hacerlo por vía electoral. Alcanzaron su objetivo en la Argentina
con la victoria de Mauricio Macri. En Brasil no. Dilma Rousseff venció, aunque
por pequeña diferencia de votos, el candidato neoliberal Aécio Neves. Pero la
crisis económica, la recesión agravada por los errores políticos de la
presidenta Dilma Rousseff, la caída de su popularidad, las denuncias de
corrupción en la Petrobrás, etcétera, crearon el clima para que la oposición
pudiera promover el proceso de impeachment, que todavía debe ser confirmado por
el Senado. Sin embargo, el gobierno del presidente provisorio Michel Temer
desde luego pasó a actuar como definitivo y a desarrollar una política para
atender a los intereses de Washington y Wall Street.
–Usted estudió con mucho detalle la relación entre los
Estados Unidos y Brasil. ¿Hay indicios o pruebas de una participación de los
Estados Unidos en el golpe de Michel Temer?
–Los indicios son muchos. Tanto el juez Sergio Moro, del
Lava Jato, como el fiscal de la República Rodrigo Janot mantienen contacto con
organismos de los Estados Unidos. El fiscal Janot estuvo allá en reuniones con
el Departamento de Justicia, el FBI y funcionarios de la Securities and
Exchange Comission (SEC) buscando datos sobre la Petrobrás. Moro realizó cursos
en el Departamento de Estado en 2007. En 2008 pasó un mes en un programa
especial de entrenamiento en la Escuela de Derecho de Harvard, acompañado por
su colega Gisele Lemk. Y en octubre de 2009 participó de la conferencia
regional sobre “Illicit Financial Crimes” promovida en Rio de Janeiro por la
Embajada de los Estados Unidos. Pero no hay indicio más evidente de sus
conexiones que el hecho de que Moro haya sido elegido como uno de los diez
hombres más influyentes del mundo por la revista Time en 2015. Además la
Operación Lava-Jato tuvo y tiene como blanco las compañías como Petrobrás y
como Odebrecht, que promueve la construcción del submarino nuclear con
tecnología francesa.
–¿Influyó en la relación Brasil-Estados Unidos la
construcción de un submarino junto con Francia?
–Es que esa iniciativa no conviene de ningún modo a los
Estados Unidos, que mantienen la 4ª Flota navegando en el Atlántico Sur, cerca
de las reservas de petróleo que están debajo del pré-sal, el conjunto de
formaciones rocosas ubicadas en la zona marítima de buena parte del litoral de
Sudamérica. Principalmente a lo largo de Brasil y con un gran potencial de
generación y acumulación de petróleo.
–¿También en la Argentina?
–Las reservas petrolíferas de la compañía inglesa
Lockhopper’s North Falkland hasta mayo de 2016 se han duplicado hasta llegar a
más de 300 millones de barriles. Las estimaciones a las que tuve acceso indican
que el potencial en la zona es de casi mil millones de barriles. Otras dos
compañías inglesas estaban por operar en los yacimientos petrolíferos de
Malvinas. La victoria de Mauricio Macri aumentó el apetito de inversiones de
Estados Unidos en la región. Éste es posiblemente uno de los factores que
llevan a los Estados Unidos a entablar negociaciones para la implantación de
una base militar en Ushuaia, en la Patagonia y más cerca de la Antártida,
además de otra en la Triple Frontera, donde está parte del Acuífero Guaraní, el
mayor manantial subterráneo de agua dulce del mundo, con un total de 200.000
km2. Es manantial transfronterizo, que abarca a Brasil (840.000 Km²), Paraguay
(72.500 Km²), Uruguay (58.500 Km²) y Argentina (225.000 Km²).
–Pero las bases no están. ¿O sí?
–Las bases aún no existen pero tengo información de que
están siendo negociadas con Macri. Es una vieja intención de los Estados Unidos
y ahora aprovechan la situación política favorable. Las bases tienen una
tipología común. Se llaman “quasi-bases”, módulos que puedan servir en caso de
emergencia. En Paraguay empezaron con la construcción una gran pista de
aeropuerto en Mariscal Estigarribia. Esa “quasi-base” fue empezada en 1980, con
la construcción de módulos para alojamiento de 16 mil soldados, y después
ampliada con la pista del aeropuerto, radares y hangares. Luego frenaron en
gran medida debido a presiones de Brasil y no estacionaron ningún contingente
militar aunque ya tenían la garantía de inmunidad a los soldados por parte del
Senado de Paraguay desde 2005.
–¿Qué tipo y profundidad de vínculos mantienen los Estados
Unidos con las Fuerzas Armadas de Brasil?
–Las Fuerzas Armadas de Brasil mantienen relaciones
cordiales y de colaboración, en diversos sectores, con la Fuerzas Armadas de
Estados Unidos. Pero hay desconfianza. Desde la guerra de las Malvinas, en
1982, la primera hipótesis de guerra en estudio por el Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas de Brasil es la de un conflicto con una potencia
tecnológicamente superior, por ejemplo con los Estados Unidos, en la Amazônia.
Y los altos mandos del Ejército, la Marina y la Aeronáutica son conscientes de
que los Estados Unidos no quieren el desarrollo de Brasil como potencia
militar, con un papel internacional. Por eso el Pentágono insiste en que las
tareas de las Fuerzas Armadas brasileñas sean solamente de policía interna.
Nuestros militares no lo aceptan. Las contradicciones son muchas. Y las
condiciones en Brasil y en el mundo no son las mismas de 1964, año del golpe
militar. El último ministro de Defensa de Dilma, Aldo Rebelo, era del Partido
Comunista de Brasil. No hubo ningún problema.
–¿Existe un diseño continental de los Estados Unidos?
–Hay un diseño geopolítico y estratégico de Washington en la
instalación de una base en Ushuaia y otra en la Triple Frontera, como ya le
comenté. Su objetivo es recuperar y aumentar la presencia militar en la América
del Sur, que parece haberse reducido desde que perdieron la base de Manta, en
el Ecuador, y desde que la Corte en Colombia consideró inconstitucional la
instalación de siete bases. Bases reconocidas como tales existen en El Salvador
(Comalpa), Cuba (Guantánamo), Aruba, Curaçao y Puerto Rico. Al mismo tiempo los
Estados Unidos mantienen en América Latina bases informales y legalmente
ambiguas. El Pentágono las llama quasi-bases para evitar tanto el escrutinio
del Congreso como la reacción de los países. Las quasi-bases están en Perú,
Honduras, Costa Rica, Panamá, Ecuador y Colombia, entre otros países, a lo
largo del litoral del Pacífico. Las quasi-bases en la Antártida y la Triple
Frontera representan una amenaza a la soberanía de Argentina y a la seguridad
de Brasil. El presidente Lula había rechazado el acuerdo para que Estados
Unidos hicieran la bases de lanzamientos de cohetes en Alcántara, al norte de
la Amazonia.
–¿Cómo se articulan el poder del dólar, el militar, el del
comercio y el soft power de la cultura, el consumo o las series?
–Los Estados Unidos usan presiones comerciales, maniobran el
mercado mundial, y emiten sanciones económicas mientras los medios corporativos
de comunicación despliegan su propaganda y se convierte en instrumentos de
psy-ops, operaciones de guerra psicológica.
–Usted nombró a la USAID, la agencia de los Estados Unidos
para el desarrollo internacional. El presidente Evo Morales la expulsó.
–El peso de la USAID es muy variable en los distintos
países. Bolivia fue el segundo país después de Rusia en expulsar a la USAID. Y
lo hizo porque tenía un papel clave en el estímulo a la oposición. El
presidente de Ecuador, Rafael Correa, amenazó hacer lo mismo. La USAID coopta
periodistas, financia la instalación de prensa y radio contra el gobierno del
país, etcétera.
–¿Los Estados Unidos tomaron alguna determinación específica
sobre Sudamérica o aprovecharon la debilidad de los regímenes populares o
progresistas?
–Parecería que los Estados Unidos ahora volvieron la
atención para América del Sur, que no estaba en las prioridades de su política
exterior. Pero su perspectiva es incierta por la posibilidad de victoria de
Donald Trump en las elecciones de noviembre. Igualmente, con o sin él en la
Casa Blanca tampoco es segura la aprobación por parte del Congreso de los
tratados de libre comercio ya firmados por el presidente Barack Obama.
–¿Hay alguna novedad geopolítica en el mundo?
–Ninguna reciente. Sigue el impasse entre los Estados Unidos
y Rusia en el conflicto de Ucrania y en la guerra de Siria. Mientras tanto, la
OTAN continúa moviéndose cerca de las fronteras de Rusia. Hay una guerra
híbrida ente las grandes potencias –Estados Unidos, Rusia y China–, pero no
creo que pueda ocurrir una confrontación militar directa. Alemania, Francia y algunos
otros países no quieren guerra en Europa. Por otro lado, los movimientos de la
OTAN, alegando la amenaza de Rusia a Polonia y a los Estados Bálticos, pasan a
ser un gran pretexto para alimentar una industria bélica de la cual dependen
miles de empleos en Estados Unidos.
–¿Qué papel juegan Rusia y China en Sudamérica?
–El rol de Rusia no es muy relevante. Está involucrada en
Ucrania y Siria. Venezuela, desde el gobierno del ex-presidente Hugo Chávez,
intentó un acercamiento a Rusia. Pero no había ninguna posibilidad de que Moscú
quisiera intervenir en Sudamérica. En cuanto a China, la situación es
diferente. Tiene mercado y posee enormes recursos financieros para invertir.
Más que los Estados Unidos. Su papel es cada vez más relevante. Es el mayor socio
comercial y el principal inversor de capital en Brasil, con cifras previstas
superiores a los 54 mil millones de dólares, y el segundo mayor socio comercial
de la Argentina, después de Brasil.
–Si se analiza el golpe en Brasil, ¿Eduardo Cunha fue la
cabeza de una conspiración?
–Cunha sirvió solamente como instrumento para la
presentación del pedido de impeachment. Es un corrupto, ya bastante
desmoralizado, y pronto será descartado, expulsado del Congreso y posiblemente
preso. El gobierno de Temer es débil. Carece de legitimidad y apoyo popular. Es
un gobierno totalmente podrido, corrupto. Y sirve a los intereses
antinacionales.
–Si Cunha fue solo un instrumento, ¿de dónde vino el plan?
–En Brasil hubo y sigue habiendo una aguda lucha de clases,
fomentada principalmente con recursos financieros que llegaron no solamente de
las organizaciones empresariales de São Paulo y de otros sitios del país sino
también del exterior, por medio de ONGs, financiadas, directa o indirectamente,
con recursos de grandes capitalistas como George Soros y David y Charles Koch.
Los hermanos Koch son la base del Tea Party. También financiaron a las ONGs
ricos como Warren Buffett y Jorge Paulo Lemann, propietarios de los grupos
Heinz Ketchup, Budweiser y Burger King, y socios de Verônica Allende Serra,
hija del actual canciller, José Serra, en la heladería Diletto. No se puede
dejar de considerar el eventual rol de organizaciones vinculadas al gobierno de
Estados Unidos, entre las cuales cito el National Endowment for Democracy (NED)
y la USAID.
–¿Qué factor aceleró el ataque contra el gobierno de Dilma
Rousseff?
–En Brasil hay una poderosa facción empresarial. Se sumó el
sector de la clase media que siempre odió las políticas de Lula mantenidas por
Dilma. Agreguemos que a Washington nunca le gustó la política exterior que
Brasil desarrolló desde 2003. La esperanza de Washington era influir para
cambiar el rumbo del país si ganaba en 2014 Aecio Neves, y volvía al poder el
partido que se intitula de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), el de Fernando
Henrique Cardoso. Pero era visible antes de las elecciones de 2014 que Dilma
Rousseff seria elegida. Por eso la campaña contra ella empezó ya en 2013, con
las manifestaciones de junio en São Paulo, Brasilia y otras ciudades y los
abucheos a funcionarios durante la Copa del Mundo, una estrategia basada en el
manual del profesor Gene Sharp, De la Dictadura a la Democracia, para el
entrenamiento de agitadores y activistas, en cursos en la universidades
americanas e incluso en las embajadas de los Estados Unidos. Los grandes medios
corporativos, pertenecientes a la oligarquía, actuaron con fuerza decisiva para
el derrocamiento de la presidente en estrecha alianza con el juez Moro y el
fiscal Janot, que la nutrían con informaciones capciosas, selectivas, contra el
PT y el ex presidente Lula.
–¿Qué elementos fueron clave en la caída de popularidad de
Dilma?
–No se debió solo a la campaña de prensa sino también a los
errores de la política económica que implementó cuando imaginaba que así podía
contener la oposición del empresariado. De las protestas, con el pretexto de
combatir la corrupción, participaron sobre todo blancos y ricos de las capas
medias y medias altas. Y hoy está claro que los más corruptos son los que
asumieron el gobierno con Temer, cuyo programa es, sobre todo, la privatización
de las empresas estatales y la supresión o reducción de los beneficios sociales
en busca de la austeridad.
Pero fueron muchos los factores que llevaron Washington a
trabajar con las capas medias y altas de Brasil en la campaña por el
impeachment de la presidente Dilma Rousseff. Brasil ha denunciado en las
Naciones Unidas el espionaje de la National Security Agency (NSA) monitoreando
las comunicaciones de la Presidenta y la Petrobrás. Dilma llegó a cancelar una
visita de Estado a los Estados Unidos en señal de protesta. Compró aviones en
Suecia, lo que representó duro golpe para la división de defensa de la Boeing,
con la pérdida de un negocio por un valor 4.500 millones de dólares. Siguió con
el programa de construcción del submarino nuclear y otros convencionales, con
transferencia para Brasil de tecnología francesa. No compra más ningún equipo
militar en los Estados Unidos, porque el programa nacional de defensa,
formulado y aprobado por el gobierno de Lula, solamente lo permite con
transferencia de tecnología para Brasil, cosa que no autoriza una ley del
Congreso de los Estados Unidos. Brasil es miembro fundador de nuevo Banco de
Desarrollo de los BRICS, instituido en Shangai. Y a los Estados Unidos les
interesa acabar con el Mercosur, la UNASUR y otros órganos sudamericanos
creados juntamente con Argentina.
FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-302162-2016-06-20.html