Por Aldo Duzdevich para LMNEUQUEN
Olga Ruiz,
Investigadora de la Universidad de la Frontera, Temuco, al analizar lo ocurrido
en los años setenta en Chile expresa: “los grandes relatos sobre nuestra
historia reciente se han construido centrados en el heroísmo y la
victimización, esquema binario que se afirma y consolida en la figura del
traidor. Se trata en realidad de una triada (héroe-víctima-traidor) en las que
el quebrado concentra -como un chivo expiatorio- las contradicciones, los fracasos
y la derrota de la izquierda chilena. Es más sencillo atribuir la caída
sostenida de militantes a unos cuantos traidores que analizar críticamente las
políticas adoptadas por las dirigencias de las organizaciones revolucionarias.”
El relato de la historia reciente de
nuestro país, está construido sobre el mismo esquema: héroes-victimas y
traidores. En el caso argentino, según el paradigma montado por los
periodistas y escritores ex-militantes de las organizaciones ERP y Montoneros,
el principal “traidor” culpable de sus fracasos se llama Juan Domingo Perón. A
quien se agregan la llamada “burocracia sindical”, y todos los que cuestionaban
la política de la conducción de Montoneros. En ese relato, la supuesta
“traición a los jóvenes”, comenzó el 20 de junio de 1973 en lo que Verbitsky
bautizó “la masacre de Ezeiza”.
En mi libro “La
Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón”, dedique más de 20 páginas
para analizar los hechos de Ezeiza, con el testimonio de 50 protagonistas. Tal
vez uno de los testimonios más claros en términos políticos fue el de Marcela Durrieu, quien en ese momento
era un cuadro orgánico de Montoneros: "No sé cómo empezó el tiroteo, pero
un enfrentamiento, por grave que sea, no es lo mismo que una masacre y no es
cierto que los montoneros habían concurrido desprevenidos y no imaginaran un
posible enfrentamiento (...) Ezeiza fue una excusa perfecta para comenzar la
estrategia de victimización y enfrentamiento frontal con el peronismo y con
Perón. La insistencia en destacar que había sido una emboscada, en asignarse
todos los muertos y heridos, en magnificar los hechos y en diluir la
trascendencia de la imposibilidad del descenso de Perón fueron una política
dirigida a convencer al país y a la tropa propia de la condición de víctimas. La Conducción de Montoneros tenía resuelto,
o consideraba irremediable el enfrentamiento con Perón, desde el día en que
quedó claro el regreso, sólo faltaba resolver el momento y la forma y, supongo
que consciente o inconscientemente, el inicio fue Ezeiza"
Días antes, el 9
de junio, en conferencia de prensa el líder montonero Mario Firmenich dijo : “El control del gobierno deberá hacerse de
distintas formas (…) a través de las distintas estructuras del Movimiento
Peronista; y por medio de nosotros mismos como organizaciones político
militares. Quienes incurran en desviaciones o traiciones serán pasibles de
las medidas punitivas que establezca la justicia popular.” O sea, advertía ya,
que quienes ingresaran en la categoría “traidores” iban a ser asesinados.
Ese mismo día,
en un acto de conmemoración del levantamiento del 9 de junio de 1956, que se
realizó en José León Suarez, miembros de las FAR en un enfrentamiento,
tirotearon y mataron al dirigente sindical textil Aldo Rubén Romano.
Este era el clima
político con el que se preparaba el acto de recibimiento a Perón en Ezeiza.
LOS INCIDENTES DE EZEIZA
Las disputas por
llegar con los carteles de una agrupación más cerca del palco, son un clásico
de los actos peronistas. Lo eran hacen 50 años y lo son ahora. Y lo que empieza
con empujones por ganar lugar, muchas veces termina con palazos y piñas.
La movilización
a Ezeiza, el 20 de junio de 1973 para
recibir a Perón después de 18 años de exilio fue el acto político más grande de
nuestra historia. Creo, solo equiparado o superado por lo que se vio en la
Richieri el 20 de diciembre del 2022 en el recibimiento a la Selección
Nacional.
Es cierto, que
las columnas de la JP Regionales con carteles de FAR y Montoneros eran las más
numerosas de la movilización. Pero, como bien cuenta Carlos Flaskamp, por
entonces miembro de la conducción de las FAR de La Plata: “Estaba claro que
para Ezeiza el convocante era Perón. La gente se movilizaba para ir a ver a su
líder. Lo que nosotros aportábamos eran la organización y el esfuerzo militante
para hacer llegar la gente hasta el lugar del encuentro. Pero, en los carteles
que portaban nuestros activistas se hablaba poco de Perón y mucho de FAR y
Montoneros”.
Las columnas de
JP, lograron llegar y colocar sus carteles bien frente al palco, eso se puede
observar en las fotos panorámicas de la Richieri. Y, durante los incidentes nunca hubo disparos desde el palco hacia la
multitud que estaba frente al palco. Eso hubiese producido un desbande y
estampida, como las que hemos visto en La Meca, que se cobraron miles de vidas.
Quienes estábamos frente al palco, sentíamos el silbido de balas, que en
realidad eran los disparos (de armas cortas) realizados desde atrás el palco,
que pasaban por arriba y llegaban casi sin fuerza al otro lado.
La organización
había previsto (como hoy día se hace en cualquier acto ) una zona de acceso
para la comitiva de Perón detrás del palco. El tramo de Richieri que va desde
el aeropuerto hasta el rulo de la ruta a Cañuelas. Esa zona detrás del palco debía estar libre de público. Una parte de la
columna de JP Montoneros que venía desde el sur, optó por pasar por detrás del
palco para ir a ubicarse del otro lado. Pero al intentar pasar chocaron con los
miembros de la custodia del palco. Primero fueron empujones y cadenazos,
hasta que alguien hizo el primer disparo que desató el caos.
Carlos Flaskamp relata que la cabeza de
la columna sur, pudo ubicarse muy cerca del palco, en el sector derecho. Pero,
la parte de atrás de la columna que no había podido acercarse hizo un giro por
detrás del palco para intentar ubicarse en la izquierda. “Este movimiento
parece haber sido mal interpretado por la custodia que supuso que la columna
Sur se aproximaba al palco con intención de tomarlo por asalto y abrió fuego.
Para nosotros que estábamos ubicados adelante y a la derecha del palco (…) los
de la custodia aparecían haciendo fuego en dirección contraria. Por lo tanto (…)
optamos por permanecer en nuestra posición convencidos que nuestra columna era
ajena a los enfrentamientos.”
La comisión
organizadora del acto había dispuesto que la custodia del palco estuviese a
cargo de militantes, excluyendo a las policías federal y provincial. El jefe
operativo era el ex- tte. coronel Jorge
Osinde y el ex-capitán Ciro Ahumada. Tenían presencia en el palco varios
militares y gendarmes retirados muchos de ellos vinculados al COR (Centro de
Operaciones de la Resistencia) dirigidos por el general Miguel Ángel Iñiguez, de destacada actuación en los años de la
Resistencia Peronista. Se habían sumado militantes pertenecientes al Comando de
Organización (CdO), Concentración Nacional Universitaria (CNU) Juventud
Sindical Peronista (JSP), la JPRA y otros grupos menores. Muchos de ellos
estaban armados con escopetas Ithaca y ametralladoras.
Por el lado de
la JP Montoneros Mario Firmenich dirá a
Felipe Pigna : “Fuimos con armas cortas. No hubo ninguna directiva de ir armado...
es que normalmente la gente iba armada. El activismo iba armado, el nuestro, el
del Comando de Organización, cualquiera. En este sentido, en Ezeiza debió haber
muchísima gente armada, pero en proporción poquísima: para dos millones de
personas habrá habido 5 mil armados.”
El ex-jefe
militar de las FAP de Taco Ralo Nestor
Verdinelli recuerda: “Nuestros compañeros, como nosotros mismos que íbamos con
la columna FAP de Capital, llevábamos armas cortas. Por si era necesario
organizar una defensa. Se suele decir que también los montos llevaban nada más
que armas cortas. Lo que no es cierto: en la
columna Sur iban compañeros montoneros armados con metralletas y fusiles FAL.”
El ex militante montonero Oscar Balestieri dice:
“En los hechos, la indicación fue ir a Ezeiza con armamento liviano. En el
grupo que voy, seis u ocho compañeros llevábamos pistolas 22. Sin embargo,
Quique Padilla iba en un ómnibus con una ametralladora Madsen pesada que nunca
llegó a Ezeiza porque no la podía ni sacar; estaba montada en la parte de atrás
de un ómnibus y solo paseó”.
Cinco mil militantes de la JP armados “con
cortas” tropezando con 300 pesados del palco , equipados con armas largas
era un cóctel explosivo que cualquier chispa podía hacer volar por los aires. La cifra oficial de 13 muertos, es un
resultado “milagroso” en un espacio donde había dos millones de personas.
Es difícil saber
quién disparó el primer tiro y casi que no es trascendente. Cuando hay en un
sitio tanta gente armada, lo más posible es que ante la sola explosión de un
globo, la mayoría saque sus armas y comiencen los disparos. Esto fue lo que
sucedió en Ezeiza. Enfrentamientos entre
grupos rivales, incluso entre ellos mismos, puesto que la confusión fue tan
grande que nadie distinguía cuál era su bando.
Prueba de la
confusión que reinaba, es la famosa foto del joven izado de los pelos al palco.
En 2010 una investigación del profesor Enrique Arrosagaray de Avellaneda,
develó su identidad. Su nombre es Jose
Rincón era militante de la JPRA, había ido en la columna de Herminio Iglesias.
Con él, subieron también a Leonardo Torrilla, quien logra que lo reconozcan
como parte de los mismos custodios del palco, y finalmente liberan a ambos.
El mismo caso es
el de los ocho detenidos y golpeados en
el hotel de Ezeiza : Dardo José González, Víctor Daniel Mendoza, Luis Ernesto
Pellizzón, José Britos, Juan Carlos Duarte, Alberto Formigo, Juan José
Pedrazza, y José Almada. A quienes salvó la oportuna y valiente
intervención de Leonardo Fabio. Ninguno
de los ocho pertenecían a la JP Montoneros, sino a distintos sindicatos y
sectores de la ortodoxia peronista.
LOS MUERTOS DE AMBOS BANDOS
La JP y Montoneros,
a través de sus comunicados y su revista El Descamisado, reconocen dos muertos
de su sector, Horacio “Beto” Simona, combatiente montonero y Antonio Quispe, combatiente
de las FAR . Horacio Verbitsky en su investigación, menciona 13 muertos y 400 heridos,
nombrando como muertos de la JP, además de Quispe y Simona, a Hugo Oscar
Lanvers de la UES. Hay un cuarto: Raúl Obregozo que era militante de la JP La
Plata.
De la custodia
del palco las víctimas fatales fueron tres: el capitán RE del ejército Máximo
Chavarri, y los militantes del Comando de Organización (C.d.O): Rogelio Cuesta
y Carlos Domínguez.
En el listado
emitido por Salud Pública figuran otros fallecidos, que seguramente fueron
asistentes al acto que no tenían una militancia activa en algún grupo: Antonio
Aquino, Pedro Lorenzo López, Manuel Segundo Calabrese y Hugo Sergio
Larramendia.
Si los muertos fueron cuatro de un bando y
tres del otro, está claro que hubo enfrentamiento y disparos de ambos lados.
Luego puede alegarse que el grupo del palco tenía mayor poder de fuego, pero
los cinco mil militantes de JP Montoneros provistos de armas cortas (y algunas
largas) no es que llevaban armas para un desfile. Cortas o largas ambas armas,
disparan y matan.
Por eso insisto en afirmar que el título de
“masacre” es absolutamente exagerado y tiene el claro sentido político de
fundamentar un relato de victimización. Masacre fue la del 16 de junio de 1955,
cuando el bombardeo sobre Plaza de Mayo dejo 309 muertos.
Un dato
llamativo de cómo se modificará el relato, es que el comunicado de
FAR-Montoneros sobre los hechos de Ezeiza, emitido el 26 de junio, dice: “los
principales responsables de esta traición histórica son el Tte. Coronel (RE)
Jorge Osinde, Alberto Brito Lima y Norma Kennedy.” Pero, no está mencionado
Jose Rucci, quien además, no estuvo en Ezeiza, porque venía con otros
dirigentes en el avión que traía de regreso al General Perón.
EL RELATO QUE DURA HASTA NUESTROS DÍAS
Horacio Verbitsky publica su libro Ezeiza
recién en 1985. Más allá de la profusión de información que contiene,
algunas verificables y otras no; a mi juicio, no es el detalle de los hechos lo
más importante, sino su prólogo, donde hace el análisis político y sienta los
paradigmas del relato montonero, que luego será repetido por los difusores del
mismo pensamiento.
Dice Verbitsky :
“Lo sucedido en Ezeiza el 20 de junio se resume en una frase del discurso
pronunciado por Perón la noche del 21. “Somos lo que dicen las veinte verdades
justicialistas y nada más que eso”. En ellas no cabía el programa socializante
que el peronismo se dio en la oposición (…) El hombre viejo y enfermo que
descendió en la base militar de Morón no podía salvar ese abismo, conciliar
tendencias antagónicas que se mataban en su nombre (…) y avalo a la derecha del
Movimiento” .
Aquí aparece la remanida acusación a Perón
de “traidor” al “programa socializante” que si tenían FAR y Montoneros, pero
que nunca estuvo expresado en la doctrina peronista.
Unos meses
después de Ezeiza el jefe de Verbitsky, Mario
Firmenich en su ya famosa “Charla a los frentes” publicada por Rodolfo
Baschetti dirá:
“Hay que tener claro que es la ideología. Es
un proyecto socio-económico-político que representa en forma cabal los
intereses de una clase determinada. Resulta de ello que nuestra ideología es el socialismo, porque el
socialismo es el estado que mejor representa los intereses de la clase obrera”
“La ideología de Perón es contradictoria con
nuestra ideología porque nosotros somos socialistas (…) para nosotros la
Comunidad Organizada, la alianza de clases es un proceso de transición al
socialismo”.
“La conducción
estratégica para Perón (…) es unipersonal, es el conductor y los cuadros
auxiliares. Eso es contradictorio con un proyecto de vanguardia, en donde la
conducción la ejerce una organización, no un hombre, no hay conductor. A partir
de allí, del desarrollo de nuestro proyecto, y de nuestra intención tal vez
“desmedida”, de ser conducción estratégica, surgen confrontaciones o
competencias de conducción. (…) Perón sabe que nuestra posición ideológica no
es la misma que la de él, y de ahí que tiene una contradicción que vaya a saber
cómo la resolverá.”
Sesenta días antes de esta charla,
Montoneros había “ajusticiado” al Secretario General de la CGT Jose Ignacio
Rucci.
Dos
personalidades insospechables de pertenecer a la derecha, años después
afirmaron en sendos reportajes:
El ex Secretario de DDHH, Eduardo Luis
Duhalde afirmó: “No tengo dudas de que a Rucci lo mataron los Montoneros y FAR,
que acababan de fusionarse. Lo hicieron con un propósito múltiple: en su
delirio habían acuñado la teoría de que había que negociar con Perón, “apretándolo
con un muerto sobre la mesa”. Al mismo tiempo buscaban congraciarse con Lorenzo
Miguel (…) y ajustar cuentas con Rucci. (…) Ni el secretario de la UOM vio con
simpatía este crimen, ni a Perón lo “apretaron” sino que se enfureció realmente”.
El ex montonero y poeta Juan Gelman, fue más
crudo: “Lo de Rucci no se hizo para despertar la conciencia de la clase obrera;
se hizo en la concepción de tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa para que
equilibrase su juego político entre la derecha y la izquierda. Cuando se
produce lo de Rucci en septiembre de 1973 y lo de Mor Roig después, hay gente
de distinta procedencia que no está de acuerdo. Como conclusión, lo de Rucci
iba a cercenar el apoyo de la clase obrera y lo de Mor Roig los apoyos de la
clase media”.
Pero claro, esta
definición de acto cuasi mafioso del asesinato de Rucci, no cabía en el relato
de héroes-víctimas y traidores. Entonces tuvieron que hacerlo encajar, en que
Rucci, había sido el ideólogo y principal responsable de la “masacre de Ezeiza”
, razón por la cual la “justicia popular” representada por Quieto y Firmenich
deliberó y lo condenó a recibir 23 balazos por la espalda.
Como dice
Todorov : “la memoria, como tal, es forzosamente una selección: algunos rasgos
del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados, y
luego olvidados.”
El relato de
victimización de montoneros en la etapa 73-76, requiere magnificar los hechos
de Ezeiza, en los cuales – sin dudas - fueron una parte de las víctimas; y
ocultar deliberadamente otros hechos en los que actuaron como implacables
victimarios, como fue el asesinato de José Ignacio Rucci.
(*) El
columnista es autor de La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron y
Salvados por Francisco