lunes, 6 de enero de 2020

Soleimani: un asesinato que puede cambiar la historia


Por Juan Gabriel Labaké
El terrible asesinato del líder militar y político iraní señor Qassem Soleimani, perpetrado por una orden expresa del presidente norteamericano Donald Trump, ha producido un impacto de trascendencia planetaria. Para algunos observadores internacionales ese crimen podría significar, incluso, el desencadenamiento de una guerra de ámbito mundial.
Ese peligro, que parecía inminente en las primeras horas posteriores al asesinato, se ha reducido en buena medida por el acuerdo telefónico logrado entre el canciller chino Wang Yi, y su colega ruso Serguéi Lavrov.  De acuerdo con la información recibida en forma directa de nuestro compañero y periodista Gabriel Fernández, ambos ministros de Relaciones Exteriores “acordaron aceleradamente adoptar medidas conjuntas para resolver pacíficamente los conflictos en Oriente Medio”. Luego, los presidentes de ambos países “homologaron” el acuerdo ministerial.
Al margen de sus derivaciones, que son incalculables y siempre graves, la provocación del presidente norteamericano, sumada a la dura respuesta de Irán ya la actitud adoptada por China y Rusia plantean para nuestro país una serie de inquietudes que es necesario analizar y afrontar sin filtro alguno.
En primer lugar, el asesinato de Soleimani nos demuestra con toda crudeza que Estados Unidos exigirá a la Argentina, como a cualquier otro país de Latinoamérica, una obediencia ciega y total a sus deseos y una adhesión acrítica a sus estrategias internacionales de poder, a la hora de “ayudarnos” en nuestros problemas económicos en general y en el tema de la deuda en particular. Para el señor Trump y su equipo no hay términos medios ni diálogo auténtico alguno: si necesitamos su ayuda, exigirán la obediencia debida.
En segundo lugar, este asesinato en Bagdad ha desnudado lo que hace tiempo se viene observando en el mundo: Estados Unidos ya no es la potencia hegemónica de la década de 1990 y de 2000. Hoy, cualquier exceso norteamericano, semejante al producido con el asesinato de Soleimani, tendrá una respuesta de China y Rusia.
En tercer lugar, y tal como viene sucediendo en los últimos años, la respuesta chino-rusa a los desplantes de Estados Unidos no será bélica, sino tendiente a apaciguar los ánimos y arreglar las diferencias en la mesa de negociaciones. Está claro que esto no se debe a ningún beatífico espíritu pacifista, sino a la seguridad de China y Rusia de que el tiempo juega a su favor.
A su vez, la actitud provocadora de Estados Unidos responde a la creencia de buena parte de su dirigencia de que, mientras más se demore en hacerle la guerra a China, más segura será su derrota. Esa brutal disyuntiva fue expuesta por primera vez por Henry Kissinger en uno de sus libros, en el cual llegó a proponer que, antes de que fuera demasiado tarde, Estados Unidos debía apresurarse a tirar una bomba atómica en Pekín o Shangai para frenar el desarrollo chino. El problema para los EEUU y sus satélites parece ser que ya es tarde.

UN NUEVO PANORAMA PARA NOSOTROS
Todo ello abre un nuevo panorama para que la Argentina.
Sin exageración y al margen de cualquier sectarismo, podemos afirmar que desde el día en que la dictadura militar derrocó al gobierno constitucional de Isabel Perón, la Argentina ha confiado exclusivamente en el apoyo norteamericano para la solución de sus problemas económicos y financieros, aún a costa de tener que practicar el conocido “seguidismo acrítico” en todos los rubros de nuestro accionar oficial.
Y siempre el problema fundamental, que ató y ata a la Argentina a los dictados de Estados Unidos, ha sido y es la deuda externa y la necesidad del apoyo norteamericano ante el Fondo Monetario Internacional para lograr los sucesivos acuerdos-ajustes con ese organismo.
De esa forma, la dictadura militar apoyó a “la contra” nicaragüense y participó del terrible Operativo Cóndor, propuesto e impulsado por los Estados Unidos.
También Alfonsín, en búsqueda del apoyo norteamericano en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, acató las presiones de Washington que le exigían despedir a su buen ministro de economía Bernardo Grinspun, y reemplazarlo por un hombre “amigo” de EEUU, como fue Juan Vital Sourrille.
Nada hay que agregar a lo ya sabido sobre el “seguidismo acrítico” hacia la estrategia política norteamericana que practicó Carlos Menem y su superministro Domingo Cavallo, a cambio de un supuesto apoyo económico y del galardón “engañabobos” de “mejor alumno” con que engolosinaron a nuestro entonces presidente.
Y, finalmente, durante los 12 años de gobierno kirchnerista el apego de nuestro país a la estrategia internacional de Estados Unidos -siempre debido a la deuda- no varió en lo fundamental, tema que por su delicadeza y extensión queda para otra oportunidad.
Lo cierto es que, hoy, la Argentina está siendo literalmente sitiada por Estados Unidos para obligarla, sin ningún miramiento, a seguir –punto por punto- los objetivos internacionales del país del norte, y siempre con la promesa de que, si aceptamos sus condiciones, nos ayudará a renegociar la deuda con el FMI.

Las advertencias de LA NACIÓN
Sugestivamente, LA NACIÓN, el tradicional diario liberal de la Argentina, en su edición impresa del 4-1-2020, ha dedicado un artículo, firmado por una de sus secretarias de redacción, la señora Inés Capdevila, a recordarnos cuáles son las exigencias de Estados Unidos para un eventual apoyo en nuestras tratativas con el FMI.
Nos recuerda la señora Capdevila lo difícil que será aislar a  la Argentina de la política global (de EEUU, claro está), lo complejo que es hacer equilibrio en un mundo dividido en bandos y lo peligroso que podría ser supeditar la relación con otros países a la necesidad de políticas internas.
A continuación, y para que no queden dudas, la señora Capdevila enumera los temas “peligrosos” y cita:
Volver a debatir la muerte de Alberto Nisman y, por detrás de ella, el atentado contra la AMIA y la participación de Irán en él.
La probable auditoría del peritaje de la gendarmería.
La pretensión de la ministra de seguridad, Sabina Frederic, de revisar la calificación de grupo terrorista efectuada contra Hezbollah por Macri.
Además, le recuerda al presidente Alberto Fernández que cualquier posición que tome frente a la muerte de Soleimani será analizada con microscopio dentro y fuera de la Argentina; incluso, agrega, si el gobierno de Fernández decide mantener silencio y distancia frente a ese atentado, las necesidades económicas le recordarán que no es tan fácil mantener a la Argentina fuera del mundo.
Sigue diciendo la señora Capdevila que, pocos días después de que ganara las elecciones presidenciales, Fernández recibió la llamada del jefe de Estado norteamericano con la promesa de que contarán con su apoyo cuando la Argentina se siente a negociar con el FMI. Y agrega: Fue una advertencia de que ese respaldo tan vital para el país no será gratuito (…) Eso ya lo dejó claro Donald Trump desde mediados de noviembre cuando le llamó la atención a Alberto Fernández por su respaldo al ex presidente boliviano Evo Morales”.
También hace pocos días, afirma Capdevila, la Embajada norteamericana publicó un sugerente twits sobre la conveniencia de rechazar el sistema 5G chino.
En resumen, para darnos su apoyo ante el FMI, EEUU nos ha exigido hasta ahora:
o   No investigar la muerte de Nisman.
o   No auditar el peritaje de la Gendarmería.
o   Seguir la actual falsa y tramposa investigación del atentado a la AMIA.
o   Mantener la acusación sin ninguna prueba contra Irán.
o   No revisar la absurda calificación de terrorista de Hezbollah.
o   No apoyar a Evo Morales.
o   No comprar el sistema chino de 5G.
Con el asesinato de Soleimani, concluye la periodista, la escalada con Irán se transformó en el máximo conflicto para Estados Unidos, de modo que el presidente Fernández debería preguntarse si, en casos “menores” como el de Bolivia o del 5G, Estados Unidos exigió “fidelidad”, ¿qué demandará a cambio de su aval ante el Fondo Monetario Internacional en el escenario de una guerra con Irán?
Ante tan arbitrarias exigencias de EEUU para apoyarnos ante el FMI, y en vista de la voluntad “mediadora” de China y Rusia en el asesinato de Soleimani, es dable preguntarse si no habrá llegado el momento de iniciar conversaciones con Rusia y China para tener un contrapeso que ponga las cosas en su justo medio, o al menos lejos de un extremo avasallante como el que el señor Trump pretende. Después de todo, es bien sabido que China ha manifestado al actual gobierno argentino que “está en condiciones de comprar toda la deuda de la Argentina”… lo cual dejaría a EEUU sin el látigo con el que nos tortura y amenaza.
Buenos Aires, 5 de enero de 2020.







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